Los programas de bioseguridad consisten en la bioexclusión, la vigilancia y la biocontención.
Bioexclusión
El objetivo principal de la bioexclusión es prevenir o limitar la introducción de agentes causantes de enfermedades en un lote por debajo del umbral de infección o colonización. Esto requiere un enfoque de prevención sistemática de patógenos a través de barreras físicas o imaginarias (zonas de protección), con el fin de eliminar o disminuir el número de organismos causantes de enfermedades en el entorno del animal. Para establecer los límites de las zonas se deben utilizar principios epidemiológicos sólidos y aprovechar las barreras físicas/geográficas existentes.
Perspectiva global sobre la bioexclusión
La naturaleza global de la industria animal da lugar al envío diario de animales y productos animales a todo el mundo. Este comercio está regulado por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), y dicho comercio debe cumplir la normativa de la OMSA, incluida la relativa a las medidas de control en las explotaciones.
Perspectiva del país sobre la bioexclusión
Para controlar la propagación de enfermedades, la OMSA ayuda a establecer acuerdos internacionales sobre medidas sanitarias para animales y plantas. Dicho acuerdo, en el marco de la Organización Mundial del Comercio, establece definiciones comunes y describe los procedimientos internos de la OMSA para tratar los conflictos comerciales internacionales. Este tratado también ha establecido directrices y principios que rigen la evaluación transparente, objetiva y defendible del riesgo. Más concretamente, el análisis del riesgo de las importaciones proporciona a los países importadores una evaluación objetiva y defendible de los riesgos de enfermedad asociados a la importación de artículos como animales, productos animales, productos biológicos, material genético, piensos y material patológico.
Perspectiva regional o estatal sobre la bioexclusión
Para tener en cuenta las dificultades que conlleva el control de la situación sanitaria y las prácticas de gestión de las poblaciones animales en la gran extensión de los países (p. ej., EE. UU.), el Código Terrestre permite la zonificación y la compartimentación. El código define subpoblaciones basadas en el estatus sanitario de los animales, lo que permite a los países miembros limitar los efectos perjudiciales del comercio asociados a los brotes de enfermedades, sin exponer al país importador al riesgo de propagación de la enfermedad. También hay "compartimentos" basados en procedimientos de bioseguridad y "zonas" en función de la geografía. Los requisitos para establecer estas subpoblaciones varían en función de las características específicas de la enfermedad y de los requisitos de los socios comerciales, y es mejor decidirlos antes de que se produzca el brote de la enfermedad. Son de especial interés los factores como la epidemiología de la enfermedad, las influencias ambientales, las fronteras naturales/artificiales, la vigilancia y el seguimiento, y las medidas de bioseguridad aplicables (p. ej., los controles de movimiento y la cría).
Para establecer zonas/compartimentos locales, los servicios veterinarios de un país exportador deben definir claramente las subpoblaciones según lo estipulado en el Código. Las solicitudes pertinentes deben comunicarse a los servicios veterinarios de un país importador y estar respaldadas por una documentación oficial y detallada.
Las fronteras de las zonas se basan en límites naturales, artificiales o legales, por lo que son relativamente fáciles de establecer y comunicar oficialmente. Los compartimentos basados en procedimientos de bioseguridad son más difíciles de definir. Los requisitos para un compartimento incluyen la definición de planes de bioseguridad adecuados, procedimientos operativos y prácticas de gestión bien documentadas (incluida la documentación de cumplimiento). Este proceso implica el desarrollo de una asociación y responsabilidades claramente estipuladas entre los propietarios de los animales y la autoridad veterinaria correspondiente.
Los requisitos de los planes de bioseguridad incluyen una vigilancia adecuada y sólida de las enfermedades, la identificación de los animales y la trazabilidad. Para ello es necesario llevar un registro detallado de factores como el movimiento y la producción de los animales, las fuentes de alimentación, las fuentes de reposición, la vigilancia de enfermedades (incluida la morbilidad y la mortalidad), el historial de vacunación y medicación, la formación del personal y los registros de visitas. La reducción del riesgo también requiere que el plan se audite, revise y ajuste regularmente según sea necesario.
Perspectiva de la empresa sobre la bioexclusión
A efectos de bioseguridad, las empresas operan como departamentos dentro de un país, estado o región. Los requisitos mínimos del comercio internacional exigen que las empresas se ajusten a las normas internacionales, cumpliendo así los requisitos de la OMSA. Como compartimentos dentro de la rúbrica de bioseguridad, cada empresa comercial, región, estado o país debe clasificar las enfermedades prescritas por la OMSA según la prevalencia esperada; diseñar, documentar e implementar un plan de bioseguridad para prevenir/controlar estas enfermedades; y proporcionar pruebas del cumplimiento del plan. Este plan de bioseguridad constituye la base de todas las estrategias de prevención, diagnóstico y control de enfermedades. El plan debe identificar las posibles vías de introducción/propagación de enfermedades dentro de la empresa y describir las medidas que se están tomando (o que se tomarán) para minimizar el riesgo, tal y como se prescribe en el Código Terrestre de la OMSA.
Zona de control principal para la bioexclusión: instalación de confinamiento de animales
La bioexclusión comienza en la planta de confinamiento de animales, que es la unidad epidemiológica más pequeña de la empresa. Los animales de esta instalación comparten un entorno común, prácticas de gestión comunes y una probabilidad similar de exposición a patógenos. Los límites de estas instalaciones representan obstáculos bien definidos para la entrada y un lugar ideal para la aplicación de procedimientos de control críticos. Cada cruce del perímetro de la instalación debe considerarse un "evento" con potencial de transferencia de patógenos o riesgo de enfermedad.
La reducción del riesgo de tales eventos requiere una estrategia "todo dentro, toda fuera". La limpieza, la descontaminación y la desinfección química deben llevarse a cabo cuando la instalación esté vacía. Una vez que lleguen los animales, la atención se centra en limitar el número de eventos (cruces del perímetro interno), así como la probabilidad de transmisión de patógenos e infección durante los eventos inevitables.
Zona de control secundaria de bioexclusión: granja o sitio
La siguiente zona/compartimento en la jerarquía de control de enfermedades es la granja o recinto. En este caso, la unidad epidemiológica es la granja y no la instalación de contención. Hay un límite definido que rodea la granja, y los animales de la granja comparten un entorno común con prácticas de gestión comunes, compartiendo así una probabilidad común de exposición a los patógenos de las instalaciones de contención cercanas.
La explotación/emplazamiento establece límites físicos (p. ej., una valla) o imaginarios que sirven como puntos de acceso a la zona de control secundaria, que es una zona crucial para el control de la enfermedad. Desde el punto de vista de la bioseguridad, el recinto se considera "cerrado" si el agricultor/productor aplica una bioseguridad total sin acceso incontrolado después de la desinfección. El recinto se considera "abierto" si se aplica la bioseguridad general al inicio de la transferencia/eliminación, y solo se permite el acceso al tráfico vehicular necesario. El recinto está "totalmente abierto" si se aplica el control de rutina desde el punto de la última extracción de animales. Los recintos involucrados en un brote deben permanecer cerrados hasta que el veterinario responsable los declare limpios.
Zona de control terciario de bioexclusión: complejo
Los grupos de animales que comparten una instalación común de manejo de animales (es decir, un complejo) constituyen una zona de control terciario. El complejo representa su propia unidad epidemiológica, ya que los lugares/explotaciones que lo componen comparten instalaciones como fábricas de piensos y plantas de procesamiento. Los procesos de producción dentro del complejo (p. ej., granjas de cría y granjas de engorde) también constituyen unidades epidemiológicas separadas. Todas las áreas definidas pueden representar zonas de control terciario a efectos de bioseguridad. Las zonas terciarias rara vez están valladas, por lo que los límites de acceso suelen ser imaginarios.
Como medida de rentabilidad, a menudo se establecen zonas terciarias alrededor de los sectores de alto valor de la operación, como el ganado valioso utilizado en las operaciones de cría. Para reducir el riesgo de transmisión, pueden establecerse puntos de control críticos, como instalaciones de tránsito, más allá del perímetro del emplazamiento. En estos puntos, los procedimientos como la ducha, el cambio de ropa de protección y el traslado a un transporte dedicado al lugar o a la zona reducen significativamente la probabilidad de transmisión de la enfermedad en el lugar.
Medidas de bioseguridad en la granja para la salud animal
Las medidas de bioseguridad en la granja son la última línea de defensa para proteger la salud animal. La implementación de medidas de bioseguridad varía entre las diferentes industrias animales, pero todas siguen, hasta cierto punto, los mismos principios de segregación, limpieza y desinfección. Las medidas de bioseguridad han de formar parte de un plan global de bioseguridad, que debe actualizarse y auditarse periódicamente.
Las prácticas comunes de bioseguridad incluyen:
Uso de un área de aislamiento/cuarentena para recibir animales de reemplazo que lleguen.
vallas perimetrales
puertas
Ropa y calzado destinados a la explotación.
duchas
baños de pies
vehículos de transporte dedicados
personal de granja dedicado
libros de registro de visitantes
señalización clara que indique las prácticas de bioseguridad
Salas/áreas dedicadas a la limpieza y desinfección para descontaminar los materiales introducidos en la explotación.
uso de agua clorada
La filtración de aire se ha vuelto popular en algunas áreas del medio oeste de EE. UU. para evitar los virus de transmisión aerógena en los cerdos.
Para crear un plan de bioseguridad, hay que identificar los movimientos y flujos de animales, personas y fómites en una explotación de animales. Un plan de bioseguridad debe abordar los riesgos de enfermedad apropiados para la clase y el tipo de animales, abordar los factores de riesgo en orden de prioridad, establecer los objetivos del plan e incluir detalles sobre cómo se lograrán los objetivos. El plan de bioseguridad debe incluir los procedimientos de bioseguridad que se consideren apropiados para la granja, reflejar los puntos de control para evitar la introducción de enfermedades, ser factible e inculcar una cultura de bioseguridad para la explotación animal. El plan debe incluir procesos y procedimientos para su implementación, incluyendo la capacitación del personal y la comunicación con todas las partes involucradas. Por último, para que un plan de bioseguridad sea eficaz, el cumplimiento debe controlarse mediante un proceso de auditoría formal o informal. Las auditorías de bioseguridad son comunes en muchas industrias animales, y los objetivos principales son evaluar si la explotación cumple con las medidas de bioseguridad establecidas e identificar áreas de riesgo, dado que los riesgos de enfermedad son de naturaleza dinámica.
Vigilancia
Los términos seguimiento y vigilancia se utilizan para describir la recopilación continua de datos para estimar la prevalencia y la gravedad de la enfermedad en una población. Sin embargo, un programa de seguimiento suele estar orientado a la recopilación de datos de prevalencia estadísticamente fiables que pueden utilizarse para seguir las tendencias de la incidencia y la gravedad de la enfermedad a lo largo del tiempo. Un programa de vigilancia se basa en los datos de prevalencia de una muestra de la población fácilmente disponible, con el objetivo de actuar oportunamente para corregir los aumentos percibidos en la incidencia de la enfermedad. La importancia de estos programas aumenta cuando se necesita un control de gestión a distancia para seguir el ritmo de los aumentos de tamaño y producción del rebaño/manada.
Cuando los brotes catastróficos exigen la erradicación, el programa de vigilancia debe centrarse en la detección de los casos fuente, lo que permite la aplicación de la biocontención mediante la cuarentena y el sacrificio. En las situaciones en las que no se requiera la erradicación, la recopilación de datos de prevalencia deberá ajustarse para diferenciar la variación de fondo de los efectos de la enfermedad.
El sistema de recopilación de datos debe diseñarse de manera que proporcione indicadores de enfermedad reveladores e informativos desde el punto de vista epidemiológico. Durante el diseño, es bueno tener en cuenta la necesidad de contar con parámetros importantes (p. ej., el tamaño de la muestra) que puedan utilizarse para calcular otras estimaciones de salud animal, como la prevalencia, la incidencia, la morbilidad, la mortalidad y la inmunidad del rebaño/manada (como indican los títulos de anticuerpos, los registros de producción de la granja, etc.). A falta de un muestreo aleatorio, estas estimaciones estadísticas no pueden considerarse absolutamente exactas, pero pueden servir como indicadores adecuados de la necesidad de intervención.
A efectos de erradicación de la enfermedad y del comercio, puede ser necesario demostrar la ausencia de infección en el país, la zona o el compartimento/empresa. Aunque no haya pruebas evidentes de infección en la población, es imposible demostrar definitivamente la ausencia de infección a menos que se utilice una prueba perfecta (100 % sensible/específica) para examinar a cada miembro de la población. En esta situación, el sistema de vigilancia debe ser capaz de estimar estadísticamente con un nivel de confianza aceptable que la infección está por debajo de un nivel de prevalencia determinado.
Como parte del seguimiento de la salud, los individuos deben controlarse para detectar enfermedades a intervalos regulares. Cualquier cambio en la prevalencia sugiere un cambio en la incidencia que puede requerir una acción correctiva para evitar la propagación de la enfermedad. La frecuencia con la que se controlan los animales depende de la epidemiología de la enfermedad y del nivel de biocontención (p. ej., necesidad de cuarentena o de sacrificio). Los factores como el periodo de latencia, el modo de transmisión (p. ej., vertical u horizontal), el potencial de dispersión y rastreo de los animales y la sensibilidad de las pruebas son consideraciones importantes.
Biocontención
Las estrategias de biocontención reducen las consecuencias del desafío de la enfermedad limitando la oportunidad del desafío (bioexclusión), aumentando la resistencia (inmunización) y evitando la propagación (cuarentena). Cuando se requiere la erradicación, la cuarentena suele ir seguida de un sacrificio de emergencia. Las medidas de control se aplican de forma rutinaria para las enfermedades endémicas, pero de forma más esporádica para los brotes epidémicos.
El término cuarentena hace referencia a la práctica del aislamiento forzoso de los animales expuestos a agentes infecciosos, así como al lugar en el que se aíslan estos animales y al periodo de tiempo de aislamiento. La cuarentena se suele exigir cuando se importan animales vivos o sus productos. Para evitar la entrada de enfermedades en un país, región, zona, compartimento o población, los animales/materiales potencialmente infecciosos deben aislarse hasta que se demuestre que están libres de enfermedades.
El aislamiento forzoso es el primer paso de biocontención cuando se llevan animales potencialmente infectados a un entorno de producción. Los movimientos dentro o a través de la zona de control están restringidos y vigilados. El tamaño/naturaleza de la zona de control depende del riesgo de la enfermedad, pero suele implicar una instalación de contención, una granja, un sitio o un complejo dentro de una empresa en particular. La zona de control puede ampliarse a un radio de 3 kilómetros para las enfermedades de importancia nacional/regional.
La vigilancia de la enfermedad se utiliza para establecer el alcance de un brote, primero dentro de la zona de cuarentena y luego en una zona de contacto circundante bien definida. La autoridad veterinaria competente asume el control en los casos de enfermedades extranjeras/notificables. Todas las partes interesadas (p. ej., los países, los estados, las regiones, las empresas, los propietarios) deben organizar previamente un plan de respuesta de emergencia suficiente para abordar los detalles pertinentes de la contención y la erradicación.
Quimioprofilaxis y vacunación en un programa de bioseguridad para animales
Se pueden añadir medicamentos al pienso o al agua para reducir el riesgo de enfermedad. La vacunación se suele utilizar para reducir el riesgo y/o las consecuencias de la infección entre las personas o poblaciones expuestas. El objetivo principal de la inmunización es prevenir la enfermedad clínica aumentando el ID50 de la población. Las vacunas pueden utilizarse para proteger a los individuos de la enfermedad o para proteger a la siguiente generación limitando la transmisión vertical directa y mejorando la transferencia de anticuerpos maternos.
Puntos clave
La implementación de prácticas básicas de bioseguridad es clave para evitar la introducción (bioexclusión) y la diseminación (biocontención) de enfermedades.
Los componentes básicos de un programa de bioseguridad incluyen procedimientos apropiados, como el uso de barreras físicas y protocolos para mantener alejados a los agentes patógenos; la implementación de los procedimientos, que precisa formación y comunicación del personal; y el cumplimiento de los protocolos, que por lo general requiere procesos de auditoría formales o informales.
Para más información
Diseases of Swine 11th ed, Zimmerman JJ, Karriker LA, Ramirez A, Schwartz KJ, Stevenson GW, Zhang J (eds). Wiley-Blackwell; 2019