La sordera puede ser congénita (presente al nacimiento) o adquirida como resultado de una infección, traumatismo o degeneración del caracol (el órgano de la audición).
La sordera presente al nacimiento puede ser hereditaria o consecuencia de daños tóxicos o víricos al cachorro en desarrollo que no ha nacido. Los colores de pelo merle y blanco están asociados con sordera al nacimiento en perros y otros animales. Las razas de perro más frecuentemente afectadas incluyen el Dálmata, el Bull Terrier, el Pastor Ganadero Australiano, el Leopardo de Catahoula, el Cocker Spaniel Inglés, el Parson Russell Terrier y el Boston Terrier. La lista de razas afectadas (ahora aproximadamente 100) sigue creciendo y puede cambiar debido a la popularidad de las razas y la eliminación del defecto a través de una cría selectiva.
La sordera adquirida puede ser consecuencia de la obstrucción del conducto auditivo externo debido a una inflamación de larga duración (otitis externa) o un exceso de cera en el oído. También se puede producir debido a la rotura del tímpano o a la inflamación del oído medio o interno. La audición se suele recuperar después de que se resuelven este tipo de afecciones.
Las causas permanentes de sordera adquirida incluyen traumatismo en la porción dura del hueso temporal que rodea el oído interno, ruidos fuertes (p. ej., disparos), afecciones en las que hay una pérdida o destrucción de mielina (el material graso que rodea algunas células nerviosas), fármacos tóxicos para el oído (p. ej., antibióticos aminoglucósidos o aspirina), anestesia, tumores que afectan al oído o al tronco encefálico y degeneración del caracol en perros mayores. La sordera en un oído o la pérdida parcial de la audición, o ambas, es posible en algunos de estos casos. La degeneración del caracol en perros mayores es la causa más común de sordera adquirida.
El diagnóstico de la sordera requiere una cuidadosa observación de la respuesta del animal al sonido. La respuesta al tacto, al olor y a los objetos que se pueden ver debe diferenciarse de la respuesta al sonido. En los animales jóvenes o en los animales mantenidos en grupos, la sordera puede ser difícil de detectar, porque el individuo evaluado seguirá la respuesta de otros en el grupo. Si el animal se observa solo, después de una edad en la que las respuestas al sonido son predecibles (alrededor de 3-4 semanas para los perros), entonces puede detectarse la sordera.
El principal signo de sordera es la incapacidad de responder a un sonido, por ejemplo, que el ruido no despierte a un perro dormido o que no se alerte a la fuente de un sonido. Otros signos incluyen un comportamiento inusual, como exceso de ladridos, voz extraña, hiperactividad, confusión al recibir órdenes verbales y falta de movimientos de las orejas. Un animal que se ha vuelto gradualmente sordo, puede dejar de responder al entorno y negarse a responder a la llamada de su propietario.
La sordera de un oído es difícil de detectar, excepto mediante una observación cuidadosa o mediante pruebas electrónicas de diagnóstico que puede realizar un veterinario. El examen del oído externo mediante un otoscopio (un instrumento que permite al veterinario ver dentro del canal auditivo), las radiografías, la TC, la RM y la exploración neurológica pueden revelar la causa, especialmente en los casos de sordera adquirida. Las pruebas electrónicas son útiles para evaluar la audición en cachorros de razas propensas a la sordera al nacimiento.
La sordera debida a la obstrucción del conducto auditivo externo suele responder a un tratamiento quirúrgico o médico adecuado. La sordera no suele ser completa. La sordera debida a infecciones bacterianas del oído medio e interno puede responder al tratamiento con antibióticos. Si la sordera se debe a un ruido intenso persistente o a un traumatismo, la recuperación es poco probable. La recuperación de la sordera causada por fármacos tóxicos para el oído es poco frecuente.
La sordera hereditaria puede eliminarse de una raza mediante la eliminación de los portadores identificables del programa de cría.
Los perros sordos no parecen experimentar dolor o malestar debido a esta afección. Sin embargo, cuidar de un perro sordo de ambos oídos requiere más dedicación que tener un perro que oye. Estos perros son más propensos a asustarse, lo que puede provocar mordeduras. Estos perros también están menos protegidos de ciertos peligros, como los vehículos de motor.
Consulte también el contenido para veterinarios sobre la sordera.