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Descripción general de la peste de los pequeños rumiantes

PorJeremiah T. Saliki, DVM, PhD, DACVM
Revisado/Modificado sept 2015

La peste de los pequeños rumiantes (PPR) es una enfermedad viral aguda o subaguda de las cabras y ovejas caracterizada por fiebre, estomatitis necrótica, gastroenteritis, neumonía y algunas veces muerte. Se describió por primera vez en Costa de Marfil en 1942 y posteriormente en otras áreas del oeste de África. Las cabras y las ovejas parecen ser igualmente sensibles al virus, pero las cabras muestran una enfermedad clínica más grave. El virus también afecta a varias especies de pequeños rumiantes silvestres. El ganado vacuno, los búfalos y los cerdos solo se infectan de forma subclínica. Las personas no tienen riesgo de infección.

Etiología y epidemiología:

El virus causante, un miembro del género Morbillivirus de la familia Paramyxoviridae, se replica preferentemente en los tejidos linfoides y el tejido epitelial del tracto GI y respiratorio, en los que causa lesiones características.

La PPR se ha descrito prácticamente en todas las partes del continente africano, excepto en el extremo sur, Oriente Medio y todo el subcontinente indio. En los últimos 15 años, la PPR se ha expandido rápidamente dentro de África y a gran parte de Asia central, Asia meridional y Asia oriental (incluida China).

Dado que el virus de la PPR y el virus de la peste bovina ahora erradicado ( ver Peste bovina (peste del ganado vacuno)) presentan protección cruzada, es posible que la reciente y rápida expansión del virus de la PPR dentro de las zonas endémicas y en nuevas regiones pueda deberse a la desaparición de la protección cruzada previamente proporcionada por la infección natural de peste bovina en pequeños rumiantes y/o al uso hasta ahora de la vacuna frente a la peste bovina para prevenir la infección de pequeños rumiantes con el virus de la PPR en ciertas áreas endémicas. Según esta teoría, el virus de la PPR tiene el potencial de causar epidemias graves, o incluso pandemias, en poblaciones más pequeñas de rumiantes en un área cada vez más amplia del mundo desarrollado.

A nivel local, estas epidemias pueden eliminar toda la población de cabras u ovejas de una aldea afectada. Entre epidemias, la PPR puede asumir un perfil endémico. Las tasas de mortalidad y morbilidad varían dentro de un país infectado, presumiblemente debido a dos factores: el estado inmunitario variable de las poblaciones afectadas y los niveles variables de virulencia viral.

Transmisión:

La transmisión es por contacto estrecho, y el confinamiento parece favorecer la aparición de brotes. Las secreciones y excreciones de los animales enfermos son las fuentes de infección. La transmisión puede producirse en el periodo de incubación. En general se acepta que no existe el estado de portador. El sistema común de manejo por el cual las cabras deambulan libremente por las zonas urbanas contribuye a la diseminación y mantenimiento del virus. También hay numerosos casos en los que se asocia a los comerciantes de ganado con la difusión de la infección, especialmente durante las fiestas religiosas, cuando la alta demanda de animales aumenta el comercio de ganado infectado.

Varias especies de gacelas, órix y ciervos de cola blanca son muy sensibles; estos y otros pequeños rumiantes silvestres pueden desempeñar un papel en la epidemiología de la enfermedad, pero hay pocos datos epidemiológicos disponibles para la PPR en pequeños rumiantes silvestres. El ganado vacuno, los búfalos y los cerdos pueden infectarse de forma natural o experimental con el virus de la PPR, pero estas especies son hospedadores finales (fondo de saco), porque no muestran ninguna enfermedad clínica y no transmiten el virus a otros animales de ninguna especie en contacto.

Hallazgos clínicos:

La forma aguda de la PPR se acompaña de una elevación súbita de la temperatura corporal hasta 40-41,3 °C. Los animales afectados se muestran enfermos e inquietos y presentan pelaje opaco, hocico seco, membranas mucosas congestivas y poco apetito. Al principio, la descarga nasal es serosa; más tarde, esta se torna mucopurulenta y confiere un olor pútrido al aliento. El periodo de incubación suele ser de unos 4-5 días. Se pueden observar pequeñas áreas de necrosis en la membrana mucosa de la base de la cavidad nasal. La conjuntiva se encuentra frecuentemente congestiva y la zona interna puede mostrar un pequeño grado de encostramiento. Algunos animales desarrollan una conjuntivitis catarral profusa con afectación de los párpados. La estomatitis necrótica afecta al labio inferior y encía de los dientes incisivos; en los casos más graves puede afectar a la almohadilla dental, al paladar, a los carrillos y sus papilas y a la lengua. La diarrea puede ser abundante y se acompaña de deshidratación y emaciación; seguida de hipotermia y muerte, por lo general después de 5-10 días. La bronconeumonía, caracterizada por la tos, puede desarrollarse en las etapas tardías de la enfermedad. Las hembras gestantes pueden abortar. Las tasas de morbilidad y mortalidad son más altas en los animales jóvenes que en los adultos.

Lesiones:

Se observa emaciación, conjuntivitis y estomatitis; se detectan lesiones necróticas en el interior del labio inferior y encía adyacente, en los carrillos cerca de las comisuras y en la superficie ventral de la lengua. En los casos graves, las lesiones pueden extenderse al paladar duro y a la faringe. Las erosiones son poco profundas, con una base en carne viva de color rojo que más tarde se torna blanco rosado; están delimitadas por epitelio sano que proporciona un margen bien demarcado. El rumen, el retículo y el omaso rara vez están afectados. El abomaso muestra erosiones que frecuentemente están bien delimitadas y que presentan unos fondos rojos en carne viva de los que rezuma sangre.

Las lesiones graves son menos comunes en el intestino delgado que en la boca, el abomaso o el intestino grueso. En la primera porción del duodeno y en el íleon terminal puede haber trazas hemorrágicas y, con menor frecuencia, erosiones. Las placas de Peyer están marcadamente afectadas; pueden desprenderse placas enteras de tejido linfoide. Habitualmente, las lesiones del intestino grueso son más graves, y se presentan alrededor de la válvula ileocecal y en la unión cecocólica y el recto. Este último muestra líneas congestivas a lo largo de los pliegues de la mucosa, que le confieren la característica apariencia de "rayas de cebra".

Pueden aparecer petequias en los cornetes nasales, la laringe y la tráquea. Pueden estar presentes manchas de bronconeumonía.

Diagnóstico:

El diagnóstico presuntivo está basado en los hallazgos clínicos, patológicos y epidemiológicos y debe confirmarse a través del aislamiento e identificación del virus. Históricamente, en los países en desarrollo se han utilizado técnicas sencillas como la inmunodifusión en gel de agar con fines de confirmación y notificación. Sin embargo, el virus de la PPR presenta reacciones cruzadas con el virus de la peste bovina en estas pruebas. El aislamiento del virus es una prueba definitiva, pero es laboriosa, engorrosa y requiere mucho tiempo para completarse. Actualmente, las pruebas de laboratorio idóneas para la confirmación del virus son el ELISA de captura de antígeno y la RT-PCR. Para la detección de anticuerpos (como los que pueden ser necesarios para la vigilancia epidemiológica, la confirmación de la eficacia de la vacuna o la confirmación de la ausencia de la enfermedad en una población), el ELISA competitivo y la neutralización del virus son las pruebas recomendadas por la OMSA. Las muestras necesarias son los nódulos linfáticos, las amígdalas, el bazo y todo el pulmón para la detección de antígenos o ácidos nucleicos, y suero para la detección de anticuerpos. La prueba de neutralización vírica también puede utilizarse para confirmar una infección si las muestras de sueros pareados de un animal superviviente proporcionan un incremento de los títulos de ≥4 veces. La PPR debe diferenciarse de otras infecciones gastrointestinales (p. ej., parásitos gastrointestinales), infecciones respiratorias (p. ej., pleuroneumonía contagiosa caprina) y de otras enfermedades como el ectima contagioso, el hidropericardio, la coccidiosis y el envenenamiento por minerales.

Control:

Se debe informar a las autoridades locales y federales cuando se sospeche PPR. La PPR es también una enfermedad de declaración obligatoria a la OMSA en todo el mundo. Se recomienda la erradicación cuando la enfermedad aparece en países previamente libres de PPR. No existe un tratamiento específico; sin embargo, el tratamiento de las complicaciones bacterianas y parasitarias disminuye la mortalidad en los rebaños afectados. Una vacuna atenuada y preparada en cultivo de células Vero está disponible y confiere protección frente a la enfermedad natural durante >1 año. Alentadas por la exitosa erradicación mundial de la peste bovina, las organizaciones internacionales como la OMSA, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) están elaborando planes (2015) para la erradicación mundial de la peste de los pequeños rumiantes. La vacuna homóloga disponible frente a la PPR desempeñaría un papel importante en ese esfuerzo.