La leishmaniosis (leishmaniasis) es una enfermedad protozoaria (parasitaria) grave y de larga duración que afecta a los humanos, los perros y otros animales. Los perros son la principal fuente de infección (el "hospedador reservorio") y los gatos rara vez se infectan. El parásito unicelular se transmite a través de la picadura de un flebotomino que ha picado previamente a un animal o persona infectada. En las personas es principalmente una enfermedad de niños pequeños, especialmente aquellos que están desnutridos o tienen el sistema inmunitario debilitado. La enfermedad es potencialmente mortal en perros y personas. La enfermedad es prevalente en África, América Central y América del Sur, Oriente Medio, Asia y en el área mediterránea. Se produce solo ocasionalmente en los EE. UU.
En los gatos, la enfermedad suele afectar a la piel, pero también puede afectar a los órganos internos. Las lesiones cutáneas más comunes son las áreas de alopecia con desprendimiento intenso de piel seca, que suelen comenzar en la cabeza y se extienden al resto del cuerpo. También puede desarrollarse ulceración, sobre todo en la cabeza y las extremidades. Las úlceras en las orejas pueden sangrar considerablemente.
Se usan pruebas de laboratorio para diagnosticar la leishmaniosis. Hay tratamiento farmacológico disponible para los perros, pero no suele eliminar los parásitos. Los perros tratados pueden seguir siendo portadores de la infección, lo que permite que se propague a otros. El control de los flebotominos y los insecticidas tópicos son fundamentales para los perros en áreas donde la leishmaniosis es frecuente. Dado que los perros pueden servir como fuente de infección para las personas, la prevención de las infecciones caninas es importante para la salud humana en estas áreas.
Consulte también el contenido para veterinarios sobre la leishmaniosis.