La parálisis de una pata a menudo es el resultado de una lesión en los nervios espinales periféricos. La parálisis de una pata delantera suele estar asociada a una lesión de las raíces nerviosas del cuello o del hombro, o a una lesión del nervio musculocutáneo, radial, mediano o cubital de la pata. La parálisis de una extremidad posterior suele estar asociada a una lesión de las raíces nerviosas de la parte baja del dorso o del coxis, o del nervio femoral, ciático, peroneo o tibial de la pata.
La postura y la marcha del animal, los reflejos espinales, la sensación de dolor y el estado de los músculos de la extremidad afectada se evalúan para identificar la localización de la lesión. Cuanto más cerca esté una lesión nerviosa del músculo, mejor será el pronóstico de recuperación, por lo que es importante determinar la ubicación exacta de la lesión. La capacidad o incapacidad del animal para flexionar la articulación y soportar peso sobre la pata, y la presencia o ausencia de sensación de dolor y reflejos en varios lugares de la pata, dependen del lugar de la lesión nerviosa. A los pocos días, los músculos se debilitan y pierden masa debido a la pérdida de la conexión nerviosa. La medición de la actividad eléctrica de los músculos (un procedimiento llamado electromiografía) de 7 a 10 días después de la lesión también puede ayudar a determinar la localización del daño.
Los nervios se regeneran lentamente (a un ritmo de aproximadamente 2,5 cm por mes), y la recuperación funcional completa depende del estado de la vaina del nervio y de la distancia entre la lesión y el músculo donde termina el nervio. Algunas lesiones nerviosas pueden resolverse al cabo de varias semanas o meses; sin embargo, cuando se produce una rotura total del nervio, es necesario realizar una reimplantación quirúrgica para su regeneración.
Si una afección ocular anormal conocida como síndrome de Horner (pupila pequeña, párpado parcialmente cerrado y tercer párpado elevado) está presente en el mismo lado del cuerpo que una pata delantera completamente paralizada, entonces las raíces nerviosas se han desgarrado y las posibilidades de recuperación son mínimas. Si el síndrome de Horner no está presente con la parálisis de la pata delantera, el pronóstico de recuperación puede ser mejor.
La aplicación de calor, la realización de masajes y el estiramiento de los tendones deben realizarse según las indicaciones para mantener sanos los músculos, los tendones y las articulaciones de una pata paralizada mientras se regenera el nervio. Un vendaje ligero, pero no apretado, puede evitar que se arrastre el pie. Si la pata se arrastra por el suelo, se puede sujetar con un cabestrillo para evitar que se dañe la garra.
No existe ningún tratamiento específico para ayudar a la regeneración de los nervios. La acupuntura o la terapia con láser pueden ayudar a la recuperación. Si el movimiento voluntario, la sensación de dolor y los reflejos espinales mejoran en 1 a 2 meses, el pronóstico de recuperación es bueno. Puede ser necesario un collar isabelino para evitar que el gato se muerda la pata. Si se sospecha que la lesión nerviosa es permanente y el animal se está mordiendo la pata, la amputación puede ser la mejor opción. Los gatos con tres patas suelen tener una buena calidad de vida.
Los tumores situados en las raíces nerviosas o cerca de ellas también pueden provocar la parálisis de una extremidad. El linfosarcoma es el tumor más común que afecta a estas localizaciones en gatos. La quimioterapia puede mejorar la duración y la calidad de vida de los gatos afectados.
Para más información
Consulte también el contenido para veterinarios sobre la parálisis de las extremidades.