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Tumores linfocitarios, histiocíticos y cutáneos relacionados en animales

Última revisión/modificación ago 2021 | Última modificación del contenido nov 2022

Tumores linfoides de la piel

Los plasmocitomas extramedulares caninos (histiocitomas atípicos, tumores neuroendocrinos cutáneos, sarcomas de células del retículo, amiloidosis nodular cutánea) son tumores cutáneos relativamente comunes. Aunque su procedencia se ha debatido largamente, las células neoplásicas expresan de forma característica la inmunoglobulina citoplasmática y pueden producir amiloide primario, lo que deja pocas dudas sobre su origen linfoplasmocitario. Estos tumores observados en perros y rara vez en gatos se identifican con mayor frecuencia en la cabeza (orejas, labios y cavidad oral) y en las extremidades de los animales adultos maduros y de edad avanzada. El Cocker Spaniel, el Airedale Terrier, el Scottish Terrier y el Caniche estándar son las razas de mayor riesgo.

Los tumores suelen ser pequeños (<5 cm de diámetro) y a veces pedunculados. La mayoría de estos tumores están limitados localmente y la extirpación quirúrgica completa, pero conservadora, es el tratamiento de elección. Con poca frencuencia, los plasmocitomas extracutáneos pueden ser localmente invasivos o múltiples (o ambos), especialmente cuando se producen en la cavidad oral. La recidiva también se ha relacionado con la presencia de amiloide. El tratamiento de estos tumores se dirige al control local usando las técnicas localizadas descritas anteriormente. En el caso de tumores recidivantes e invasivos, se puede realizar una extirpación o electroporación más agresiva. Cuando los tumores son múltiples o la extirpación quirúrgica no es factible, la radioterapia suele ser la mejor opción. Para los tumores resistentes a la radiación y para aquellos animales que no pueden recibir radioterapia, se ha recomendado el tratamiento sistémico con la administración de agentes quimioterapéuticos, como el melfalán, el clorambucilo, la ciclofosfamida y los glucocorticoides, que han dado lugar a una supervivencia a largo plazo.

El linfosarcoma cutáneo (linfoma) puede darse como una enfermedad en la que la piel es el sitio inicial y primario de afección o bien puede ser secundario a una enfermedad sistémica interna. ( See also page Linfoma canino, ver Leucosis bovina (linfosarcoma bovino, leucemia, linfoma maligno) y ver Virus de la leucemia felina.) El linfosarcoma cutáneo es poco común, pero se ha identificado en todas las especies domésticas En general, se reconocen dos formas distintas: una forma epiteliotrópica (infiltración de linfocitos malignos en la epidermis y anexos) y una forma nodular, no epiteliotrópica. Ambas formas suelen expresar antígenos de superficie y citoplasmáticos característicos de las células T; esto, junto con la identificación frecuente de al menos pequeños focos de epiteliotropismo en muchos casos de formas “no epiteliotrópicas” en perros y gatos, sugiere que pueden ser variantes del mismo tumor.

El linfosarcoma cutáneo epiteliotrópico (LCE, micosis fungoide, linfoma cutáneo) es la forma de linfosarcoma cutáneo reconocida con mayor frecuencia en perros y, posiblemente, en gatos. Afecta normalmente a perros de mediana y avanzada edad. Los Caniches y los Cocker Spaniels pueden presentar mayor predisposición.

Clásicamente, las lesiones progresan de un parche a una placa y a un nódulo; sin embargo, puede estar presente una de estas tres lesiones primarias o cualquier combinación de ellas. Por ejemplo, una forma de linfosarcoma cutáneo epiteliotrópico conocida como reticulosis pagetoide tiene una mínima o ninguna afección dérmica, y las lesiones cutáneas siempre aparecen como placas eritematosas. Otra característica común de la enfermedad en los perros es la presencia de zonas de alopecia debidas a la atrofia folicular causada por la infiltración de células neoplásicas en la vaina externa y en el lumen de los folículos pilosos. Aunque la mayoría de los casos se asocian a una afectación cutánea difusa, se han identificado formas limitadas principalmente a las membranas cutáneas o a las almohadillas plantares. Debido al variable aspecto clínico de este tumor, el diagnóstico basado en las características clínicas puede ser muy difícil y los estadios iniciales pueden confundirse con enfermedades alérgicas, autoinmunitarias, endocrinas, infecciosas o seborreicas. La mayoría de los casos se limitan a la piel hasta una etapa avanzada de la enfermedad. Con la leucemia concomitante, el LCE se conoce como síndrome de Sézary.

En los perros, el LCE es una enfermedad de progresión lenta o moderada, en la que se ha probado un amplio número de tratamientos. Hasta la fecha, todos parecen tener más éxito en mejorar las características clínicas de la enfermedad que en prolongar la vida del perro afectado. La mecloretamina (mostaza nitrogenada) se ha utilizado en el pasado como tratamiento tópico, pero teniendo en cuenta que pueden estar afectadas grandes áreas del cuerpo (incluidas las membranas mucosas) y que este fármaco tiene potencial sensibilizante en personas, se usa con poca frecuencia. La enfermedad suele responder pasajeramente a los esteroides. Los agentes quimioterapéuticos, como las combinaciones de adriamicina, clorambucilo, ciclofosfamida, doxorubicina y vincristina, tienen una eficacia variable. La lomustina (una nitrosourea alquilante), los retinoides con y sin glucocorticoides y la suplementación con altas dosis de ácido linoleico (alto porcentaje de aceite de cártamo a 3 mL/kg, PO, cada 24 horas durante 3 días consecutivos a la semana) pueden ocasionalmente lograr una remisión parcial o completa.

Los estudios muestran que un inmunomodulador de linfocitos T (LTCI), que señala la diferenciación de la fase tardía de los linfocitos CD4 y causa apoptosis de los linfocitos T malignos, es un agente terapéutico coadyuvante razonable para administrar como inyección intratumoral o por vía subcutánea y puede mejorar el curso clínico en algunos casos.

En los gatos, el LCE es poco frecuente y tiende a desarrollarse en animales más mayores. Las lesiones con frecuencia siguen una progresión definida, y aparecen inicialmente como una placa costrosa que es variablemente prurítica. Las biopsias de las lesiones iniciales a menudo se diagnostican como foliculitis mural linfocitaria. En muchos casos en los que se aplica este diagnóstico, la lesión evoluciona a un inequívoco linfosarcoma cutáneo. En contraste con el linfosarcoma cutáneo epiteliotrópico de los perros, el epiteliotropismo es a veces sumamente sutil en los gatos. Poco se sabe sobre el tratamiento o si el tratamiento utilizado en perros sería eficaz en los gatos; sin embargo, desde la disponibilidad del LTCI para su uso en gatos con el virus de la leucemia felina, puede ofrecerse como una opción viable.

El linfosarcoma cutáneo no epiteliotrópico (LCNE) es la forma más reconocida de linfosarcoma cutáneo en todos los animales domésticos, excepto en los perros y los gatos. En los perros, el LCNE es más común en animales de mediana o avanzada edad. Las lesiones consisten en nódulos o placas que se desarrollan con mayor frecuencia en el tronco. Suelen ser múltiples, aunque se pueden observar lesiones solitarias, especialmente en los gatos. En muchos casos, el LCNE es indistinguible del estadio tumoral del LCE. Es importante establecer un diagnóstico definitivo, porque el LCNE por lo general es más agresivo que el LCE y suele producirse afectación sistémica al principio del curso de la enfermedad.

Se han utilizado varios modos de terapia, incluida la escisión, la quimioterapia y, con menos frecuencia, la radioterapia, como monoterapia y en combinación. La extirpación es la mejor elección cuando la enfermedad se limita a un tumor solitario, y a veces se han obtenido curaciones completas. La escisión, la ablación con láser, la criocirugía o la electroporación en formas más difusas rara vez provocan remisiones a largo plazo. La quimioterapia o los protocolos quimioinmunológicos utilizados para otras formas de linfosarcoma canino deben considerarse paliativos. El tiempo de remisión típico es de ~8 meses.

En los gatos, el LCNE es una enfermedad rara de animales de mediana y avanzada edad. El papel que desempeña el virus de la leucemia felina sigue sin definirse. Las lesiones son placas o nódulos que pueden ser solitarios o múltiples, alopécicos o con pelo, y ulcerados o cubiertos de una epidermis intacta. El LCNE felino es agresivo; incluso cuando se intenta la extirpación completa de un nódulo solitario, la recidiva es común. No se conoce un tratamiento definitivo; sin embargo, puede ser útil administrar una combinación de lomustina, esteroides, ácido linolénico (aceite de onagra) e inyecciones intralesionales o subcutáneas de LTCI.

En los caballos, los LCNE (linfosarcoma nodular, linfosarcoma subcutáneo, linfosarcoma linfohistiocítico) pueden presentarse a cualquier edad, pero es más común en los animales jóvenes y de mediana edad. Los nódulos firmes no ulcerados son más comunes en la grasa subcutánea de la superficie ventral del cuerpo.

Microscópicamente se reconocen dos tipos de linfosarcoma nodular en los caballos. El tipo más común consiste en una mezcla de histiocitos y linfocitos pequeños bien diferenciados, en ocasiones con características plasmocitoides; el segundo tipo en una población monomórfica de grandes linfocitos atípicos, con solo células histiocíticas ocasionales.

La diferenciación entre estas dos formas es importante, ya que la mayoría de los casos de linfosarcoma cutáneo equino con un patrón celular monomórfico presenta afectación de los órganos internos y la enfermedad progresa con rapidez. Por el contrario, la forma linfohistiocítica raras veces se asocia con implicación de los órganos internos y los caballos afectados pueden vivir durante años. A medida que la forma linfohistiocítica progresa, los nódulos tienden a hacerse más frecuentes en las regiones cervicales ventrales. En muchos casos, cuando la afección faríngea induce disnea, puede estar indicada la eutanasia. Debido al coste de los fármacos citotóxicos, la terapia suele limitarse a glucocorticoides administrados PO o intralesional; la remisión, si se induce, suele ser a corto plazo.

En el ganado vacuno, el linfosarcoma cutáneo es una enfermedad de los animales jóvenes (por lo general de <4 años de edad). Es uno de los síndromes esporádicos de la leucosis bovina que no es transmisible. El término leucosis bovina esporádica se suele reservar para los tipos de linfoma del ternero (cutáneo y tímico) que se definen por la temprana edad de aparición y la distribución de los tumores. Se desconoce la causa. Solo los linfomas causados por la infección por el virus de la leucemia bovina deben denominarse leucosis o leucosis bovina enzoótica. También puede haber afecciones linfosarcomatosas que no entran dentro de las categorías de leucosis bovina esporádica o enzoótica (es decir, linfoma multicéntrico del adulto con aparición esporádica y de etiología desconocida). Se presume que el linfosarcoma cutáneo del ganado vacuno joven no está asociado con la infección por el virus de la leucemia bovina y actualmente tiene una etiología desconocida. Las lesiones son típicamente nodulares, afectan a la dermis o a la grasa subcutánea y con frecuencia están ulceradas. No se conoce tratamiento alguno.

Tumores mastocíticos cutáneos

Los mastocitomas son las neoplasias cutáneas malignas o potencialmente malignas más frecuentemente reconocidas en perros (16-19 % de todos los tumores cutáneos caninos). Además, pueden aparecer formas viscerales y leucémicas. Se ha especulado con una etiología viral, pero es algo que sigue debatiéndose. Los tumores pueden observarse en perros de cualquier edad (por lo general 8-10 años). Pueden desarrollarse en cualquier parte de la superficie del cuerpo, así como en los órganos internos, pero las extremidades (especialmente la parte posterior del muslo), el abdomen ventral y el tórax son los sitios más comunes; ~10 % son multicéntricos. Los estudios sugieren que los tumores múltiples no conllevan un peor pronóstico cuando todos se extirpan adecuadamente si son de grado 1 o bajo. El tamaño inicial en el momento de la cirugía es altamente predictivo del resultado; los tumores >3 cm de diametro se correlacionan con una disminución del tiempo de supervivencia. Los tumores que se extirpan de forma incompleta, crecen rápidamente o se originan en las uniones mucocutáneas, el hocico, el abdomen, el prepucio o las áreas subungueales, o en animales con signos clínicos adversos en el momento del diagnóstico, se asocian con un comportamiento biológico más agresivo.

Muchas razas parecen estar predispuestas, especialmente los Boxers y los Carlinos (en los que los tumores con frecuencia son múltiples), los Crestados Rodesianos y los Boston Terriers. Los tumores varían notablemente en tamaño y el diagnóstico no puede establecerse solo basándose en el aspecto clínico. Con mayor frecuencia aparecen como masas elevadas y nodulares, que a la palpación pueden ser blandas o sólidas. Aunque a menudo parecen estar encapsulados, los tumores mastocíticos en perros rara vez son discretos. Más bien consisten en un centro altamente celular rodeado periféricamente de un "halo" de pequeñas cantidades de mastocitos que, al palparse, se asemejan a la piel normal.

La liberación de productos vasoactivos desde los mastocitos malignos puede producir signos clínicos en los perros. El signo clínico más común es la ulceración gastroduodenal, que puede estar presente hasta en el 25 % de los casos.

La evaluación citológica de aspirados con aguja fina o frotis por impresión, con tinción de Giemsa o azul de toluidina, puede usarse para identificar los gránulos citoplasmáticos característicos para establecer el diagnóstico de los mastocitomas en perros y gatos. Todos los tumores cutáneos deben examinarse mediante citología por aspiración con aguja fina antes de la escisión para descartar un tumor de mastocitos. Si el cirujano conoce la naturaleza mastocítica del tumor, un plan quirúrgico con una extirpación amplia y profunda producirá mejores resultados. Todos los mastocitomas deben someterse a una evaluación por biopsia para determinar los márgenes y el grado, porque la citología no es un sustituto de la histopatología para correlacionarse con el pronóstico. Sin embargo, se pueden usar ciertas características citológicas para identificar tumores de alto grado

Se han definido dos sistemas de clasificación histopatológica, el Sistema Bostock de 1973 y el Patnaik et al sistema de 1984. Para evitar confusiones, es fundamental saber qué sistema se está utilizando. El sistema de clasificación Patnaik comúnmente utilizado tiene las siguientes designaciones: grado 1 = grado bajo, grado II = grado intermedio, grado III = grado alto. Hasta el 80 % de los tumores de mastocitos caninos se clasifican como de grado II y se dividen en subgrupos de bajo grado II (índice mitótico ≤5) y alto grado II (índice mitótico >5), junto con características que pueden predecir el comportamiento clínico en esta gran categoría.

Aunque se cree que existe una variante benigna del mastocitoma canino, no hay medio clínico ni microscópico de identificarlo. Además, los tumores mastocíticos pequeños pueden permanecer inactivos durante periodos prolongados antes de volverse agresivos. Una variante subcutánea del tumor de mastocitos caninos, que no tiene una afectación dérmica infiltrativa primaria, se produjo en ~10 % de los tejidos biopsiados en un estudio. Esta variante apareció con mayor frecuencia en la extremidad posterior, con un 66 % de escisión incompleta, más comúnmente en el margen profundo. Estos tumores tienen un grado histológico intermedio, una tasa de recidiva menor (solo 9 %) y una supervivencia media más prolongada, con solo una tasa de metástasis del 6 %.

Hasta el 65 % de los tumores de mastocitos extirpados de forma incompleta no recidivan. Esto sugiere que su comportamiento biológico no siempre es agresivo y que el tratamiento agresivo no siempre está justificado. Las tinciones especiales pueden utilizarse para distinguir los grados de tumor de manera más adecuada.

La expresión del marcador de proliferación puede ayudar a determinar la probabilidad de que un tumor de mastocitos extirpado de forma incompleta recidive o metastatice. La combinación de Ki-67 >23/cuadrícula; antígeno nuclear de células proliferantes, recuento de PCNA/AgNOR > 54; mutaciones en el exón 8 y el exón 11 del gen c-Kit; y los niveles elevados del antígeno nuclear de proliferación celular son pronósticos de recidiva local y un mal pronóstico. La correlación de los resultados de la prueba con los tiempos de supervivencia puede ser útil; sin embargo, no siempre es un predictor fiable del resultado. Hay acuerdo sobre las características citológicas de los tumores mastocíticos de alto grado: ≥7 figuras mitóticas/10 HPF, 3 células multinucleadas/10 HPF, 3 núcleos extraños/10 HPF y cariomegalia en el 10 % de los casos. Estas características de alto grado confieren un pronóstico de un tiempo de supervivencia de 4 meses frente a >2 años para los tumores mastocíticos de grado bajo. Debido a la dificultad de subcategorizar los tumores de mastocitos caninos, todos deben tratarse como posibles neoplasias malignas. El panel de tumores mastocíticos para determinar el pronóstico y la orientación del tratamiento se puede solicitar para los tumores de grado II en el Centro de Diagnóstico de la Universidad Estatal de Míchigan.

El tratamiento depende del estadio clínico de la enfermedad y del comportamiento biológico agresivo pronosticado. Para los tumores en estadio I (un tumor solitario limitado a la dermis sin afectación de nódulos linfáticos), el tratamiento preferido es la escisión completa con un margen amplio. Se deben eliminar al menos 3 cm de tejido sano y un plano facial subyacente que rodee todos los bordes palpables en un intento de extirpar tanto el nódulo como el halo circundante de células neoplásicas. La citología intraoperativa (frotis de los tejidos extirpados) puede guiar al cirujano, quien debe continuar extirpando tejidos hasta que los márgenes sean adecuados y estén libres de mastocitos.

Si la evaluación histológica sugiere que el tumor se extiende más allá de los márgenes quirúrgicos, debe intentarse una nueva escisión. La radioterapia es una opción. Puede ser curativa si el tumor restante es pequeño o microscópico. Los tratamientos combinados o multimodales, con quimioterapia intralesional y/o hipertermia local o electroquimioterapia junto con quimioterapia sistémica que incluya inhibidores de la tirosina cinasa, pueden ser más eficaces que la radiación sola para controlar los tumores mastocíticos biológica y localmente agresivos.

No existe un tratamiento acordado para los mastocitomas en estadio II-IV; sin embargo, la administración de inhibidores de multicinasas en combinación con quimioterapia citotóxica requiere una reducción de la dosis para evitar efectos adversos. Las opciones terapéuticas para los tumores en estadio II (un tumor solitario con afectación de los nódulos linfáticos regionales) incluyen la escisión de la masa y del ganglio regional afectado (si es factible), prednisolona y radioterapia, ya sea sola o en combinación. La triamcinolona o el fosfato sódico de dexametasona inyectados de manera uniforme en los tejidos del lecho tumoral en el momento de la cirugía o después de la operación como serie de seguimiento, también pueden ayudar a reducir la recidiva.

La radioterapia intraoperatoria o la radioterapia externa se considera el mejor tratamiento; sin embargo, a menudo se rechaza debido al coste. Se han cuestionado las inyecciones en el lecho tumoral después de una extirpación incompleta con agua hipotónica, desionizada o destilada. El tratamiento de los tumores en estadio III (múltiples tumores dérmicos con o sin afectación de los nódulos linfáticos) o en estadio IV (cualquier tumor con metástasis distal o recidivante con metástasis) suele considerarse como paliativo. Un tratamiento recomendado es la administración de prednisona (2 mg/kg, PO, cada 24 horas durante 5 días, seguidos de una dosis de mantenimiento de 0,5 mg/kg, PO, cada 24 horas) o inyecciones intralesionales de triamcinolona (1 mg/cm de diámetro de tumor, cada 2 semanas). El tratamiento con antagonistas de receptores histaminérgicos H1 y H2 para tratar los efectos periféricos y gástricos de la histamina, respectivamente, es indicado en los animales con enfermedad sistémica o con signos clínicos relacionados con la liberación de histamina. La quimioterapia con alcaloides de la vinca (vinblastina, vincristina), clorambucilo, lomustina, L-asparaginasa y ciclofosfamida también se han utilizado con eficacia variable, que oscila entre el 20 y el 90 %. La prednisona y la vinblastina utilizadas como quimioterapia adyuvante para la resección quirúrgica incompleta confirieron una mejoría con respecto a los datos históricos de supervivencia relativos a la cirugía sola, lo que produjo un estado libre de enfermedad del 57 % a 1 y 2 años y una tasa de supervivencia del 45 % a 1 y 2 años para perros con tumores de grado III. En 19 perros a los que se administró una alta dosis de lomustina cada 21 días, el 42 % de los mastocitomas mostraron respuestas medibles, que fueron de estables a parciales, con una respuesta completa.

La neutropenia aparece 7 días después del tratamiento con un recuento de neutrófilos de 1500 células/mcL. Las dosis de vincristina deben reducirse si se usa en combinación con inhibidores de multicinasas. La lomustina en dosis metronómicas administradas diariamente junto con inhibidores de multicinasas puede ser útil y puede evitar los efectos adversos asociados con dosis altas de lomustina. Un nuevo agente antineoplásico que contiene toglato de tigilanol, que induce necrosis después de la inyección intralesional, puede beneficiar a los pacientes con tumores subcutáneos no resecables y no metastásicos localizados en las extremidades. Los tumores deben medir <8 cm3 en volumen. La inyección intratumoral de toglato de tigilanol causa la formación de heridas, dolor y cojera, además de vómitos y taquicardia.

Se dispone de inhibidores de multicinasas de molécula pequeña, como el mesilato de masitinib y el fosfato de toceranib, para tratar mastocitomas. Se ha demostrado que son muy útiles en el tratamiento de los casos difíciles. Inhiben el receptor de tirosina cinasa c-Kit, un protooncogén activado o mutado asociado con el desarrollo de tumores mastocíticos. Se ha recomendado la toma de muestras de tejido para determinar la agresividad biológica de los tumores mastocíticos y para buscar la presencia del receptor c-Kit de tirosina cinasa mutado antes de iniciar el tratamiento, aunque la evidencia muestra que muchos tumores mastocíticos responden independientemente de su estado c-Kit.

Un estudio de 202 perros con o sin tratamiento previo, que tenían mastocitomas cutáneos medibles de grado II o III sin metástasis de nódulos linfáticos o viscerales, encontró que el masitinib (12,5 mg/kg, PO, cada 24 horas) era una opción de tratamiento relativamente segura y beneficiosa. Otro ensayo clínico determinó que el toceranib (3,25 mg/kg, PO, cada 48 h), un inhibidor de la tirosina cinasa, produce la inhibición de la fosforilación del kit en los tumores de mastocitos caninos y tiene un beneficio clínico con su uso continuado. Debe tenerse en cuenta que la dosis del toceranib indicada en el prospecto puede provocar una toxicidad inaceptable. Los oncólogos veterinarios son los profesionales más preparados para la aplicación clínica de estos nuevos inhibidores de la tirosina cinasa contra los mastocitomas. También pueden ser útiles para otras neoplasias malignas.

En los gatos, los tumores de mastocitos cutáneos son el segundo tumor cutáneo más común; sin embargo, la enfermedad se observa ocasionalmente. Además de los tumores cutáneos, se han reconocido formas primaria esplénicas, sistémicas, leucémicas y GI. Se dan dos variantes distintas de la forma: un tipo mastocítico análogo pero no idéntico a los tumores mastocíticos cutáneos de los perros y un tipo histiocítico exclusivo de los gatos. Los tumores de mastocitos cutáneos felinos pueden ser solitarios o múltiples. Los tumores primarios esplénicos, sistémicos, recidivantes y múltiples (cinco o más) se asocian con un pronóstico reservado. Algunos gatos con tumores primarios de mastocitos esplénicos pueden sobrevivir 1-2 años después de la esplenectomía. La combinación de cirugía y quimioterapia puede ayudar a los gatos con mastocitomas intestinales a sobrevivir >1 año.

El tipo mastocítico es más común. Se produce principalmente en gatos de >4 años de edad y puede desarrollarse en cualquier parte del cuerpo, pero más comúnmente en la cabeza y en el cuello. Los tumores son nódulos solitarios alopécicos que suelen tener un tamaño de 2-3 cm de diámetro y que ocasionalmente se extienden al tejido adiposo subcutáneo. Los linfocitos son frecuentes; los eosinófilos son raros. A diferencia de los tumores de mastocitos en los perros, los de los gatos suele ser benignos; la atipia y el comportamiento clínico están poco correlacionados. La extirpación quirúrgica es el tratamiento de elección. La crioterapia puede ser una buena opción para tratar lesiones pequeñas múltiples recidivantes, a la vez que se evita la anestesia. Los tumores recidivantes pueden responder a la quimioterapia, la radioterapia y la nueva terapia dirigida de moléculas pequeñas.

El tipo histiocítico del tumor mastocítico cutáneo en gatos se reconoce principalmente en los gatos Siameses de <4 años de edad. Las lesiones pueden desarrollarse en cualquier parte del cuerpo y aparecer como múltiples nódulos papilomatosos subcutáneos firmes y pequeños (por lo general de 0,5-1 cm de diámetro), Normalmente, cuanto mayor es el gato, más escasas son las lesiones. Esta variante puede ser difícil de distinguir morfológicamente de una respuesta inflamatoria granulomatosa. Según se ha documentado, estos tumores se resuelven espontáneamente, por lo que no se necesita instaurar un tratamiento.

En los caballos, los tumores de mastocitos son raros y suelen ser benignos, aunque se han descrito metástasis y deben considerarse. Se ha debatido si los tumores de mastocitos son en realidad un proceso neoplásico o una respuesta inflamatoria inusual; sin embargo, actualmente se consideran un proceso neoplásico causado por una mutación del protooncogén del kit. Las lesiones pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, pero son más comunes en la cabeza y las patas. Por lo general, hay una masa única y solitaria en la dermis o grasa subcutánea que rara vez se expande y afecta a la musculatura subyacente.

El eritema y la formación de ronchas (signo de Darrier) no es una característica clínica del mastocitoma equino. La mayoría de los caballos afectados son machos, con una edad media en el momento del diagnóstico de 7 años (rango de 1-18 años).[1] El tumor comienza como un nódulo constituido por una proliferación de mastocitos por lo general monomórfica. Según avanza la lesión, los mastocitos forman agregados en un estroma fibroso que rodea a grandes focos de necrosis licuefactiva que contienen numerosos eosinófilos. En las etapas avanzadas, los focos necróticos sufren una mineralización distrófica y los mastocitos pueden ser muy difíciles de identificar. Una vez que se ha producido la mineralización, la lesión se muestra arenosa al seccionarla. El sistema de clasificación utilizado para clasificar los tumores mastocíticos en los perros no es fiable en los caballos debido al aspecto histológico variable de los tumores en esta especie. La alopecia y la ulceración son características variables.

Una variante de los tumores mastocíticos cutáneos se da en los potros neonatos, en los que las lesiones pueden generalizarse, aunque con el tiempo sufren una regresión, lo que sugiere un equivalente equino a la urticaria pigmentosa en las personas.

En equinos, la terapia convencional para el cáncer de mastocitos metastásicos es poco óptima. La escisión es el tratamiento de elección; sin embargo, se ha descrito la metástasis ocasional de las lesiones. Los inhibidores de la proteína tirosina cinasa asequibles o fármacos de molécula pequeña como el mesilato de masitinib y el fosfato de toceranib, que se dirigen selectivamente a las formas mutadas de los receptores de tirosina cinasa c-Kit, pueden estar disponibles.

En los cerdos y el ganado vacuno, los tumores mastocíticos son raros. En los cerdos, los tumores de mastocitos aparecen principalmente como nódulos cutáneos discretos y solitarios. La mayoría de estos tumores son benignos pero diseminados, y se producen variantes leucémicas. En el ganado vacuno, la mayoría de los mastocitomas son malignos y se caracterizan por múltiples nódulos cutáneos a menudo acompañados de afectación sistémica; en ocasiones se han reconocido formas puramente cutáneas.

Referencias

Tumores con diferenciación histiocítica

Los tumores con diferenciación histiocítica comprenden un grupo de enfermedades de la piel poco definidas, todas caracterizadas por una proliferación de histiocitos (macrófagos tisulares) en ausencia de cualquier estímulo conocido.

Los histiocitomas cutáneos son comunes en perros y raros en cabras y ganado vacuno; es discutible si se encuentran en gatos. Una fuerte evidencia inmunohistoquímica sugiere que en los perros se derivan de células de Langerhans (procesamiento de antígenos intraepidérmicos). Estos tumores se observan típicamente en perros de <3,5 años, pero pueden darse a cualquier edad. Las razas Bulldog Inglés, Scottish Terrier, Galgo, Boxer y Boston Terrier son las que mayor predisposición tienen. La cabeza (incluido el pabellón auricular) y las extremidades son las localizaciones más comunes afectadas. Estos clásicos "tumores de botón" aparecen como nódulos solitarios, lisos, rosados y elevados que suelen ser alopécicos y pueden estar ulcerados. Son móviles. Aunque es una neoplasia común, los histiocitomas no siempre son fáciles de diagnosticar histológicamente y pueden confundirse con inflamación granulomatosa, tumores de mastocitos, plasmocitomas y linfosarcomas cutáneos. Los histiocitomas caninos deben considerarse benignos y la mayoría se resuelven espontáneamente en 2-3 meses sin tratamiento. La escisión quirúrgica es opcional una vez que se establece el diagnóstico (a menudo se puede realizar mediante evaluación citología).

En las cabras y el ganado vacuno, los histiocitomas son extremadamente raros y se comportan igual que los de los perros. También se han notificado histiocitomas en gatos jóvenes; sin embargo, lo más probable es que representen la forma histiocítica del tumor de mastocitos.

La histiocitosis cutánea está asociada con el desarrollo de numerosas placas y nódulos que afectan a la dermis o al tejido adiposo subcutáneo. Es rara en perros y puede desarrollarse a cualquier edad, pero es más común en adultos jóvenes. El Shar Pei, el Collie, el Border Collie, el Pastor de Shetland, el Pastor de Brie, el Boyero de Montaña Bernés, el Golden Retriever y el Pastor Alemán pueden tener predisposición. El Shar Pei chino tiene un pliegue cutáneo excesivo y mucinosis cutánea grave debido a la acumulación de hialuronano dérmico, una proteína asociada con la angiogénesis y la motilidad de las células tumorales. Los nódulos y las placas tienden a aparecer y desaparecer, y las extremidades y el tronco son los más afectados. Las lesiones también se dan en la cara y el plano nasal, y la tumefacción de las fosas nasales puede causar dificultad para respirar. Las lesiones no son pruríticas. Las más grandes pueden ulcerarse. La histiocitosis cutánea rara vez afecta a los órganos internos.

Se han intentado varias formas de tratamiento, incluida la administración de glucocorticoides sistémicos y una combinación de glucocorticoides y quimioterapia, y más recientemente en combinación con masitinib y otros inhibidores de la tirosina cinasa. Se ha administrado leflunomida sin esteroides, así como azatioprina y ciclosporina. La respuesta es variable; las lesiones en algunos perros responden rápida y permanentemente, mientras que en otros las lesiones mejoran transitoriamente o no cambian.

Las histiocitosis de los Boyeros de Montaña Berneses son trastornos familiares sistémicos de etiología desconocida, con dos manifestaciones distintas: una forma más indolente y por lo general cutánea conocida como histiocitosis sistémica, y otra forma más agresiva, en la que las lesiones cutáneas son raras, conocida como histiocitosis maligna. La histiocitosis maligna se ha identificado en raras ocasiones en otras razas caninas. En la histiocitosis sistémica, los machos (edad media de aparición a los 4 años) se ven afectados con más frecuencia que las hembras. Hay múltiples nódulos cutáneos, pápulas y placas que afectan a la piel (especialmente del escroto), la mucosa nasal y los párpados. Las lesiones están mal delimitadas, presentan alopecia variable y pueden estar ulceradas; se desarrollan en oleadas y retroceden lentamente, solo para reaparecer varios meses después. La enfermedad clínica tiende a presentar una gravedad creciente con cada nueva oleada de erupciones. Aunque la piel es el principal órgano diana, también se pueden desarrollar lesiones en otros órganos, incluidos los nódulos linfáticos, el bazo y la médula ósea. La enfermedad puede ser episódica en su presentación clínica, pero es progresiva y acaba siendo fatal. Una prueba de malignidad histiocítica disponible comercialmente puede evaluar la biopsia tumoral o las muestras citológicas para detectar aberraciones en el número de copias para confirmar el diagnóstico.

La histiocitosis maligna se da en el Boyero de Montaña Bernés (edad media de inicio a los 7 años) y, con menor frecuencia, en otras razas caninas. Los pulmones, los nódulos linfáticos y el hígado son los órganos afectados con mayor frecuencia y la enfermedad tiende a afectar a la piel. Macroscópicamente, las lesiones aparecen como masas grandes, solitarias y firmes que pueden causar derrame pleural y afectar a grandes porciones de los órganos internos ya afectados. El trastorno progresa rápidamente y no aumenta ni disminuye como ocurre con la histiocitosis sistémica. Pocos perros sobreviven >6 meses.

Se han administrado varias pautas quimioterapéuticas mencionadas anteriormente para tratar ambas formas; es de esperar que el trametinib, administrado en combinación con CCNU (lomustina), vincristina u otras combinaciones de fármacos antineoplásicos, sea beneficioso. La fracción V de la timosina bovina puede ser útil para inducir remisiones, especialmente en la forma sistémica. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por prolongar los tiempos de supervivencia, ambas formas de la enfermedad son finalmente mortales.

Tumores venéreos transmisibles

ver Tumor venéreo transmisible canino. Los tumores venéreos transmisibles también pueden desarrollarse inicialmente en la piel con pelo debido a la inoculación a través de lesiones cutáneas.

Para más información

  • Consulte también la información para propietarios sobre los tumores de la piel en perros, gatos y caballos.