Los trastornos de la articulación coxofemoral son causas relativamente raras de cojera en los caballos. La mayoría de los casos son de origen traumático, secundarios a caídas o a escayolas (dentro de un box) en decúbito, aunque ocasionalmente se han descrito artropatías sépticas y trastornos del desarrollo de la articulación. Independientemente de la etiología de la enfermedad primaria, la osteoartritis secundaria de la articulación coxofemoral es una secuela común, que con frecuencia dará lugar a una cojera permanente.
La cojera es el signo clínico predominante de cualquier enfermedad coxofemoral. Aunque la cojera puede ser sutil, más frecuentemente se observa una cojera de moderada a grave (sin soporte de peso) en la presentación. En casos graves el caballo a menudo está en estación con la extremidad parcialmente flexionada. Con cualquier grado de cronicidad la atrofia de los músculos de los cuartos traseros, como los glúteos y cuádriceps, suele ser de moderada a marcada. En los casos de subluxación coxofemoral, la extremidad se mantendrá en una posición semiflexionada con una evidente rotación hacia fuera de la babilla y la punta y una rotación hacia dentro de la punta del corvejón. En las luxaciones coxofemorales completas se observa la misma anomalía rotacional en la posición de la extremidad y, además, la pata aparecerá más corta, lo que se identifica mejor por el desplazamiento proximal de la punta del corvejón a la de la extremidad contralateral. La mayoría de los caballos con patología coxofemoral muestran algo de dolor en la flexión o abducción proximal de la extremidad. La exploración rectal no suele ser satisfactoria, aunque en algunos casos de fractura aguda se palpa un hematoma o una alteración de la arquitectura ósea por recto. La anestesia local intraarticular de la articulación coxofemoral se usa con frecuencia para identificar la articulación como la causa de la cojera, particularmente en los casos de cojera crónica. Aunque esta técnica puede ser técnicamente difícil, la ecografía puede ayudar a guiar la colocación de la aguja.
El diagnóstico definitivo de la patología coxofemoral suele requerir algún tipo de diagnóstico por imagen. La gammagrafía ósea (gammagrafía nuclear) se usa frecuentemente para identificar la articulación coxofemoral como el lugar de la patología. Esta técnica es muy sensible para la identificación de la afección de la articulación, pero tiene una baja especificidad para la identificación de la patología dentro de la articulación. La ecografía percutánea puede proporcionar información considerable sobre la articulación coxofemoral, aunque su uso en este lugar es técnicamente difícil. La radiografía puede ser muy gratificante, especialmente en caballos y ponis más pequeños, aunque las proyecciones óptimas requieren anestesia general. Debido al riesgo de utilizar anestesia general en caballos con lesiones graves en las extremidades, este tipo de imagen solo se realiza raramente. Se dispone de varias técnicas para radiografiar la articulación coxofemoral en el caballo en estación, utilizando las proyecciones ventrodorsal u oblicua lateral. La artroscopia de la articulación coxofemoral es posible, aunque es técnicamente difícil en la mayoría de los caballos y ponis adultos; la mayoría de los operadores pueden obtener una visualización aceptable de las articulaciones en los potros.