Las plaquetas, producidas en la médula ósea, son pequeñas partículas parecidas a células que inician la formación de coágulos sanguíneos. Las plaquetas se acumulan donde se produce el sangrado y se agrupan para formar el tapón inicial que detiene o ralentiza el flujo sanguíneo. Las plaquetas también liberan otras sustancias necesarias para completar el proceso de coagulación.
Los trastornos plaquetarios pueden ser el resultado de tener muy pocas o demasiadas plaquetas o de una función alterada. Cuando el recuento de plaquetas cae muy bajo, el riesgo de hemorragia aumenta. La producción disminuida de plaquetas en la médula puede estar causada por fármacos, tóxicos o trastornos de la médula ósea. Las plaquetas también pueden ser destruidas inapropiadamente en la sangre por el propio sistema inmunitario del gato. Las afecciones que consumen un gran número de plaquetas (como hemorragias masivas o trastornos graves de la coagulación) también pueden reducir el número de plaquetas. Finalmente, puede quedar atrapado un gran número de plaquetas en un bazo aumentado de tamaño, disminuyendo el número de plaquetas en la sangre.
Un aumento anormal en el número de plaquetas es poco frecuente y a menudo se desconoce la causa. Puede asociarse a una enfermedad de la médula ósea o a una pérdida de sangre a largo plazo y a una carencia de hierro.
También hay trastornos en los que las plaquetas no funcionan correctamente. La enfermedad de von Willebrand es un ejemplo. Se han descrito otros trastornos hereditarios de la función plaquetaria, pero son poco frecuentes. Probablemente, el defecto de la función plaquetaria más común en los animales es un efecto secundario de la aspirina. No le dé a su gato aspirina, ni ningún otro medicamento, a menos que lo haya recetado su veterinario.
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Consulte también el contenido para veterinarios sobre las plaquetas.