Aunque los perros en ocasiones se infectan con Brucella abortus, B suis o B melitensis, estos casos esporádicos se suelen asociar estrechamente con la exposición a animales domésticos infectados ( ver Brucelosis en grandes animales).
Brucella canis es una causa de aborto en perros de perrera a los 45-55 días de gestación. Los perros son el único hospedador definitivo de este microorganismo. La infección ha causado una reducción del 75 % en el número de cachorros destetados en algunos criaderos. La enfermedad se disemina rápidamente entre los perros alojados juntos, especialmente durante el tiempo de reproducción o cuando se producen abortos. La transmisión se produce por ingestión de materiales contaminados o vía venérea. Se ha descrito la transmisión por orina, pero parece ser poco habitual. Ambos sexos parecen ser igualmente sensibles.
Los signos principales son el aborto durante el último trimestre de gestación sin signos previos, cachorros nacidos muertos y fracasos en la concepción. Después del aborto se suele observar una descarga vaginal prolongada. Se pueden producir abortos en las gestaciones siguientes. Los perros infectados también pueden desarrollar linfadenitis generalizada y con frecuencia epididimitis, periorquitis y prostatitis. La espondilitis y la uveítis son complicaciones ocasionales. La bacteriemia es frecuente y persiste ~18 meses después de la exposición. La fiebre no es característica.
El diagnóstico se basa en el aislamiento e identificación del agente causante o en la serología. Por lo general, el microorganismo se puede aislar con facilidad a partir del exudado vaginal, de cachorros abortados, sangre, leche o semen de perros infectados. La prueba serológica utilizada más ampliamente ha sido una prueba de aglutinación mediante el método de tubo o placa. Pueden producirse reacciones de aglutinación no específicas en algunos perros. Para eliminar reacciones no específicas de anticuerpos, el suero se trata con 2-mercaptoetanol y se vuelve a analizar. La prueba de inmunodifusión en gel de agar realizada en algunos laboratorios es bastante específica. Otras pruebas, como la inmunofluorescencia indirecta y la técnica de ELISA se han utilizado algunas veces.
Los intentos de inmunización no han tenido éxito. Las medidas de control se han basado en la eliminación o aislamiento de perros infectados identificados por pruebas serológicas o cultivos positivos realizados a intervalos mensuales. La incidencia de la infección es muy inferior en perreras donde los perros se mantienen en jaulas individuales. El tratamiento a largo plazo, por ejemplo, con un régimen combinado de estreptomicina o gentamicina y tetraciclina, ha tenido éxito en muchos casos. La castración de los perros infectados es a veces una alternativa a la eutanasia.
La prevención de la brucelosis canina se realiza mediante pruebas antes de la entrada y reproducción. La enfermedad es de declaración obligatoria en algunos estados de EE. UU. B canis es zoonótica, aunque los casos de infección humana son raros y menos graves que los causados por las especies lisas del género. Se desconoce la verdadera incidencia. Las pruebas de diagnóstico utilizadas para las especies lisas no presentan reacciones cruzadas con las de las especies rugosas; esto puede dar lugar a un diagnóstico erróneo. Además, los signos de las infecciones por B canis pueden parecerse a los de otras enfermedades. Se deben tomar las medidas adecuadas para prevenir la exposición.