La enfermedad pericárdica suele causar una acumulación de líquido dentro del saco pericárdico (es decir, derrame pericárdico). Esta acumulación puede ser aguda o crónica, pero la crónica es mucho más común en medicina veterinaria. Cuando la acumulación de líquido es lo suficientemente grave como para aumentar notablemente la presión intrapericárdica, se produce un taponamiento cardiaco. El taponamiento cardiaco agudo produce principalmente una disminución del llenado cardiaco y una disminución brusca del gasto cardiaco. El taponamiento cardiaco crónico aumenta principalmente las presiones intraventriculares diastólicas, causando signos clínicos de insuficiencia cardiaca. La presión diastólica del lado derecho (y, por tanto, la presión sistémica venosa y capilar) solo tiene que aumentar desde un valor normal de 5 mmHg a 10-15 mmHg para producir signos clínicos de insuficiencia cardiaca derecha, mientras que las presiones del lado izquierdo deben aumentar desde un valor normal de <10 mmHg a >20 mmHg para producir insuficiencia cardiaca izquierda. Por tanto, predominan los signos clínicos de insuficiencia cardiaca derecha.
El derrame pericárdico es una forma de enfermedad cardiovascular adquirida relativamente común en perros, es poco común en ganado vacuno y raro en gatos. En los perros, los casos suelen afectar con más frecuencia a razas grandes de mediana edad, predominantemente machos. La pericarditis idiopática y la neoplasia cardiaca son las principales causas de derrame pericárdico en perros. El hemangiosarcoma y los tumores de la base cardiaca (quemodectoma, carcinoma ectópico de la tiroides) son las neoplasias cardiacas más frecuentes. Los tumores de la base del corazón se suelen identificar entre la aorta y la arteria pulmonar principal.
En gatos, la neoplasia cardiaca más frecuente es el linfoma, pero la causa más común de efusión pericárdica es la insuficiencia cardiaca. La mayoría de los casos de derrame pericárdico en gatos no son lo suficientemente graves como para causar taponamiento cardiaco. Las causas menos frecuentes de derrame pericárdico en perros son infecciones (p. ej., coccidioidomicosis), traumatismos, rotura de aurícula izquierda e insuficiencia cardiaca congestiva. El ganado vacuno desarrolla con más frecuencia derrame pericárdico secundario a reticulopericarditis traumática o neoplasia cardiaca (linfoma). El linfoma en bovinos también puede producir insuficiencias valvulares.
La gravedad de los signos clínicos en la enfermedad pericárdica depende de la velocidad de acumulación de líquido pericárdico. En los perros, la ascitis es, con diferencia, el signo clínico más común. Puede producirse colapso, tos y vómitos. El pulso femoral puede ser débil o disminuir en la inspiración y aumentar en la espiración (pulsos paradójicos). Cuando el líquido pericárdico se desarrolla lentamente, el saco pericárdico es capaz de estirarse o dilatarse y no se desarrollan los signos clínicos de ICC derecha hasta que no hay un derrame pericárdico grave.
Los resultados de un hemograma completo, el perfil bioquímico sérico y el análisis de orina suelen ser normales en casos de derrame pericárdico. En los perros, un tumor (más comúnmente un hemangiosarcoma) en ocasiones sangrará, produciendo un derrame con un hematocrito similar al de la sangre.
Cortesía del Dr. Mark D. Kittleson.
Cortesía del Dr. Mark D. Kittleson.
En los perros con derrame pericárdico, las radiografías muestran a menudo un aumento en el tamaño de la silueta cardiaca, que suele adquirir un aspecto redondeado (globoide). Sin embargo, este aspecto clásico no está siempre presente. Si la causa es un tumor cardiaco, especialmente un tumor de la base del corazón, la silueta cardiaca puede tener un abultamiento en la parte superior del corazón craneal a la carina o en la región de la cintura craneal si no hay derrame o solo hay un ligero derrame. Si hay taponamiento cardiaco la vena cava caudal está dilatada. También puede haber derrame pleural, más frecuentemente si la causa del derrame pericárdico es un mesotelioma.
El ECG, en la mayoría de casos, muestra un ritmo sinusal normal a taquicardia sinusal. Pueden observarse complejos auriculares y ventriculares prematuros y ocasionales. La altura de las ondas R suele estar disminuida (<1 mV en perros) y puede haber un patrón de alternancia de variación de la amplitud de la onda R, conocido como alternacia eléctrica, cuando hay gran volumen de derrame. Las alternancias eléctricas son el resultado del movimiento oscilante del corazón dentro del pericardio lleno de líquido. La ecocardiografía es la prueba más sensible y específica para la detección del derrame pericárdico. Se puede visualizar un tumor en la mayoría de casos de derrame neoplásico. Cuando hay un taponamiento cardiaco presente, las paredes de la aurícula y el ventrículo derechos parecen colapsarse en sístole o diástole.
Los animales con taponamiento cardiaco necesitan un drenaje mecánico del espacio pericárdico (pericardiocentesis) usando un catéter. El tratamiento médico no suele ser eficaz para reducir el derrame pericárdico. Los diuréticos están contraindicados en el taponamiento cardiaco agudo porque disminuyen el volumen sanguíneo y causan una mayor disminución del gasto cardiaco. La pericardiocentesis en perros y gatos se realiza mediante la colocación de un catéter a través de la pared torácica en el lado derecho, justo encima de la unión costocondral a la altura del cuarto o quinto espacio intercostal. La ecocardiografía puede guiar la colocación del catéter hacia el punto donde el saco pericárdico esté más cerca de la pared torácica y más lleno de líquido, pero no es necesario. Fenestrar el catéter ayuda a prevenir el bloqueo. Se unen al catéter una jeringa o un juego de extensión con una llave de tres pasos y una jeringa (preferiblemente). El sistema debe estar cerrado al aire en todo momento, una vez que se realiza la penetración de la pared torácica, para evitar crear un neumotórax.
El catéter se pasa directamente hacia el corazón mientras se aspira suavemente. Cuando se entra en el saco pericárdico, el líquido (normalmente bastante hemorrágico) fluye libremente hacia la jeringa. El catéter debe ser cuidadosamente deslizado sobre la aguja dentro del saco pericárdico. El líquido debe colocarse en un tubo de vidrio o en un tubo que contenga trombina para causar la coagulación. Si la sangre se coagula, el catéter está en una cámara cardiaca y debe retirarse de esa cámara. Se debe extraer tanto líquido como sea posible del pericardio y se debe enviar una muestra para su análisis. La pericardiocentesis es relativamente fácil de hacer en perros y las complicaciones importantes son raras. Sin embargo, es recomendable confirmar la presencia de derrame pericárdico ecocardiográficamente, antes de practicar la pericardiocentesis.
Cortesía del Dr. Mark D. Kittleson.
Se deben administrar fluidos parenterales inmediatamente antes y después de la pericardiocentesis. El tratamiento con corticoesteroides no ha demostrado ser beneficioso en la pericarditis idiopática (derrame pericárdico benigno) en perros. La mayoría de los tumores que causan derrame neoplásico no responden bien a la quimioterapia. El tratamiento con radiación puede ser beneficioso. En raras ocasiones, se puede extirpar quirúrgicamente un hemangiosarcoma si está restringido a la aurícula derecha y no hay metástasis. La quimioterapia (p. ej., clorhidrato de doxorubicina) puede ser beneficiosa en algunos perros con hemangiosarcoma.
Cuando se sospecha una pericarditis idiopática (es decir, no se visualiza ninguna masa ecocardiográficamente), el propietario debe ser instruido para observar cuidadosamente al animal por si aparece cualquier signo clínico de recidiva después de la pericardiocentesis. Si surgen tales signoss, está indicado repetir la periocardiocentesis. Por lo general se recomienda una pericardiectomía subtotal después de la tercera pericardiocentesis. Los tumores de la base del corazón rara vez metastatizan en los perros, aunque pueden crecer hasta ser bastante grandes y pueden comprometer la función de las estructuras circundantes. Si se desarrolla un derrame pericárdico secundario a un tumor de la base cardiaca, debe realizarse una pericardiectomía. Un perro puede sobrevivir hasta 2 años después de una pericardiectomía subtotal exitosa. El pronóstico del hemangiosarcoma auricular derecho es de malo a grave. Muchos perros tienen metástasis o micrometástasis (con mayor frecuencia en los pulmones y no visibles en las radiografías) en el momento del diagnóstico.
La pericarditis constrictiva y la pericarditis constrictiva/efusiva son raras y se producen principalmente en perros. Se cree que es el resultado final de una pericarditis crónica idiopática Un perro con pericarditis constrictiva suele presentar ascitis, sin soplo, sonidos cardiacos normales, silueta cardiaca normal en las radiografías torácicas, prueba de reflujo hepatoyugular positiva (véase Ascitis), y venas hepáticas distendidas en la ecografía. El diagnóstico puede ser difícil y puede requerir un cateterismo cardiaco. El tratamiento es quirúrgico. En la pericarditis constrictiva/derrame todavía hay una capa de líquido entre el saco pericárdico y la superficie del corazón, por lo que la extirpación quirúrgica del pericardio es relativamente fácil. En la pericarditis constrictiva el pericardio y el epicardio se fusionan formando una capa fibrosa que debe extirparse quirúrgicamente.