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Encefalomielitis arboviral equina

(Encefalomielitis viral equina)

PorRobert J. MacKay, BVSc, PhD, DACVIM;Demia de Tonnerre, BVSc, DACVIM-LAIM
Revisado/Modificado nov 2022

La encefalomielitis arboviral equina se debe a la infección por virus transmitidos por artrópodos que suelen pertenecer a las familias Togaviridae (género Alfavirus) o Flaviviridae (género Flavivirus). Los hallazgos clínicos iniciales son inespecíficos e incluyen fiebre, anorexia y rigidez. La encefalomielitis difusa subsiguiente causa signos clínicos compatibles con disfunción del prosencéfalo y del par craneal. En áreas endémicas, el diagnóstico presuntivo se basa en los antecedentes de vacunación, la presentación clínica y la progresión del caso; sin embargo, las pruebas serológicas y la necropsia son necesarias para el diagnóstico definitivo de la infección vírica y la encefalomielitis posterior.

Las encefalitis equinas pueden ser clínicamente similares entre etiologías víricas; se suelen caracterizar por encefalomielitis difusa o meningoencefalomielitis, signos de disfunción del SNC y tasas de mortalidad de moderadas a altas. Los arbovirus son la causa más común de la encefalitis equina; sin embargo, el virus de la rabia, Sarcocystis neurona, Neospora hughesii, el herpesvirus equino y varias bacterias también pueden provocar una encefalitis.

Los arbovirus se transmiten por mosquitos y otros insectos hematófagos, pueden infectar a una gran variedad de hospedadores vertebrados (incluidas las personas) y pueden provocar enfermedad grave. La mayoría de los arbovirus patógenos usan un ciclo de díptero a ave o de díptero a roedor. Las encefalitis transmitidas por garrapatas también son un diagnóstico diferencial en el hemisferio oriental. Las enfermedades arbovirales siempre están surgiendo y existen arbovirus patógenos para los caballos en prácticamente todos los continentes.

Etiología y epidemiología de la encefalomielitis arboviral equina

Alfavirus

Las especies de Togaviridae endémicas en América del Norte, Central o del Sur incluyen el virus de la encefalitis equina del este (VEEE), el virus de la encefalitis equina del oeste (VEEO), el virus Highlands J, el virus de la encefalitis equina venezolana (VEEV), el virus de los Everglades y el virus Una ( ver la Tabla: Encefalomielitis equina: arbovirus causales). Otros alfavirus asociados a la encefalitis equina son el virus del bosque Semliki en Africa y el virus del río Ross en Australia y Pacifico Sur.

El virus de la encefalomielitis equina del este tiene dos variantes antigénicas distintas separadas geográficamente. La variante norteamericana es la más patógena y se encuentra en el este de Canadá, todos los estados de EE. UU. al este del río Misisipi, en Arkansas, Minnesota, Dakota del Sur, Texas, y en las islas del Caribe. La variante de América del Sur, ahora llamada virus Madariaga (MADV), es menos patógena y se limita a América Central y América del Sur.

El ciclo biológico general de los alfavirus implica la transmisión entre aves y/o roedores y mosquitos. Teóricamente, en Norteamérica, el virus de la encefalomielitis equina del este se perpetúa en un ciclo selvático entre hospedadores aviares (paseriformes) y mosquitos, con transmisión primaria en este ciclo a través de Culiseta melanura. Las aves no desarrollan la enfermedad, pero desarrollan suficiente viremia para la transmisión a los dípteros. El trabajo de campo en Alabama indica que el cardenal norteño es el objetivo principal de la alimentación de C melanura; sin embargo, otros mosquitos (p. ej., C erraticus) pueden alimentarse de más aves, incluidos petirrojos, carboneros, búhos y ruiseñores. Los reservorios mamíferos como la rata de algodón también pueden ser importantes durante los años de alta transmisión del virus de la encefalomielitis equina oriental. Los caballos y los humanos se ven afectados clínicamente, pero no desarrollan cargas virales suficientemente elevadas como para transmitir el virus a los dípteros, por lo que se consideran hospedadores "finales". Durante las epizootias, las alpacas, las llamas, las ovejas, el ganado vacuno, los cerdos, los gatos y los perros pueden desarrollar la enfermedad. Se han identificado a las serpientes como posible reservorio.

Los pantanos de madera dura de agua dulce son el nicho enzoótico más asociado al virus de la encefalomielitis equina del este. En el sur de EE. UU., que tiene el mayor número de casos anuales registrados, la reemergencia dentro de hospedadores mamíferos se asocia a plantaciones forestales que a menudo funcionan como reservas de agua dulce tierra adentro. Sin embargo, la enfermedad del virus de la encefalomielitis equina del este se produce con frecuencia en caballos no expuestos previamente en hábitats del sudeste no asociados con la ecología de los campos selváticos, por lo que todavía queda por comprender completamente el ciclo epizoótico. También se ha descrito una intensa actividad focal en los estados del norte, como Míchigan, Wisconsin, Ohio, Massachusetts y New Hampshire. En 2005, Massachusetts experimentó una tasa de casos más de cinco veces la de los 10 años anteriores; las personas afectadas residían a menos de media milla de una ciénaga de arándanos o de una ciénaga asociada a un bosque.

En América Central y del Sur, los principales vectores del virus Madariaga pertenecen a Culex (Melanoconion) spp. Estos vectores se alimentan de aves, roedores, marsupiales y reptiles, y los reservorios más importantes posiblemente sean los roedores. Antes del año 2000 se registraban comparativamente pocas epizootias de enfermedad causadas por el virus Madariaga en caballos en América del Sur, con mínima enfermedad en personas. Sin embargo, en 2008, 2009 y 2019 se produjeron brotes de mayor envergadura en América Central y del Sur. En el nordeste de Brasil, 229 caballos se vieron afectados en 2009, con una tasa de mortalidad del 73 %.

Tabla
Tabla

Como su nombre indica, el virus de la encefalitis equina occidental (VEEO) se encuentra en las regiones occidentales de América del Norte y también en México y América del Sur. El virus de la encefalitis equina del oeste (VEEO) tiene varios otros subtipos: virus Highlands J, Sindbis, Aura, Ft. Morgan e Y 62-33. Se ha demostrado que el VEEO aislado previamente en el sur y este de EE. UU. pertenece al serogrupo del virus Highlands J. El VEEO se transmite principalmente por Culex tarsalis, que se encuentra justo al oeste del río Misisipi y en todo el oeste. Este mosquito se reproduce en marismas soleadas y en los charcos de agua de riego de los pastos. El VEEO se transmite también por la garrapata Dermacentor andersoni. Las epizootias de la encefalitis equina del oeste se asocian a un incremento de lluvia al principio de la primavera seguido por unas temperaturas anormalmente cálidas.

El virus de la encefalitis equina venezolana tiene seis subtipos antigénicamente relacionados: subtipo I, Everglades, Mucambo, Pixuna, Cabassou y AG80-663. El subtipo II (Everglades) se ha aislado en personas y mosquitos en Florida; el subtipo III se ha aislado en las Montañas Rocosas y en los estados de las llanuras del norte. Los virus selváticos de la encefalitis equina venezolana se encuentran en toda América del Norte, Central y del Sur, en ambientes de jungla o pantanosos. Los mosquitos que sirven como vectores principales en el ciclo biológico del mosquito en el ave o roedor son miembros del subgénero Melanoconion (p. ej., Culex cedecci). Existen ciclos enzoóticos y epizoóticos. Las epizootias (brotes) se asocian con una mutación del virus a un subtipo I (AB, C y posiblemente E), un cambio en la patogenia de los mamíferos y un cambio en varios vectores puente (dípteros capaces de alimentarse de animales de múltiples especies).

El ciclo enzoótico (endémico) se centra alrededor de los roedores selváticos, como las ratas espinosas y las ratas algodoneras, que desarrollan una viremia de alto título y transmiten el virus de la encefalitis equina venezolana a los dípteros. Las zarigüeyas, los murciélagos y las aves playeras probablemente contribuyen a la dispersión del virus enzoótico. Cuando se producen epizootias de virus de la encefalitis equina venezolana con mutación del virus y el cambio anteriormente mencionado en los vectores del díptero, la infección equina perpetúa el brote: aunque todos los hospedadores mamíferos son capaces de desarrollar una viremia de alto título, el caballo parece ser el hospedador mamífero más importante para la transmisión del vector.

Flavivirus

En general, los virus pertenecientes a las familias Flaviviridae y Bunyaviridae son menos patógenos que los Togaviridae; sin embargo, la encefalomielitis viral causada por cualquiera de estos patógenos es una enfermedad potencialmente catastrófica para cualquier hospedador vertebrado. Hay 53 especies de flavivirus, muchos patógenos clínicos de los caballos, como la encefalitis japonesa, la encefalitis por el virus del Nilo Occidental (VNO), el virus de Kunjin (KUN) y el virus de la encefalitis del valle de Murray.

En general, las enfermedades causadas por el serogrupo de la encefalitis japonesa son similares ([XRef]). Todos estos virus los transmite un mosquito vector, y Culex spp son el transmisor más eficiente. El KUN es en realidad una cepa del virus del Nilo Occidental, y se encuentra en Australia, algunos países del sudeste de Asia y Nueva Guinea. La enfermedad en caballos debida a la fiebre del valle de Murray está restringida geográficamente al Pacífico Sur y se produce esporádicamente.

La mayoría de los flavivirus equinos se mantienen en un ciclo de transmisión enzoótico entre aves silvestres y mosquitos, aunque la encefalitis transmitida por garrapatas encontrada en Eurasia puede también causar enfermedad en caballos. Muchas especies de mosquitos pueden transmitir los virus virulentos equinos, aunque Culex spp son los principales vectores para mantener la actividad enzoótica. El complejo Culex pipiens y C tarsalis se cree que desempeñan el papel más importante en la transmisión natural en América del Norte. En las regiones del este y medio oeste de EE. UU., C pipiens es uno de los principales vectores, mientras que en las regiones occidentales se piensa que es C tarsalis uno de los vectores más eficientes.

El virus del Nilo Occidental presenta la mayor distribución geográfica de todos los flavivirus. Antes de 1999, el virus del Nilo Occidental se halló en África, Oriente Medio, Asia y ocasionalmente en países europeos. En 1999 se descubrió la primera infección por virus del Nilo Occidental en América del Norte. Desde entonces, el virus se ha extendido a través de EE. UU. y parte de Canadá y México.

Tanto las aves acuáticas como las terrestres pueden formar parte del ciclo natural del virus del Nilo Occidental; se piensa que la aves migratorias introducen el virus en una región geográfica. El virus aislado del brote de Nueva York en 1999 parece estar estrechamente relacionado con un brote aislado en gansos en Israel en 1998. Aunque las infecciones mortales entre los córvidos (p. ej., cuervos, arrendajos azules y urracas) fueron el sello distintivo del brote inicial del virus del Nilo Occidental en EE. UU., una amplia gama de aves infectadas (~326) tienen una viremia elevada y sostenida, pero poca o ninguna enfermedad clínica (p. ej., paseriformes). Se ha demostrado que las garrapatas se infectan con el virus pero se desconoce su papel en la transmisión natural del virus del Nilo Occidental. Además de las aves, solo los caimanes han demostrado sistemáticamente una viremia suficientemente alta como para amplificar el virus, servir como hospedadores reservorios y transmitir el virus del Nilo Occidental a los mosquitos. También se han producido infecciones por el virus del Nilo Occidental y enfermedades esporádicas en otras especies de mamíferos además de los caballos, como perros, gatos, camélidos, ovejas y ardillas. En humanos, otras vías importantes de infección no transmitidas por vectores son las transfusiones de sangre, la donación de órganos, la leche materna y la placenta.

Bunyavirus

Varios bunyavirus, como el virus del Valle de Cache, el virus Main Drain y el virus de la liebre con raquetas de nieve, se han identificado como causas poco frecuentes de encefalitis en caballos.

Riesgo zoonótico de la encefalomielitis arboviral equina

Las personas pueden infectarse por la mayoría de arbovirus que comúnmente causan encefalitis viral en caballos. Los signos clínicos en las personas varían desde leves síntomas de gripe a muerte. Los niños, las personas mayores y las inmunodeprimidas son las más sensibles. Las personas con enfermedad neurológica por arbovirus suelen tener un daño neurológico permanente tras recuperarse. La enfermedad humana se describe infrecuentemente y suele seguir a la infección equina a las ~2 semanas.

Los veterinarios deben tener cuidado con la posibilidad de infección y utilizar repelentes y otros procedimientos para protegerse de los insectos hematófagos cuando estén trabajando en los hábitats del virus selvático o manejando caballos virémicos. Además, se recomienda usar ropa impermeable (bata, botas, guantes), respirador (mascarilla N95 o N99), pantalla facial y el pelo cubierto durante todas las necropsias realizadas en caballos en los que se sospeche encefalomielitis.

La notificación de la encefalomielitis arboviral equina (o sospecha de estas) a nivel internacional y nacional es un deber básico de todos los veterinarios para garantizar la salud y seguridad de caballos y personas. Como tal, es imperativa una exhaustiva investigación diagnóstica para confirmar estas infecciones.

Hallazgos clínicos de la encefalomielitis arboviral equina

Los signos clínicos iniciales de la encefalomielitis equina son similares en las arbovirosis; la progresión de los signos clínicos y la gravedad de la enfermedad son los rasgos diferenciadores. Inicialmente, los caballos están tranquilos y somnolientos, con signos clínicos neurológicos que suelen aparecer 9-11 días después de la infección.

Los signos clínicos de la encefalitis equina oriental y la encefalomielitis equina oriental incluyen alteración del estado mental, alteración de la visión, deambulación sin rumbo, presión de la cabeza, movimiento en círculos, incapacidad para deglutir, ataxia, paresia y parálisis, convulsiones y muerte; estas características se encuentran con menos frecuencia en los casos de encefalitis equina occidental y virus del Nilo Occidental. La ataxia espinal es a menudo simétrica en todas las extremidades, progresando rápidamente a tetraparesia, junto con la intensificación de los signos del prosencéfalo. Muchos caballos progresan a decúbito en las siguientes 12-18 horas del inicio de las anomalías neurológicas. La mayoría de las muertes se dan en los 2-3 días tras el inicio de los signos clínicos.

Los signos clínicos y el desarrollo de la enfermedad son muy variables en la enfermedad por el virus del Nilo Occidental y otras encefalomielitis por flavivirus. Los casos se suelen presentar con disfunción neurológica; otros signos iniciales incluyen cólico, cojera y signos clínicos sistémicos como fiebre, anorexia y letargo. Los signos clínicos neurológicos también son muy variables, pero las afecciones espinales y una moderada disfunción mental son los más comunes. Los problemas medulares se manifiestan como ataxia asimétrica, multifocal o difusa, y paresia. Puede haber alteraciones graves por el virus del Nilo Occidental en miembros anteriores o posteriores, unilateralmente o de un solo miembro.

En todos los estudios clínicos publicados hasta la fecha del virus del Nilo Occidental, >90 % de los caballos afectados desarrollaron algún tipo de signo medular, mientras que el 40-60 % cursaron con cambios conductuales caracterizados por periodos de hiperestesia, que iban desde miedo leve hasta manifiesta hiperexcitabilidad con reacciones violentas a estímulos auditivos, visuales y táctiles. Son frecuentes los temblores de cara y músculos cervicales, tanto tenues como amplios, descritos en el 60-90 % de los caballos. Algunos caballos tienen periodos de cataplejia o narcolepsia que pueden dejarlos postrados temporal o permanentemente.

Se pueden ver déficits de nervios craneales en todas las infecciones por arbovirus en caballos. La debilidad y/o parálisis de la cara y la lengua son los déficits más frecuentes. Los caballos con paresia facial y lingual pueden ser disfágicos, y pueden desarrollar signos clínicos manifiestos de ahogo o incluso de asfixia esofágica. Muchos caballos con obnubilación grave y paresia facial mantienen la cabeza baja, lo que produce un edema facial marcado. En ocasiones, presentan ladeo de cabeza.

Con poca frecuencia en la enfermedad por el virus del Nilo Occidental se ha descrito una disfunción urinaria que varía desde un esfuerzo leve hasta estranguria; cuando están presentes, estos signos dificultan la diferenciación de la mieloencefalopatía por herpesvirus equino 1 (HVE-1).

Los efectos secundarios de los déficits neurológicos pueden poner en peligro la vida de los caballos con encefalomielitis. Durante la fase neurológica, los caballos frecuentemente se golpean y se causan autotraumatismos. El decúbito prolongado provoca infecciones pulmonares, especialmente en potros. El uso de cabestrillos o el decúbito en sí mismo puede causar úlceras de decúbito graves; también puede producirse lesión corneal, miopatía o neuropatía. La disfagia provoca una disminución de la ingesta de agua y alimentos, con potencial de lesión renal debido al uso simultáneo de antiinflamatorios.

Lesiones en la exploración post mortem

Todas las necropsias de caballos en los que se sospeche encefalitis viral deben realizarse con todos los participantes usando equipo de protección personal (es decir, bata impermeable, botas, guantes, mascarilla N95 o N99, protector facial y pelo cubierto). Las lesiones macroscópicas son más comunes en la encefalitis equina del este y en la encefalitis equina venezolana grave, y se caracterizan por una generalizada y marcada congestión meníngea. En otras infecciones, las lesiones macroscópicas son menos frecuentes y limitadas a pequeñas áreas multifocales de decoloración y hemorragia por todo el encéfalo y la médula espinal. El cerebro debe examinarse microscópicamente para detectar la presencia de meningoencefalitis.

En la infección por el virus de la encefalomielitis equina oriental se produce una gliosis grave con necrosis del neuropilo en el cerebro y se extiende a través del rombencéfalo hasta la médula espinal cervical. Aunque las células mononucleares están presentes, los neutrófilos son predominantes y están distribuidos de forma difusa. La gliosis es menos nodular que en el virus del Nilo Occidental, y cuando hay acumulaciones de células, hay necrosis extensa y a menudo franca hemorragia microscópica dentro y alrededor de las lesiones. En los casos más leves de encefalitis equina oriental y en las infecciones por el virus del Nilo Occidental, se observa en la histología una encefalitis linfohistiocítica no necrotizante de la sustancia gris. En casos más graves de encefalomielitis equina del este puede haber extravasación vascular de fluido y eritrocitos. La gliosis y el manguito perivascular más graves se producen a menudo en el mesencéfalo y el rombencéfalo, extendiéndose hacia el cerebelo. Las lesiones pueden ser multifocales en la médula espinal y más graves en la médula lumbar.

Diagnóstico de la encefalomielitis arboviral equina

  • Presentación clínica (incluida la epidemiología y el estado de vacunación).

  • Pruebas serológicas (ELISA de captura de IgM).

  • Exclusión de otros diagnósticos diferenciales (p. ej., mieloencefalitis protozoaria equina).

  • Detección de virus (post mortem).

No se han encontrado cambios consistentes en la analítica en la encefalomielitis arboviral equina, y ningún signo patognomónico diferencia estas infecciones de otras enfermedades del SNC de los caballos; por ello, debe realizarse una evaluación diagnóstica completa. La confirmación de la encefalitis vírica en caballos comienza con la evaluación de si el caballo:

  • Cumple la definición de caso basada en los signos clínicos.

  • Reside en una zona en la que se han detectado arbovirus en el año actual en dípteros, aves, humanos o caballos.

  • Ha recibido la vacunación apropiada.

En cuanto a las pruebas diagnósticas ante mortem, el análisis del LCR puede ser un valioso complemento de una evaluación clínica presuntiva. El LCR de caballos con infección aguda por el virus de la encefalomielitis equina oriental suele mostrar una pleocitosis neutrofílica con un marcado aumento de la concentración de proteínas. En caballos parcialmente inmunes, infectados con el virus de la encefalomielitis equina oriental, suelen predominar los leucocitos mononucleares; sin embargo, todavía hay neutrófilos no degenerados presentes. Los caballos infectados por el virus del Nilo Occidental pueden tener un LCR normal, pero si este es anormal, hay pleocitosis mononuclear con un aumento de moderado a marcado de proteínas totales. En algunos caballos con infecciones agudas, el virus puede aislarse del LCR; dado que la viremia termina antes de que se desarrollen los signos neurológicos, el virus no puede detectarse en el plasma.

La serología es la clave para el diagnóstico ante mortem de infección reciente por alfavirus y flavivirus en caballos con signos clínicos. Las muestras de suero pareadas son esenciales para detectar una exposición reciente y diferenciar la respuesta de anticuerpos debida a la infección de campo de la respuesta a la vacuna. Los anticuerpos IgM aumentan bruscamente y están incrementados en el 85-90 % de los caballos con encefalitis arboviral clínica. Por ello, el ELISA para la IgM es la prueba de elección para detectar la exposición reciente al virus. Los títulos de anticuerpos neutralizantes (principalmente IgG) se desarrollan lentamente durante este tiempo y se mantienen elevados durante varios meses. Las pruebas de anticuerpos neutralizantes diferenciarán entre los subtipos de estos virus y se consideran el método de referencia para la serología confirmatoria; los formatos de prueba de anticuerpos neutralizantes más comunes son la prueba clásica de neutralización por reducción de placa y una prueba de formato de micropocillos.

Debido a que los anticuerpos neutralizantes del virus aparecen al final de la viremia y pueden preceder a los signos clínicos neurológicos, las muestras pareadas pueden no incrementarse cuatro veces por encima de lo normal en caballos con signos neurológicos. En los caballos que mueren sin pruebas pre y post mortem pueden ser necesarias muestras pareadas de compañeros de manada febriles para confirmar la presencia de actividad local de arbovirus. Los anticuerpos maternos pueden interferir con la respuestas neutralizantes en potros, y esta respuesta también se confunde con la vacunación reciente.

Existen varias pruebas diagnósticas post mortem y, aunque específicas, varían en su sensibilidad dependiendo del virus. El tronco encefálico tiene las concentraciones más altas de virus encefalíticos, incluido el virus de la rabia. La inmunohistoquímica y las pruebas de PCR para el virus de la encefalomielitis equina del este y el HVE-1 son relativamente sencillas en comparación con las del virus del Nilo Occidental.

Debido a la baja carga viral en la infección por el VNO, la detección del virus no es fiable como diagnóstico. A menudo, solo una única neurona en una o dos secciones puede dar lugar a una tinción positiva del virus en el caballo mediante inmunohistoquímica. Cuando se analiza mediante PCR, la carga viral limitada requiere el análisis de muestras de varias localizaciones, incluyendo el tálamo, el hipotálamo, el colículo rostral, el puente, la médula y la médula espinal.

En el diagnóstico diferencial se deben considerar enfermedades encefálicas y medulares infecciosas y no infecciosas. Las enfermedades infecciosas incluyen alfavirus, la rabia la mieloencefalitis protozoaria equina y HVE-1; menos probables serían el botulismo, la meningoencefalitis bacteriana y las meningoencefalitis verminosas (p. ej., Halicephalobus gingivalis, Setaria spp, Strongylus vulgaris, ). La infección por el virus Hendra es un diagnóstico diferencial importante en Australia. Las causas no infecciosas incluyen hipocalcemia, diversas intoxicaciones, hepatoencefalopatía, traumatismo craneal y leucoencefalomalacia equina.

Tratamiento de la encefalomielitis arboviral equina

  • Sin tratamiento antivírico específico.

  • Cuidado de apoyo (especialmente si está postrado).

  • Sedantes, antiinflamatorios y antimicrobianos.

El tratamiento de la encefalomielitis arboviral equina es de apoyo porque no existen tratamientos antivirales específicos. El tratamiento se centra en controlar el dolor y la inflamación, en prevenir lesiones asociadas a la ataxia o postración y en las funciones ogánicas de apoyo según sea necesario mediante la hidratación, la nutrición y la posición rotacional. La intervención no parece afectar significativamente al resultado de la mayoría de las infecciones fulminantes por el virus de la encefalomielitis equina del este. Para el virus del Nilo Occidental, el flunixino meglumina (1,1 mg/kg, IV, cada 12 horas hasta 5 días), al principio de la enfermedad, disminuye la gravedad de los temblores y de las fasciculaciones musculares a las pocas horas de la administración. Hasta que se descarte la meningoencefalitis protozoaria equina, se puede instaurar terapia antiprotozoaria. Se deben administrar antibióticos de amplio espectro para el tratamiento de las heridas, la celulitis y la neumonía.

Los caballos postrados que están mentalmente alerta se golpean a menudo, lo que les causa autolesiones y representa un riesgo para el personal. Las respuestas a tranquilizantes y fármacos anticonvulsivos son variables, dependiendo del virus y de la gravedad de la enfermedad. Se pueden usar cabestrillos o grúas para ayudar a los caballos postrados que tienen dificultad para levantarse; sin embrago, los caballo postrados con el virus de la encefalomielitis equina oriental suelen estar demasiado comprometidos neurológicamente para colgar del cabestrillo. Los caballos con neuropatías intermitentes o focales tienen un pronóstico mejor que aquellos con parálisis flácida completa o comatosos.

Pronóstico de la encefalomielitis arboviral equina

La mortalidad en caballos con signos clínicos de encefalomielitis arboviral equina es del 50-90 %, en la encefalitis equina occidental del 20-50 %, en el virus de la encefalitis equina venezolana del 50-75 % y en las infecciones por flavivirus del 35-45 %. En la infección por el virus de la encefalomielitis equina del este, la muerte es frecuentemente espontánea. En la enfermedad por el virus del Nilo Occidental, a los caballos se les eutanasia por razones humanitarias, aunque puede producirse la muerte espontánea.

En la enfermedad por virus del Nilo Occidental, los signos clínicos pueden durar desde 1 día hasta varias semanas en los caballos que sobreviven; la mejoría suele producirse a los 7 días del inicio de los signos clínicos. Aunque el 80-90 % de los propietarios afirma que el caballo vuelve la normalidad después de la enfermedad en 1-6 meses, al menos el 10 % de estos notifica déficits a largo plazo que limitan el potencial atlético y el valor de reventa del animal. Los déficits incluyen debilidad o ataxia en una o más extremidades, fatiga con el ejercicio, atrofia muscular focal o generalizada, cambios en la personalidad y conductas aberrantes. En contraste con el virus del Nilo Occidental, los caballos que se recuperan de la infección por alfavirus tienen una alta incidencia de déficits neurológicos residuales.

Prevención de la encefalomielitis arboviral equina

La protección frente a los virus relacionados con la encefalomielitis arboviral equina es esencial. La vacunación contra alfavirus y flavivirus con vacunas anuales se considera el tratamiento estándar para todos los caballos en EE. UU., tal como avala la American Association of Equine Practitioners. Las vacunas virales enteras inactivadas con formol para el virus de la encefalitis equina venezolana, la encefalitis equina del oeste (VEEO) y el virus de la encefalitis equina venezolana V están comercializadas en formas bivalentes y trivalentes, por lo general formuladas con toxoide tetánico; varias ahora incluyen el virus del Nilo Occidental.

Los caballos adultos no vacunados necesitan una serie inicial de dos inyecciones. Para los caballos adultos en climas templados, se recomienda un refuerzo anual el mes anterior al inicio de la temporada de arbovirus. Sin embargo, para caballos que viajan entre las áreas del norte y del sur afectadas por el virus, las inyecciones de refuerzo deben administrarse dos o incluso tres veces al año en las temporadas de arbovirus activos. Las yeguas deben vacunarse 1 mes antes del parto para inducir anticuerpos calostrales. Si una yegua gestante no ha sido previamente vacunada, se recomienda la serie completa de sensibilización comenzando 2 meses antes del parto. Sin embargo, algunas yeguas no producen anticuerpos calostrales si se vacunan por primera vez durante la gestación.

A los potros que han recibido una cantidad adecuada de calostro de las madres vacunadas se les debe vacunar a los 4-6 meses de edad y administrar vacunas de recuerdo 30 y 90 días después. No está claro si los anticuerpos maternos interfieren con las respuestas a la vacuna en los potros. La evidencia epidemiológica indica claramente que los caballos de entre 4 meses y 4 años de edad son altamente sensibles al virus de la encefalomielitis equina del este. Si hay actividad arboviral a principios de la primavera (marzo) en el sudeste de EE. UU., los caballos pueden necesitar tres inyecciones durante todo el año, especialmente en los caballos <5 años y en los que han llegado recientemente a la región. En los potros nacidos de yeguas no vacunadas o mínimamente vacunadas, la inmunidad materna puede disminuir y se debe iniciar un protocolo de vacunación de 4 series a los 3 meses de edad. La segunda y tercera dosis deben administrarse con un intervalo de 4 semanas, y la cuarta dosis a los 10 meses de edad, antes del inicio de la estación del vector.

En Florida, donde se produce el mayor número de casos de virus de la encefalomielitis equina del este, todo los caballos deben vacunarse en enero y de nuevo en abril antes del pico de la temporada. Se debe administrar una tercera vacuna al final del verano si la estación es particularmente activa. La frecuencia de vacunación puede reducirse a una o dos veces al año en climas con temporadas cortas de mosquitos y en los que históricamente se ha descrito una actividad limitada.

Actualmente, varias vacunas de viriones enteros inactivados, una vacuna inactivada recombinante, una vacuna inactivada con adyuvante y una vacuna vectorizada de la viruela del canario están registradas para la prevención de la viremia por el virus del Nilo Occidental en casi toda América, incluidos EE. UU. y Canadá, y en Europa. Hay evidencia experimental de que la vacuna contra la viruela del canario del linaje 1 proporciona protección cruzada contra la infección por el virus del Nilo Occidental del linaje 2. Las pruebas de provocación del virus del Nilo Occidental indican que ~10 % de los caballos inmunizados correctamente no producen anticuerpos neutralizantes contra el virus del Nilo Occidental y que el 2,3-3 % de los casos de virus del Nilo Occidental equino se observan en caballos totalmente vacunados. Se desconoce la duración de la inmunidad conferida por la vacuna muerta con adyuvantes.

La protección de los caballos frente a los arbovirus también debe incluir esfuerzos para manejar el entorno y minimizar la exposición a los dípteros infectados, como:

  • Aplicación de un repelente de insectos que contenga permetrina en los caballos al menos una vez al día durante la temporada de vectores, especialmente en los momentos del día en los que los mosquitos estén más activos.

  • Mantenimiento del área del establo, los prados y los pastos libres de malezas y material orgánico, como las heces, que pueden albergar dípteros adultos.

  • limpiar los tanques de agua y los baldes, al menos semanalmente, reduce las áreas reproductoras del mosquito.

  • Eliminar el agua estancada de la propiedad.

Las medidas para el control de la infección por arbovirus en otros animales resaltan la reducción de la exposición al virus. Se han documentado pocas infecciones por arbovirus en perros y gatos; sin embargo, se ha detectado exposición al virus de la encefalomielitis equina del este y al virus del Nilo Occidental en ambas especies durante las temporadas de arbovirus. En años activos, se ha descrito que los perros jóvenes son propensos a la infección por el virus de la encefalomielitis equina del este. Mantener a los perros y a los gatos en el interior o en una zona protegida, especialmente durante la época en la que los mosquitos están más activos, reduce la exposición. La eliminación de aves muertas u otras presas pequeñas que puedan ingerirse reducen la exposición oral.

También se han registrado casos clínicos de virus de la encefalomielitis equina del este y del oeste en otros animales domésticos y exóticos durante las estaciones activas. Los emús son excepcionalmente sensibles al virus de la encefalomielitis equina del este. Estos animales se utilizan para la industria alimentaria, y la infección produce una elevada viremia y la excreción de grandes cantidades de virus por vía rectal, oral y en el material regurgitado. La vacunación evitará la viremia, la diseminación y la enfermedad. Los camélidos son sensibles al virus del Nilo Occidental y hay numerosas descripciones de enfermedades y patologías a medida que el virus se extendía por Norteamérica. La vacuna viral muerta con adyuvantes comercializada para su empleo en caballos se ha usado en camélidos sin que haya notificaciones de efectos adversos importantes y ha demostrado producir anticuerpos neutralizantes.

Puntos clave

  • Los arbovirus patógenos se encuentran en todo el mundo y se basan principalmente en un ciclo biológico de díptero a ave o de díptero a roedor.

  • Los caballos infectados inicialmente muestran signos clínicos inespecíficos durante la viremia; los déficits neurológicos se hacen evidentes aproximadamente 10 días después de la infección. La enfermedad se asocia con una mortalidad de moderada a alta.

  • A menudo se establece un diagnóstico presuntivo en áreas endémicas basado en la presentación clínica, la progresión del caso, la falta de vacunación apropiada y la evidencia serológica de infección vírica aguda. El diagnóstico definitivo por lo general solo se realiza post mortem.

  • La mayoría de los arbovirus que suelen causar encefalitis vírica en caballos son zoonóticos, por lo que pueden causar enfermedad en humanos.

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