Los perros y a veces los gatos se intoxican al ingerir ciertos tipos de sapos. Todos los sapos producen veneno, pero la potencia del veneno varía según la especie y la localización geográfica. El veneno de sapo es una sustancia espesa, de color blanco cremoso y muy irritante. Puede afectar al corazón, al sistema nervioso y a los vasos sanguíneos. La especie más tóxica en EE. UU. parece ser el sapo gigante o marino, Rhinella marina (anteriormente Bufo marinus), una especie introducida que está establecida en Florida, Hawái y Texas. Se le conoce como sapo de caña en Australia, con una distribución en la mitad nordeste del continente.
Los encuentros con sapos son más comunes durante la temporada cálida o templada. Los signos de envenenamiento varían desde efectos locales dentro y alrededor de la boca hasta convulsiones y muerte. Los efectos locales incluyen babeo espumoso, sacudidas vigorosas de la cabeza, manotazos en la boca y arcadas. Se ven inmediatamente, probablemente porque el veneno es sumamente irritante. El vómito no es inusual y puede persistir durante varias horas. La intoxicación grave, como por el veneno de Bufo marinus, causa frecuencias cardiacas anómalas potencialmente mortales, dificultad para respirar, un tono azulado en la piel y las membranas mucosas y convulsiones.
No existe un antídoto especifico. El tratamiento está dirigido a minimizar la absorción del veneno, junto con un tratamiento de apoyo. Se debe lavar inmediata y meticulosamente la boca con abundante cantidad de agua. El tratamiento de apoyo incluye medicamentos para reducir la cantidad de saliva y corregir la frecuencia cardiaca. También puede ser necesaria la terapia con oxígeno.
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