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Trastornos salivales en pequeños animales

PorAlexander M. Reiter, Dipl. Tzt., DEVDC, DAVDC
Revisado/Modificado may 2014

Ptialismo

El ptialismo es el babeo de saliva. Esto puede ser causado por hipersialosis (hipersecreción de saliva) o pseudoptialismo (secundario a anomalías conformacionales o trastornos de la deglución en animales que producen una cantidad normal de saliva). Ambos se describen juntos como ptialismo.

El ptialismo puede resultar de lo siguiente: 1) fármacos, tóxicos o venenos, por ejemplo, organofosforados; 2) irritación local o inflamación asociada con estomatitis, glositis (especialmente en gatos), cuerpos extraños orales, neoplasias, lesiones u otros defectos de la mucosa; 3) enfermedades infecciosas (p. ej., rabia), la forma nerviosa del moquillo u otros trastornos convulsivos; 4) mareo, miedo, nerviosismo o excitación; 5) reticencia a tragar o interferencia con la deglución (por irritación del esófago, obstrucción esofágica por patología regional o por estimulación de los receptores gastrointestinales causada por gastritis o enteritis); 6) lesiones sublinguales (p. ej., cuerpo extraño lineal, tumor); 7) amigdalitis; 8) administración de medicamentos (especialmente en gatos); 9) defectos conformacionales (p. ej., labios inferiores pesados y colgantes); 10) trastornos metabólicos (p. ej., encefalopatía hepática [especialmente en gatos]) o uremia; 11) absceso u otro bloqueo inflamatorio o afección de la glándula salival.

La posibilidad de que se trate de rabia debe descartarse antes de proceder al examen oral. Debe tratarse la causa subyacente, sea local o sistémica. Puede producirse una dermatitis húmeda aguda en labios y cara si la piel no se mantiene tan seca como sea posible. La limpieza, con una solución diluida de clorhexidina o peróxido de benzoílo, puede ser útil.

Mucocele salival

Un mucocele salival (o sialocele) es una acumulación de saliva en los tejidos submucosos o subcutáneos tras una lesión del conducto salival o de la cápsula de la glándula. Es el trastorno más frecuente de las glándulas salivales en perros. Aunque cualquiera de las glándulas salivales puede verse afectada, los conductos de las glándulas sublinguales y mandibulares son los más afectados. La saliva suele acumularse en la zona intermandibular o cervical craneal (mucocele cervical). También puede acumularse en los tejidos sublinguales del suelo de la boca (mucocele sublingual o ránula). Una localización menos frecuente es en la pared faríngea (mucocele faríngeo) o en el párpado inferior (mucocele cigomático).

La causa puede ser una obstrucción o rotura traumática o inflamatoria del conducto o de la cápsula (con daño del parénquima) de la glándula salival sublingual, mandibular, parótida o cigomática. Por lo general, no se determina la causa exacta, pero se piensa que los perros pueden estar predispuestos.

Los signos dependen del lugar de acumulación de la saliva. En la fase aguda de acumulación de saliva, la respuesta inflamatoria hace que la zona esté hinchada y dolorosa. A menudo el propietario no ha observado esta etapa y el primer signo que se observa puede ser una masa indolora y fluctuante de crecimiento lento, frecuentemente en la región cervical. La ránula puede pasar desapercibida hasta que sufre un traumatismo y sangra. El mucocele faríngeo puede obstruir las vías respiratorias y provocar una dificultad respiratoria de moderada a grave. El mucocele cigomático puede provocar exoftalmía o enoftalmía, según su tamaño y localización.

El mucocele es una masa blanda, fluctuante e indolora que debe diferenciarse de abscesos, tumores y otros quistes de retención en el cuello. Si el mucocele se infecta puede haber dolor o fiebre. El mucocele salival suele diagnosticarse por palpación y aspiración de saliva viscosa de color marrón claro o teñida de sangre. Normalmente, la palpación cuidadosa con el animal en decúbito supino puede determinar el lado afectado; si no, la sialografía puede ser útil.

Se recomienda la cirugía para extirpar la glándula y el conducto salival lesionados. Si la cirugía no es una opción, el drenaje periódico suele ser solo una medida temporal y tiene el potencial de causar una infección iatrogénica. La marsupialización no suele ser eficaz. Se ha recomendado la extirpación de los conductos glandulares para el tratamiento curativo de los mucoceles salivales.

Fístula salival

La fístula salival es poco común, y puede ser la consecuencia de un traumatismo en las glándulas salivales mandibulares, cigomáticas o sublinguales. Las heridas en la glándula parótida es más probable que den lugar a la formación de una fístula. La lesión del conducto parotídeo puede ser el resultado de un traumatismo (p. ej., una mordedura), del drenaje de un absceso o de una cirugía previa en la zona con rotura iatrogénica. El flujo constante de saliva impide la cicatrización y origina la fístula.

Los antecedentes de lesión previa en el área de la glándula, la localización de la fístula y la naturaleza de la exudación, son características. La fístula salival debe diferenciarse del drenaje de una cavidad (causada por un cuerpo extraño penetrante o una patología endodóntica de una pieza de la mandíbula) en la región del cuello o de los quistes derivados de defectos congénitos. La ligadura quirúrgica del conducto suele resolver el problema, pero puede ser también necesaria la escisión de la glándula asociada.

Tumores de las glándulas salivales

Los tumores de las glándulas salivales son raros en perros y gatos, aunque estos últimos se ven afectados con el doble de frecuencia que los perros. La mayoría aparece en perros y gatos >10 años de edad. No existe predilección clara de raza o sexo, aunque los Caniches y Spaniels pueden estar predispuestos. La mayoría de los tumores de las glándulas salivales son malignos; los carcinomas y adenocarcinomas son los más frecuentes. La infiltración local y las metástasis en los nódulos linfáticos regionales y los pulmones son frecuentes, así como la recidiva local tras la escisión quirúrgica. El tratamiento con mejor pronóstico es la radioterapia.

Sialoadenitis

La sialoadenitis o inflamación de las glándulas salivales rara vez es un problema clínico en perros o gatos. Sin embargo, es frecuentemente un hallazgo incidental en el estudio histopatológico post mortem.

La causa puede ser un traumatismo por heridas penetrantes o una infección sistémica que afecte a la glándula salival o al tejido circundante. La sialoadenitis se ha descrito como un componente de la enfermedad sistémica en casos de rabia, moquillo y de enfermedad por paramixovirus, causante de parotiditis en las personas.

Los signos son fiebre, depresión y glándulas salivales dolorosas e hinchadas. La rotura de una glándula que presenta absceso da lugar a que el pus drene al tejido circundante o a la boca. La rotura a través de la piel puede tener como resultado la formación de una fístula salival. La tumefacción de la glándula parótida es más prominente bajo la oreja; la tumefacción de la glándula mandibular se observa en el ángulo de la mandíbula y la de la glándula cigomática, se sitúa inmediatamente caudal al ojo. La afección de la glándula cigomática puede causar tumefacción retrobulbar, estrabismo divergente del ojo afectado, exoftalmía, epífora y resistencia a abrir la boca o a comer. Los abscesos de las glándulas cigomáticas y parótidas son muy dolorosos; el animal puede mantener la cabeza rígida y quejarse cuando se le manipula la cabeza o el cuello.

Las radiografías y pruebas de laboratorio normalmente no son útiles, aunque la evaluación del líquido de un absceso puede conducir al diagnóstico. La histopatología del tejido de la glándula salival puede revelar cambios inflamatorios agudos o crónicos o necrosis.

La sialoadenitis leve no necesita tratamiento y la recuperación suele ser rápida y completa. Un absceso maduro debe drenarse a través de la piel que lo cubre y, en el caso de la glándula cigomática, por detrás del último molar superior del lado afectado. Deben administrarse antibióticos sistémicos.

Es necesario realizar una citología del material aspirado, biopsia o la extirpación quirúrgica de la glándula afectada si no se resuelve adecuadamente o hay recidiva.

Sialoadenosis en perros

La sialoadenosis es un agrandamiento no inflamatorio, no neoplásico, por lo general bilateral de las glándulas salivales mandibulares, asociado con tumefacción regional (según la localización) y exoftalmía, pero sin dolor aparente. El perro puede vomitar y tragar saliva, lo cual es provocado por una leve excitación y ocurre varias veces al día. Puede haber pérdida de peso, resistencia al ejercicio, bufidos, chasquidos de labios, secreción nasal, hipersalivación, inapetencia y depresión. Histológicamente no hay anomalías obvias. La producción excesiva de saliva puede asociarse a un aumento de la actividad parasimpática o cambios en la inervación simpática. La administración de fenobarbital suele producir una mejoría duradera, proporcionando apoyo para una patogenia neurogénica.

Sialometaplasia necrotizante en perros

La sialometaplasia necrotizante también se ha denominado necrosis de las glándulas salivales o infarto. Hay metaplasia escamosa de los conductos y lóbulos de las glándulas salivales, con necrosis isquémica de los lóbulos de las glándulas salivales. Se puede observar en perros (sobre todo de razas pequeñas como los terriers) de todas las edades, con mayor frecuencia de 3-8 años de edad. Los perros afectados suelen estar deprimidos, con náuseas y anoréxicos. Los signos clínicos incluyen agrandamiento de las glándulas salivales que pueden ser dolorosas a la palpación, pérdida de peso, ptialismo, arcadas, arcadas, regurgitación y vómitos. Otros signos incluyen deglución persistente, relamerse los labios, tos, taquipnea, disnea y respiración abdominal. El examen de muestras de aspirados con aguja fina o biopsias suele revelar anomalías. El diagnóstico requiere excluir otras causas de agrandamiento. La extirpación quirúrgica de la glándula salival afectada produce una mejora mínima o nula. El tratamiento del dolor, los antibióticos (basados en el cultivo y la sensibilidad del líquido/aspirado tisular), los AINE, dosis antiinflamatorias de glucocorticoides y el control de los parásitos internos han dado lugar a respuestas favorables en algunos casos. La administración de fenobarbital (1-2 mg/kg, PO, cada 12 horas, monitorización recomendada) ha dado lugar a una mejoría espectacular en varios casos, proporcionando más apoyo para una patogenia neurogénica.

Xerostomía

El hipoptialismo es una disminución de la exceción de saliva que puede dar lugar a sequedad bucal (xerostomía). Puede causar una molestia importante y dificultad para comer. Es poco frecuente en perros y gatos, pero muy común en personas que se han sometido a radioterapia por tumores de cabeza y cuello que han provocado una lesión colateral por radiación en las glándulas salivales. Al ir usando la radioterapia con más frecuencia en medicina veterinaria, este trastorno puede hacerse más frecuente en animales. La disminución de la secreción salival también puede ser el resultado del uso de ciertos fármacos (p. ej., atropina), de deshidratación extrema, pirexia o de anestesia. Se observa en algunos perros con queratoconjuntivitis seca y puede ser inmunomediada. Ocasionalmente, la secreción reducida de saliva se debe a enfermedad de la glándula salival. Lo más importante es determinar y tratar la causa primaria. Los lavados bucales fisiológicamente equilibrados alivian las molestias causadas por la xerostomía. Se deben administrar fluidos si el animal está deshidratado. La terapia inmunodepresora está indicada si se sospecha que existe enfermedad inmunológica.