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Trastornos del hígado en los caballos

PorJack Easley, DVM, MS, DAVDC (Equine), DABVP (EQ)
Revisado/Modificado may 2019

El hígado es un órgano que desempeña numerosas funciones, como la metabolización de carbohidratos, proteínas y grasas. También degrada y excreta muchos compuestos potencialmente tóxicos. Debido a esto, el hígado es sensible a lesiones y enfermedades. Afortunadamente, el hígado tiene una gran capacidad de almacenamiento y reserva funcional y es capaz de regenerarse, lo que proporciona cierta protección contra el daño permanente.

Funciones del hígado en los caballos

  • Metaboliza grasas, carbohidratos y proteínas.

  • Metaboliza fármacos (los inactiva o facilita que el organismo los excrete).

  • Almacena, metaboliza y activa vitaminas.

  • Almacena minerales, glucógeno y triglicéridos.

  • Produce proteínas necesarias para diversas funciones del organismo, como la coagulación sanguínea.

  • Produce los ácidos biliares necesarios para la digestión.

  • Desintoxica de los productos dañinos fabricados dentro del organismo (como el amoníaco) o consumidos por el animal (como los venenos).

  • Influye en las respuestas inmunitarias.

  • Ayuda a desarrollar células sanguíneas (hematopoyesis extramedular).

Cuando las células hepáticas mueren, son eliminadas por las células inflamatorias y sustituidas por nuevas células hepáticas o por tejido fibroso. Aunque la enfermedad hepática es frecuente en caballos y potros, no suele progresar a insuficiencia hepática. El pronóstico para los caballos que desarrollan insuficiencia hepática suele ser desfavorable, a menos que el problema sea a corto plazo y sea evidente la regeneración de nuevas células hepáticas. La fibrosis hepática temprana puede ser reversible si se reconoce y se trata a tiempo. La enfermedad a largo plazo con pérdida extensa de tejido hepático funcional y el desarrollo de fibrosis es un signo grave y el pronóstico de recuperación es malo.

Signos de insuficiencia hepática

Los signos de insuficiencia hepática pueden no ser evidentes hasta que más del 60 al 80 % del hígado no es funcional o cuando la disfunción hepática está causada por una enfermedad en otro sistema orgánico. Los signos tempranos de depresión y disminución del apetito pueden pasar inadvertidos. La ictericia (coloración amarillenta de la piel, encías y blanco de los ojos), la pérdida de peso y el comportamiento anómalo debido a encefalopatía hepática (véase más adelante) son frecuentes en los caballos con enfermedad hepática e insuficiencia hepática. Pueden aparecer cambios en la piel debidos a una reacción a la luz solar ultravioleta (fotosensibilización), fiebre o dolor abdominal (cólico). Con menor frecuencia, pueden estar presentes sonidos respiratorios ásperos y de tono alto, diarrea o estreñimiento. Se puede observar anemia en caballos con disfunción hepática debida a enfermedades parasitarias, algunas intoxicaciones por plantas, enfermedades inflamatorias a largo plazo o destrucción de glóbulos rojos. Dado que el hígado produce importantes proteínas de coagulación, los caballos con insuficiencia hepática grave pueden presentar hemorragias anormales. La pérdida de peso es un signo común en las enfermedades hepáticas de larga duración y puede ser el único signo asociado a los abscesos hepáticos.

¿Cómo afecta la enfermedad hepática a la piel (sensibilidad a la luz o fotosensibilización)?

Una de las principales funciones del hígado es la eliminación de sustancias tóxicas de la sangre. Cuando el hígado está enfermo, una toxina llamada filoeritrina aumenta en el torrente sanguíneo. La filoeritrina es producida por la degradación de la clorofila (pigmento verde) presente en las plantas ingeridas por el caballo y es sensible a la luz. Cuando la filoeritrina llega a la piel y se expone a la luz solar ultravioleta, libera energía y daña la piel. Las áreas no pigmentadas o de piel clara absorben la mayor cantidad de luz ultravioleta, por lo que es más probable que se vean afectadas por la sensibilidad a la luz (fotosensibilización).

La encefalopatía hepática, un síndrome de problemas neurológicos causado por una función hepática deficiente, se observa en varias enfermedades hepáticas. El hígado suele eliminar los venenos del torrente sanguíneo; cuando el hígado no funciona correctamente, los venenos se acumulan y pueden afectar al sistema nervioso.

Los signos de encefalopatía hepática pueden ser:

  • Depresión.

  • Letargo.

  • Presionar con la cabeza.

  • Dar vueltas.

  • Deambular sin rumbo.

  • Falta de coordinación.

  • Dificultad para tragar.

  • Bostezo persistente.

  • Somnolencia.

  • Mayor comportamiento amistoso.

  • Comer objetos no comestibles (pica).

  • Agresividad.

  • Comportamiento vicioso.

  • Estupor.

  • Convulsiones.

  • Coma.

En algunos casos de insuficiencia hepática, especialmente en los ponis, se producen ruidos fuertes al respirar y dificultad para respirar debido al colapso de las estructuras de la garganta. Aunque los signos pueden ser llamativos, la encefalopatía hepática a menudo se puede revertir si se trata con éxito la enfermedad hepática subyacente. Los caballos con encefalopatía hepática suelen mostrar un comportamiento agresivo e imprevisible que puede provocar lesiones al caballo o a sus cuidadores. El animal puede necesitar sedación.

La enfermedad hepática puede causar fotosensibilización, una afección en la que la piel es inusualmente sensible a la luz solar ultravioleta. Este trastorno está causado por el aumento de los niveles de una sustancia química reactiva a la luz llamada filoeritrina que circula en el torrente sanguíneo. Los signos pueden incluir picor, enfermedad cutánea de leve a grave con enrojecimiento de la piel, acumulación extensa de líquido (edema) debajo de la piel, ulceración y descamación de la piel, inflamación y lagrimeo de los ojos, aversión a la luz y nubosidad de la córnea. La inflamación y el edema de la piel son especialmente evidentes en las zonas del cuerpo no pigmentadas, de color claro o sin pelo (como los labios y las marcas blancas de la cara o las patas) que están expuestas al sol. Con poca frecuencia, la parte inferior de la lengua puede estar afectada. Pueden producirse ceguera, anomalías cutáneas, pérdida del estado físico y, en ocasiones, la muerte.

En los caballos con enfermedades hepáticas pueden darse tanto diarrea como estreñimiento. Los ponis y los caballos con hiperlipemia (niveles elevados de grasa en la sangre) e insuficiencia hepática pueden desarrollar diarrea, infosura (laminitis) y acumulación de líquido bajo la piel (edema). Algunos caballos con enfermedad hepática alternan la diarrea con el estreñimiento. Los caballos con insuficiencia y encefalopatía hepáticas frecuentemente desarrollan impactación intestinal u obstrucción debida a la reducción del consumo de agua.

Inicialmente, su veterinario tratará a su caballo para reducir los signos de encefalopatía hepática grave, estabilizar su estado y realizar pruebas de laboratorio. Su veterinario querrá realizar una biopsia de hígado para determinar el tipo de cambios en el tejido, el grado de fibrosis hepática presente y la capacidad de regeneración de las células hepáticas antes de elaborar un plan de tratamiento más a largo plazo o de ofrecerle un pronóstico de recuperación del caballo.

Diagnóstico

Las pruebas de laboratorio a menudo pueden detectar la enfermedad hepática antes de que se produzca la insuficiencia hepática. Las pruebas bioquímicas de rutina, como las concentraciones sanguíneas de enzimas específicas del hígado, son indicadores sensibles de la presencia de una enfermedad hepática, pero no miden la función hepática. Existen pruebas bioquímicas adicionales que evalúan la función hepática con mayor precisión. Estas proporcionan al veterinario una herramienta útil para el diagnóstico.

La anamnesis del caballo, los signos, los hallazgos de la exploración física y los resultados de los análisis de sangre proporcionan pistas que sugieren la naturaleza de la enfermedad hepática. Sin embargo, la biopsia de hígado es el medio definitivo de diagnóstico. La evaluación del tejido proporciona información valiosa sobre las causas y la gravedad de la enfermedad hepática. La ecografía también puede ser útil para evaluar el tamaño y el aspecto del hígado o del conducto biliar, cálculos biliares, tumores, abscesos u otras anomalías. Las radiografías abdominales con colorantes (llamadas estudios de contraste) pueden ayudar a diagnosticar obstrucciones intestinales y enfermedad hepática secundaria en los potros. En algunos casos pueden ser útiles otras pruebas especializadas, como la gammagrafía (una técnica en la que se inyecta una sustancia radiactiva en el organismo y se estudia su distribución).

Tratamiento y manejo

Los objetivos del tratamiento de los caballos con enfermedad o insuficiencia hepática son el control de la encefalopatía hepática, el tratamiento de la enfermedad subyacente, los cuidados de apoyo para dar tiempo a la regeneración del hígado y la prevención de las lesiones del animal y de las personas que trabajan con él. El tratamiento inicial de los caballos con signos de enfermedad hepática puede iniciarse antes de que se conozca la causa subyacente y el alcance del daño hepático. Sin embargo, los tratamientos específicos para la enfermedad hepática dependen de las causas, la presencia de insuficiencia hepática, si la enfermedad es a largo plazo (crónica) y el grado de fibrosis hepática (cicatrización) u obstrucción del conducto biliar.

El tratamiento es más eficaz cuando se interviene pronto, la fibrosis hepática es mínima y hay indicios de regeneración hepática. Los caballos con fibrosis grave responden mal porque el potencial de regeneración de células hepáticas sanas está disminuido.

Para los caballos con encefalopatía hepática, la sedación puede ser necesaria para evitar lesiones al animal o a sus cuidadores. Pueden ser necesarias terapias adicionales para reducir la producción o absorción de amoníaco (un subproducto del metabolismo proteico que puede causar encefalopatía hepática). Si se dan afecciones como deshidratación, desequilibrios ácido-base y electrolíticos (sales), o un nivel bajo de azúcar en la sangre, pueden corregirse con fluidos intravenosos adecuados. Debe haber disponible agua potable fresca si el caballo puede deglutir con normalidad. Hasta que se conozca la naturaleza de la enfermedad hepática subyacente, pueden recetarse antibióticos de amplio espectro si se sospecha una infección hepática. El dolor puede controlarse con dosis bajas o moderadas de antiinflamatorios no esteroideos. Para algunos caballos pueden ser necesarios ciertos antioxidantes o suplementos vitamínicos. Los caballos con enfermedades hepáticas deben protegerse de la luz solar.

El manejo dietético es esencial para los animales con encefalopatía hepática o enfermedad hepática. Los caballos afectados se deben alimentar con cuidado porque la dificultad para tragar puede ser un problema. Siga las instrucciones de su veterinario para una alimentación adecuada. Por lo general, un caballo con enfermedad hepática necesitará ser alimentado con frecuencia en cantidades relativamente pequeñas. La dieta recomendada suele contener hidratos de carbono de fácil digestión, proporciona proteínas adecuadas pero no excesivas, tiene una alta proporción de aminoácidos de cadena ramificada en relación con los aminoácidos aromáticos y es rica en almidón. Si el caballo no quiere comer voluntariamente, se necesitará la alimentación por sonda gástrica o fluidos intravenosos.

Hepatitis aguda (inflamación hepática a corto plazo)

La hepatitis aguda es una inflamación repentina y de corta duración del hígado. Puede estar causada por infecciones, venenos o causas indefinidas. Los signos, que incluyen letargo, ictericia y falta de apetito, pueden aparecer súbitamente. También puede aparecer sensibilidad a la luz, diarrea y alteraciones de la coagulación. Los signos neurológicos que resultan del bajo nivel de azúcar en la sangre y la encefalopatía hepática pueden ser más graves en los caballos con una enfermedad hepática súbita y grave. Puede haber signos de infección bacteriana sanguínea. La pérdida de apetito puede dar lugar a una deficiencia de potasio.

Enfermedad hepática aguda idiopática (enfermedad del suero, enfermedad de Theiler)

La enfermedad hepática aguda idiopática, una enfermedad hepática de aparición súbita sin causa aparente, es la causa más frecuente de hepatitis aguda en los caballos. Alrededor del 20 % de los caballos con este trastorno muestran signos de insuficiencia hepática entre 4 y 10 semanas después de recibir un producto médico derivado de caballos, como la antitoxina tetánica. En algunos casos, el caballo afectado puede no haber recibido la antitoxina, pero puede haber estado en contacto con otro caballo que sí la haya recibido. La enfermedad también puede darse en caballos que reciben productos sanguíneos equinos, como plasma o suero. En estos casos, la afección a veces se denomina hepatitis asociada al suero o enfermedad del suero. Sin embargo, los caballos pueden desarrollar este trastorno sin antecedentes de exposición a dicho producto. Se desconoce la causa del trastorno. Las posibilidades incluyen una enfermedad vírica o una "reacción exagerada" del sistema inmunitario del caballo. Las yeguas lactantes que reciben la toxina antitetánica tras el parto parecen ser más sensibles.

La aparición de los signos suele ser súbita y puede progresar rápidamente en el transcurso de 2-7 días. La muerte puede producirse de forma repentina en el 50-60 % (con una tasa de mortalidad global de hasta el 88 %) de los caballos afectados. Los caballos con enfermedad hepática aguda idiopática suelen mostrar pérdida de apetito, encefalopatía hepática (véase anteriormente) e ictericia. Los signos del sistema nervioso van desde letargo hasta agresividad o comportamiento maníaco, ceguera y mala coordinación. Puede observarse sensibilidad a la luz, cólico, fiebre, orina descolorida, dificultad para respirar, pérdida de peso, acumulación de líquido debajo de la piel y sangrado. La mayoría de los casos son individuales, pero se han descrito brotes con varios caballos implicados. Si un caballo de un grupo parece estar enfermo, los otros caballos en las mismas instalaciones se deben observar cuidadosamente. La mayoría de los veterinarios recomendarán que todos los caballos se realicen análisis de sangre para detectar enfermedades hepáticas.

El diagnóstico se basa en la anamnesis, en los signos repentinos y en los análisis de sangre. La ecografía también puede ser útil. Es necesaria una biopsia de hígado para confirmar el diagnóstico.

No hay un tratamiento específico para la enfermedad. La terapia de apoyo y el tratamiento de la encefalopatía hepática suelen tener éxito. Las situaciones estresantes, como trasladar al caballo o destetar al potro, pueden empeorar los signos de encefalopatía hepática y se deben evitar, si es posible. La recuperación depende del grado de daño en el hígado. Su veterinario puede proporcionarle información sobre el resultado probable. Los caballos afectados que permanecen estables durante 3-5 días y que continúan comiendo a menudo se recuperan. Para los caballos afectados que se recuperan, el pronóstico a largo plazo es bueno. En algunos caballos puede producirse una pérdida continua de peso y la muerte durante los meses posteriores a los signos iniciales.

Enfermedad de Tyzzer

La enfermedad de Tyzzer está causada por la bacteria Clostridium piliforme. La infección causa una infección hepática que destruye el tejido hepático, inflamación del músculo cardiaco e inflamación del intestino grueso con diarrea en potros de 1 a 6 semanas de edad. Es muy poco frecuente, pero suele ser mortal. La enfermedad a menudo afecta a potros aparentemente sanos de crecimiento rápido. Es más común en los potros cuando las yeguas lactantes se introducen en una granja donde están presentes las esporas bacterianas o cuando las yeguas lactantes están expuestas a pastos ricos en proteínas. Es menos frecuente en los potros lactantes que en yeguas más mayores. La enfermedad no se produce en potros más mayores o en adultos, aunque la bacteria puede estar presente en el intestino de estos animales.

Los signos de la infección, incluyendo depresión, fiebre, ictericia, pérdida de apetito y diarrea, se desarrollan rápidamente y pueden durar desde unas pocas horas hasta 2 días. Los potros a menudo se encuentran muertos o en coma sin ningún signo previo. El diagnóstico se basa en los signos y el resultado de las pruebas de laboratorio en la sangre, el estiércol o los tejidos. No existe un tratamiento eficaz, pero se pueden intentar cuidados de apoyo.

Una vez que la enfermedad se encuentra presente en una explotación, puede aparecer esporádicamente, año tras año. Sin embargo, muchos potros pueden estar expuestos, y solo unos pocos (por lo general aquellos con un sistema inmunitario deteriorado) desarrollan la forma mortal de la enfermedad. Un veterinario puede hacer recomendaciones para estas instalaciones para minimizar la probabilidad de enfermedad.

Colangiohepatitis

La colangiohepatitis es una inflamación de los conductos biliares y del hígado adyacente, que ocasionalmente causa insuficiencia hepática en los caballos. A veces se asocia con cálculos en el conducto biliar, inflamación del intestino delgado, obstrucciones intestinales, tumores y ciertos tóxicos (venenos). Varias causas, como la infección bacteriana del conducto biliar, las úlceras en el intestino delgado, la disminución de la motilidad intestinal y la migración de parásitos, pueden provocar la aparición de colangiohepatitis.

La colangiohepatitis suele ser una enfermedad de medio a largo plazo. Los caballos afectados muestran signos de pérdida de peso, falta de apetito, fiebre o cólico. Puede haber ictericia, sensibilidad a la luz y signos de encefalopatía hepática (véase anteriormente). La colangiohepatitis de corta duración puede provocar ocasionalmente una intoxicación sanguínea grave y la muerte. El diagnóstico se confirma mediante biopsia hepática. La ecografía puede identificar los cálculos en los conductos biliares, si están presentes.

Si los resultados de la prueba indican un tipo particular de infección, los antibióticos apropiados a menudo producen resultados favorables. El tratamiento se debe continuar durante 4-6 semanas o más. También pueden ser necesarios cuidados de apoyo, como los fluidos intravenosos o el tratamiento de la encefalopatía hepática. Puede ser necesario repetir las pruebas de enzimas hepáticas y las biopsias para determinar si el tratamiento tiene éxito. Si los resultados de las pruebas no son claros o no están disponibles, se pueden recetar antibióticos de amplio espectro. El pronóstico es bueno si la fibrosis (formación de cicatrices) no es grave.

Venenos que afectan al hígado

Los hepatotóxicos son venenos que dañan el hígado ( ver la Tabla: Sustancias que pueden causar lesión hepática en los caballos, más adelante). Si la intoxicación inicial es grave, puede producirse un fallo hepático mortal. Lo más habitual es que el daño hepático provocado por los tóxicos se produzca durante un largo periodo de tiempo. El resultado puede ser la cirrosis, una afección en la que el tejido hepático funcional es reemplazado por tejido fibroso extenso. Muchos hepatotóxicos, especialmente los vegetales, tienen efectos tóxicos sobre múltiples órganos, especialmente los riñones, los pulmones y el tracto digestivo.

Tabla
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Obtener un diagnóstico definitivo puede ser difícil. Para determinar el agente tóxico puede ser necesaria una anamnesis cuidadosa, una inspección del entorno, pruebas de laboratorio y/o una biopsia de hígado. En caso de intoxicaciones vegetales de corta duración, pueden encontrarse restos de plantas tóxicas en el contenido del estómago.

Los antídotos específicos de los hepatotóxicos son limitados. La retirada de los caballos de la fuente es esencial para disminuir la exposición adicional. Puede que tenga que cambiar el pasto o el heno de su caballo o eliminar las plantas tóxicas de los pastos. Si el envenenamiento es reciente, su veterinario puede administrar laxantes (como aceite mineral o sulfato de magnesio) o absorbentes (por lo general carbón activado o aceite mineral) para disminuir la absorción de sustancias tóxicas. Esto puede no ser útil para la intoxicación a largo plazo, como la intoxicación por alcaloides de pirrolizidina causada por plantas, en la que el agente tóxico ha sido ingerido durante semanas o meses antes de que los signos de la enfermedad sean evidentes. Los cuidados suelen incluir la corrección de los trastornos electrolíticos (sales), metabólicos y de azúcar en la sangre mediante el tratamiento con fluidos y el manejo de la dieta. Se debe controlar la encefalopatía hepática (véase anteriormente). Se debe evitar la luz solar si existe sensibilidad a la luz. Se pueden recetar antibióticos para prevenir la infección de la piel. El pronóstico de recuperación es reservado y depende del tóxico concreto.

Cálculos biliares (colelitos)

Aunque los caballos no tienen vesícula biliar, pueden presentar cálculos en los conductos biliares (cálculos biliares). Estos cálculos en caballos pueden bloquear los conductos biliares y causar enfermedad hepática, pero a veces no causan ningún signo. Los cálculos biliares suelen afectar a los caballos de mediana edad (entre 6 y 15 años), independientemente del sexo o la raza. Puede haber uno o varios cálculos en los conductos biliares. Se desconoce la causa de la formación de cálculos biliares en los caballos.

Los signos que suelen observarse en los caballos con cálculos biliares o inflamación de las vías biliares son pérdida de peso, dolor abdominal, ictericia, depresión y fiebre. Los signos de insuficiencia hepática, como la encefalopatía hepática, las anomalías de la coagulación y la sensibilidad a la luz son menos frecuentes. Estos signos suelen aparecer y desaparecer. La obstrucción completa del conducto biliar común puede ir acompañada de dolor abdominal persistente. Los análisis de sangre proporcionan evidencia adicional de la presencia de esta enfermedad. La ecografía puede revelar un agrandamiento del hígado o la presencia de los propios cálculos.

Aunque la obstrucción del conducto biliar en los caballos suele ser mortal, a veces los cálculos pueden triturarse o extraerse quirúrgicamente. Cuando los cálculos son pequeños se pueden utilizar fluidos intravenosos y medicamentos para eliminarlos o disolverlos. Se administran antiinflamatorios para reducir la inflamación y aliviar el dolor, y pueden recetarse antibióticos si hay probabilidad de infección. Se proporcionan cuidados de apoyo para manejar cualquier insuficiencia hepática.

Hepatitis activa crónica

La hepatitis activa crónica describe cualquier inflamación progresiva dentro del hígado que produzca una enfermedad hepática sostenida, progresiva y de larga duración. La colangiohepatitis (véase anteriormente) puede formar parte de la hepatitis crónica activa. La causa exacta de esta inflamación no se conoce, pero puede estar relacionada con la infección, el sistema inmunitario o los tóxicos. Muchas causas de hepatitis aguda pueden evolucionar hacia una hepatitis crónica activa.

Los principales signos son pérdida de peso, falta de apetito, depresión y letargo. Ocasionalmente se presentan ictericia, cambios de comportamiento, diarrea, sensibilidad a la luz y hemorragia. La fiebre puede ser persistente o intermitente. El examen microscópico de una biopsia de hígado es necesario para un diagnóstico definitivo. Su veterinario también puede solicitar un cultivo tisular para comprobar la presencia de bacterias.

El tratamiento suele incluir suministrar fluidos con cloruro de potasio añadido, glucosa y suplementos vitamínicos, el manejo de la dieta (una dieta baja en proteínas, alta en aminoácidos de cadena ramificada y alta en carbohidratos) y la prevención de la exposición al sol si hay sensibilidad. Los medicamentos pueden incluir corticoesteroides para reducir la inflamación y la fibrosis y antibióticos de amplio espectro para tratar la infección. También pueden ser necesarios otros tipos de medicamentos. El pronóstico es de regular a bueno en caballos con anomalías tisulares menos graves, especialmente en los que tienen una afección que responde bien a los corticoesteroides. El pronóstico es malo en caballos con insuficiencia hepática, fibrosis extensa (cicatrices) en el hígado y pérdida de células hepáticas normales.

Hiperlipemia y lipidosis hepática

La hiperlipemia es un síndrome en el que los niveles de grasas en sangre (triglicéridos, lípidos) están aumentados. Los cambios grasos en el hígado, conocidos como lipidosis hepática, son otra parte del síndrome. El alimento de mala calidad o la disminución de su ingesta, especialmente durante un periodo de estrés o cuando se necesita energía (como durante la gestación o la enfermedad), puede provocar el síndrome de hiperlipemia. La hiperlipemia se ve más frecuentemente en invierno y en primavera.

En esta enfermedad, la necesidad de energía desencadena un movimiento excesivo de los ácidos grasos del tejido adiposo, lo que da lugar a niveles elevados de triglicéridos en sangre y, finalmente, a la acumulación de grasa en el hígado. La hiperlipemia se observa con mayor frecuencia en ponis, burros y caballos miniatura, y con menor frecuencia en caballos adultos de tamaño estándar. Los ponis afectados suelen estar obesos con antecedentes de pérdida de peso reciente debida al estrés, enfermedad, gestación o lactación temprana. La hiperlipemia en caballos miniatura y burros se desarrolla con frecuencia junto con alguna otra enfermedad.

Los signos de hiperlipemia incluyen letargo, debilidad, falta de apetito, disminución de la ingesta de agua y diarrea. A menudo hay antecedentes de pérdida de apetito prolongada, pérdida de peso rápida y obesidad previa. Puede observarse pérdida de peso, cólico, acumulación de líquido debajo de la piel, falta de coordinación y temblores. Es frecuente la alteración de la función hepática; el funcionamiento de los riñones, el corazón y los músculos esqueléticos también puede estar afectado. El diagnóstico suele basarse en la anamnesis, los signos y la exploración física. Los niveles elevados de triglicéridos en sangre confirman el diagnóstico. El colesterol también puede estar elevado. Las pruebas de laboratorio de una función hepática deficiente proporcionan pruebas adicionales de esta enfermedad.

La corrección de la enfermedad subyacente, los fluidos intravenosos y el soporte nutricional son los factores más esenciales en el tratamiento de la hiperlipemia. Se prefiere la alimentación voluntaria si el caballo come cantidades adecuadas de alimento; sin embargo, puede ser necesaria la alimentación suplementaria por sonda hasta que la ingesta de alimento sea adecuada. Para los caballos que no comen puede ser necesaria la nutrición intravenosa. Algunos caballos también necesitarán una inyección de insulina o heparina. Para ayudar a prevenir la hiperlipemia, es importante asegurarse de que los caballos miniatura y los burros, ponis y caballos consuman cantidades adecuadas de alimentos, especialmente durante los periodos de estrés, enfermedad o gestación.

La muerte por hiperlipemia es rara en las razas miniatura. En la mayoría de los casos, la supervivencia depende de la capacidad de tratar con éxito la enfermedad subyacente. El pronóstico es a menudo malo en ponis y caballos de tamaño estándar con hiperlipemia.

Tumores hepáticos en los caballos

Los tumores que se desarrollan primero en el hígado son raros en los caballos. El colangiocarcinoma es el tipo más común y se encuentra principalmente en caballos de mediana edad o más viejos. Sin embargo, los tumores que se desarrollan en otras partes del organismo pueden diseminarse al hígado. El linfosarcoma es el cáncer de células sanguíneas más común en los caballos, y el 41 % de los caballos afectados también desarrollarán tumores en el hígado.

Los signos de tumores que se originan en el hígado incluyen:

  • Letargo.

  • Pérdida de peso.

  • Un abdomen dilatado.

  • Ictericia.

  • Insuficiencia hepática.

Los signos de linfosarcoma varían y pueden incluir inicialmente pérdida de peso, disminución del apetito y letargo. Si el linfosarcoma se extiende por todo el hígado, pueden aparecer signos de insuficiencia hepática, ictericia y depresión grave. El diagnóstico de tumores hepáticos puede sospecharse basándose en análisis de sangre y ecografía, pero es necesaria una biopsia para confirmar el diagnóstico y determinar el tipo. Su veterinario recomendará opciones de tratamiento según los signos de su caballo, el tipo de tumor y si el tumor se ha diseminado.

Insuficiencia hepática en los potros

Los potros recién nacidos pueden desarrollar insuficiencia hepática después de una enfermedad grave. Entre las afecciones que pueden inducir una insuficiencia hepática se encuentran las infecciones sanguíneas (septicemia), las toxinas bacterianas en la sangre (endotoxemia), las enfermedades infecciosas (como la leptospirosis y el herpesvirus equino 1), las obstrucciones intestinales, la asfixia durante el parto, la toxicidad del hierro y las malformaciones del tracto biliar dentro del hígado (denominadas atresia biliar). Las úlceras gástricas (heridas dentro del revestimiento del estómago) y la inflamación en el intestino delgado pueden interferir en el flujo de bilis y causar colangiohepatitis (inflamación de los conductos biliares y del tejido hepático circundante, véase anteriormente). La destrucción de los glóbulos rojos (debida a isoeritrólisis o hemólisis neonatal) también puede causar enfermedad hepática. La administración de nutrición intravenosa puede interferir en el flujo de bilis y causar enfermedad hepática.

Hiperamonemia primaria

La hiperamonemia se refiere a niveles excesivos de amoníaco (un subproducto del metabolismo proteico) en la sangre. Suele producirse como resultado de una enfermedad hepática, porque el hígado no puede eliminar adecuadamente el amoníaco de la sangre. Los caballos adultos con hiperamonemia primaria tienen niveles excesivos de amoníaco en la sangre, pero no tienen enfermedad hepática. La afección causa ceguera aparente y signos neurológicos graves. Se desconoce la causa, pero se cree que se debe al crecimiento excesivo de ciertas bacterias en los intestinos. Aunque los signos son similares a algunos tipos de enfermedad hepática, esta afección no parece estar relacionada directamente con el hígado. El síndrome se asocia casi siempre a enfermedades intestinales, diarrea o cólico. En la mayoría de los casos se observa diarrea o cólico entre 24 y 48 horas antes de los signos neurológicos. El diagnóstico se basa a menudo en los signos y los resultados de los análisis de sangre que muestran niveles elevados de amoníaco y glucosa y niveles bajos de bicarbonato en sangre.

En la mayoría de los caballos, los signos neurológicos se resuelven en 2-3 días con un tratamiento de soporte (fluidos intravenosos, cloruro de potasio, glucosa, bicarbonato de sodio) y fármacos para reducir la absorción de amoníaco.

Hiperamonemia en los potros destetados de la raza Morgan

En los potros Morgan se observa un síndrome de retraso en el crecimiento, aumento de los niveles de amoníaco en el torrente sanguíneo y posibles lesiones en el hígado. Los potros afectados están emparentados, pero la causa del síndrome no se conoce. Los signos suelen aparecer por primera vez en el momento del destete. Las enzimas hepáticas (que indican inflamación del hígado) y los niveles de amoníaco en la sangre aumentan. Aunque la enfermedad neurológica puede mejorar con el tratamiento, vuelve a aparecer una vez que se interrumpe. Desafortunadamente, la enfermedad es mortal.

Derivación portosistémica

Las derivaciones portosistémicas son afecciones en las que los vasos sanguíneos evitan todo o parte del hígado, lo que hace que las toxinas normalmente eliminadas por el hígado permanezcan en la sangre. Esta falta de procesamiento provoca un aumento de los niveles de amoníaco en la sangre y signos del sistema nervioso.

Aunque la enfermedad suele estar presente al nacimiento, los primeros signos se observan cuando los potros afectados tienen unos 2 meses de edad y empiezan a comer mayores cantidades de grano y forraje. Los signos neurológicos incluyen tambaleo, depresión, deambulación, ceguera, andar en círculos y convulsiones. Los signos pueden ser más pronunciados y estar asociados a la alimentación. La derivación puede verse a menudo mediante técnicas de imagen como las radiografías de contraste, la ecografía o la gammagrafía nuclear.

Se puede intentar la reparación quirúrgica en los potros en los que se puede identificar el lugar de la derivación, pero el pronóstico es reservado. La restricción de la ingesta de proteínas, el manejo cuidadoso de la dieta y la administración de productos para disminuir la producción de amoníaco en los intestinos pueden controlar los signos en algunos potros. Pueden ser necesarios cuidados de apoyo con fluidos, potasio y dextrosa para ayudar a disminuir los signos neurológicos. Se necesita un alto nivel de cuidados por parte del propietario para controlar esta enfermedad a lo largo del tiempo.

Para más información

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