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Intoxicación por drogas ilícitas y de abuso

PorSafdar A. Khan, DVM, MS, PhD, DABVT
Revisado/Modificado ago 2014

La exposición a fármacos ilegales o drogas de abuso en los animales de compañía puede ser accidental, intencional o maliciosa. A veces, los perros detectores de drogas también pueden ingerir estas sustancias. Debido a la naturaleza ilegal de los fármacos o drogas lícitas o de abuso, los propietarios pueden proporcionar una información inexacta, incompleta o engañosa en la exposición del historial. Las drogas ilícitas se adulteran a menudo con otras sustancias farmacológicamente activas, lo que hace aún más difícil establecer el diagnóstico.

En los casos sospechosos de exposición a fármacos ilícitos o drogas de abuso, se debería realizar un intento de reunir información sobre el entorno del animal, la cantidad de exposición y el tiempo de inicio de los signos clínicos y su tipo, gravedad y duración. Estas preguntas ayudarán a incluir o descartar la posible exposición a fármacos ilegales o drogas de abuso. Los fármacos ilegales y las drogas de abuso a menudo se conocen con nombres diferentes en un área u otra. Una llamada a una comisaría de policía local o a un centro de control de sustancias tóxicas de humana o animal pueden ayudar a identificar la sustancia ilícita si se conoce su nombre de la calle. La mayoría de los hospitales de humana, clínicas de urgencia y algunos laboratorios de diagnóstico veterinario tienen disponibles test de detección y pueden verificar la presencia de drogas ilícitas o sus metabolitos en diferentes fluidos corporales. La presencia de una droga original o de sus metabolitos en sangre u orina puede ayudar a confirmar la exposición en casos sospechosos. Se debe contactar con los laboratorios para obtener información sobre los tipos de muestras necesarias y el tiempo requerido para completar los exámenes o las pruebas.

Los kits de pruebas de fármacos de venta libre comúnmente disponibles pueden ayudar a excluir un caso sospechoso de intoxicación por una droga ilegal. Están diseñados para detectar los metabolitos del fármaco en la orina y pueden detectar la mayoría de las drogas ilícitas o recreativas más frecuentemente disponibles, como las anfetaminas, cocaína, marihuana, opioides y barbitúricos. Las sensibilidades y especificidades de estos kit de pruebas pueden variar. Los kits son económicos, eficaces y fáciles de usar, pero se deben seguir cuidadosamente las instrucciones que se proporcionan con cada kit para obtener los mejores resultados.

Anfetaminas y fármacos relacionados

Las anfetaminas y sus derivados son estimulantes del SNC y del sistema cardiovascular comúnmente utilizados en las personas para la supresión del apetito, la narcolepsia, el trastorno por déficit de atención, el parkinsonismo y algunos trastornos del comportamiento. Algunas de las anfetaminas o fármacos relacionados que se suelen encontrar son la benzfetamina, dextroanfetamina, lixdexamfetamina, pemolina, metilfenidato, fentermina, dietilpropión, fendimetrazina, metanfetamina y fenmetrazina. Las anfetaminas se venden en la calle bajo nombres como speed, bennies o uppers. Los adulterantes usados comúnmente son la cafeína, la efedrina o la fenilpropanolamina.

Farmacocinética y toxicidad:

Las anfetaminas se absorben rápidamente en el tracto GI, alcanzando un pico de concentración plasmática en 1-2 h. Las formulaciones de liberación retardada tienen una absorción y una semivida relativamente largas. La semivida en plasma de las anfetaminas depende del pH urinario. Con un pH alcalino, la semivida es de 15-30 h; con un pH ácido es de 8-10 h. En ratas y ratones, la DL50 oral aguda de anfetamina es de 10-30 mg/kg. Se han descrito muertes en personas tras la ingestión de metanfetamina a 1,3 mg/kg.

Patogenia:

La anfetamina estimula la liberación de norepinefrina, afectando a los receptores alfa- y beta-adrenérgicos. La anfetamina también estimula la liberación de catecolamina a nivel central, en la corteza cerebral, centro respiratorio medular y sistema activador reticular. Aumenta la cantidad de catecolaminas en las terminaciones nerviosas por incremento de la liberación e inhibiendo la recaptación y metabolismo. Los neurotransmisores afectados en el SNC son la norepinefrina, la dopamina y la serotonina.

Hallazgos clínicos y diagnóstico:

Los signos clínicos en la intoxicación por anfetamina y cocaína son similares y difíciles de diferenciar clínicamente. La única diferencia puede ser la mayor duración de los signos clínicos en la intoxicación porque la semivida de la anfetamina es mayor que la de cocaína. Los signos descritos con más frecuencia son hiperactividad, agresión, hipertermia, temblores, ataxia, taquicardia, hipertensión, midriasis, movimientos en círculo, cabeceos y muerte.

El diagnóstico es como en la cocaína (véase más adelante) y depende por lo general del conocimiento por parte del propietario de la exposición. La mayoría de las anfetaminas y fármacos relacionados o de sus metabolitos son detectables en el contenido gástrico y orina. Son difíciles de detectar en el plasma excepto cuando se han ingerido grandes cantidades.

Tratamiento:

Las fenotiacinas son las preferidas para controlar los signos de intoxicación por anfetaminas (véase más adelante para intoxicación por cocaína). Otros anticonvulsivos, como el diazepam, los barbitúricos o el isoflurano, se pueden utilizar según necesidad. Acidificando la orina con cloruro de amonio (25-50 mg/kg/día, PO, cuatro veces al día) o ácido ascórbico (20-30 mg/kg, PO, SC, IM o IV) se puede aumentar la eliminación de anfetamina por la orina. No obstante, esto debe hacerse solo si se puede monitorizar el equilibrio ácido-básico. La ciproheptadina (1,1 mg/kg, PO o por recto) también puede administrarse una o dos veces (con un intervalo de 6-8 h) para el síndrome serotoninérgico (desorientación, rigidez muscular, agitación). La frecuencia y ritmo cardiacos ( ver Tratamiento:, para el uso de betabloqueantes para tratar la taquicardia), la temperatura corporal y los electrolitos se deben monitorizar y tratar según necesidad.

Cocaína

La cocaína (benzoil metil ecgonina) es un alcaloide obtenido de las hojas de la planta de coca, Erythroxylon coca y E monogymnum. Algunos nombres comunes de la cocaína son coque, polvo de oro, polvo de estrellas, nieve, "C", niña blanca, dama blanca, béisbol y speedball (cocaína y heroína). El alcaloide de cocaína de las hojas de coca se procesa para obtener sal de clorhidrato de cocaína, luego se reprocesa para formar alcaloide de cocaína o base libre (un proceso denominado base cruda o pasta de coca o bolas de base), que es incoloro, inodoro, transparente y más estable al calor. La base libre de la cocaína también se denomina crack, rock o copo. La cocaína es cortada (diluida) varias veces antes de llegar al consumidor. Los alcaloides de xantina, anestésicos locales y descongestionantes son algunos de los adulterantes más frecuentes.

La cocaína es un fármaco de la lista tipo II autorizado para uso humano. Sus usos médicos están restringidos a su administración tópica como anestésico local en las membranas mucosas de las cavidades oral, laríngea y nasal. No obstante, se usa principalmente como droga recreativa.

Farmacocinética y toxicidad:

La cocaína se absorbe por la mayoría de las vías. Oralmente, se absorbe mejor en un medio alcalino (es decir, en el intestino). En las personas, se absorbe ~20 % de la dosis oral. Su semivida plasmática es de 0,9-2,8 h. La cocaína se metaboliza ampliamente por las colinestearasas hepáticas y plasmáticas a varios metabolitos inactivos que se excretan principalmente por la orina. La DL50 aguda de clorhidrato de cocaína administrado IV en perros es de 13 mg/kg; la DL100 es de 12 mg/kg en perros y de 15 mg/kg en gatos. Se cree que la DL50 oral en perros es 2-4 veces superior a la IV.

Patogenia:

La cocaína actúa sobre la parte simpática del sistema nervioso autónomo. Bloquea la recaptación de dopamina y norepinefrina en el SNC, lo que conduce a sentimientos de euforia, inquietud y una mayor actividad. La cocaína también puede disminuir las concentraciones de serotonina o de sus metabolitos. El uso tópico de cocaína produce vasoconstricción en vasos pequeños. En la intoxicación por cocaína se puede desarrollar hipertermia debido a un incremento en la producción de calor a partir de la actividad muscular o por la disminución de la pérdida de calor por la vasoconstricción.

Hallazgos clínicos y diagnóstico:

La intoxicación por cocaína se caracteriza por excitación del SNC, hiperactividad, escalofríos, ataxia, jadeo, agitación, midriasis, nerviosismo, convulsiones, taquicardia, hipertensión, acidosis o hipertermia. La depresión del SNC y el coma pueden seguir a la excitación del SNC. La muerte se produce por hipertermia, parada cardiaca o parada respiratoria. Algunos cambios químicos inespecíficos pueden incluir hiperglucemia y aumento de la CK y de las enzimas hepáticas específicas.

El diagnóstico se basa en la historia clínica de la exposición y la presencia de signos clínicos característicos. La identificación de cocaína en plasma, contenidos gástricos u orina puede confirmar la exposición. El diagnóstico diferencial incluye las anfetaminas, pseudoefedrina, efedrina, cafeína, chocolate, metaldehído, estricnina, micotoxinas tremorgénicas, plomo, nicotina, permetrina (gatos) y otros pesticidas, y encefalitis.

Tratamiento:

Los objetivos del tratamiento son la descontaminación GI, la estabilización del SNC y los efectos cardiovasculares, la termorregulación y el tratamiento de mantenimiento. Los animales con signos clínicos se deben estabilizar antes de intentar la descontaminación. La emesis puede inducirse tras una exposición reciente si el animal está asintomático y tiene la capacidad de proteger sus vías aéreas mediante el reflejo del vómito. Esto ha de continuarse con la administración de carbón activado con un catártico. Si por el estado del animal está contraindicada la inducción de la emesis (p. ej., presencia de signos del SNC o taquicardia extrema), se debe realizar un lavado gástrico con un tubo endotraqueal para reducir el riesgo de aspiración. Una dosis de carbón activado junto al catártico debe depositarse en el estómago después del lavado.

Controlar los signos nerviosos puede exigir el uso de más de un anticonvulsivo. Los signos clínicos de excitación del SNC pueden controlarse con diazepam; no obstante, los efectos del diazepam son de corta duración y puede ser necesario administrarlo repetidamente. Los tranquilizantes fenotiacínicos como la acepromacina (0,05-1 mg/kg, IV, IM o SC, repetido cuando sea necesario) o la clorpromacina (0,5-1 mg/kg, IV o IM) también suelen funcionar bien para controlar los efectos en el SNC. No obstante, las fenotiacinas deben emplearse con precaución, ya que pueden reducir el umbral convulsivo. Si las fenotiacinas son ineficaces, podrían utilizarse el fenobarbital a 3-4 mg/kg, IV, o el pentobarbital, IV, hasta efecto. Si los signos del SNC siguen sin controlarse tras las medidas precedentes, puede ser útil un gas anestésico como el isoflurano.

La presión arterial, frecuencia y ritmo cardiacos, el ECG y la temperatura corporal deben monitorizarse con frecuencia y tratarse según necesidad. El propranolol a 0,02-0,06 mg/kg, IV, tres-cuatro veces al día, u otros agentes betabloqueantes como el esmolol (0,2-0,5 mg/kg, IV lento durante 1 min, o 25-200 mcg/kg/min en infusión continua) se puede utilizar para controlar la taquicardia. Después de estabilizar los efectos sobre el SNC y cardiovascular, deben administrarse líquidos IV y monitorizarse los cambios electrolíticos y el estado ácido-base, corrigiéndolos según necesidad. El tratamiento y la monitorización deben continuar hasta que todos los signos clínicos remitan.

Éxtasis (MDMA o 3,4-metilendioximetanfetamina)

El éxtasis es una droga de diseño psicoactiva semisintética (desarrollada por químicos callejeros con cambios estructurales menores en los compuestos originales) con propiedades alucinógenas y similares a las anfetamínicas. Los nombres en la calle son Adam, XTC, E, Roll, X o droga del amor. Una dosis típica puede ser de 75-150 mg. Se cree que la MDMA causa una liberación excesiva de serotonina. También se une al transportador de serotonina (una proteína), que es responsable de sacar la serotonina de la sinapsis. El efecto general es un aumento de serotonina y efectos serotoninérgicos. La MDMA también afecta a la dopamina y a la norepinefrina. Los estudios en roedores indican que el uso de MDMA puede conducir a una lesión neuronal serotoninérgica permanente.

En las mascotas, la intoxicación por MDMA no es común. Por lo general es aguda y se produce por ingestión accidental (polvo, píldoras o cápsulas). Los signos clínicos se desarrollan entre 30 min y 2 h después de la ingestión y pueden consistir en efectos simpaticomiméticos (excitación del SNC, agitación, hiperactividad, pataleo, hipertermia, taquicardia, hipertensión, convulsiones [como las de anfetaminas]), sedación o signos que se cree que están relacionados con alucinaciones (vocalización, desorientación, rigidez muscular). La semivida en las personas es de 7,6-8,7 h. El tratamiento es similar al de la intoxicación anfetamínica ( ver Tratamiento:). Para los efectos serotoninérgicos (agitación, rigidez muscular, nerviosismo), se pueden probar fármacos antiserotoninérgicos como la ciproheptadina (1,1 mg/kg, PO, repetidos una vez en 6-8 h).

Marihuana

La marihuana se refiere a la mezcla de flores, hojas y tallos cortados, secos y molidos del cáñamo verde Cannabis sativa. Hay varios cannabinoides presentes en la resina de la planta pero el delta-9-tetrahidro-cannabinol (THC) es considerado el más activo y principal agente psicoactivo. La concentración de THC en la marihuana oscila entre el 1 y el 8 %. El hachís es la resina que se extrae de la parte superior de la planta en floración y es superior en concentración de THC a la marihuana. Los nombres callejeros de la marihuana incluyen porro, Mari Juana, hachís, mala hierba (maría), hierba, THC, ganja (grifa), bhang y charas. El THC puro se encuentra bajo prescripción con el nombre genérico de dronabinol. Un cannabinoide sintético, la nabilona, también está disponible. La marihuana o hachís vendidos en las calles pueden estar contaminados con fenciclidina, LSD u otros fármacos.

La marihuana es una sustancia controlada de la lista I que se utiliza principalmente como droga recreativa. También se emplea como antiemético en los pacientes que reciben quimioterapia y para disminuir la presión intraocular en los pacientes con glaucoma. Algunos clínicos defienden el uso del dronabinol como estimulante del apetito, pero los efectos disfóricos de este fármaco superan cualquier beneficio derivado de la estimulación del apetito.

La marihuana sintética es un fármaco de diseño en el que se rocían diferentes hierbas o incienso u otros materiales de hoja con productos químicos sintetizados en laboratorio. El uso de marihuana sintética produce efectos psicoactivos similares a los del THC. A menudo se afirma que es natural, segura y legal. Algunos de los nombres comunes en las calles son spice, K-2, skunk y moon rocks. Los signos clínicos de la intoxicación por ingestión de marihuana sintética en perros pueden ser más graves y durar más que los del THC.

Farmacocinética y toxicidad:

La vía más frecuente de exposición es la oral. Después de la ingestión, el THC sufre un sustancial efecto de primer paso. Se metaboliza en el hígado por hidroxilación microsomal y oxidación no microsomal. En los perros, la aparición de los signos clínicos empieza a los 30-90 min y puede durar hasta 72 h. El THC es muy lipofílico y después de la absorción se distribuye fácilmente en el cerebro y otros tejidos grasos. La DL50 oral del THC puro es de 666 mg/kg en ratas y 482 mg/kg en ratones. No obstante, los efectos clínicos de la marihuana se observan a dosis mucho menores.

Patogenia:

Se cree que el THC actúa sobre un único receptor cerebral selectivo para los cannabinoides y responsable de los efectos en el SNC. Los cannabinoides pueden incrementar la formación de norepinefrina, dopamina y serotonina. Pueden también estimular la liberación de dopamina y aumentar la renovación del ácido gamma-aminobutírico.

Hallazgos clínicos y diagnóstico:

Los signos más habituales de la intoxicación por marihuana son la depresión, ataxia, bradicardia, hipotermia, vocalización, hipersalivación, vómitos, diarrea, incontinencia urinaria, convulsiones y coma.

El diagnóstico se basa en la historia clínica de la exposición y los signos clínicos típicos. El THC es difícil de detectar en líquidos corporales dadas sus bajas concentraciones en el plasma. Las pruebas de orina, en los hospitales de humana o el uso de un kit de pruebas de droga de marihuana de venta libre, en los estadios tempranos de la exposición, pueden ayudar a confirmar el diagnóstico. La intoxicación por marihuana puede confundirse con la intoxicación por etilenglicol (anticongelante, ver Toxicosis por etilenglicol) o ivermectina; hipoglucemia; sobredosis por benzodiacepinas, barbitúricos u opioides; problemas de discos intervertebrales; o traumatismos de cabeza.

Tratamiento:

El tratamiento comprende cuidados de apoyo. Si la exposición es reciente y no hay contraindicaciones, se debe inducir la emesis y administrar carbón activado. A los animales comatosos se les debe monitorizar para detectar neumonía por aspiración, administrar líquidos IV, tratar la hipotermia, y se les debe girar con frecuencia para prevenir la aparición de edema o ulceraciones por decúbito. El diazepam se pueden administrar para la sedación o para controlar las convulsiones. El tratamiento y la monitorización se deben mantener hasta que todos los signos clínicos remitan (hasta 72 h en perros). Para los casos de intoxicación por marihuana sintética, además de las opciones de tratamiento anteriores, se puede considerar el uso de una solución de emulsión lipídica IV.

Opioides

El término opioide denominaba inicialmente a todos los alcaloides naturales obtenidos de la savia de la adormidera o amapola del opio (Papaver somniferum). La savia de la adormidera contiene morfina, codeína y otros alcaloides. Actualmente, el término opioides se refiere a todos los fármacos, naturales o sintéticos, de acción similar a la morfina o con acciones mediadas por receptores opiáceos. Estructuralmente, los opioides pueden dividirse en cinco clases. Algunos de los agentes más frecuentes de cada clase son 1) fenantrenos: morfina, heroína, hidromorfona, oximorfona, hidrocodona, codeína y oxicodona; 2) morfinán: butorfanol; 3) difenilheptanos: metadona y propoxifeno; 4) fenilpiperidinas: meperidina, difenoxilato, fentanilo, loperamida y profadol; y 5) benzomorfano: pentazocina y buprenorfina. Algunos de los opioides más utilizados en medicina veterinaria incluyen tramadol, buprenorfina, fentanilo, loperamida (antidiarreico) e hidromorfona. El uso de meperidina ya no es común.

Los opiáceos se usan principalmente para la analgesia. Además, se usan como supresores de la tos y para tratar la diarrea. A veces, los opioides también se utilizan para la sedación antes de la cirugía y como suplemento a la anestesia.

Farmacocinética y toxicidad:

Los opioides en general se absorben bien tras la administración oral, rectal o parenteral. Algunos opioides más lipofílicos también se absorben por vía nasal, bucal, respiratoria (heroína, fentanilo, buprenorfina) o transdérmica (fentanilo). Para algunos opioides, existe una reducción variable en la biodisponibilidad debido a un efecto de primer paso cuando se administran oralmente. Los opioides en general sufren metabolismo hepático con alguna forma de conjugación, hidrólisis, oxidación, dealquilación o glucuronización. Los gatos son deficientes en la glucuronización, por lo que la semivida de algunos opioides en los gatos puede ser prolongada. Después de la absorción, los opioides se eliminan rápidamente de la sangre y se almacenan en el riñón, el hígado, el cerebro, el pulmón, el bazo, el músculo esquelético y la placenta. La mayoría de sus metabolitos se excretan a través de los riñones.

La toxicidad de los opioides en animales es muy variable. En los perros, 100-200 mg/kg de morfina administrados SC o IV se consideran letales. La dosis letal estimada de codeína en seres humanos adultos es de 7-14 mg/kg; en niños, 2,5 mg de hidrocodona han sido letales.

Patogenia:

Los efectos de los opioides se deben a su interacción con los receptores de opiáceos (mu, kappa, delta, sigma y épsilon) que se encuentran en el sistema límbico, médula espinal, el tálamo, hipotálamo, núcleo estriado y mesencéfalo. Los opioides pueden ser agonistas, agonistas-antagonistas o antagonistas de estos receptores. Los agonistas se unen y activan un receptor, mientras que los antagonistas se unen sin causar la activación.

Hallazgos clínicos:

Los principales efectos de los opioides están en el SNC, vías respiratorias y sistemas cardiovascular y GI. Los signos clínicos de intoxicación frecuentemente descritos incluyen la depresión del SNC, somnolencia, ataxia, vómito, convulsiones, miosis, coma, depresión respiratoria, hipotensión, estreñimiento/defecación y muerte. Algunos animales, especialmente los gatos, caballos, ganado vacuno y cerdos, pueden mostrar excitación en vez de depresión del SNC.

Diagnóstico:

El diagnóstico de la intoxicación por opioides se basa en el conocimiento de la exposición y los tipos de signos clínicos presentes (SNC y depresión respiratoria). Los niveles de opioides en plasma por lo general no resultan útiles. La orina se puede utilizar para determinar la exposición a los opioides empleando algunos de los kits para drogas ilícitas, de venta libre (deben seguirse las instrucciones del fabricante). La intoxicación por opioides debe diferenciarse de la intoxicación por etilenglicol, ivermectina, benzodiacepinas, barbitúricos, marihuana, así como de los trastornos que inducen hipoglucemia.

Tratamiento:

Los signos clínicos pueden revertirse con el antagonista de los opioides naloxona. Las dosis en diferentes especies son 0,04-0,16 mg/kg, IV, IM o SC para perros y gatos; 0,01-0,1 mg/kg, SC o IP para conejos y roedores; 0,01-0,02 mg/kg, IV para caballos. La administración de naloxona se debe repetir según necesidad (cada hora), porque su duración de acción puede ser más corta que la de la intoxicación de los opioides que se está tratando. Debe vigilarse estrechamente la posible depresión respiratoria y aplicar ventilación de apoyo si es necesario. Otros signos se tratarán sintomáticamente. Las reacciones disfóricas (vocalización, agitación, inquietud y excitación) pueden tratarse con diazepam u otras benzodiacepinas. Para el síndrome similar a la serotonina (desorientación, rigidez muscular, agitación) inducido por algunos opioides, se puede probar la ciproheptadina (1,1 mg/kg, PO o por recto) una o dos veces (con un intervalo de 6-8 h).