Las dermatitis atópicas de origen ambiental (p. ej., polvo, ácaros del polvo, polen de árboles, pastos y malezas, mohos) o inducidas por alimentos son trastornos alérgicos frecuentes en perros y gatos, y a menudo causan eritema y prurito del pabellón auricular y de los conductos auditivos externos. La afección alérgica predispone al desarrollo de una otitis externa bacteriana o por levaduras secundaria.
La otitis externa puede extenderse hasta afectar el pabellón auricular. La dermatitis auricular puede presentarse con eritema, pápulas, costras y liquenificación. Además, la hipersensibilidad por contacto a las preparaciones óticas puede causar lesiones en la cara interna del pabellón auricular (véase dermatitis de contacto). Otras partes del cuerpo, como la cara (es decir, la región periocular, el hocico, el mentón), la axila, la ingle y los pies, también se ven afectados con frecuencia.
Para el diagnóstico, la citología cutánea está indicada para identificar la presencia de infecciones secundarias; los hallazgos más comunes incluyen levaduras (Malassezia) y bacterias cocoides (Staphylococcus) o una infección mixta.
El tratamiento tópico en la mayoría de los casos es suficiente para controlar la infección y la inflamación. Las toallitas medicinales, las cremas, las lociones, los geles, los aerosoles o las espumas se pueden utilizar como forma de administración según la facilidad de aplicación. Los ingredientes activos deben elegirse basándose en los hallazgos citológicos. Para los pacientes atópicos propensos a desarrollar dermatitis auricular, se pueden aplicar ceramidas y ácidos grasos esenciales tópicos para hidratar la piel y mejorar la función de barrera epidérmica. Los glucocorticoides tópicos también pueden usarse si hay prurito sin una infección secundaria bacteriana o por levaduras.
Cortesía del Dr. Michele Corazza.
La hipersensibilidad felina a la picadura de mosquito es una reacción alérgica que puede causar dermatitis ulcerativa y costrosa de las orejas, la nariz y, raramente, de las almohadillas, los párpados, la barbilla y los labios de los gatos. Las lesiones progresan de pápulas a placas que pueden formar costras y ulcerarse y unirse para afectar a áreas extensas. El prurito es un signo constante y además pueden observarse adenopatías regionales. En los casos graves, se puede desarrollar fiebre u otros signos sistémicos. Histológicamente, las lesiones se caracterizan por una grave dermatitis eosinofílica de perivascular a intersticial superficial y profunda, frecuentemente asociada con figuras de llamas, foliculitis y forunculosis. El diagnóstico diferencial clínico comprende el pénfigo foliáceo, la dermatitis por herpesvirus ulcerativo, otras causas de dermatitis eosinofílica (alergia alimentaria, atopia, idiopática), la sarna notoédrica y la dermatofitosis. El tratamiento consiste en mantener al gato en el interior al anochecer y en las horas de descanso. En los casos graves pueden ser necesarias dosis antiinflamatorias sistémicas de glucocorticoides.