La uveítis recurrente equina (URE) es una afección oftálmica importante, con una prevalencia mundial del 2-25 %. La forma clásica de uveítis recurrente equina se caracteriza por episodios de inflamación intraocular activa seguidos de periodos de reposo variables. Sin embargo, algunos caballos experimentan una uveítis recurrente equina insidiosa, en la que persiste una inflamación ocular subclínica sin signos obvios de malestar. Con la cronicidad, los episodios inflamatorios causan cambios oculares secundarios como cataratas, luxación del cristalino, glaucoma, phthisis bulbi y degeneración de la retina. Como resultado, la uveítis recurrente equina es la causa más común de ceguera en caballos en el mundo.
Etiología y patogenia de la uveítis recurrente equina
La URE es un síndrome autoinmunitario que aparece después de un episodio inicial de uveítis aguda. Aunque no todos los caballos que padezcan un solo episodio de uveítis desarrollarán uveítis recurrente equina, sí tienen riesgo de desarrollar uveítis recurrente equina durante varios años tras el episodio primario. Aunque se han relacionado numerosas causas bacterianas, virales, protozoarias, parasitarias y no infecciosas, incluso el traumatismo ocular, con el inicio de uveítis recurrente equina, la fisiopatología de la uveítis recurrente equina es compleja y multifactorial. De las causas infecciosas investigadas, Leptospira spp, especialmente L interrogans serogrupo Pomona, han sido las más estudiadas con respecto a su papel en el inicio de la uveítis recurrente equina. Los mecanismos precisos por los cuales Leptospira spp inician la uveítis recurrente equina siguen siendo desconocidos, pero es probable que la pérdida de la tolerancia inmunitaria ocular, la reacción cruzada entre los organismos de Leptospira y los autoantígenos, así como la difusión intramolecular e intermolecular de los epítopos, desempeñen un papel fundamental.
No existe predisposición por género o edad para la uveítis recurrente equina Sin embargo, Appaloosas, las razas de sangre caliente y las de tiro están sobrerrepresentadas entre los caballos diagnosticados con uveítis recurrente equina, lo que sugiere un componente hereditario. Los genes del complejo mayor de histocompatibilidad son los que más se han investigado, y probablemente desempeñan un papel en la propensión a la uveítis recurrente equina y/o a la leptospirosis como desencadenante de la uveítis recurrente equina. La prevalencia de uveítis recurrente equina varía con la región geográfica, con tasas más altas en climas tropicales y templados que en climas áridos y secos, dato que puede ser parcialmente atribuible a diferencias en la persistencia de Leptospira spp patógenas en el medio ambiente. Por lo tanto, la causa subyacente de la uveítis primaria, la composición genética del caballo y los factores ambientales son parte integral del desarrollo de la uveítis recurrente equina.
Hallazgos clínicos y lesiones de la uveítis recurrente equina
Los signos clínicos asociados con la URE incluyen tanto signos agudos por la inflamación activa como crónicos por las complicaciones secundarias. Los cambios en la inmunidad ocular permiten que los leucocitos invadan la úvea y liberen citocinas proinflamatorias como prostaglandinas y leucotrienos. Estos mediadores inflamatorios causan aumento de la permeabilidad vascular dentro de la úvea, rotura de la barrera hematoocular, espasmo muscular del esfínter del iris, disminución de la producción de humor acuoso y espasmo muscular del cuerpo ciliar. Estos cambios son responsables de los signos clásicos de la uveítis aguda: epífora, blefaroespasmo, edema corneal, congestión epiescleral, erupción acuosa y celular, y fibrina en la cámara anterior. A menudo, los signos del segmento anterior restringen la visibilidad del segmento posterior. La inflamación activa del segmento posterior puede producir turbidez vítrea secundaria a infiltrado celular, bandas de tracción fibrinosas, desprendimiento de retina focal o difuso o coriorretinitis.
Cortesía del Servicio de Oftalmología Veterinaria de la UC Davis.
Cortesía del Servicio de Oftalmología Veterinaria de la UC Davis.
Las secuelas crónicas de la uveítis recurrente equina incluyen:
Cicatrización corneal.
Fibrosis iridial.
Atrofia del cuerpo negro.
Sinequia posterior.
Catarata.
Luxación del cristalino.
Glaucoma.
Phthisis bulbi.
Cicatrices coriorretinianas.
La uveítis recurrente equina puede ser unilateral o bilateral, y puede afectar a los ojos de forma asimétrica.
Los caballos con enfermedad ocular primaria, especialmente enfermedad corneal, experimentan muchos signos clínicos típicos de la uveítis recurrente equina, especialmente epífora, blefaroespasmo, miosis y edema corneal. Es fundamental diferenciar la enfermedad corneal primaria de la uveítis recurrente equina considerando las marcadas diferencias en el tratamiento. El examen oftalmológico completo y la tinción con fluoresceína son esenciales. Un examen oftalmológico completo, incluida la fundoscopia, es importante durante los exámenes de salud o de precompra. Los caballos con uveítis recurrente equina crónica pueden presentar pocos o ningún síntoma en el segmento anterior, pero sí una degeneración retinal significativa y, como consecuencia, un potencial compromiso visual.
Diagnóstico de la uveítis recurrente equina
Exploración completa de ambos ojos.
Tonometría.
Tinción de fluoresceína.
El diagnóstico de la URE se basa en los signos clínicos característicos combinados con una historia de episodios de uveítis recurrentes o persistentes. Una exploración oftalmológica completa del segmento anterior y posterior es imprescindible para observar los signos compatibles con la uveítis recurrente equina y para excluir otras enfermedades oculares primarias. La tonometría debe realizarse en todos los casos para excluir el glaucoma y documentar la hipotonía que es común en la uveítis recurrente equina. La aplicación de tinción con fluoresceína es importante para evaluar la integridad del epitelio corneal y excluir la uveítis refleja de la queratitis ulcerativa.
En los casos de uveítis aguda, se realiza una exploración física para descartar enfermedad sistémica. Con frecuencia, como parte de los datos mínimos se incluyen un hemograma completo y un panel bioquímico en suero. Las pruebas específicas pueden ayudar a encontrar la causa subyacente en un episodio de uveítis inicial. Las pruebas serológicas para Leptospira spp pueden confirmar la exposición a este factor de riesgo común, pero no es útil para determinar el tratamiento. La paracentesis de la cámara anterior o de la cavidad vítrea puede ayudar a identificar el microorganismo causante, pero este procedimiento puede causar una lesión intraocular grave y no se recomienda.
Tratamiento, prevención y control de la uveítis recurrente equina
Los corticoesteroides tópicos y los antiinflamatorios no esteroideos se usan conjuntamente para disminuir la inflamación.
La atropina tópica se emplea como tratamiento coadyuvante para reducir el dolor intraocular y causar midriasis.
Se puede realizar un implante supracoroideo o una vitrectomía en pacientes visuales para reducir los episodios uveíticos.
La enucleación debe realizarse en ojos ciegos y dolorosos.
Los objetivos primarios del tratamiento de la uveítis recurrente equina son reducir la inflamación, aliviar el malestar y prevenir la pérdida de visión. Si es posible, se debe identificar la causa subyacente específica y abordarse como parte del protocolo inicial de tratamiento. Independientemente de si se identifica la causa subyacente, se debe iniciar inmediatamente el tratamiento agresivo con antiinflamatorios sistémicos y tópicos para minimizar el daño de la inflamación intraocular. El flunixino meglumina administrado de forma sistémica (especialmente IV) es esencial para el manejo inicial de la uveítis aguda en caballos. La dosis típica inicial IV es de 1,1 mg/kg, administrada en el momento del diagnóstico, seguida de una dosis de 0,5-1,1 mg/kg, PO, dos veces al día, durante 5-7 días. A medida que la inflamación se resuelve, la dosis puede reducirse a 0,25-0,5 mg/kg una vez al día o en días alternos durante un periodo de 1 a 3 meses.
Debido al potencial de toxicidad renal del flunixino meglumina, la creatinina sérica se debe monitorizar intermitentemente si se usa durante >1 mes. A los caballos tratados con flunixino meglumina también se les ha de observar para detectar signos de ulceración GI, y puede estar indicada la administración profiláctica de omeprazol (2 mg/kg/día, PO). Si no se tolera el flunixino meglumina, se pueden utilizar alternativamente fenilbutazona (2-4 mg/kg, PO, una vez al día o dos veces al día) o aspirina (10-25 mg/kg, PO, una vez al día o dos veces al día), pero ninguno de los dos es tan potente o eficaz. Históricamente, los caballos con recidivas frecuentes, o con uveítis crónicas de grado bajo, eran controlados médicamente con dosis orales diarias (o en días alternos) de fenilbutazona o aspirina. Aunque la mayoría de los caballos toleran bien esta pauta, estos medicamentos pueden tener efectos adversos gastrointestinales, hematológicos y renales, además, estos regímenes con frecuencia no eliminan la recidiva.
Los esteroides sistémicos, especialmente la prednisolona (100-300 mg/día) y la dexametasona (5-10 mg/día), se han utilizado también con éxito en el tratamiento de episodios agudos de uveítis, pero su uso a largo plazo se ha asociado con laminitis. Excepto en los casos en los que existe infección bacteriana, los antibióticos sistémicos no están indicados.
Los esteroides tópicos, como la dexametasona (suspensión o pomada al 0,1 %) y el acetato de prednisolona (suspensión al 1 %), son muy eficaces para disminuir la inflamación. Las preparaciones tópicas de acetato y suspensión de esteroides están diseñadas para penetrar en la córnea y alcanzar concentraciones uveales adecuadas, por lo que se prefieren a las formulaciones de fosfato sódico. Debe evitarse la hidrocortisona tópica, ya que carece de una penetración corneal adecuada y no es suficientemente potente para tratar la uveítis anterior.
La tinción con fluoresceína está justificada antes de iniciar el tratamiento con esteroides tópicos, ya que estos fármacos están contraindicados en caso de ulceración y/o infección corneal. Los medicamentos tópicos no esteroideos incluyen flurbiprofeno (solución al 0,03 %) y diclofenaco (solución al 0,1 %); son menos potentes que los esteroides tópicos, pero ofrecen un margen de seguridad más amplio en casos de enfermedad corneal concomitante. La frecuencia de administración depende de la gravedad de la inflamación; inicialmente, la administración puede ser de 4-6 veces al día. Con la mejoría de los signos clínicos, la frecuencia de administración de medicamentos tópicos esteroideos o no esteroideos puede disminuir gradualmente. Sin embargo, el tratamiento debe continuar durante 1 mes después de la resolución completa de la inflamación activa.
La atropina tópica (solución o pomada al 1 %) causa midriasis (que disminuye la probabilidad de formación de sinequia posterior) y cicloplejía (que reduce el dolor asociado con el espasmo muscular del cuerpo ciliar), y estabiliza la barrera hematoacuosa. La atropina se aplica tópicamente dos veces al día o tres veces al díahasta que la pupila esté muy dilatada; la frecuencia puede entonces ajustarse para mantener la midriasis. Dado que la atropina disminuye la motilidad GI, a los caballos tratados con atropina tópica se les debe controlar para detectar signos de íleo.
Si la medicación tópica frecuente no es posible, las inyecciones subconjuntivales de acetamida de triamcinolona (1-2 mg) proporcionan concentraciones antiinflamatorias intraoculares adecuadas durante 7-10 días y es menos probable que causen abscesos o formación de granulomas que otros esteroides, incluido el acetato de metilprednisolona (10-40 mg). No obstante, todos los esteroides subconjuntivales se deben usar con precaución, porque no se pueden eliminar fácilmente una vez inyectados y pueden tener consecuencias devastadoras si se presenta un componente infeccioso o se desarrolla una úlcera corneal.
Comunmente se emplean dos procedimientos quirúrgicos en el tratamiento a largo plazo. Un implante de ciclosporina supracoroidal es un dispositivo de liberación sostenida que proporciona concentraciones terapéuticas de ciclosporina A, un inhibidor inmunosupresor de las células T, durante ~3 años después de la implantación. Durante este procedimiento, se implanta un disco de ciclosporina A (~5 mm de diámetro) debajo de un colgajo escleral de ~8 mm posterior a la zona dorsolateral del limbo. Los caballos con implantes tienen notablemente menos episodios uveíticos que antes de la cirugía, y este dispositivo da lugar a un control eficaz a largo plazo de la uveítis recurrente equina.
Cortesía del Servicio de Oftalmología Veterinaria de la UC Davis.
La vitrectomía nuclear extrae prácticamente la totalidad del vítreo a través de una incisión posterior a la zona dorsolateral del limbo. El humor vítreo se reemplaza después con cualquier solución salina equilibrada o salino. El beneficio teórico de este procedimiento es que los organismos, especialmente Leptospira spp y/o las células inflamatorias en el vítreo, contribuyen significativamente a la inflamación crónica provocada por la uveítis recurrente equina. Al eliminar estos factores, se minimiza la frecuencia y la gravedad de estos episodios uveíticos. La enucleación debe recomendarse en ojos ciegos o doloridos por la uveítis recurrente equina.
Las buenas prácticas de manejo para la uveítis recurrente equina garantizan un mantenimiento adecuado de la salud, previenen traumatismos oculares y reducen los factores ambientales desencadenantes. Las recomendaciones específicas de manejo incluyen la desparasitación rutinaria y la vacunación, una nutrición y cuidado dental adecuados, una mascarilla de calidad para las moscas, minimizar el contacto con el ganado o la fauna silvestre, el drenaje de aguas estancadas o restringir el acceso a pastos pantanosos, el control eficaz de las moscas y los cambios frecuentes de cama. Aunque estas medidas benefician a algunos caballos, no se ha evaluado el grado de impacto que tienen en el curso clínico de la uveítis recurrente equina.
Puntos clave
La uveítis recurrente equina es una afección común que puede causar ceguera y dolor ocular.
El diagnóstico temprano, combinado con el tratamiento médico y quirúrgico, es necesario para mantener la visión y la comodidad ocular.
Para más información
Consulte también la información para propietarios sobre trastornos oculares en caballos.