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Neoplasia en hurones

PorNico J. Schoemaker, DVM, PhD;Y.R.A. van Zeeland, DVM, MVR, PhD, DECZM
Última revisión/modificación jun 2021

    La neoplasia se diagnostica comúnmente en hurones. Aunque los tumores se pueden encontrar en cualquier sistema orgánico, aproximadamente la mitad de todos los tumores diagnosticados en hurones se originan en los sistemas endocrino y hemolinfático. Una descripción general de la enfermedad neoplásica (tumores) diagnosticada en hurones se puede encontrar en la tabla Neoplasias espontáneas (tumores) descritas en hurones. La neoplasia endocrina se describe en la sección Trastornos endocrinos de los hurones.

    Tabla
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    Los epiteliomas sebáceos F y los mastocitomas cutáneos son los tumores tegumentarios (de la piel) más frecuentes en los hurones. Estos tumores pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo. Ambos tipos aparecen como masas elevadas, irregulares y a menudo con costras. Los signos sistémicos son poco frecuentes, pero los tumores pueden sangrar cuando se arañan. Aunque los tumores pueden parecer malignos, se consideran benignos. El tratamiento es mediante escisión. Sin embargo, pueden aparecer nuevos tumores en cualquier lugar de la piel después de la extirpación quirúrgica de los tumores iniciales.

    El linfoma es el tercer tumor más frecuente encontrado en hurones y puede diagnosticarse a los 9 meses de edad. No se conoce predilección de género. Se han observado grupos de linfomas en hurones emparentados o cohabitantes, y un estudio de transmisión ha demostrado que al menos ciertos tipos de linfomas son transmisibles, posiblemente causados por un agente vírico.

    El linfoma puede localizarse en cualquiera de los órganos hemolinfáticos, incluidos los nódulos linfáticos, el bazo, el hígado y la médula ósea. En los hurones también se observa el linfoma de la piel, también conocido como micosis fungoide, y la enfermedad de la columna vertebral y del SNC. El linfoma de los hurones jóvenes suele avanzar rápidamente, mientras que en los adultos es a menudo una enfermedad crónica.

    La presentación clínica de los hurones con linfoma es a menudo inespecífica y puede consistir en pérdida de apetito, pérdida de peso y aumento de tamaño de los nódulos linfáticos periféricos.

    El diagnóstico puede incluir un hemograma completo, radiografías, ecografía, tomografía computarizada y aspiraciones con aguja fina y citología de los tejidos sospechosos. La ecografía es la técnica diagnóstica preferida, porque permite la identificación de los tejidos afectados y proporciona una buena ayuda para permitir la recogida precisa de muestras citológicas/tisulares.

    Se pueden utilizar diferentes protocolos para el tratamiento del linfoma en hurones, según el estadio del linfoma y los deseos del propietario. La cirugía se puede realizar si solo está afectada una estructura anatómica. La quimioterapia, combinada o no con radioterapia, también puede usarse. Se ha descrito que la supervivencia media global de los hurones con linfoma varía de 2 semanas a 19 meses (promedio de 6 meses). El tratamiento con glucocorticoides o quimioterapia no modifica significativamente el tiempo de supervivencia, por lo que estos tratamientos son cuestionables, especialmente cuando se tiene en cuenta que la quimioterapia puede estar asociada con neutropenia grave.

    Los cordomas y los condrosarcomas se han descrito en los hurones. Un cordoma es una neoplasia intraósea que se origina a partir de la notocorda derivada del mesodermo y suele aparecer como una masa dura en la cola. Estos tumores también pueden aparecer en la región cervical, causando paresia y ataxia. Los condrosarcomas pueden aparecer en cualquier punto de la columna vertebral, las costillas o el esternón y tienden a causar compresión en la médula espinal y los signos clínicos asociados. Debido a su localización y a su lento desarrollo, los cordomas de la cola son bastante fáciles de extirpar, con una o dos vértebras coccígeas extra para asegurar un margen limpio.

    La esplenomegalia es un hallazgo frecuente en hurones adultos, pero su importancia clínica sigue siendo cuestionable. El bazo se puede palpar fácilmente y, en los casos graves, puede extenderse hasta la entrada de la pelvis. Generalmente no se encuentran anomalías en el recuento sanguíneo completo. El diagnóstico histológico más común de estos bazos aumentados de tamaño es la hematopoyesis extramedular; sin embargo, pueden aparecer el linfoma y el hemangiosarcoma. Por tanto, un bazo irregular o duro se ha de explorar con ecografía y se deben aspirar los nódulos. La única indicación para la esplenectomía es si el bazo contiene un tumor (p. ej., linfoma) o si hay gran malestar. En los casos en los que se extirpa el bazo, se recomiendan biopsias previas de médula ósea para garantizar una actividad hematopoyética suficiente.