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Enfermedades geriátricas de las aves de compañía

PorSharman M. Hoppes, DVM, DABVP (Avian)
Última revisión/modificación sept 2021

Hasta hace poco, la medicina geriátrica ha sido un área desatendida de la medicina aviar. Las enfermedades infecciosas, las dietas inadecuadas y la mala crianza hicieron que la mayoría de las aves de compañía no vivieran lo suficiente para desarrollar afecciones geriátricas. A medida que ha crecido la base de conocimientos de la medicina aviar, la nutrición y el cuidado adecuado, también ha aumentado la duración de la vida de las aves de compañía. La mayoría de las aves de compañía tienen el potencial de vivir 20-80 años, según su tamaño (las aves más pequeñas tienen una vida más corta y las más grandes una vida más larga). Dado que las aves de compañía viven más tiempo, ha aumentado la incidencia de enfermedades de inicio geriátrico, como cataratas, neoplasias, artritis y enfermedades cardiovasculares.

Cataratas

Las cataratas se desarrollan en muchas especies de aves psitácidas a medida que envejecen, especialmente en los guacamayos, los loros del Amazonas y las ninfas. Estas especies pueden ser propensas a las cataratas o pueden estar sobrerrepresentadas en la población de aves de compañía de mayor edad. Si el inicio de las cataratas es gradual, se suele producir una adaptación a la visión reducida; si no es así, los signos clínicos pueden ser depresión, inactividad y desgana para salir o moverse dentro de la jaula.

Los ojos de las aves más viejas deben examinarse anualmente para detectar cambios tempranos en la opacidad del cristalino. Debido al pequeño tamaño expuesto de la córnea y la pupila en las psitácidas, y a las numerosas enfermedades adquiridas que pueden producirse, se recomienda la exploración por parte de un oftalmólogo. Las cataratas a menudo se desarrollan de forma secundaria a una infección o un traumatismo o pueden estar relacionadas con la edad. Una uveítis puede estar también presente.

Otras afecciones oftálmicas que se pueden encontrar en aves geriátricas son queratoconjuntivitis seca, ulceraciones corneales, anomalías del tercer párpado, hipopion, uveítis anterior, granulomas conjuntivales, infección de la conjuntiva (p. ej., Clamidia, Mycoplasma, poxvirus), adenoma de la glándula de Harder y linfoma.

En aves psitácidas grandes, la extirpación quirúrgica de las cataratas tiene éxito en muchos casos. La salud general del ave y el grado en que las cataratas afectan a su calidad de vida deben evaluarse antes de la cirugía. Los midriáticos de uso común no son útiles en las aves debido al músculo esquelético (en lugar del liso) que se encuentra en el iris. En cualquier ave con disminución de la visión, la alteración mínima del entorno doméstico es crítica. Las cataratas tempranas, especialmente si hay uveítis, pueden ser dolorosas. Los AINE, ya sean gotas oculares (flurbiprofeno) o sistémicos (meloxicam, celecoxib), o ambos, pueden usarse para reducir la inflamación y el dolor.

Artritis

La artritis séptica y traumática puede darse a cualquier edad. La artritis séptica es más común en los dedos. La osteoartritis también es común en aves geriátricas y puede conducir a otros problemas, como pododermatitis, si no se detecta y trata a tiempo. El peso del ave, su estado físico general, las lesiones previas y cualquier afección médica simultánea pueden contribuir a la aparición y gravedad de la artritis. La pododermatitis simultánea suele estar presente y puede ser tanto una causa como un resultado de una menor actividad física. La malnutrición, que disminuye la integridad del epitelio plantar, y la obesidad concomitante están a menudo presentes en las aves afectadas. El entorno de la jaula, especialmente la variedad, el diámetro y la textura de las perchas, puede ser importante para proporcionar comodidad y estabilidad a las aves artríticas al tiempo que previene o minimiza la pododermatitis. Si es posible, las uñas deben dejarse con puntas afiladas para añadir fuerza y estabilidad al agarre. Las alas deben cortarse mínimamente para ayudar con el equilibrio.

Los signos clínicos varían según la localización de la artritis y la gravedad de la enfermedad. Las aves pueden presentar cojera o estar menos activas. Un ave con vuelo sin recortar puede no querer volar o no hacerlo. El ave puede no posarse con normalidad o caerse de las perchas. Otros signos de la artritis son articulaciones inflamadas o calientes, disminución del rango de movimiento, picaje o mutilación de las plumas o vocalización excesiva.

El diagnóstico se basa en los signos clínicos, los hallazgos de la exploración física y las pruebas de imagen (radiografías o TC). Las lesiones radiográficas incluyen estrechamiento del espacio articular, esclerosis del hueso subcondral, desalineación de la articulación y formación de osteofitos. La TC ayuda a determinar la gravedad de los cambios óseos. Las articulaciones comúnmente afectadas son el tarso, la rodilla y las falángicas. Las articulaciones de la extremidad torácica parecen estar afectadas con menor frecuencia.

Se recomienda un plan de tratamiento multimodal, que incorpore tanto modalidades médicas como no médicas. El tratamiento médico incluye el uso de AINE, condroprotectores y posiblemente opioides. El AINE más utilizado en la medicina aviar es el meloxicam, un inhibidor de la ciclooxigenasa 2. Los potenciales efectos adversos de los AINE son la isquemia renal, por lo que deben usarse con precaución a largo plazo y a la dosis terapéutica más baja posible. De forma anecdótica, se ha utilizado con éxito la glucosamina o el glucosaminoglucano polisulfatado. Este último debe usarse con cuidado, porque algunas aves han tenido coagulopatías mortales a causa de las inyecciones. La gabapentina en combinación con los AINE ha sido eficaz para aliviar el dolor artrítico.

Los opioides pueden ser necesarios para las exacerbaciones agudas de una afección artrítica crónica o para afecciones que no responden inicialmente a los AINE. Se puede usar tramadol o butorfanol hasta que los AINE hagan efecto.

El tratamiento adicional incluye cambios en el cuidado, un plan de pérdida de peso y ejercicio, una dieta más saludable (rica en ácidos grasos omega-3) y fisioterapia. Alentar a las aves con vuelo a volar en un ambiente seguro es la mejor forma de ejercicio. Si no es posible un entorno seguro, animar a los loros a trepar, caminar o incluso subirse varias veces puede ser un ejercicio. La búsqueda de comida, colocando múltiples cajas de forrajeo en lados opuestos de la jaula o recinto, promueve el ejercicio. Si el ave tiene sobrepeso, la pérdida de peso es esencial, ya que los estudios han demostrado que la obesidad es un factor de riesgo de osteoartritis en muchas especies. Esto puede implicar la conversión lenta del ave en una dieta granulada con ácidos grasos esenciales añadidos. Los ácidos grasos pueden tener un efecto antiinflamatorio y ser protectores renales. Se recomienda el aceite de semilla de lino o un suplemento de omega como la mejor fuente de suplementación de ácidos grasos para las aves. Otros cambios en el cuidado, como los cambios en la textura o el diámetro de la percha o el acolchado de las perchas, pueden ser útiles en aves con patas o pies débiles o doloridos.

La gota articular también es común en aves ancianas. La diferenciación entre artritis y gota articular es crítica debido a las grandes diferencias en la progresión, la calidad de vida y el pronóstico.

Tabla
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Pododermatitis

La pododermatitis, o clavo, es una afección relativamente común en las aves de compañía más viejas. Es un término general para cualquier afección inflamatoria o degenerativa del pie aviar y puede variar desde un leve enrojecimiento hasta cambios óseos.

La pododermatitis se desarrolla con mayor frecuencia cuando las aves se alojan en perchas inapropiadas o secundariamente a una lesión en una pata, lo que hace que el ave cambie su peso a la otra pata (buena) y cree una mayor presión y ulceración potencial en la superficie plantar del pie. Las aves con mayor riesgo son las que presentan fracturas en las patas; artritis de la cadera, la rodilla o la articulación tarsal; las aves obesas o con una dieta deficiente (p. ej., deficiencia de vitamina A). Estas son las mismas afecciones que pueden predisponer a un ave a la artritis.

La pododermatitis es a menudo una secuela de la osteoartritis y una enfermedad progresiva. Se desarrolla una lesión hiperémica localizada, seguida de ulceración y, si no se trata, formación de abscesos y osteomielitis. Inicialmente, la piel de las almohadillas metatarsianas y digitales se vuelve plana y lisa. La piel puede volverse proliferativa y luego ulcerarse, permitiendo el acceso de las bacterias, lo que conduce a inflamación e infección. A medida que la infección progresa, las vainas tendinosas se ven afectadas y se desarrolla una osteomielitis y artritis séptica.

Las aves pueden presentar cojera, depresión y anorexia debido a la inflamación, el dolor y la infección. El diagnóstico se basa en los signos clínicos, los hallazgos de la exploración física, las radiografías y los resultados del cultivo. Las aves afectadas deben examinarse a fondo para detectar lesiones o enfermedades predisponentes.

El tratamiento incluye la corrección de un manejo inadecuado (añadiendo perchas acolchadas o cubiertas con césped artificial) y la conversión a una dieta más saludable, preferiblemente formulada. En las aves obesas se debe fomentar la pérdida de peso y el ejercicio (volar, trepar o caminar). En los estadios iniciales, esto puede ser todo lo necesario.

A medida que la enfermedad progresa, puede ser necesario un vendaje para aliviar la presión sobre la lesión. Las lesiones deben mantenerse limpias. La higiene estricta de las perchas y las patas es importante para prevenir infecciones bacterianas. Si hay una costra, se debe ablandar y eliminar o desbridar quirúrgicamente. El uso de antimicrobianos se debe basar en los resultados del cultivo y el antibiograma. Se identifica con mayor frecuencia Staphylococcus spp; otras bacterias descritas incluyen Escherichia coli y Proteus spp.

Los antibióticos eficaces son la amoxicilina-ácido clavulánico (125 mg/kg, PO, 3 veces al día), el enrofloxacino (10-15 mg/kg, PO, 2 veces al día) y el marbofloxacino (5 mg/kg/día) durante 10-14 días. El tratamiento del dolor es importante e incluye una combinación de AINE y/u opioides, según la gravedad de la enfermedad y después de cualquier desbridamiento quirúrgico. Una pauta consiste en meloxicam (0,5-1 mg/kg, 1-2 veces al día) junto con tramadol (15-30 mg/kg, PO, 2-3 veces al día) y, en casos graves o después de la cirugía, butorfanol (0,5-3 mg/kg, IM o intranasal, cada 4 horas, según la especie). Los anestésicos locales pueden ser útiles después de la cirugía.

Enfermedad cardiaca

A medida que las aves viven más tiempo y las técnicas de diagnóstico mejoran, la enfermedad cardiaca se diagnostica con mayor frecuencia. Puede ser difícil de detectar y puede asemejarse a otros problemas, como una enfermedad respiratoria. La enfermedad cardiaca se ha asociado con la aterosclerosis en las aves de compañía, y los factores de riesgo potenciales son un estilo de vida sedentario, una dieta rica en grasas y la hipercolesterolemia. La mayoría de las aves afectadas tienen >15 años y la incidencia es mayor en las hembras.

Hallazgos clínicos de enfermedad cardíaca en aves de compañía

Los signos clínicos de enfermedad cardiaca en las aves de compañía son debilidad, depresión o letargo, aumento de la frecuencia respiratoria y del esfuerzo y/o taquicardia. En la cardiopatía del lado derecho, la hepatomegalia y la ascitis son frecuentes. Los signos suelen ser sutiles e insidiosos hasta que el proceso patológico está avanzado. Las aves con enfermedad subclínica pueden detenerse cuando se intentan pruebas diagnósticas o tratamientos. En las aves, la enfermedad cardiaca del lado derecho es más frecuente que del lado izquierdo.

Diagnóstico de la enfermedad cardíaca en las aves de compañía

La enfermedad cardiaca está infradiagnosticada en el paciente aviar, y se recomienda la consulta con un cardiólogo para cualquier paciente aviar con sospecha de enfermedad cardiaca. El diagnóstico de la anomalía cardiovascular y la elaboración de un plan terapéutico requieren el conocimiento de la anatomía y fisiología de las aves y las habilidades diagnósticas y recomendaciones farmacológicas de un cardiólogo.

El diagnóstico de enfermedad cardiaca comienza con una anamnesis y una exploración física completas. La evaluación diagnóstica inicial debe incluir un hemograma completo, un perfil bioquímico, estudios de imagen y ecocardiograma. Los valores hematológicos y bioquímicos no siempre son útiles en el diagnóstico de la enfermedad cardiovascular, aunque la enfermedad miocárdica puede causar aumentos en las concentraciones de AST, CK y LDH. Se puede observar lipemia y, en caso de aterosclerosis, aumentos marcados en las concentraciones de colesterol y triglicéridos.

Las radiografías ayudarán en la valoración general del tamaño cardiaco, el contorno y la radiodensidad de la silueta cardiaca y los grandes vasos (tronco braquiocefálico, aorta, arterias y venas pulmonares). Otras anomalías radiográficas que pueden estar presentes con la enfermedad cardiaca son una silueta hepática agrandada, aumento de la radiodensidad del parénquima pulmonar, compresión del saco aéreo celómico o pérdida del detalle celómico. El aumento de la radiodensidad, la tortuosidad de los grandes vasos y la mineralización focal o lineal de los vasos sugieren aterosclerosis, aunque la evaluación del aumento de la radiodensidad y la opacidad es algo subjetiva y varía con la técnica radiográfica. La mineralización de los vasos en las psitácidas aparece con mayor frecuencia a lo largo de la aorta y los troncos braquiocefálicos, pero puede observarse a lo largo de las arterias más pequeñas.

La TC es útil para determinar cardiomegalia, dilatación ventricular, derrame pericárdico, edema pulmonar, ascitis y congestión venosa. La angiografía por TC es útil para obtener imágenes del sistema vascular y puede ayudar más fácilmente a diagnosticar enfermedades vasculares, como la calcificación arterial y la estenosis luminal relacionada con la aterosclerosis, los aneurismas y las anomalías vasculares congénitas.

Aunque las radiografías y las TC tienen valor para valorar la cardiomegalia y la hepatomegalia, la ecografía celómica puede ayudar a confirmar y determinar la etiología de la enfermedad. La ecografía celómica puede permitir la valoración del tamaño de la cámara, el grosor de la pared, la morfología valvular de la contractilidad y la función. La dilatación de la cámara, la hipertrofia miocárdica, la insuficiencia y las anomalías valvulares, los defectos de los septos, las masas cardiacas, el derrame pericárdico, la ascitis y los aneurismas pueden identificarse con ecografía asistida por Doppler color. Pueden obtenerse muestras de líquido ascítico o pericárdico mediante aspiración con aguja fina.

Para caracterizar las arritmias se utiliza un ECG, que puede proporcionar información sobre las anomalías cardiacas y la dilatación de las cámaras. Se usa junto con las imágenes y la ecografía para ayudar en el diagnóstico de enfermedades cardiacas específicas. La enfermedad grave puede existir en ausencia de cambios en el ECG. Los estudios han demostrado sistemáticamente que los valores de presión arterial obtenidos con métodos indirectos no concuerdan con las mediciones sistólicas directas y pueden tener escaso valor como herramienta diagnóstica en el entorno clínico. Pero, en general, la hipotensión se define cuando la presión arterial sistólica es <90 mmHg con una media <60 mmHg. Los valores sistólicos >200 mmHg se consideran hipertensión.

Tratamiento de la enfermedad cardíaca de las aves de compañía

El tratamiento de la enfermedad cardiaca de las aves incluye cuidados de apoyo y oxigenoterapia para la insuficiencia cardiaca congestiva. Los pilares del tratamiento tanto en animales pequeños como en aves son los diuréticos, los inhibidores de la ECA y los inótropos positivos. La disminución de la hipervolemia, el edema y el derrame es una prioridad terapéutica inmediata en un ave que presenta insuficiencia cardiaca. Esto se logra mediante la administración de diuréticos, más comúnmente furosemida a 1-5 mg/kg, IM. Inicialmente, puede ser necesario repetir esto cada 2 horas hasta que el ave esté estable; la dosis puede entonces reducirse a cada 6-12 horas. Una vez que el ave está estable, la furosemida puede administrarse oralmente cada 8-12 horas. El objetivo es administrar la dosis más baja que controle los síntomas clínicos de congestión.

Los inhibidores de la ECA son un componente esencial del tratamiento médico a largo plazo de la insuficiencia cardiaca congestiva. El enalapril (1,25-5 mg/kg, PO, cada 12 horas) ha sido el inhibidor de la ECA administrado con mayor frecuencia, y la evidencia empírica sugiere que es seguro y eficaz.

Los inótropos positivos se usan para aumentar la contractilidad miocárdica y también para la insuficiencia cardiaca debida a disfunción sistólica. Están contraindicados en casos de cardiomiopatía hipertrófica y obstrucción del flujo de salida, y pueden no ser apropiados en aves con insuficiencia cardiaca secundaria a aterosclerosis. Tanto la digoxina (0,01-0,02 mg/kg, PO, cada 12 horas) como el pimobendán (0,1-0,25 mg/kg, PO, cada 12 horas) se han administrado para el tratamiento de la insuficiencia cardiaca en especies aviares, pero no hay datos sobre su eficacia y seguridad. Los inótropos negativos (betabloqueantes) son un componente central del tratamiento de la insuficiencia cardiaca en humanos, pero no se han utilizado habitualmente en pacientes aviares. Los efectos beneficiosos de los betabloqueantes se han documentado en la cardiomiopatía dilatada inducida por furazolidona en pavipollos, pero no hay datos disponibles para las psitácidas.

El cuidado a largo plazo puede incluir restricción del ejercicio, descanso en jaula con alojamiento apropiado y conversión a una dieta más saludable, junto con pérdida de peso en caso de obesidad. Dado que muchas de estas aves necesitarán medicación a largo plazo, el entrenamiento de refuerzo positivo para la selección de objetivos y el entrenamiento con jeringas pueden ayudar en la administración de medicamentos. Los medicamentos deben formularse o combinarse para que sean lo más palatables y concentrados posible para proporcionar una mejor aceptación y una dosificación de volumen reducido. Los ácidos grasos esenciales (aceite de linaza a 0,1 mL/kg, PO, 1 vez al día, y suplemento de omega a 0,22-0,44 mL/kg, PO, 1 vez al día) también se han recomendado y utilizado para reducir el colesterol y la inflamación.

Aterosclerosis de aves de compañía

La aterosclerosis es una lesión proliferativa de la túnica media y la túnica íntima de las arterias elásticas y musculares. Las placas ateroscleróticas causan un flujo vascular anormal y pérdida de la integridad endotelial. Estos cambios en las paredes de los vasos pueden iniciar la trombosis. En las aves, las lesiones se localizan principalmente en la aorta y las arterias braquiocefálicas. La aterosclerosis es frecuente en las aves psitácidas. Suele ser una afección geriátrica, excepto en los loros grises africanos, en los que esta enfermedad se ha observado en aves muy jóvenes. Los loros del Amazonas, los loros cuáqueros, los guacamayos y los loros grises africanos parecen ser particularmente propensos. La aterosclerosis es un factor subyacente en muchas de las enfermedades cardiovasculares no infecciosas observadas en las aves de compañía.

Los factores predisponentes incluyen la edad (la mayoría de las aves afectadas tienen 10-15 años de edad), el sexo (las hembras tienen una mayor incidencia), el estilo de vida sedentario y una dieta rica en grasas. Los signos clínicos rara vez se describen en las aves, y la afección a menudo se asocia con la muerte súbita. Los signos clínicos que pueden observarse son intolerancia al ejercicio, disnea, debilidad episódica y signos neurológicos (p. ej., convulsiones, temblores, paresia). En la necropsia, se observan paredes arteriales muy engrosadas.

El diagnóstico puede ser difícil. Radiográficamente, el arco aórtico derecho puede estar agrandado, con mayor densidad. A menudo hay lipemia y pueden observarse aumentos marcados en las concentraciones de colesterol y triglicéridos. Desafortunadamente, no existen pruebas definitivas ante mortem. Una tomografía computarizada puede revelar un estrechamiento de algunos de los vasos principales afectados.

El tratamiento médico es anecdótico. Se ha recomendado una serie de tratamientos para reducir los niveles de colesterol, pero ninguno parece ser uniforme en su eficacia. La conversión del ave a una dieta baja en grasas y el aumento del ejercicio pueden ayudar a reducir los niveles de colesterol y triglicéridos. La isoxsuprina (10 mg/kg/día, PO), un vasodilatador periférico que causa relajación del músculo liso vascular, se ha utilizado de forma anecdótica con cierto éxito en aves. Las estatinas (fármacos reductores de lípidos utilizados en humanos con aterosclerosis) se han utilizado en aves, pero hay poca información que respalde su uso. Los ácidos grasos esenciales (aceite de linaza a 0,1-0,2 mL/kg/día, PO, o un suplemento veterinario) se han recomendado y utilizado para reducir el colesterol y la inflamación.

Enfermedad renal

La enfermedad renal puede aparecer a cualquier edad, pero las aves más viejas son más propensas a desarrollar insuficiencia renal. Las causas son múltiples e incluyen glomerulonefropatías, gota tubular renal y nefritis bacteriana crónica.

En la exploración física, ciertas anomalías pueden indicar problemas renales. La mayoría de las aves con gota articular tienen alguna forma de enfermedad renal. Además, la cojera o paresia unilateral puede indicar compresión del plexo lumbar/sacro por un riñón inflamado o agrandado. Los signos clínicos incluyen pérdida de peso, depresión, poliuria, polidipsia y deshidratación. El diagnóstico se basa en una hiperuricemia persistente antes y después de la fluidoterapia. Otros hallazgos de laboratorio pueden incluir anemia o aumento de la CPK y concentraciones urinarias de gamma-glutamil transferasa. Las imágenes (radiografías o TC) pueden mostrar riñones pequeños o grandes con o sin mineralización. En ocasiones, se pueden observar ureterolitos. La biopsia renal es necesaria para establecer un diagnóstico definitivo.

El tratamiento incluye terapia de soporte (fluidoterapia) y antimicrobianos según sea necesario según el diagnóstico. La colchicina (0,04 mg/kg, PO, 2 veces al día) y el alopurinol (10-30 mg/kg, PO, 2 veces al día) han logrado reducir las concentraciones de ácido úrico en ciertos procesos patológicos. Después de que el ave se haya estabilizado, se debe iniciar la conversión a una dieta apropiada y la suplementación con vitamina A, si está justificada. Los ácidos grasos esenciales en dosis de 0,22-0,44 mL/kg/día, PO, con dosis bajas de aspirina (0,5-1,0 mg/kg, PO, cada 12 horas) se han utilizado de forma anecdótica para tratar la enfermedad renal en aves.

Enfermedad hepática

La enfermedad hepática es frecuente en las aves de compañía y puede estar relacionada con enfermedades víricas (p. ej., polioma y herpesvirus aviar), enfermedades bacterianas (p. ej., clamidiosis) o lipidosis hepática. La lipidosis hepática se observa con mayor frecuencia en las aves de compañía más mayores que han recibido una dieta deficiente (mezcla de semillas o alimentos de mesa poco saludables) y tienen antecedentes de obesidad. La enfermedad hepática crónica puede dar lugar a fibrosis hepática y disminución de la función hepática y fallo hepático.

Hallazgos clínicos y diagnóstico de la enfermedad hepática en aves de compañía

Los signos clínicos de la enfermedad hepática en aves son anorexia, letargo, sobrecrecimiento del pico y uñas con hematomas, biliverdinuria, plumas descoloridas y, en estadios posteriores, ascitis. Las aves a menudo tienen sobrepeso o tienen antecedentes de obesidad. Las pruebas de laboratorio pueden revelar niveles elevados de enzimas hepáticas (concentración de AST) y ácidos biliares, anemia no regenerativa y concentraciones elevadas de triglicéridos y colesterol. Las imágenes (radiografías o TC y/o ecografía) pueden revelar hepatomegalia o microhepatía. La biopsia hepática puede ser necesaria para confirmar el diagnóstico y determinar la etiología y el pronóstico.

Tratamiento de la enfermedad hepática en aves de compañía

El tratamiento implica cuidados de apoyo (fluidoterapia), antimicrobianos según sea necesario y medicamentos para apoyar la función hepática, como la silimarina (cardo mariano) (100-150 mg/kg, PO, 2 veces al día). Otros fármacos utilizados para tratar la enfermedad hepática en aves son el ácido ursodesoxicólico (10-15 mg/kg/día, PO), la colchicina (0,01-0,2 mg/kg, PO, cada 12-24 horas) y la lactulosa (150-650 mg/kg, PO, cada 8-12 horas). Las modificaciones a largo plazo de la dieta pueden incluir la conversión a una dieta formulada.

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