Para evaluar un problema que afecta al sistema nervioso se necesita una historia clínica exacta y la realización de exploraciones físicas y neurológicas exhaustivas. La comprensión de la neuroanatomía funcional, la neurofisiología y los mecanismos de enfermedad es un prerrequisito para una interpretación precisa de los hallazgos clínicos. Sobre la base de la valoración clínica inicial, se pueden determinar 1) la(s) localización(es) anatómica(s) de la enfermedad y 2) la definición del problema como difuso, multifocal o focal; simétrico o asimétrico; doloroso o indoloro; progresivo, regresivo, creciente y menguante, o estático; y leve, moderado o grave. Para realizar el diagnóstico diferencial también deben considerarse los potenciales mecanismos de enfermedad. Otras pruebas diagnósticas incluyen pruebas clinicopatológicas (en suero, sangre, orina, heces y LCR), diagnóstico por imagen (incluidas radiografías simple y de contraste, TC y RM) y pruebas electrodiagnósticas.