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Dilatación del esófago en pequeños animales

(Megaesófago)

PorAlice Defarges, DVM, DACVIM
Revisado/Modificado oct 2022

    El megaesófago puede deberse a un defecto congénito o a un trastorno adquirido de aparición en la edad adulta.

    Los defectos congénitos que pueden dar lugar a megaesófago incluyen:

    El megaesófago de inicio en la edad adulta puede ser primario (más frecuentemente idiopático en perros) o secundario a enfermedad sistémica. El megaesófago secundario puede deberse a enfermedades que incluyen:

    • Miastenia gravis.

    • Lupus eritematoso sistémico.

    • polimiositis

    • hipoadrenocorticismo

    • Intoxicación por metales pesados (plomo).

    • Intoxicación por talio.

    • enfermedad por depósito de glucógeno

    • Inhibición de la colinesterasa inducida por neurotóxicos.

    • disautonomía

    • Trastornos del SNC incluyendo neoplasias.

    • hipotiroidismo

    La dilatación esofágica también puede desarrollarse craneal a una lesión esofágica, como una estenosis esofágica, un cuerpo extraño, una neoplasia o una compresión extraesofágica. Un subgrupo de perros puede presentar acalasia del esfínter esofágico inferior, caracterizada por una falta de relajación del esfínter esofágico inferior en respuesta a la deglución faríngea. Estos perros sufren obstrucción funcional del esfínter esofágico inferior (EEI). Es fundamental difrerenciarlos de los otros pacientes, ya que pueden responder a un tratamiento dirigido (véase más adelante). Para identificar este subgrupo de perros, se recomienda realizar estudios de deglución por videofluoroscopia mientras se permite a los perros estar de pie y alimentarse libremente.

    El síntoma típico es la regurgitación. Un cachorro con megaesófago congénito suele comenzar a regurgitar al destete, cuando empieza a comer alimentos sólidos. Los cachorros afectados por lo general no crecen bien y son más pequeños que el resto de la camada. La presión aplicada al abdomen puede provocar una dilatación del esófago en la entrada torácica. La neumonía por aspiración es una complicación con signos clínicos asociados de tos, fiebre y, en ocasiones, secreción nasal. Los animales adultos que desarrollan megaesófago también empiezan a regurgitar y finalmente pierden peso. Los signos clínicos respiratorios pueden predominar, con poca o sin regurgitación visible.

    Las radiografías torácicas revelan aire, líquido o alimento en un esófago dilatado. El esófago suele estar dilatado uniformemente. Puede producirse una gran desviación ventral craneal al corazón. El megaesófago secundario a estenosis, cuerpo extraño, neoplasia o anomalía del anillo vascular aparece tan solo como una dilatación del esófago craneal al defecto. Las estenosis, los cuerpos extraños o las anomalías del anillo vascular pueden excluirse con un esofagrama y/o una esofagoscopia.

    En perros adultos deben descartarse las enfermedades asociadas (p. ej., miastenia gravis) o, si se encuentran, tratarse. La cirugía está indicada si hay anomalías del anillo vascular. Se recomienda la endoscopia intraoperatoria para confirmar la mejoría del diámetro esofágico y prolongar la cirugía si es necesario. La cirugía puede no resolver satisfactoriamente los signos clínicos en los casos de larga duración con dilatación esofágica grave proximal a la anomalía. El tratamiento médico está indicado en el megaesófago idiopático congénito o adquirido. El megaesófago congénito puede resolverse con la edad, normalmente a los 6 meses.

    La consistencia de la dieta que mejor evita las regurgitaciones varía de un perro a otro; la papilla blanda funciona para algunos, mientras que la comida seca lo hace para otros. Otra posibilidad es alimento enlatado en forma de albóndiga. Las comidas frecuentes y en poca cantidad van mejor para la mayoría de los perros. Alimentar desde una posición elevada, con las extremidades delanteras más altas que las traseras y mantener esa posición durante al menos 10-15 min después de comer permite que la gravedad ayude al paso del alimento al estómago. Las sillas se han comercializado a lo largo de los años para ayudar a mantener al perro en posición elevada después de comer.

    Ni la cirugía ni los fármacos mejoran la función esofágica del megaesófago idiopático. Finalmente, la mayoría de los animales sufren neumonía por aspiración. Se han descrito tiempos de supervivencia de 1-3 meses y una tasa de mortalidad del 74 %.1 La evidencia radiográfica de neumonía por aspiración y la edad al inicio de los signos clínicos se asocian significativamente con el tiempo de supervivencia.

    Los perros con acalasia del esfínter esofágico inferior pueden responder a la dilatación mecánica y a la inyección de toxina botulínica. Aunque la dilatación esofágica y la dismotilidad pueden persistir, se ha descrito mejoría clínica en 14 perros.2 Dado que los efectos positivos fueron de corta duración, esta combinación de dilatación mecánica y toxina botulínica tipo A (TbA) no se considera un tratamiento definitivo sino más bien una prueba para identificar a los pacientes que pueden beneficiarse de la intervención quirúrgica.

    El tratamiento médico con sildenafilo ha tenido efectos variables en humanos con acalasia del EEI. Un estudio reciente ha descrito una mejoría de los signos clínicos en cachorros con megaesófago congénito tratados con sildenafilo.3 Estos perros pueden haber tenido algún grado de obstrucción del EEI.

    Referencias

    1. McBrearty AR, Ramsey IK, Courcier EA, Mellor DJ, Bell R. Clinical factors associated with death before discharge and overall survival time in dogs with generalized megaesophagus. J Am Vet Med Assoc 2011;238(12):1622–1628.

    2. Grobman ME, Hutcheson KD, Lever TE, Mann FA, Reinero CR. Mechanical dilation, botulinum toxin A injection, and surgical myotomy with fundoplication for treatment of lower esophageal sphincter achalasia‐like syndrome in dogs. J Vet Intern Med 2019;33(3):1423–1433.

    3. Quintavalla F, Menozzi A, Pozzoli C, et al. Sildenafil improves clinical signs and radiographic features in dogs with congenital idiopathic megaoesophagus: a randomised controlled trial. Vet Rec 2017;180(16):404.