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Descripción general de la parálisis por garrapatas

PorRick Atwell, BVSc, PhD, FACVSc
Última revisión/modificación ene 2014

La parálisis por garrapatas es una parálisis motora, simétrica, ascendente, aguda y progresiva causada por unas neurotoxinas salivales secretadas por ciertas especies de garrapatas. En algunas especies pueden verse otros signos de toxicidad sistémica de "órgano único" (p. ej., cardiaco, de vías respiratorias, vesical, pulmonar, esofágico, etc.) por separado o dentro de la presentación clásica de parálisis-paresia. Puede afectar a personas (habitualmente niños) y una amplia variedad de mamíferos, aves y reptiles. Los casos humanos de parálisis por garrapatas causados por el género Ixodes, Dermacentor y Amblyomma se han descrito en Australia, Norteamérica, Europa y Sudáfrica; estos tres, más Rhipicephalus, Haemaphysalis, Otobius y Argas se han asociado a parálisis de diverso grado en animales.

Esta toxicidad es única, ya que se trata de un flujo de toxina pulsátil asociado a la alimentación repetida de las garrapatas en un periodo de tiempo fijo. Los animales suelen sufrir parálisis, pero también hay presentaciones muy extrañas asociadas a la toxicidad. El deterioro puede ser impredecible y rápido en algunos casos, y algunos animales pueden tener una recuperación inexplicablemente prolongada. Los casos muy graves requieren cuidados intensivos, con ventilación artificial, para maximizar las tasas de recuperación; en general, solo la eliminación de las garrapatas y el uso de suero antitoxínico (TAS, por sus siglas en inglés) y antibióticos tienen un efecto importante sobre la mortalidad global.

Etiología, epizootiología y patogenia:

Se ha demostrado, descrito o sospechado el potencial para inducir parálisis en 64 especies de garrapatas pertenecientes a 7 géneros ixódidos y 8 argásidos. En la costa oriental de Australia, la garrapata de la parálisis I holocyclus (y en menor medida I cornuatus e I hirstii, cuya clasificación morfológica ha demostrado no ser fiable) causa la forma más grave de parálisis por garrapatas, con una mortalidad de hasta el 10 % en perros (por lo general del 4-5 %), sea cual sea el tratamiento.

En Norteamérica, D andersoni (la garrapata del bosque de las Montañas Rocosas) y D variabilis (la garrapata americana del perro) son las causas más frecuentes. Las ovejas, las vacas y las personas, así como los perros, pueden estar afectados. D albipictus, I scapularis, Amblyomma americanum, A maculatum, R sanguineus y O megnini pueden causar parálisis. En las aves, Argas radiatus y A persicus provocan parálisis. En África, I rubicundus (parálisis de la garrapata del Karoo) y R punctatus en Sudáfrica, R evertsi evertsi y Argas walkerae en el África subsahariana y R evertsi mimeticus en Namibia pueden causar la enfermedad. Los gatos parecen ser resistentes a la enfermedad causada por estas garrapatas, pero les afecta I holocyclus. La toxicidad suele ser menos grave (que en perros), no causa complicaciones torácicas y tiene mejor pronóstico.

I holocyclus causa en Australia una enfermedad mucho más grave que la observada en Norteamérica y otros lugares. Se ven afectados perros y gatos, así como ovejas, terneros, potros, caballos, cerdos, murciélagos, aves de producción, otras aves (avestruces), reptiles (serpientes y lagartijas) y personas. Se observa paresia y parálisis, tanto local (menos frecuente) como sistémica. Los hospedadores naturales (peramélidos) rara vez se ven afectados, presumiblemente por adquirir inmunidad a edad temprana. Sin embargo, sin exposición a la toxina, también se vuelven sensibles.

Los factores del hospedador que influyen en la epidemiología incluyen sensibilidad a la toxina, edad, inmunidad adquirida, comportamiento en campo, exigencias simultáneas de trabajo, reacción a factores ambientales, reactividad cutánea y densidad de la población. La inmunidad antitoxina, que comienza al menos 2 semanas después de la exposición primaria a las garrapatas y dura pocas semanas, puede reforzarse por nuevas infestaciones, pero la exposición crónica a las garrapatas se acaba asociando con una disminución de la inmunidad, posiblemente por los efectos de neutralización de la toxina por parte del hospedador. Los factores de la garrapata incluyen edad, dinámica de absorción y circulación de la toxina, capacidad de inducir parálisis, otros efectos tóxicos, actividad sexual, tasa y el volumen de las secreciones y la frecuencia de la fase de succión.

La prevalencia máxima de la parálisis por garrapatas se asocia a la actividad estacional de las garrapatas hembras, principalmente en primavera y principios del verano, aunque en algunas zonas las garrapatas son activas todo el año. Los factores ambientales, como la temperatura y la humedad, también desempeñan un papel importante en la morbilidad y mortalidad de las garrapatas (es decir, es fácil matar a las garrapatas tanto en condiciones cálidas/secas como húmedas). El transporte moderno y rápido de garrapatas pegadas a personas, animales o materia vegetal puede dar lugar a casos aislados de parálisis por garrapatas en zonas muy lejanas del área natural (o país) de las garrapatas. El diagnóstico puede retrasarse cuando estos animales infestados viajan a áreas donde no se suele ver parálisis asociada a niveles bajos de acetilcolina.

La toxicidad no se relaciona directamente con el tamaño de la garrapata, el número o la duración de la unión. Los signos clínicos producidos en hospedadores diferentes dependen de varias variables: tasa de secreción de la toxina, capacidad de respuesta local, inmunidad y sensibilidad del hospedador y de cada órgano.

La toxicidad sistémica sigue a la inyección de toxinas en el hospedador, especialmente mientras se llena rápidamente de sangre, aunque gran número de garrapatas larvarias o ninfales también pueden causar esta parálisis de la unión neuromuscular. Se presume que la toxina viaja desde el lugar de unión por la linfa a la circulación sistémica y de ahí a todo el cuerpo, donde actúa directamente sobre los canales celulares de potasio y, por tanto, sobre los niveles intracelulares de calcio. Sin embargo, la hipoventilación primaria es la principal causa de muerte en la mayoría de los casos graves, en los que también puede haber enfermedad alveolar.

Hallazgos clínicos:

En la parálisis por garrapatas distinta de la causada por I holocyclus, los signos clínicos se suelen ver ~5-9 días después de la fijación de la garrapata y progresan durante las siguientes 24-72 h. Si I holocyclus está implicada, los signos clínicos suelen aparecer a los 3-5 días (raramente más; p. ej., hasta 18 días, posiblemente con garrapatas vírgenes) tras la adhesión y suelen progresar rápido las siguientes 24-48 h. Los tiempos pueden variar con I holocyclus debido a factores de garrapatas, humedad ambiental, temperatura (microclima) y factores del hospedador. Pueden observarse tanto signos de "aparición más breve a grave" como uniones "tranquilas" con signos mínimos y retardados. Quitar las garrapatas I holocyclus no para de golpe la progresión de la enfermedad. En casos graves, la muerte por insuficiencia muscular respiratoria y otras complicaciones respiratorias pueden darse al cabo de 1-2 días desde la aparición de los signos.

Los signos tempranos pueden incluir cambio o pérdida de voz (por la paresia laríngea), incoordinación de los miembros posteriores (presumiblemente por debilidad, no por ataxia central del SNC), cambio en la frecuencia, ritmo, profundidad y esfuerzo respiratorio, arcadas, estertores o tos, regurgitación o vómito, y dilatación pupilar. Los estertores en perros se cree que se deben a una mayor resistencia de las vías respiratorias.

La parálisis de las extremidades posteriores comienza como una leve o marcada incoordinación y debilidad que se observa mejor cuando el animal se gira o se aleja del observador (o cuando sube escaleras o salta). Según progresa la parálisis, el animal se vuelve incapaz de mover las extremidades traseras y delanteras, estar de pie, sentarse, erguirse y, al final, subir la cabeza.

Una clasificación en cuatro estadios basada en la actividad sistémica de la extremidad puede permitir la predictibilidad clínica. En el estadio 1, la voz del perro cambia (por lo general se nota retrospectivamente) y el perro está debilitado pero aún puede caminar y estar de pie. En el estadio 2, el perro no puede caminar pero sí estar de pie. En el estadio 3, el perro no puede mantenerse en pie pero sí enderezarse. En el estadio 4, el perro no puede enderezarse. Los estadios 3 y 4 (~30 % de los casos) indican un mal pronóstico. Sin embargo, algunos perros muestran pocos signos por niveles bajos de toxina o niveles altos de protección cutánea o inmunológica, y algunos solo muestran signos en un órgano (p. ej., parálisis esofágica). La sensibilidad se suele preservar, pero es cada vez más difícil detectar respuestas clínicas a los estímulos por parálisis de la neurona motora inferior. (La puntuación en la escala analógica visual también se realiza para la unión neuromuscular, la toxicidad general y la disnea, con resultados altamente predictivos.)

Las anomalías respiratorias incluyen ahogo, obstrucción de las vías respiratorias altas, broncoconstricción (sobre todo observada al principio en gatos), fatiga progresiva de los músculos respiratorios y aspiración del contenido esofágico y/o gástrico (por la pérdida de función faríngea y laríngea), que llevan a una neumonía por aspiración. La aspiración puede ser significativa y afectar gravemente al pulmón antes de cualquier signo evidente. Es posible tener un pulmón silencioso (sin crepitaciones), gravemente neumónico, si hay poco flujo de aire en el lóbulo afectado. Algunos perros tienen disnea profunda, sin crepitaciones, y una extensa opacidad pulmonar en la radiografía (debida a una neumonía por aspiración); estos casos suelen ser terminales. Los perros con obstrucción de las vías respiratorias altas tienen un estridor espiratorio marcado (no el clásico estridor inspiratorio de la parálisis laríngea primaria de razas grandes), a menudo con la cabeza y las patas delanteras extendidas para maximizar el flujo y el intercambio de aire. Si también hay enfermedad torácica, el animal suele estar muy disneico. Se puede sentir una vibración en la laringe o justo ventral a esta asociada al esfuerzo espiratorio y el estridor. Es fácil pasar por alto una lesión de las vías respiratorias altas, especialmente si el perro está paralizado. A menudo, la frecuencia respiratoria es alta y forzada. En los gatos, el doll test se puede usar para evaluar la función de las vías respiratorias superiores. Si comprimir el tórax con el dedo/pulgar induce un estridor, esto indica paresia o parálisis, independientemente de otros defectos de las vías respiratorias. Es esencial diagnosticar cualquier obstrucción de las vías respiratorias altas, ya que la carga de trabajo asociada, la ansiedad y la fatiga resultante pueden rápidamente hacerse terminales.

La mayoría de los perros (pero no los gatos) desarrollan parálisis de los músculos esofágicos, con o sin obvia dilatación esofágica. La saliva y el alimento o líquido acumulado en el esófago puede que se regurgiten a la faringe y boca. La pérdida de función faríngea hace difícil al animal limpiar las vías respiratorias altas, lo que puede dar lugar a una neumonía por aspiración.

En la parálisis por I holicyclus puede haber vómito (biliar); se ha sugerido que la toxina actúa sobre el centro del vómito. La mayoría del "vómito" notificado por los propietarios es probablemente regurgitación, aunque el vómito inducido por fármacos puede ser una complicación. Los perros tienen arcadas en un intento de limpiarse de secreciones y mueven la cabeza y la mandíbula de una manera extraña, asociada con un gruñido característico, para intentar eliminar material.

La temperatura corporal puede ser normal en las primeras etapas; sin embargo, por el efecto de la toxina sobre las comunicaciones arteriovenosas, la termorregulación normal se acaba perdiendo. Esto puede causar hiper- e hipotermia, ya que los animales se ven afectados por los factores ambientales locales. Los temblores también se pierden en casos graves. La hipo- e hipertermia profunda pueden producirse repentinamente y pueden fácilmente diagnosticarse mal; la hipotermia se asemeja clínicamente a la parálisis por garrapatas en varios aspectos. Cuando se restablece la temperatura corporal, el nivel de parálisis por garrapatas en algunos casos puede ser leve.

Rara vez en los perros, la insuficiencia cardiaca congestiva aguda puede presentarse con un edema pulmonar extenso por disfunción diastólica miocárdica (el miocardio no puede relajarse bien, lo que reduce el llenado cardiaco eficiente y, por tanto, el gasto cardiaco sistólico). El retorno venoso también puede reducirse y la presión venosa sistémica aumenta.

Algunos perros presentan un intervalo QT prolongado en el ECG, que puede provocar una arritmia ventricular letal. La frecuencia de estas muertes inexplicables, que siguen a una recuperación macroscópica general completa, no se conoce, pero la mayoría de los veterinarios que tratan muchos casos informan de tales eventos.

Los gatos con toxicidad de moderada a grave pueden estar ansiosos. Es esencial no interferir con estos animales hasta que se hayan asentado en su jaula. Si se les fuerza a los procedimientos, estos animales pueden morir de disnea obstructiva y la (presunta) hipoxemia, acidosis e hipercapnia asociadas. Los animales pueden deteriorarse si se ven afectados por un estrés hospitalario excesivo (p. ej., atención de enfermería, ruido, olor).

Los gatos pueden presentar una constricción "similar al asma" de las vías respiratorias, por lo general cuando están levemente paréticos; las sibilancias espiratorias en la auscultación, el esfuerzo espiratorio abdominal forzado y la intolerancia al ejercicio muy fácilmente inducida son signos clásicos en este momento. Estos gatos suelen tener un doll test positivo y, tras unos pocos pasos, se sientan sobre sus cuartos traseros con el pecho en una posición vertical más erguida de lo normal, a menudo con una mayor concentración o esfuerzo respiratorio. Es fácil diagnosticar mal el "asma" felina en esta etapa si no se encuentra o se sospecha una garrapata.

Diagnóstico:

La presencia de una garrapata en combinación con la aparición súbita de debilidad en las extremidades y/o deterioro respiratorio es diagnóstica. La garrapata agresora puede no estar unida, pero un "cráter cutáneo" de garrapata (un agujero de 1-2 mm de profundidad y 1-2 mm de anchura, rodeado por un área variablemente elevada e inflamada) confirma el diagnóstico. A veces no se puede encontrar ni garrapatas ni "cráteres" (las garrapatas muy pegadas en la oreja, entre los dedos o en la boca o ano se pueden pasar por alto). Sin embargo, con los signos clínicos apropiados, en una conocida área de garrapatas, sin otra causa obvia de enfermedad neuromuscular, está indicado el tratamiento con TAS. La recuperación tras el tratamiento confirma el diagnóstico provisional.

No hay pruebas diagnósticas fiables, pero procedimientos que suelen ser útiles incluyen hematocrito, proteína sérica y radiografía torácica lateral para evaluar la presencia y el grado de edema pulmonar, megaesófago y neumonía por aspiración. Los signos específicos (p. ej., insuficiencia cardiaca congestiva, obstrucción uretral) requieren evaluación y tratamiento rutinarios de esa zona o ese sistema corporal.

Algunos diagnósticos diferenciales son el botulismo, la polirradiculoneuritis, la neuropatía periférica aguda, la picadura de serpiente, la hipopotasemia, la intoxicación por pez sapo y la ciguatera. En regiones donde las garrapatas son endémicas, la parálisis por garrapatas es de los primeros diagnósticos diferenciales de cualquier parálisis flácida motora clínicamente ascendente. Debe también tenerse en cuenta en el diagnóstico diferencial de megaesófago, los vómitos inexplicables, la insuficiencia cardiaca congestiva izquierda (perros) o el "asma" (gatos). La temporada de garrapatas suele conocerse bien en varias áreas (p. ej., un arroyo local) dentro del entorno de una clínica en particular, y con frecuencia la mayoría de los casos de parálisis por garrapatas provienen de unas pocas áreas bien definidas y altamente endémicas.

En etapas tempranas no hay alteración de los valores de sangre y fluidos. Un hematocrito alto (con proteínas sérícas normales) indica desplazamiento de líquido al interior de los pulmones y un pronóstico más reservado. Otros cambios en sangre pueden ser un aumento de la glucemia, colesterol, fosfato y CK, y potasio bajo, pero ninguno de estos cambios son específicos de parálisis por garrapatas o indican la gravedad o el pronóstico.

La ecocardiografía revela una disfunción miocárdica sistólica secundaria y diastólica asociada a un llenado ventricular reducido, posiblemente por acumulación venosa periférica y mala relajación diastólica del miocardio. La radiografía sin estrés proporciona el mejor apoyo pronóstico disponible, y la pulsioximetría la mejor evaluación continua de la oxigenación. La capnografía ayuda a evaluar el nivel funcional de ventilación. El análisis de gases en sangre arterial (aunque es invasivo) proporciona la mejor valoración global de la función cardiopulmonar. Sin embargo, se debe considerar el estrés de tales pruebas; la posición para las radiografías de tórax (p. ej., dorsoventral a lateral) puede inclinar a los animales hacia una hipoventilación terminal asociada con paro respiratorio o cardiaco agudo.

Tratamiento:

En la mayoría de las infestaciones (excepto por I holocyclus), quitar todas las garrapatas causa mejora en 24 h y recuperación completa en 72 h. Si no se quitan las garrapatas, puede producirse la muerte por parálisis respiratoria en 1-5 días. Quitar las garrapatas I holocyclus no para de inmediato la progresión de la enfermedad. Los signos clínicos pueden deteriorarse durante ~24 h o más, pero la mayoría de los perros comienzan a mejorar en 6-12 h después del tratamiento con TAS. En cualquier infestación, la eliminación de todas las garrapatas es absolutamente necesaria. Debe registrarse diligente y repetidamente toda la piel, especialmente en animales de pelo largo o con pelaje grueso. La mayoría de las garrapatas (80 %) se localizan alrededor de la cabeza o el cuello, pero pueden encontrarse en cualquier parte del cuerpo. Arrancar las garrapatas produce el mejor resultado (en perros) y no induce anafilaxia.

El tratamiento de la intoxicación por garrapatas debe abordar la toxemia y la parálisis, los problemas secundarios (p. ej., reflujo esofágico, neumonía por aspiración) y los factores terciarios potenciales (p. ej., debilidad crónica, estenosis esofágica).

El TAS es un suero inmune contra la toxina (similar a la antitoxina tetánica) y es el producto de elección. Este debería administrarse cuanto antes; posteriores dosis de "recarga" no son efectivas, por ser demasiado tarde. En los perros debe administrarse una dosis mínima de 0,5-1 mL/kg IV lentamente durante al menos 20 min para evitar cualquier reacción de shock. El uso IV rápido puede inducir reacciones clínicas en >80 % de los perros. La anafilaxia puede producirse impredeciblemente (como con todos los productos), lo que hace necesario el uso de altas dosis de cortisol soluble, una rápida carga de líquidos, etc. Según estudios de casos retrospectivos, se cree que los gatos son algo más sensibles que los perros, presumiblemente con una segunda dosis, unas pocas semanas (no días) después de la primera dosis.

Los animales con muchas garrapatas o en estadios agudos de parálisis deberían recibir una dosis más alta, ya que en estos casos hay más toxina no ligada que neutralizar. Sin embargo, no hay datos sobre las dosis exactas requeridas y los niveles protectores de inmunoglobulina pueden variar en distintos lotes y marcas. Los perros gravemente afectados pueden tener menos toxina circulante libre para que el TAS la neutralice. Sin embargo, persiste el debate sobre la dosis necesaria (posiblemente menos) de TAS. Se ha sugerido administrar una dosis estándar, basada en la cantidad necesaria para neutralizar el flujo de toxina pulsátil de una garrapata en lugar de en función del peso; se recomienda una dosis mínima de 10-20 mL para perros (y de 5-10 mL para gatos). Sin embargo, hasta que se pueda evaluar mejor el nivel de toxina libre remanente en el animal afectado y el nivel de inmunoglobulina protectora específica, no se puede establecer una dosis (el nivel de enfermedad refleja el nivel de toxina unida, que no se ve afectada por el TAS).

El TAS administrado IP es la mejor alternativa en gatos para los que la vía IV es un problema (p. ej., dificultad respiratoria, peligro de sujeción, disnea). Sin embargo, se cree que su semivida clínicamente eficaz es corta (días, no semanas) y no tendrá efecto si la toxina ya está unida al tejido y el animal está gravemente enfermo o a punto de estarlo (con la toxina en el espacio perivascular).

Es esencial minimizar el estrés y la ansiedad. La acepromacina (0,03 mg/kg, SC) puede darse antes que cualquier otra medicación o manejo que pueda molestar al animal. No obstante, se deben evitar dosis altas, especialmente si está deprimido, hipotenso o hipotérmico. (La sobredosis puede inducir hipotensión e hipotermia.) Los opioides son una alternativa (p. ej., metadona, 0,3-0,5 mg/kg, SC, IM). La oxigenoterapia (no estresante, por lo general nasal) se implementa (como se indica), pero la enfermedad progresiva requiere una terapia más intensiva.

La anestesia general está indicada en animales gravemente fatigados y disneicos para permitir una mejor administración de oxígeno, el drenaje esofágico y la succión de las vías respiratorias altas. El pentobarbital puede usarse como una infusión continua o administrarse IV periódicamente para inducir una anestesia ligera, con dosis repetidas según sea necesario. Otro beneficio potencial del pentobarbital puede ser el control del síndrome de QT largo. Los principales beneficios de alguna forma de anestesia (p. ej., propofol) son reducir la disnea, permitir el descanso muscular y ayudar a superar la fatiga muscular primaria y el agotamiento general. Los periodos de 6-8 h de anestesia ligera son los mejores, con una revaluación del estado clínico después de cada periodo.

Puede ser necesaria la ventilación mecánica o manual, pero debe valorarse cuidadosamente porque la recuperación puede retrasarse, especialmente en animales braquicéfalos. Los casos de ventilación a largo plazo pueden tener una tasa de recuperación del 70 %. Es esencial valorar la capacidad ventilatoria pulmonar (niveles de CO2 espirado) y alveolar (pulsioximetría) y estar atentos a la fatiga muscular respiratoria profunda. La enfermedad alveolar (edema y/o neumonía) tiene un mal pronóstico en estos casos.

La atropina (repetida cada 6 h, la dosis más baja) puede usarse si las secreciones gastrointestinales y respiratorias son excesivas, pero su efecto sobre la secreción lagrimal (y la potencial parálisis facial y sequedad corneal del paciente) y la frecuencia y el ritmo cardiacos deben considerarse.

La terapia antiemética debe usarse en animales que estén vomitando, lo que suele ser un signo de mal pronóstico. Si el animal está regurgitando, se debe aspirar el esófago junto con las vías respiratorias superiores. La colocación correcta del drenaje se convierte entonces en un factor vital para ayudar a evitar la aspiración. En los casos de reflujo gastroesofágico es necesario tener cuidado con respecto a su cronicidad y daño tisular.

Están indicados los antibióticos bactericidas de amplio espectro (especialmente en casos graves) para ayudar a evitar el desarrollo de neumonía por aspiración, pero deben administrarse lo antes posible. Los perros con obstrucción de las vías respiratorias altas requieren traqueotomía o anestesia e intubación para superar los efectos potencialmente letales de dicha obstrucción.

Para tratar la insuficiencia cardiaca congestiva están indicados los diuréticos (p. ej., la furosemida) con el máximo tratamiento apropiado de oxígeno. El verapamilo se ha utilizado para contrarrestar los efectos inótropos patológicos de la toxina de la garrapata en el miocardio. La toxina se acaba liberando, por lo que si el animal se mantiene libre de edema pulmonar terminal (o arritmia), la insuficiencia cardiaca se revertirá en unos pocos días siempre que se proporcione un apoyo rutinario. El esmolol se ha usado para tratar animales afectados que tienen un intervalo QT largo y el potencial de una arritmia ventricular letal e impredecible.

La fluidoterapia debe usarse con mucho cuidado, ya que el edema pulmonar se induce fácilmente. Asegurarse de que se vigila el edema del animal, tanto antes como durante la fluidoterapia, y de mantenerse por debajo de los niveles de mantenimiento debe ser rutinario. Puede haber deshidratación en la parálisis por garrapatas, pero no suele producirse en los casos rutinarios hasta el segundo día de hospitalización, cuando los valores elevados de hematocrito y proteínas pueden ser evidentes. En los pacientes pequeños se pueden administrar líquidos SC o IP si el estado pulmonar es una preocupación. Los casos excepcionales pueden requerir una rehidratación extensa (p. ej., paralizados al sol con humedad y temperatura altas durante un día antes de presentarse), pero la extensión de la disfunción orgánica subyacente debe evaluarse antes de administrar líquidos intensivos.

La enfermedad similar al asma en gatos es difícil de revertir, porque los broncodilatadores habituales no suelen ser efectivos.

La fatiga muscular puede reducirse (con recuperación de algo de fuerza muscular) mediante periodos cortos (6-8 h) de anestesia. Los animales permanecen hipercápnicos pero, con intubación endotraqueal y terapia de O2, pueden establecerse buenos niveles de saturación de hemoglobina (>95 %), siempre que no haya enfermedad alveolar significativa.

Las animales intoxicados pierden su capacidad termorreguladora. Los animales que tiene menos de 32 °C durante un tiempo prolongado pueden ser difíciles de reanimar. Se usan varios mecanismos de calentamiento (bolsas de agua caliente, mantas, mantas de flujo de aire caliente), pero la absorción de calor periférico no puede producirse si se cierran las anastomosis arteriovenosas (derivaciones) debido al efecto de la toxina y a la reacción vasoconstrictora del hospedador a la hipotermia. Aplicar calor en las porciones distales de las extremidades (especialmente en las posteriores) será muy beneficioso; la aplicación directa en la ingle también puede ser potencialmente útil. Algunos animales pueden necesitar líquidos calientes, vía IV o rectal, para revertir una presentación muy fría (p. ej., ≤32 °C). Puede observarse hipertermia súbita (>42 °C) en perros hospitalizados. Estos suelen mostrar movimientos exagerados de la cabeza y posiblemente de las patas delanteras y signos de ansiedad. Si se enfrían (p. ej., toallas mojadas, uso del ventilador, alta tasa de cambios de aire), estos signos disminuyen.

Debido a que se espera que el animal se deteriore tras eliminar las garrapatas y se administre el TAS, es necesaria la hospitalización con un control mínimamente invasivo y un buen cuidado de enfermería. El animal debe mantenerse en un ambiente tranquilo, oscuro y confortable donde sea fácilmente observado. Debe colocarse sobre el esternón para maximizar la función pulmonar. El decúbito lateral izquierdo con el hombro (no la faringe o el cuello) como punto más alto es la mejor posición para el drenaje. Si es posible, también se recomienda "bajar la cabeza" ligeramente. Los animales nunca deben rotarse a menos que se pueda hacer con frecuencia (cada 1-2 h), de día y de noche.

Debido a que el animal no puede orinar, es necesario cateterizar y vaciar la vejiga al menos dos veces al día para evitar la infección. Como con otros efectos locales de intoxicación por garrapatas, esta puede persistir después de que el animal tenga una recuperación general. Deben usarse protectores oculares para prevenir úlceras de córnea u ojos secos (cerrar los párpados, lágrimas artificiales, lentes de contacto). La aspiración de faringe, laringe y esófago proximal minimiza el estrés respiratorio causado por el acúmulo de saliva y la regurgitación. Se puede insertar lentamente una sonda esofágica para eliminar cualquier material acumulado, que en algunos casos es voluminoso, y el tubo puede prevenir que se ahogue (sobre todo en razas braquicéfalas con bloqueo laríngeo por material extraño). El fluido y la oxigenoterapia deben controlarse para evitar la sobrehidratación o el suministro insuficiente, respectivamente. El apoyo nutricional ha de realizarse con cuidado para asegurar que la función GI y respiratoria puedan con el alimento y el agua ofrecidos.

Se debe seguir realizando búsquedas de garrapatas durante la hospitalización, especialmente si el animal se deteriora inesperadamente o la recuperación es lenta. El pelo largo o enmarañado ha de recortarse, especialmente en la cabeza y el cuello. La aplicación de un acaricida puede matar cualquier garrapata no encontrada. No obstante, el estrés de la búsqueda, el corte de pelo o el baño pueden perjudicar a los animales gravemente afectados o nerviosos, a los que se recomienda sedar.

Pronóstico:

El tratamiento apropiado y oportuno (TAS y antibióticos, especialmente en los casos graves) salva ~95 % de los animales afectados, pero ~5 % de los animales es probable que mueran a pesar de todos los esfuerzos de tratamiento, especialmente aquellos con neumonía por aspiración o parálisis respiratoria avanzada y disnea. La mayoría de los animales (>80 %) tienen solo una garrapata y un gran cráter de adherencia. La recuperación prolongada y la pérdida de peso pueden producirse con diversas complicaciones, y la muerte también puede darse por ahogo, fatiga de los músculos respiratorios, arritmias cardiacas, insuficiencia cardiaca congestiva y parada cardiopulmonar. Los animales de más edad y los cachorros muy jóvenes corren más riesgo. Proporcionalmente, los casos más graves se observan al comienzo de la temporada, y una segunda infestación (cercana a la primera) será más grave. Son signos de mal pronóstico la disnea, las crepitaciones y las sibilancias, al igual que las puntuaciones altas en la evaluación de la unión neuromuscular (3 y 4) o en la escala analógica visual (≥75 %) para la toxicidad o la dificultad respiratoria.

Antes del alta, la prueba de la caída puede usarse en gatos para evaluar la función neuromuscular y el control gravitacional tridimensional. Los gatos deben poder corregir una caída desde 10-20 cm por encima de la parte superior de la mesa. Los gatos aún afectados no se enderezarán a tiempo y aterrizarán más pesadamente, con la barbilla golpeando el tablero acolchado de la mesa. Los gatos recuperados aterrizan suavemente con un buen control de la cabeza. Saltar hacia arriba y abajo de la jaula también se puede utilizar para evaluar la fuerza muscular en los gatos. En los perros, saltar desde una jaula puede inducir estridor, lo que indica una paresia respiratoria no resuelta con un flujo de aire espiratorio forzado, porque el impulso abdominal no soportado afecta al diafragma y al flujo de aire pulmonar, lo que produce una espiración de gran volumen. Levantar a un perro (con los brazos del portador envueltos fuera de las patas delanteras y traseras) con parálisis por garrapatas no resuelta a menudo produce estridor, lo que indica una función laríngea anormal. Los animales deben poder comer, beber y caminar normalmente sin estridor antes del alta.

Se ha de aconsejar a los propietarios que continúen buscando garrapatas, que utilicen métodos preventivos adecuados que eviten que las garrapatas se adhieran otra vez y que eviten temperaturas altas, el estrés y el ejercicio al menos durante 1 mes. Si hay disfunción esofágica pueden estar indicadas comidas más pequeñas y frecuentes. Este periodo de descanso se aplica especialmente a perros de trabajo de granja, en los que un sobreesfuerzo precoz puede llevar a una lesión muscular permanente.

Prevención y control:

Los propietarios no deben depender únicamente del control químico para prevenir la infestación por garrapatas, porque ningún producto es totalmente eficaz y una sola garrapata adherida puede causar la enfermedad. Se les debe informar sobre cuándo y dónde estarán en riesgo sus mascotas, animar a buscar a fondo en el pelaje diariamente, mantener el pelo lo más corto posible (para facilitar la búsqueda) y comprender la eficacia, idoneidad, seguridad y limitaciones de los productos preventivos disponibles (aerosoles, pipetas tópicas, comprimidos y collares). La terapia combinada (p. ej., aerosol y collar) puede que dé mejores resultados, pero no hay datos publicados que lo apoyen.

Hasta ahora, los intentos para producir una vacuna eficaz contra la toxina de I holocyclus han sido un fracaso, como los intentos de controlar las garrapatas en el campo Los estudios específicos de ARN muestran que las garrapatas varían geográficamente, y estas diferencias genéticas pueden explicar por qué los signos clínicos de la parálisis por garrapatas y las puntuaciones de toxicidad de escala visual analógica pueden variar entre diferentes áreas en la misma época del año en la misma estación.