Los venenos se pueden absorber a través del tracto digestivo, la piel, los pulmones, los ojos, las membranas mucosas (como las de la nariz o el ojo), las glándulas mamarias y el útero, así como desde los puntos de inyección. Los efectos tóxicos pueden ser locales, o el veneno puede ser absorbido y difundido por el torrente sanguíneo. Algunos venenos se excretan por los riñones. Otros se excretan en la bilis y se acumulan en depósitos de grasa. Otros se excretan en la leche. En la mayoría de los casos, el organismo intenta desintoxicar el veneno. El hígado realiza la mayor parte del procesamiento metabólico que convierte los compuestos en formas que el organismo puede usar o excretar. Esto incluye la desintoxicación de algunas sustancias. Desafortunadamente, cuando se metabolizan algunos venenos, los nuevos compuestos creados son más tóxicos que el compuesto original.
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