Los perros pueden estar infectados por Mycobacterium tuberculosis, M bovis y ocasionalmente por el complejo M avium, por lo general de origen humano, bovino o silvestre, incluidas las heridas por mordedura. Las razas inmunocomprometidas hereditariamente, como el Schnauzer miniatura y el Basset Hound, pueden ser más sensibles a M avium.
Las lesiones tuberculosas se suelen encontrar en los pulmones, el hígado, el riñón, la pleura y el peritoneo, pero se han registrado localizaciones como el pericardio o los abscesos por mordedura. Las lesiones pueden estar calcificadas, con un centro necrótico y por lo general una capa delgada y fibrosa. La tuberculosis es poco frecuente en perros y puede ser una enfermedad entre subaguda y crónica. Los signos son inespecíficos y dependen de la localización de las lesiones. La tuberculosis debe sospecharse en perros expuestos a humanos, ganado o animales silvestres potencialmente infectados y con abscesos que no responden al tratamiento antibiótico. El diagnóstico puede ser asistido por radiografía, ecografía, demostración de micobacterias por tinción de Ziehl-Neelsen o PCR en biopsias o muestras citológicas, y pruebas inmunológicas como el flujo lateral y los ensayos de IFNγ. En los perros son frecuentes los resultados falsos negativos a la prueba de la tuberculina. El tratamiento puede ser eficaz para controlar la progresión de la enfermedad, pero a menudo no se realiza y los animales se eutanasian por motivos de salud pública.