Frecuentemente, la transfusión de sangre es urgente, como en la hemólisis o hemorragia intensas; también son necesarias las transfusiones para tratar anemias agudas o crónicas. Los animales con trastornos hemostáticos suelen necesitar transfusiones repetidas de sangre completa, eritrocitos, plasma o plaquetas. Las transfusiones de sangre deben administrarse con cuidado porque tienen el potencial de afectar aún más al receptor.
Frecuentemente la sangre completa no es el producto ideal que se puede administrar. Si se necesita reemplazar la capacidad de transporte de oxígeno de la sangre, entonces los eritrocitos concentrados son más apropiados; si es necesario reponer el volumen circulatorio, se pueden utilizar soluciones cristaloides o coloides, añadiendo eritrocitos concentrados según sea necesario. El número de plaquetas se eleva rápidamente después de una hemorragia, de modo que raramente es necesario reemplazarlas. Las proteínas plasmáticas se equilibran desde el espacio intersticial, de modo que no se necesita plasma, excepto en casos de hemorragia masiva (>1 volumen de sangre en 24 horas). Los animales que necesitan factores de coagulación se beneficiarán más de la administración de plasma fresco congelado o crioprecipitados si se necesita específicamente factor VIII, factor de von Willebrand o fibrinógeno. El plasma rico en plaquetas o los concentrados de plaquetas pueden ser útiles para tratar trombocitopenias, aunque la trombocitopenia inmunomediada normalmente no responde a la administración de plaquetas porque estas son eliminadas rápidamente por el bazo. Si no se dispone del equipo necesario para preparar los componentes sanguíneos, la mayoría de los componentes pueden ser proporcionados por los bancos de sangre comerciales.
La decisión de transfundir eritrocitos debe basarse en los signos clínicos, no en un valor preseleccionado del hematocrito. Los animales con anemia aguda muestran signos de debilidad, taquicardia y taquipnea con un hematocrito más alto que los animales con anemia crónica. La cantidad de eritrocitos necesaria para aliviar los signos clínicos suele aumentar el hematocrito por encima del 20 %. El volumen sanguíneo de los animales domésticos es de 7-9 % de su peso corporal; los gatos tienen un volumen algo inferior (~6,5 %). Determinando el volumen sanguíneo del receptor y conociendo el hematocrito del animal, puede calcularse el volumen de eritrocitos requerido que debe reemplazarse. Por ejemplo, un perro de 25 kg tiene un volumen total de sangre ~2000 mL; con un hematocrito del 15 % el volumen de eritrocitos es de 300 mL; si se ha de aumentar el hematocrito hasta el 20 %, esto equivale a un volumen de eritrocitos de 400 mL. Por lo tanto, se necesitarían 100 mL de eritrocitos o 200 mL de sangre completa (con un hematocrito del 50 %) para aumentar el hematocrito del receptor hasta el nivel deseado. Una regla simple es que una transfusión de 20 mL/kg de sangre completa o 10 mg/kg de concentrado de eritrocitos aumenta el hematocrito del receptor en 10 puntos. Estos cálculos presuponen que no hay pérdidas activas de eritrocitos por hemorragia o hemólisis. El hematocrito postransfusional es la medida más importante para determinar si la dosis de eritrocitos ha sido adecuada.
La obtención, conservación y transfusión de la sangre deben hacerse asépticamente. El anticoagulante de elección es la adenina dextrosa citrato fosfato (CPDA-1). Las bolsas de sangre comerciales contienen la cantidad apropiada de anticoagulante para una "unidad" (500 mL). No se debe usar heparina como anticoagulante, porque tiene una semivida más larga en el receptor y causa activación plaquetaria; tampoco debe almacenarse la sangre heparinizada.
La sangre obtenida en CPDA-1 con soluciones que preservan o nutren a los eritrocitos se puede almacenar de forma segura a 4 °C durante 4 semanas. Si la sangre no se va a usar inmediatamente, el plasma se puede separar y conservar congelado para uso posterior como fuente de factores de coagulación o de albúmina para la hipoalbuminemia grave reversible. El plasma debe congelarse de –20 °C a –30 °C dentro de las 6 horas siguientes a su obtención para asegurar que sus concentraciones de factor VIII son adecuadas y permanecerán así durante un año. El plasma no ayuda en la hipoproteinemia crónica porque el déficit corporal total de albúmina es tan acusado que no se corrige con la pequeña cantidad contenida en el plasma. Las soluciones coloides como el hidroxietilalmidón son más eficaces para el tratamiento de la hipoalbuminemia. Se ha utilizado en perros albúmina humana; sin embargo, hay un gran riesgo de sensibilización y reacciones alérgicas.
Los pacientes se deben supervisar estrechamente durante la transfusión. En general, las transfusiones de eritrocitos se administran durante un periodo de 3 a 4 horas, excepto cuando se necesita una reposición de volumen aguda, como en la hemorragia aguda. Si el acceso venoso no es posible, como en animales muy pequeños o neonatos, se puede administrar sangre a través de un catéter insertado en el fémur a través de la fosa del trocánter. La vía intraperitoneal no se recomienda porque muchas células transfundidas nunca llegan a la circulación.
Riesgos de la transfusión en animales
El riesgo más importante de la transfusión es la hemólisis aguda. Afortunadamente, esta es poco frecuente en animales domésticos. Los perros raras veces presentan anticuerpos preformados con importancia clínica, de modo que solo aquellos que han recibido transfusiones repetidas están en riesgo. La reacción hemolítica más común en perros que han recibido transfusiones múltiples es la hemólisis tardía, observada clínicamente como una menor supervivencia de los eritrocitos transfundidos y una prueba de Coombs positiva. Incluso los eritrocitos compatibles administrados a caballos o a ganado vacuno sobreviven solo 2-4 días. Las causas no inmunitarias de hemólisis incluyen la obtención o separación de sangre inadecuadas, la congelación o el exceso de calentamiento de eritrocitos y la infusión bajo presión con una aguja fina.
Otras complicaciones son la sepsis debida a sangre contaminada, la hipocalcemia por exceso de citrato y la hipervolemia (especialmente en animales con enfermedad cardiaca previa o en animales muy pequeños). En ocasiones se observa urticaria, fiebre o vómitos. Las transfusiones también pueden transmitir la enfermedad del donante al receptor. Incluso cuando los donantes se analizan adecuadamente, pueden transmitir otras enfermedades infecciosas, como las causadas por virus, rickettsias u otras bacterias, si el donante está bacteriémico.
Puntos clave
En las especies para las que existen reactivos, se debe determinar el grupo sanguíneo de los donantes y los receptores para asegurar la compatibilidad y reducir el riesgo de sensibilización.
Se debe realizar una prueba cruzada principal antes de la transfusión a cualquier perro que haya sido previamente transfundido, y en cualquier gato, incluso si es la primera transfusión.
La decisión de transfundir eritrocitos debe estar basada en los signos clínicos del paciente, más que en un valor concreto del hematocrito.