Muchos problemas de "salud" que afectan a los perros y gatos de compañía están asociados con trastornos del comportamiento o a expectativas no cumplidas sobre el comportamiento de la mascota. Su veterinario necesitará descartar primero cualquier posible problema de salud que pueda estar causando un cambio en el comportamiento de su mascota. Por ejemplo, una afección médica puede hacer que su mascota se orine en casa. Su veterinario tomará un historial de comportamiento antes de hacer cualquier diagnóstico. Un historial del comportamiento suele incluir lo siguiente: 1) el sexo, la raza y la edad del perro; 2) la edad de aparición de la afección; 3) la duración del trastorno; 4) una descripción del comportamiento real; 5) la frecuencia de la conducta problemática (cada hora, diariamente, semanalmente, mensualmente); 6) la duración de un episodio típico (segundos, minutos, horas); 7) cualquier cambio en el patrón, frecuencia, intensidad y duración de los episodios; 8) cualquier medida correctiva probada y la respuesta; 9) cualquier actividad que haya detenido el comportamiento (p. ej., el perro se duerme); 10) la rutina de 24 horas del perro y del propietario, así como cualquier cambio cotidiano; 11) la historia familiar del perro (en otras palabras, ¿hay signos de problemas similares en los padres o hermanos de camada del perro?); 12) el entorno y el alojamiento del perro; y 13) cualquier otra cosa que el propietario considere relevante.
Usted y su veterinario deben considerar el "ABC" (del inglés antecedent, behavior y consequences) del problema de comportamiento. ¿Qué sucede antes de la conducta (el antecedente)? ¿Cuál es el comportamiento (behavior)? ¿Qué sucede inmediatamente después (las consecuencias)? Dado que los comportamientos pueden cambiar a medida que los perros aprenden y maduran, su veterinario también considerará cómo comenzó el problema inicialmente.
La asistencia veterinaria moderna debe incluir preguntas rutinarias de investigación sobre problemas específicos de comportamiento, como mordiscos inapropiados o indeseables, gruñidos, o comportamiento extraño, además de preguntas sistemáticas que alerten a su veterinario sobre posibles problemas médicos. Esta investigación de rutina ayuda a establecer lo que es normal para su perro. Si su veterinario no le pregunta acerca de posibles problemas de comportamiento, asegúrese de mencionarlos usted mismo. Lamentablemente, muchos propietarios no informan sobre problemas de comportamiento a sus veterinarios, y estos son una de las principales razones por las que las mascotas se regalan o se eutanasian.
Debido a que los diagnósticos de comportamiento no se deben establecer sobre la base de un único episodio, los propietarios deben completar un cuestionario en cada visita para señalar el patrón de comportamiento del perro. Su veterinario puede entonces identificar si los signos (ladridos, gruñidos, ataques) crean un patrón que cumple con criterios de diagnóstico específicos como agresividad por miedo o agresividad por protección ( ver Problemas de comportamiento relacionados con agresividad en los perros). Tanto usted como su veterinario deben utilizar las mismas definiciones para los mismos signos inespecíficos. Ambos deben reconocer y describir con precisión los comportamientos que son preocupantes.
Grabar en vídeo el comportamiento de su perro puede ayudar a asegurar que su veterinario haga un diagnóstico preciso. El cuestionario se basa en su descripción y, por ello, es más subjetivo. Sin embargo, cuando se combina con el vídeo, su veterinario puede usar cuestionarios para diagnosticar problemas de comportamiento. Cuando usted reconoce los comportamientos que provocan o están asociados con los problemáticos, puede evitar o prevenir la situación que provocan el problema. Al ver el comportamiento problemático en vídeo, su veterinario puede trabajar con usted para ayudarlo a tratar la afección.
Definición del problema
A continuación se presenta un breve glosario de términos que se suelen emplear para explicar el comportamiento.
Un comportamiento anormal es uno que es disfuncional e inusual. Esto es diferente de un problema de comportamiento, que puede ser una acción normal pero indeseable (como saltar, meterse en la basura o pastorear).
Los comportamientos anormales repetitivos se producen cuando los perros no se adaptan a una situación de forma adecuada, respondiendo a menudo con movimientos o acciones repetitivos o fijos. Las conductas repetitivas anormales incluyen conductas compulsivas/impulsivas y estereotipadas (véase más adelante). Algunos ejemplos incluyen signos relacionados con la boca (comer objetos no alimenticios, lamer, tragar y comer en exceso), el cerebro (chasquido repetido de la mandíbula, perseguir luces), el movimiento (girar, abalanzarse) o lesiones autodirigidas (arrancarse el pelo, lamido excesivo de la piel).
En los animales la agresividad está relacionada con una amenaza o un ataque. Hay varios tipos de comportamiento agresivo en los animales, como la defensa territorial, la agresividad depredadora y la agresividad entre machos ( ver Problemas de comportamiento relacionados con agresividad en los perros). Algunos ejemplos de actos agresivos incluyen morder, gruñir y arañar.
La ansiedad es la anticipación del peligro acompañada de signos de tensión (vigilancia, aumento del movimiento y tensión muscular). El foco de la ansiedad puede ser interno o externo.
Los trastornos compulsivos u obsesivo-compulsivos son comportamientos anormales y repetitivos que se suelen realizar en un intento de lograr un objetivo. Estos comportamientos intensos pueden ser difíciles de interrumpir o ser incontrolables. Pueden comenzar con comportamientos normales (como acicalarse o comer) y situaciones normales (frustración o conflicto), pero luego progresan a situaciones e intensidades inapropiadas. Algunos comportamientos compulsivos parecen ser genéticos, como perseguirse la cola en los Pastores Alemanes o chuparse la piel del flanco en los Doberman Pinschers.
Un perro en conflicto tiene tendencia a realizar más de un tipo de actividad a la vez. Por ejemplo, un perro puede querer acercarse a una persona para conseguir una golosina, pero también puede tener miedo de la persona y no querer acercarse demasiado. La motivación del conflicto, excepto en casos extremos asociados a funciones de supervivencia (p. ej., comer), es muy difícil de identificar en animales. El conflicto puede producir agresividad o conductas de desplazamiento (véase más adelante).
La actividad de desplazamiento es la resolución de un conflicto mediante la realización de una actividad aparentemente no relacionada. Dado que el animal es física o conductualmente incapaz de actuar de forma apropiada, a menudo realiza una actividad aparentemente irrelevante. Algunos ejemplos de estas actividades irrelevantes son acicalarse, alimentarse, rascarse y dormir. Es menos específico que el comportamiento redirigido, que se dirige hacia otro objetivo.
La dominancia se refiere a la competencia por un recurso limitado (p. ej., una golosina, un juguete favorito o un lugar confortable para descansar). Un animal de mayor rango puede desplazar a otro de menor rango del recurso. El rango o jerarquía se suele definir por la capacidad de controlar el recurso. Un animal dominante no es el que más pelea. Se puede identificar a la mayoría de los animales de alto rango por el comportamiento sumiso mostrado hacia ellos por otros en su grupo. La terminología de dominancia se aplica a la comunicación entre miembros de una misma especie (perro a perro), pero no se aplica a la comunicación entre especies (hombre a perro).
El miedo es un sentimiento de aprensión asociado con la presencia de un objeto, individuo o situación social y es parte de la conducta normal. Decidir si un miedo es anormal depende del contexto. Por ejemplo, el fuego es una herramienta útil, pero el miedo a morir quemado por él es normal. Sin embargo, si la casa no estuviera en llamas, ese miedo sería irracional. Si este miedo fuera constante o recurrente, probablemente se consideraría un comportamiento anormal. Los miedos normales y anormales suelen variar en intensidad. La intensidad aumenta a medida que aumenta la proximidad real o imaginaria del objeto que causa el miedo.
La frustración surge cuando un perro es incapaz de completar una conducta debido a obstáculos físicos o psicológicos. Cuando las mascotas están frustradas pueden responder con un comportamiento redirigido, una actividad de desplazamiento o ansiedad. Por ejemplo, un perro que está frustrado por no poder alcanzar a un gato al otro lado de una valla puede responder atacando a otra mascota de la casa. Este término, como la dominancia, se usa en exceso y no suele estar definido, lo que significa que a menudo no es muy útil cuando se diagnostica un problema de comportamiento.
La mayoría de las reacciones de miedo se aprenden, y se pueden desaprender mediante exposición gradual. Las fobias, sin embargo, son reacciones intensas que no disminuyen ni con la exposición gradual al objeto ni con la falta de exposición durante un tiempo. Una fobia implica reacciones repentinas, de todo o nada, intensas y anormales que producen pánico. Las fobias pueden desarrollarse rápidamente o con el tiempo, pero una vez establecidas se caracterizan por una ansiedad inmediata e intensa. El miedo se puede desarrollar de forma más gradual y, en un episodio de comportamiento miedoso, puede haber más variación en la intensidad de lo que se podría observar en una reacción de fobia. Una vez que se ha experimentado un episodio fóbico, cualquier evento asociado con él o su recuerdo es suficiente para desencadenar la reacción. Incluso sin reexposición, como el uso de un collar de impulsos en un perro, las fobias pueden permanecer en su nivel más alto anterior o superarlo durante años. Las situaciones fóbicas se evitan a toda costa, o bien, si son inevitables, se soportan con una intensa ansiedad o angustia. También parece que en algunas razas caninas existen algunas bases genéticas o hereditarias para estas respuestas.
La conducta redirigida se dirige lejos del objetivo incitante y hacia otro, menos apropiado.
Los comportamientos estereotipados son acciones repetitivas, relativamente invariables, que no tienen un propósito o una función obvios. Suelen derivarse de un comportamiento normal, como acicalarse, comer o caminar. Estos comportamientos son anormales porque interfieren en el funcionamiento normal del animal.
La actividad de vacío puede producirse cuando un animal no puede realizar un comportamiento instintivo muy deseado. Algunos ejemplos incluyen la succión del flanco y el lamido excesivo. Las actividades de vacío no tienen ningún propósito útil.
Tratamiento de problemas de comportamiento en los perros
El diagnóstico, el tratamiento y el resultado esperado de un problema de conducta varían según el problema subyacente. Al principio, los propietarios suelen necesitar evitar las situaciones que desencadenan el comportamiento anormal. Después de implementar las técnicas de tratamiento, se pueden reintroducir las situaciones problemáticas lentamente bajo las recomendaciones del veterinario supervisor. El tratamiento de los comportamientos anormales requiere tiempo y compromiso por parte de los propietarios de mascotas. No existen soluciones rápidas o "píldoras mágicas" para los problemas de conducta. Además, se debe tener en cuenta la seguridad de los miembros de la familia, otras mascotas y la propia mascota, especialmente en los casos de agresividad. La modificación del comportamiento de una mascota implica técnicas de modificación del comportamiento para promover y recompensar los comportamientos deseables, el uso de productos que mejoran la seguridad, reducen la ansiedad o aceleran los avances (p. ej., bozales o ronzales para evitar los tirones) y, posiblemente, fármacos y suplementos.