La vaginitis es una inflamación de la vagina.
La vaginitis juvenil (prepuberal) se produce en hembras <1 año de edad. A menudo es un hallazgo accidental en la exploración física.
La vaginitis adulta aparece después del primer celo y suele producirse en hembras esterilizadas. Suele implicar un factor predisponente, que incluye una anomalía congénita con orina o contaminación fecal, irritación química, neoplasia, traumatismo vaginal o cuerpo extraño. Se observa principalmente en perras, pero rara vez en gatas.
Etiología de la vaginitis en pequeños animales
La vaginitis puede ser concomitante con neoplasia vaginal (es decir, tumor venéreo transmisible, leiomioma) y contaminación bacteriana, incluyendo Pasteurella, Streptococcus, E coli, Pseudomonas, Mycoplasma y Chlamydia, o infección vírica, como el herpesvirus canino. La infección por Brucella canis es poco frecuente en pacientes con vaginitis, pero debe considerarse.
Además, la vaginitis se observa después de un hematoma o absceso vaginal, exposición a andrógenos exógenos, estenosis vaginovestibulares o incluso intoxicación por zinc.
Signos clínicos de la vaginitis en pequeños animales
Los signos clínicos de la vaginitis incluyen secreción de la vulva, polaquiuria, lamido vaginal, manchado, deslizamiento y atracción de los machos. Los cachorros pueden tener antecedentes de pequeñas cantidades de secreción vulvar transparente a turbia con lamido vulvar ocasional, pero rara vez presentan signos sistémicos. Los signos de la vaginitis del adulto son similares a los de la vaginitis del cachorro, pero pueden ser más pronunciados.
Diagnóstico de la vaginitis en pequeños animales
Las pruebas diagnósticas para la vaginitis deben incluir análisis de orina recogidos por cistocentesis para descartar una afección subyacente en la vejiga urinaria, examen vaginal y examen microscópico de la secreción vulvar, así como cultivo y sensibilidad de muestras vaginales y de orina.
Debe descartarse la cistitis concomitante.
En la exploración, la confirmación estructural de la vulva también debe comprobarse para detectar cualquier malformación o deformidad que pueda haber contribuido a la vaginitis, como una vulva hundida.
Tratamiento de la vaginitis en pequeños animales
No es necesario el tratamiento de la vaginitis en perras con signos clínicos mínimos, pero debe mantenerse limpia la zona para evitar infecciones bacterianas secundarias.
Si se detecta en un examen previo a la esterilización, la cirugía debe posponerse hasta que la afección se resuelva. Si se resuelve antes del primer estro, la cirugía puede continuar sin esperar a que la paciente pase por un primer estro. A menudo, esta afección se resolverá sin intervención después del primer estro.
La vaginitis se trata con antimicrobianos específicos basados en cultivos microbiológicos y pruebas de sensibilidad antimicrobiana solo después de descartar o tratar todos los problemas subyacentes, como estenosis vaginales, incontinencia urinaria o piometra. Si se necesita un tratamiento antimicrobiano empírico, se ha demostrado que la amoxicilina-ácido clavulánico es eficaz contra el 91 % al 100 % de las bacterias comúnmente implicadas en la vaginitis en las perras.
Si se deben a problemas de conformación, se puede realizar una episioplastia para eliminar el exceso de pliegues cutáneos alrededor de la vulva y permitir una evacuación más libre de la orina. Sin embargo, la episioplastia solo debe realizarse cuando el problema es grave y la acumulación de orina es la afección subyacente que se sospecha.