La fractura de la falange distal es una lesión bastante común que se produce con mayor frecuencia a alta velocidad (es decir, durante una carrera) o con menor frecuencia al dar coces a un objeto duro (p. ej., una pared del establo). La fractura está causada como efecto de la contusión y produce un inicio súbito de cojera. La cojera es grave si la fractura es intraarticular, pero puede ser menos grave si solo se fractura un ala (o el margen solar de la falange distal) sin componente articular. Las fracturas de la falange distal se producen con mayor frecuencia en la extremidad anterior, pero también son frecuentes en la extremidad posterior. Las fracturas intraarticulares pueden aislarse fácilmente del casco; la cojera se suele asociar con derrame articular. Las fracturas no articulares pueden requerir compresión del pie con pinzas de casco y posiblemente anestesia unilateral del nervio digital palmar para su localización. La cojera se exacerba al hacer que el caballo dé vueltas o gire sobre la extremidad afectada. Si la fractura no se extiende a la articulación la cojera puede mejorar considerablemente después de 48 h de reposo en el box.
Los signos clínicos pueden sugerir la afección, pero el diagnóstico se confirma por bloqueo del nervio palmar distal y radiografía. La confirmación radiográfica puede ser difícil inmediatamente después de producirse la lesión, porque, en ese momento, la fractura solamente es una línea muy fina. A menudo se necesitan más de dos placas antes de observar la línea de la fractura. Puede ser necesario repetir la radiografía varios días o semanas después (para permitir la reabsorción ósea) y utilizar vistas oblicuas para confirmar la presencia y el sitio exacto de la fractura. Además, si la fractura sospechada es en un ala de la falange distal, se puede realizar anestesia unilateral del nervio digital palmar para localizar la cojera en ese lado. Determinar si la fractura se extiende a la articulación interfalángica distal es importante. La gammagrafía y la RM son otras opciones de imagen si no es posible un diagnóstico definitivo mediante radiografías.
El tratamiento conservador de 6-9 meses de reposo suele ser todo lo que se necesita para fracturas que no afectan la articulación. Las fracturas a menudo cicatrizan con una unión fibrosa de modo que, aunque el caballo vuelva a la normalidad, queda prueba radiográfica de la fractura. Se puede aplicar una herradura de barra recta con una pestaña bien atrás en cada cuarto para limitar la expansión y contracción de los talones. En los caballos jóvenes (<3 años de edad) las fracturas en la articulación pueden soldar satisfactoriamente, siempre que se proporcione un periodo de reposo de 12 meses. Los caballos mayores (>3 años de edad) tienen un pronóstico mucho menos favorable y está indicada la inserción de un tornillo cortical óseo mediante compresión interfragmentaria a través del sitio de la fractura; sin embargo, la infección es una complicación frecuente, porque se requiere un abordaje extracapsular. Muchas fracturas cicatrizan en presencia de infección, pero se debe extraer el tornillo durante un segundo procedimiento quirúrgico para restaurar por completo el estado de trabajo adecuado del caballo. La neurectomía digital palmar unilateral de los caballos de carreras con estas fracturas no articulares se ha usado para permitir que vuelvan a competir, sin el retraso necesario para una cicatrización completa.