La amigdalitis, una inflamación de las amígdalas, se suele producir en perros con otro trastorno de los pulmones o de las vías respiratorias, como trastornos de la nariz, la boca o la parte superior de la garganta (p. ej., paladar hendido); vómitos crónicos o regurgitación (p. ej., de un esófago dilatado) o tos crónica (p. ej., con bronquitis). Cuando está presente por sí misma, se observa con mayor frecuencia en las razas pequeñas. La amigdalitis crónica puede darse en perros braquicéfalos (aquellos criados para tener la cara aplanada y el hocico corto) junto con la inflamación de la parte superior de la garganta. Las bacterias son una causa frecuente de enfermedad. Las fibras de plantas u otros cuerpos extraños que se alojan en las fosas amigdalinas pueden causar una inflamación unilateral localizada o un absceso periamigdalino. Otros agentes físicos y químicos pueden causar irritación de la boca y la parte superior de la garganta y de una o ambas amígdalas. La amigdalitis también puede acompañar a los tumores en la amígdala debido a un traumatismo físico o a una infección bacteriana que penetra en la amígdala enferma.
La amidalitis no siempre se acompaña de signos obvios. Las náuseas, seguidas de arcadas o una tos corta y suave, pueden provocar la expulsión de pequeñas cantidades de moco. La falta de apetito, la apatía, la salivación y la dificultad para tragar se observan en la amigdalitis grave. El agrandamiento de las amígdalas puede variar de leve a lo suficientemente grande como para provocar dificultad para tragar o causar una respiración ruidosa y de tono alto.
El tratamiento habitual de la amigdalitis bacteriana es la administración inmediata de los antibióticos adecuados. En los perros que no responden al tratamiento inicial puede ser necesario un cultivo bacteriano y una prueba de sensibilidad al fármaco para identificar el mejor curso de tratamiento. A veces se administran analgésicos suaves para la irritación faríngea grave, y se recomienda una dieta blanda y palatable durante unos días hasta que se resuelva la dificultad para tragar. Los perros que no comen pueden necesitar la administración de fluidos subcutáneos (debajo de la piel) o intravenosos (en la vena). La mayoría de los casos de amigdalitis no requieren la extirpación de las amígdalas (amigdalectomía). El veterinario probablemente recomendará la amigdalectomía cuando haya tumores de las amígdalas o cuando haya un agrandamiento crónico de las amígdalas que interfiera en el flujo de aire.
Consulte también el contenido para veterinarios sobre la amigdalitis.