La influenza equina es altamente contagiosa y se disemina entre los caballos sensibles. Los caballos de 1-5 años son los más sensibles a la infección. Se han encontrado dos virus de la influenza distintos en poblaciones de caballos de todo el mundo, aunque solo se ha observado una de estas cepas desde 1980. La enfermedad varía desde una infección leve y no detectada hasta una enfermedad grave en animales sensibles. La influenza rara vez es mortal, excepto en caballos enfermos, debilitados o estresados. La transmisión se produce por inhalación de secreciones respiratorias. Las epidemias pueden surgir cuando uno o más caballos infectados se introducen en un grupo sensible.
El periodo de incubación de la influenza es de 1-3 días después de la exposición a un caballo infectado. Los signos se desarrollan rápidamente e incluyen fiebre alta (hasta 41 °C), secreción nasal clara, nódulos linfáticos inflamados y tos seca, áspera y no productiva. Se observa con frecuencia depresión, falta de apetito y debilidad. Estos signos suelen durar menos de 3 días en los casos no complicados, aunque la tos puede persistir durante varias semanas. La secreción nasal puede llenarse de moco y pus debido a una infección bacteriana. La enfermedad es rara en potros de menos de 9 meses de edad. Los caballos afectados levemente se recuperan en 2-3 semanas, pero los caballos gravemente afectados pueden tardar hasta 6 meses en recuperarse completamente. Las complicaciones se minimizan al restringir el ejercicio, controlar el polvo, proporcionar una mayor ventilación y practicar una buena higiene en los establos.
La presencia de una infección respiratoria de rápida diseminación con fiebre alta, depresión y tos en un grupo de caballos sugiere la posibilidad de influenza equina. Sin embargo, la influenza equina no puede diferenciarse de otras causas de enfermedad respiratoria equina, como infección por herpesvirus equino, únicamente sobre la base de los signos. Se puede establecer un diagnóstico definitivo identificando el virus en muestras obtenidas de la nariz y la garganta al principio del curso de la infección.
Los caballos que no desarrollan complicaciones no suelen necesitar tratamiento aparte de reposo y cuidados de apoyo. Los caballos deben descansar 1 semana por cada día de fiebre y con un mínimo de 3 semanas de reposo para permitir la curación de los tejidos respiratorios dañados. Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) se suelen administrar a los caballos con una fiebre superior a 40 °C. Se pueden recetar antibióticos cuando la fiebre persiste más de 3-4 días o cuando hay secreción nasal con pus o neumonía.
La prevención de la influenza exige el manejo de prácticas higiénicas y la vacunación. La exposición puede reducirse aislando a los caballos nuevos en una propiedad durante 2 semanas. Hay varias vacunas disponibles comercialmente para la prevenir la influenza equina; sin embargo, se recomiendan las vacunas de refuerzo cada 6 meses para mantener la inmunidad. Como se hace con las vacunas frente a la gripe humana, los fabricantes de vacunas intentan asegurarse de que la vacuna disponible actualmente refleja, lo más fielmente posible, las cepas del virus que causan la infección en ese momento.
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