Un EAR completo en la especie canina consiste en un historial, un examen físico, una evaluación del semen y una prueba de detección de Brucella canis. Si el historial sugiere infertilidad, se debe determinar que el manejo reproductivo fue adecuado y que las perras han tenido una fertilidad normal cuando se han cruzado con otros perros. Debe registrarse la secuencia temporal de las camadas producidas por macho y las perras que no concibieron, así como cualquier reciente enfermedad durante o antes del momento en que las perras se cubrieron. Esto debe evaluarse para determinar si la infertilidad puede ser transitoria (p. ej., la fiebre puede afectar negativamente la producción de semen durante >60 días tras su inicio).
Debe hacerse una exploración física general. Los perros con anomalías, como problemas serios de articulaciones o espina dorsal, pueden no ser capaces de montar. Las endocrinopatías como el hiperadrenocorticismo o el hipotiroidismo pueden reducir la fertilidad; esto se puede asociar a anomalías en el peso y en la capa del pelo. El pene y el prepucio se deben examinar; los problemas como frenillo persistente, tumores o hinchazón causada por balanopostitis pueden impedir la penetración normal. Las abrasiones o laceraciones del pene pueden sangrar durante la monta, y puede que se aprecie sangre en el semen.
La próstata debe palparse digitalmente vía rectal. El problema prostático más común en perros maduros (>5 años de edad) es la hiperplasia prostática benigna (HPB); la próstata aparece uniformemente agrandada y no es dolorosa a la palpación por el recto. Los perros con HPB pueden ser asintomáticos o tener antecedentes de hematuria y/o hemospermia o tenesmo rectal. En los perros con signos clínicos, el tratamiento de elección es la castración, aunque los perros reproductores pueden tratarse médicamente con inhibidores de la 5-alfa-reductasa, que previenen la conversión de testosterona en dihidrotestosterona. El tratamiento es importante, porque los perros afectados están predispuestos a desarrollar prostatitis. La ecografía se ha convertido en una herramienta coadyuvante común para la evaluación de la próstata en los perros, permitiendo mediciones precisas y la evaluación de la ecotextura de la glándula para la identificación de patologías potenciales, en cuyo caso se puede guiar una aguja fina o un instrumento de biopsia para tomar muestras de una lesión.
El escroto, los testículos y los epidídimos deben palparse. Los testículos pequeños y blandos suelen asociarse con una mala calidad seminal; los testículos muy agrandados sugieren orquitis o epididimitis. También puede palparse algún bulto que sugiera neoplasia. Las anomalías escrotales como la dermatitis pueden afectar negativamente a la calidad del semen al disminuir la termorregulación escrotal. La longitud, la anchura y altura de los testículos se deben medir con calibradores romos; estas mediciones son a menudo importantes para una futura comparación en casos de sospecha de degeneración testicular. Además, el ancho escrotal total está altamente correlacionado con el peso corporal y una estimación del potencial de producción de esperma del perro. El examen ecográfico del contenido escrotal es valioso no solo para obtener mediciones más precisas, sino también para evaluar la presencia de masas testiculares o epididimales, que no siempre son fácilmente palpables en las primeras etapas de un proceso patológico.
La recogida de semen se realiza en el perro sobre una buena base (p. ej., con una alfombrilla) antes que sobre una superficie resbaladiza o una mesa. Se debe tener cuidado de no intimidar al perro; por lo tanto, cualquier procedimiento de examen general se realiza mejor después de la recogida del semen. El semen puede recogerse en ausencia de una perra (aunque el número de espermatozoides puede ser inferior), pero es preferible la presencia de una perra, especialmente para perros inexpertos. La feromona metil parabeno puede ser útil para la recolección en ausencia de una perra; algunos veterinarios congelan hisopos de orina de perra celo o secreciones vaginales para este propósito, pero la reacción de los perros machos es variable.
Se puede usar un cono colector como el forro de una vagina artificial de toro, lubricado con un lubricante no espermicida estéril o vaselina y unido a un tubo adosado. El prepucio se retrae suavemente, y el cono se desliza sobre el pene. En cuanto el bulbo del glande se exterioriza del prepucio y está en el cono, el pene se sujeta a través del cono, inmediatamente caudal al bulbo. Se mantiene una presión constante caudalmente al bulbo, debiéndose lograr una erección y finalmente una eyaculación. El contacto del pene con el cono lubricado suele estimular al perro a impulsar dentro del cono, y el pene se comprime hacia el cono, caudal al bulbo, como se ha descrito anteriormente. El semen también puede recogerse con la técnica de la mano enguantada, estimulando el pene del perro dentro del prepucio hasta conseguir una erección parcial; el prepucio se desliza luego caudalmente, detrás del bulbo del glande, y se aplica una presión constante como en la técnica del cono hasta que el perro eyacula. Se coloca una taza o tubo provisto de un embudo sobre la punta del pene para recoger el eyaculado. Algunos criadores simplemente usan una bolsa de plástico colocada sobre el pene para recoger el semen.
Se debe recolectar la primera fracción (prostática, clara) y la segunda (turbia y rica en espermatozoides). Después de que estas fracciones se eyaculan, una inspección detallada del tubo de recogida demostraría que el líquido claro (prostático) empieza a alternarse con la segunda fracción turbia; es este punto, la recolección se puede parar. El perro puede continuar eyaculando líquido prostático hasta 10 min antes de que la erección desaparezca. El prepucio debe examinarse después de que el pene se retraiga para garantizar que el pene está situado dentro de forma normal y que no ha quedado ningún pelo en su interior. La protrusión residual puede producirse si el prepucio se enrolla hacia dentro conforme el pene se retrae.
La evaluación del semen consiste en la determinación del aspecto, volumen, concentración, motilidad y porcentaje de espermatozoides morfológicamente normales. Las muestras amarillas, marrones o rojas pueden indicar la presencia de sangre u orina en el eyaculado. El volumen es variable, según la cantidad de líquido prostático que se haya recogido y del tamaño del perro; el rango varía de <2 a >20 mL, pero lo normal es ~5 mL. La motilidad de los espermatozoides debe evaluarse inmediatamente con un equipo calentado; esto debería producir >70 % de espermatozoides móviles progresivos. La morfología del esperma se determina como para los toros ( ver Examen de aptitud reproductiva de toros). Al menos un 80 % de los espermatozoides deben ser morfológicamente normales. La concentración puede determinarse usando un hemocitómetro. Para ello, el esperma se diluye a 1:100, y se cuenta el número de espermatozoides en el recuadro central más grande (hecho con 25 recuadros más pequeños) del hemocitómetro. El número de espermatozoides contados × 106 es la concentración de espermatozoides/mL. El número total de espermatozoides en el eyaculado se calcula según la siguiente fórmula: volumen × concentración. El número total de espermatozoides en el eyaculado varía de 400 × 106 hasta >1000 × 106 y se correlaciona con el peso corporal; como regla general, un perro debe producir ~22 × 106 espermatozoides/kg de peso corporal.
Cada perro investigado para detectar infertilidad debe someterse a una prueba de Brucella canis. (También ver Brucelosis en perros.)
La calidad de los espermatozoides puede ser normal o anormal o puede que no se observe ninguno en el eyaculado. La infertilidad es rara en aquellos perros con una evaluación normal del esperma; si se ha observado, debe revisarse el historial para detectar algún mal manejo o una infertilidad en la perra. La presencia de leucocitos o eritrocitos en el eyaculado sugiere una inflamación de tracto reproductivo, más comúnmente prostatitis; un cultivo del líquido prostático y un tratamiento apropiado pueden ayudar a la fertilidad. Si la calidad del esperma es anormal, el historial debe revisarse de nuevo para determinar si el perro ha estado enfermo recientemente o ha recibido algún fármaco, especialmente esteroides anabolizantes. Otras causas reconocidas de una calidad espermática anormal son la inflamación del escroto u otros factores que puedan causar una alta temperatura escrotal, neoplasia testicular (se recomienda ecografía de los testículos porque muchas neoplasias de los testículos no son palpables), traumatismo del área del escroto o brucelosis. Sin embargo, la mayoría de los casos de baja calidad espermática en perros son idiopáticos.
El estado de la hipófisis del perro puede investigarse, pero suele ser irrelevante. Las concentraciones de hormona luteinizante y foliculoestimulante suelen ser normales o altas en perros con una calidad seminal anormal, porque los testículos degenerados no son capaces de proporcionar los mecanismos de retroalimentación a la hipófisis. Ya que una calidad del esperma anormal puede inducirse por una reciente enfermedad transitoria o una exposición a algunas toxinas y la espermatogénesis podría reanudarse, las recogidas deben repetirse aproximadamente cada 3 meses durante ~1 año antes de emitir un diagnóstico definitivo para la reproducción.
La azoospermia es relativamente común en los perros. La azoospermia puede deberse a un fallo de los testículos del perro para producir espermatozoides o a un fallo de los espermatozoides para abandonar los testículos debido a un bloqueo del epidídimo o a una eyaculación incompleta. Como en el semental, el eyaculado debe probarse para comprobar la presencia de fosfatasa alcalina, la cual se secreta desde el epidídimo. Un valor alto (5 000-40 000 UI/L) indica que se recogió líquido del epidídimo y, por lo tanto, es compatible con una verdadera azoospermia. Los valores bajos (<5000 UI/L) sugieren un bloqueo del epidídimo o un fallo en la eyaculación; las recogidas de semen deben repetirse, usando un fuerte estímulo, como por ejemplo una perra en celo. Se debe realizar una cistocentesis después de la recolección de semen para determinar si se está produciendo una eyaculación retrógrada; también se pueden realizar muestras de frotis de la vagina de una perra después del apareamiento natural para determinar si el perro no eyacula debido a la aversión a la recogida manual. Debe hacerse una palpación cuidadosa y una exploración por ecografía para detectar alguna anomalía de los epidídimos o de los cordones espermáticos, como ausencia (aplasia epididimal) o bloqueo del epidídimo.
Un perro se considera "satisfactorio" si todos los hallazgos anteriores están dentro de los límites normales y el perro es seronegativo para B canis. Los perros reproductores deben reexaminarse anualmente para B canis. Como en otras especies, los perros "cuestionables" son aquellos con una afección que podría resolverse con el tiempo (p. ej., un episodio febril reciente con degeneración testicular temporal, HPB), mientras que un perro con una afección intratable o un trastorno hereditario se clasifica como "insatisfactorio". para la reproducción.