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Enfermedades nutricionales de los caballos y otros équidos

PorSarah L. Ralston, VMD, PhD, DACVN
Última revisión/modificación ene 2021

Las descripciones de carencias nutricionales sin complicaciones en los caballos son raras. Los nutrientes con más posibilidad de ser deficitarios son las fuentes de energía, la proteína, el calcio, el fósforo, el cobre, la sal y el selenio, según la edad y el tipo de caballo, así como la zona geográfica. Los signos de carencia a menudo no son específicos y el diagnóstico puede complicarse por una carencia simultánea de varios nutrientes. Los excesos simples son más comunes en algunas regiones. Los nutrientes que más frecuentemente se dan por encima de las necesidades, provocando intoxicación o carencias inducidas de otros nutrientes, son la energía, el fósforo, el hierro, el cobre, el selenio y la vitamina A.

Carencia de energía en caballos

Muchos de los cambios no específicos observados en caballos con carencia de energía pueden ser el resultado de un consumo inadecuado, una mala digestión o una malabsorción. La pérdida de peso es el signo cardinal de un consumo insuficiente de energía. En la inanición parcial o completa, la mayoría de los órganos internos presentan cierta atrofia. El cerebro es el menos afectado, mientras que el crecimiento, la reproducción y la capacidad de rendimiento son los más afectados. El sistema inmunológico también se ve afectado negativamente. El esqueleto joven es extremadamente sensible y el crecimiento se ralentiza o se detiene completamente. Una disminución del tejido adiposo es un signo temprano y evidente y se observa no solo bajo la piel sino también en el mesenterio; alrededor de los riñones, el útero y los testículos; y en el retroperitoneo. Un bajo contenido de grasa en la médula de los huesos largos es un buen indicio de una inanición prolongada.

Exceso de energía en caballos

La sobrealimentación con piensos hipercalóricos causa obesidad en caballos adultos y puede contribuir al desarrollo de enfermedades ortopédicas en caballos jóvenes de crecimiento rápido. Sin embargo, algunos caballos, especialmente aquellos que son sedentarios, pueden llegar a ser obesos alimentándose solamente con heno o pastos de buena calidad. La obesidad incrementa el riesgo de padecer laminitis (presumiblemente asociado a la relativa resistencia a la insulina) y cólico, debido a la estrangulación del intestino delgado por lipomas mesentéricos pedunculados. Los caballos y ponis obesos tienen menor tolerancia al calor y el ejercicio.

Deficiencia proteica en los caballos y otros équidos

Una carencia de proteína puede deberse a un consumo inadecuado o a la falta de un aminoácido esencial específico. Los efectos de la carencia no suelen ser específicos, y muchos de los signos no se diferencian de los efectos de una restricción energética parcial o total. Por lo general, el caballo tendrá un deficiente crecimiento del pelo y los cascos, pérdida de peso e inapetencia. La producción de leche está disminuida en las yeguas lactantes y los potros de crecimiento rápido se atrofiarán. La formación de anticuerpos también se reduce y afecta a la inmunidad.

Deficiencias y excesos minerales en caballos

Hiperparatiroidismo nutricional secundario (cabeza hinchada, enfermedad del salvado):

Los caballos de cualquier edad alimentados con heno de gramíneas o pastos y suplementados con grandes cantidades de concentrados no enriquecidos a base de cereales o salvado de trigo son más propensos a desarrollar carencias relativas o absolutas de calcio que pueden dar lugar a un hiperparatiroidismo nutricional secundario. Un consumo excesivo de fósforo (relación Ca:P <1) causa los mismos signos clínicos. Las concentraciones sanguíneas de calcio no reflejan el consumo debido a los mecanismos homeostáticos, si bien el fósforo inorgánico en sangre puede estar elevado debido a la movilización del contenido mineral del hueso. La tumefacción y el reblandecimiento de los huesos faciales y las cojeras alternantes de las extremidades se observan con frecuencia. La actividad de la fosfatasa alcalina sérica suele estar aumentada, y los tiempos de coagulación pueden prolongarse ligeramente. Las fracturas pueden ser frecuentes y las heridas en general cicatrizan mal. (También ver Osteomalacia en animales.)

Carencia de fósforo

La carencia de fósforo es más probable en caballos, especialmente en aquellos con mayores necesidades (crecimiento, lactación, rendimiento) alimentados con henos o pastos de gramíneas de baja calidad y que no reciben concentrados. Las concentraciones de fósforo inorgánico sérico pueden estar disminuidas, y la actividad de la fosfatasa alcalina sérica, aumentada. A veces, las concentraciones de calcio sérico pueden estar aumentadas. Puede observarse una cojera alternante insidiosa. Los cambios óseos se parecen a los descritos para la carencia de calcio. Los caballos afectados pueden comenzar a consumir grandes cantidades de tierra o exhibir otras manifestaciones de pica antes de que sean evidentes otros signos clínicos.

Carencia de sal

Los caballos son más propensos a desarrollar signos de carencia de sal (NaCl) cuando realizan un trabajo intenso con temperaturas elevadas o cuando se les alimenta con raciones deficientes en sal. Los caballos privados de sal se cansan fácilmente, dejan de sudar y muestran espasmos musculares si realizan un ejercicio enérgico. La anorexia y la pica pueden ser evidentes en la privación crónica, aunque estos no son signos específicos de una carencia de sal. En las yeguas lactantes, la producción de leche disminuye. En los déficits prolongados pueden observarse poliuria y polidipsia secundarias al fallo de la médula renal.

Potasio

Una carencia crónica de potasio reduce la velocidad de crecimiento y causa anorexia y quizás hipopotasemia. Sin embargo, la mayoría de forrajes contienen más que suficiente potasio para el caballo medio. La carencia aguda debida a pérdidas por sudoración es más probable y puede causar temblores musculares, arritmias cardiacas y debilidad. Un consumo excesivo de potasio, especialmente si se administra en bolo PO o IV, también causará arritmias cardiacas como la fibrilación auricular y, posiblemente, paro cardiaco.

Magnesio

Los potros alimentados con una ración purificada que contenía magnesio a un nivel de 8 mg/kg mostraron hipomagnesemia, nerviosismo, temblores musculares y ataxia, seguidos de colapso, ritmo respiratorio incrementado, sudoración, pedaleo convulsivo y muerte a las pocas semanas. Sin embargo, los alimentos más comúnmente utilizados contienen magnesio muy superior a los 70-100 mg/kg de ración de materia seca recomendados actualmente. La suplementación excesiva de este mineral es más probable. Aunque los efectos de un consumo excesivo de magnesio en caballos no se han determinado, con base en datos de otras especies, puede causar signos clínicos de deficiencia de calcio.

Hierro

La carencia de hierro puede ser secundaria al parasitismo o a pérdidas crónicas de sangre y produce anemia microcítica hipocrómica. Sin embargo, es altamente improbable que incluso los caballos anémicos sufran carencia de hierro. Un exceso de hierro interfiere en el metabolismo del cobre y también causa anemia microcítica hipocrómica. Las concentraciones de transferrina en sangre son el método más fiable para determinar el estado de hierro de un caballo.

Zinc

La carencia de zinc en potros causa disminución del crecimiento, anorexia, lesiones cutáneas en las porciones distales de las extremidades, alopecia, disminución de las concentraciones séricas de zinc y disminución en la actividad de la fosfatasa alcalina sérica. Los excesos (>1000 ppm) se han asociado con enfermedad ortopédica del desarrollo en caballos jóvenes. Los efectos del exceso o carencia de zinc en caballos adultos no se han descrito.

Cobre

Una aparente relación entre las bajas concentraciones de cobre en sangre y la rotura de la arteria uterina en yeguas parturientas viejas sugiere una disminución de la absorción de cobre con la edad o una capacidad reducida de movilizar las reservas de cobre. El déficit en la ración puede causar aneurisma aórtico, contracción de tendones y formación inapropiada de cartílagos en los potros en crecimiento. El consumo excesivo de cobre puede interferir en el metabolismo del selenio y/o el hierro.

Selenio

La carencia de selenio da lugar a bajos niveles séricos de este elemento, aumento de la actividad de la AST, músculo blanco y quizás rabdomiólisis en caballos de trabajo. (También ver Miopatías nutricionales en caballos.) Un exceso de selenio de tan solo 5 ppm en la ración puede causar la pérdida de la crin y los pelos de la cola y desprendimiento de la porción distal de la pezuña.

Deficiencias y excesos de vitaminas en los caballos

Una carencia de vitamina A puede aparecer si se alimenta con forraje seco de baja calidad durante un periodo prolongado (más de 6 meses). Si las reservas corporales de vitamina A son elevadas, pueden transcurrir varios meses antes de que aparezcan los signos. La carencia se caracteriza por nictalopía, lagrimeo, queratinización de la córnea, propensión a la neumonía, abscesos de la glándula sublingual, incoordinación, trastornos de la reproducción, apetito caprichoso y debilidad progresiva en caballos adultos. Los cascos pueden estar deformados, con crecimiento desigual de la tapa, que además está anormalmente quebradiza.

La intoxicación por vitamina A se asocia con fragilidad ósea, exostosis ósea, lesiones cutáneas y defectos congénitos como paladar hendido y microftalmía (según datos de caballos y otras especies).

La vitamina E es muy lábil y se pierde rápidamente durante el almacenamiento tanto en los henos como en los alimentos comerciales. Es un importante antioxidante y se ha descrito que su carencia se asocia con una mayor incidencia de rabdomiólisis, deterioro de la función inmunitaria, fallos reproductivos y lesiones oculares. También se ha descrito que algunos tratamientos antibióticos prolongados y agresivos, como el recomendado para la mielitis protozoaria equina, inducen carencia de vitamina E. Los forrajes verdes, sin embargo, son excelentes fuentes de vitamina E, y los caballos con libre acceso a buenos pastos rara vez necesitan suplementación.

Si se consume heno secado al sol o el caballo se expone a la luz del sol, es dudoso que se desarrolle una carencia de vitamina D. El confinamiento prolongado de los caballos jóvenes que solo consumen cantidades limitadas de heno secado al sol puede causar reducción de la calcificación ósea, articulaciones rígidas e hinchadas, marcha envarada, irritabilidad y reducción del calcio y fósforo séricos. Los signos clínicos son fácilmente reversibles con la suplementación o la exposición a la luz solar.

Los signos clínicos de la carencia experimental de tiamina son anorexia, pérdida de peso, incoordinación, disminución de la tiamina sérica y elevación del piruvato sérico. En la necropsia, el corazón está dilatado. Se han observado signos similares en la intoxicación por helecho. En circunstancias normales, la ración natural más la síntesis de los microorganismos intestinales probablemente satisfacen las necesidades de tiamina. Sin embargo, las necesidades pueden incrementarse por el estrés.