El envenenamiento por sapos puede producirse cuando los perros o gatos muerden o ingieren sapos, aunque la enfermedad grave o la muerte solo suelen producirse después de la exposición a sapos grandes como Rinella marina (sapo marino) o Incillus alvarius (sapo del río Colorado). Los signos clínicos de la intoxicación incluyen hipersalivación, náuseas o arcadas, vómitos, debilidad, cianosis, disnea y convulsiones; en los casos graves pueden aparecer hiperpotasemia y arritmias cardiacas. El tratamiento suele ser de apoyo, aunque puede considerarse el F(ab) específico de la digoxina en casos de arritmias graves o hiperpotasemia refractaria a los cuidados de apoyo.
Los perros y, con menor frecuencia, los gatos pueden desarrollar signos de intoxicación (envenenamiento) tras la exposición oral a muchos tipos de sapos. La gravedad es muy variable, según la extensión del contacto y del tipo de sapo. Todos los sapos producen toxinas; sin embargo, la potencia varía con la especie y aparentemente incluso entre áreas geográficas para la misma especie. La toxina del sapo, un mecanismo de defensa, es secretada por grandes glándulas situadas en la zona dorsal y caudal de los ojos y por pequeñas glándulas distribuidas por toda la piel. La toxina, una sustancia espesa, de color blanco cremoso y altamente irritante, puede ser expelida rápidamente por la contracción de los músculos periglandulares en la piel. Sus numerosos componentes incluyen las bufageninas, que tienen efectos similares a los digitálicos, y las bufotoxinas, que bloquean los canales de sodio en los nervios mediante un mecanismo similar a los anestésicos locales, las catecolaminas y la serotonina.
La especie más tóxica en EE. UU. es el sapo gigante o marino, Rhinella marina (anteriormente Bufo marinus), una especie introducida que está establecida en Florida, Hawái y Texas. R marina también se conoce como el sapo de la caña en Australia, donde su área de distribución se extiende a través de la mitad nordeste del continente.
El sapo del río Colorado, Incillus (anteriormente Bufo) alvarius, que se encuentra en el sudoeste de EE. UU. y el norte de México, es otro sapo de suficiente tamaño para tener niveles potencialmente letales de toxinas en sus secreciones cutáneas. La exposición a sapos más pequeños suele provocar signos clínicos más leves; sin embargo, en animales con problemas de salud preexistentes, especialmente enfermedad cardiaca, los signos clínicos pueden ser más graves, especialmente si se ingiere el sapo.
Hallazgos clínicos y diagnóstico de la intoxicación por sapos en perros y gatos
Valoración clínica
Análisis bioquímico sérico para detectar hiperpotasemia y determinación de la concentración sérica de digoxina.
Los encuentros con sapos son más comunes durante la temporada cálida o templada. Los signos clínicos de la intoxicación son variables y oscilan desde irritación local de la boca/garganta hasta convulsiones y la muerte. La gravedad depende del estado de salud del paciente, el grado de exposición, el tiempo transcurrido desde la exposición y la especie de sapo. Los efectos locales (salivación profusa y a veces espumosa, acompañada de vigorosas sacudidas de la cabeza, manoseos de la boca y arcadas) son inmediatos, porque la toxina es sumamente irritante. El vómito no es raro, especialmente en los casos graves, y aunque puede persistir varias horas, no se desarrollan más signos clínicos en los envenenamientos debidos a los sapos autóctonos comunes en EE. UU.
Otros efectos clínicos descritos incluyen membranas mucosas hiperémicas, taquipnea, edema pulmonar, ataxia, postración, estupor o coma. En la intoxicación causada por R marina o I alvarius, es característica la presentación de arritmias cardiacas, disnea, cianosis y convulsiones. La implicación cardiaca como la del SNC puede suponer una amenaza para la vida. Puede haber hiperpotasemia, debida a los efectos digitálicos de las bufageninas, y la digoxina puede detectarse en el suero debido a la reacción cruzada entre las toxinas del sapo y la digoxina. Sin embargo, la concentración sérica de digoxina, aunque ayuda a confirmar la exposición, no es probable que indique la gravedad de la exposición.
Tratamiento de la intoxicación por sapos en perros y gatos
Lavado copioso de las membranas mucosas orales
Cuidados de apoyo
No se dispone de un antídoto específico para las toxinas de sapos. El tratamiento se dirige a minimizar la absorción de la toxina y controlar los signos clínicos asociados. Puede ser necesario un tratamiento mínimo después de la exposición a la toxina en las zonas geográficas en las que están presentes los sapos menos tóxicos.
La boca del paciente debe lavarse inmediatamente y a fondo con abundante agua. Debe evitarse que los animales afectados inhalen los aerosoles de saliva o de agua con toxina de sapo. No se recomienda la inducción de la emesis debido a la posibilidad de que aparezcan rápidamente signos neurológicos. La atropina puede reducir el volumen de saliva y el riesgo de aspiración; sin embargo, no debe usarse hasta evaluar el estado cardiovascular. Los animales más gravemente afectados necesitan un tratamiento más extenso.
Deben identificarse las arritmias cardiacas y tratarse con protocolos estándar. Si existieran bradiarritmias, se debe considerar la atropina o dopamina, las taquiarritmias deben tratarse con lidocaína, fenitoína, propranolol o clorhidrato de procainamida. En casos de arritmias graves o hiperpotasemia refractaria al tratamiento estándar, se puede considerar la digoxina específica F(ab); sin embargo, el coste de la F(ab) a menudo hace prohibitivo su uso en pacientes veterinarios. La excitación del SNC o las convulsiones, si aparecen, deben controlarse mediante benzodiacepinas, barbitúricos o una combinación de ambos. Deben evitarse los anestésicos que predisponen a la fibrilación ventricular (p. ej., el halotano). También puede ser necesario el aporte de oxígeno suplementario y la ventilación mecánica si la cianosis y la disnea son graves.
Puntos clave
La intoxicación por sapos grave o potencialmente mortal suele ser el resultado de la exposición a sapos grandes como los sapos marinos o los sapos del río Colorado.
Los signos clínicos incluyen hipersalivación, vómitos, letargo, cianosis, disnea, arritmias cardiacas, convulsiones o coma.
El tratamiento es principalmente de apoyo; en pacientes con efectos cardiacos graves refractarios al tratamiento estándar, se puede considerar la F(ab) específica de la digoxina.
Para más información
Consulte también la información para propietarios sobre el envenenamiento por sapo.