Una vez que las canales han pasado la inspección y se han considerado aptas para el consumo humano, los inspectores continúan verificando la inocuidad y la salubridad de los productos cárnicos durante todo el procesamiento, envasado y etiquetado. Los inspectores observan la higiene del establecimiento y la implementación de los programas de seguridad alimentaria, y pueden revisar los registros del establecimiento, reexaminar los productos o tomar muestras para la evaluación microbiológica. Todos los establecimientos de procesado de carne deben mantener condiciones sanitarias y proteger los productos de la adulteración durante su manipulación y procesado. Los productos que contienen cualquier sustancia nociva o perjudicial, que se envasan o mantienen en condiciones insalubres, o que están sucios, podridos o descompuestos, se consideran adulterados y, por tanto, no son aptos para el consumo. Los inspectores pueden tomar medidas en cualquier momento para retirar productos insalubres y rechazar instalaciones o equipos insalubres. Los inspectores también pueden retirar productos que están mal etiquetados o etiquetados incorrectamente.