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Descripción general de los parásitos gastrointestinales de los rumiantes

PorMark T. Fox, BVetMed, PhD, DEVPC, FHEA, MRCVS
Revisado/Modificado jun 2023

Epidemiología de los parásitos gastrointestinales en rumiantes

Todos los animales en pastoreo se infectan con nematodos gastrointestinales durante su vida. La gravedad de la enfermedad resultante puede variar desde la ausencia de signos clínicos hasta la enfermedad debilitante y mortal, según la fuerza de la inmunidad adquirida por los animales, la magnitud de la exposición y los factores de estrés o enfermedades concomitantes.

Los rumiantes adquieren inmunidad protectora y no esterilizante frente a los nematodos gastrointestinales con el tiempo, después de la exposición a los parásitos. Por tanto, los animales jóvenes en crecimiento son los más sensibles a la enfermedad, especialmente al principio de la temporada de pastoreo. Aunque se ha demostrado la presencia de anticuerpos específicos frente a nematodos en la leche y el calostro de bovinos y pequeños rumiantes, no se sabe si estos anticuerpos inducen inmunidad protectora. Los animales mantenidos en un ambiente donde no están expuestos a parásitos no desarrollan inmunidad protectora y sufren signos clínicos graves, incluso en la edad adulta, en la primera exposición.

Además, está bien establecido que una pequeña proporción de los animales en una explotación elimina la mayoría de los huevos (sobredispersión). Estos prolíficos excretores de parásitos, que son una gran fuente de contaminación ambiental para el resto del rebaño, pueden identificarse y tratarse, o eliminarse en consecuencia.

Los rumiantes jóvenes también adquieren infestaciones causadas por cestodos parásitos (Moniezia, Thysanosoma) mientras pastan. Los cestodos tienen un ciclo biológico indirecto que requiere al ácaro oribátido común como hospedador intermediario. Las infestaciones de leves a moderadas por cestodos rara vez producen signos clínicos, y la inmunidad no esterilizante adquirida suele prevenir la enfermedad, a menos que el animal sea portador de altas cargas.

Otros factores que influyen en la presencia de signos clínicos de parasitosis gastrointestinal son los factores estresantes o las enfermedades que pueden alterar la respuesta del sistema inmunitario. Los ejemplos incluyen el final de la gestación, la lactación, el destete, el esquilado, el hacinamiento, la nutrición inadecuada y las enfermedades primarias. En la mayoría de los parásitos gastrointestinales se produce un aumento en el periparto en el recuento de huevos durante el final de la gestación y el comienzo de la lactación. Este aumento en el periparto puede representar una fuente adicional de infestación para los neonatos o una mayor contaminación de los pastos para los compañeros de la explotación.

A principios de la década de 2000 se introdujo el concepto de "proteger los refugios" en el tratamiento de los parásitos. Un refugio representa la proporción de parásitos en una población que no ha sido expuesta a un antiparasitario. Los parásitos en los refugios que han escapado a la desparasitación pueden reproducirse y contribuir con los alelos a la siguiente generación de parásitos en el pasto. Con grandes refugios, los alelos sensibles (nematodos sensibles a los antiparasitarios) diluyen los alelos de resistencia y los parásitos resistentes tienen menos probabilidades de reproducirse con otros nematodos resistentes. Las estrategias basadas en los refugios retrasarán la evolución de la resistencia en una explotación. Las fuentes de refugio incluyen huevos y larvas de parásitos en los pastos o que viven en animales no tratados.

Un último punto clave es que algunas larvas de parásitos gastrointestinales (como Ostertagia L3 y L4) pueden entrar en una fase "inhibida" tanto en el ambiente como en el hospedador, también conocida como "hipobiosis". Este periodo de desarrollo detenido puede complicar la interpretación de los recuentos de huevos fecales, ya que no representarán la verdadera (potencial) carga parasitaria en el animal. En lo que respecta al manejo ambiental, los pastos considerados "limpios" de parásitos después del invierno pueden estar contaminados con organismos infestantes.

Características y clasificación de los parásitos gastrointestinales en rumiantes

La mayoría de los parásitos que infestan el tracto gastrointestinal de los rumiantes son nematodos; ocasionalmente, sin embargo, se encuentran algunos cestodos patógenos (p. ej., Moniezia y Tisanosoma). Los coccidios de los rumiantes, así como otros protozoos gastrointestinales, como Giardia y Cryptosporidium, se describen en otra parte (consúltese Giardiasis y Criptosporidiosis).

Dado que la mayoría de los parásitos gastrointestinales son nematodos, sus ciclos biológicos, signos clínicos y programas de control son similares. Todos los animales en pastoreo se infestarán con parásitos gastrointestinales durante su vida, pero la infestación no siempre se correlaciona con enfermedades o pérdidas de producción.

Se deben realizar esfuerzos para identificar las poblaciones de parásitos presentes dentro de las explotaciones individuales, porque la prevalencia del parásito y la magnitud de la infestación pueden variar según la región geográfica, el clima local, los factores individuales de manejo y las prácticas históricas de desparasitación. Una vez identificados los patrones de parásitos en una explotación por medio de diagnósticos integradores, se debe implementar un programa de control para prevenir enfermedades y pérdidas notables de producción.

A efectos prácticos, los nematodos gastrointestinales de los rumiantes pueden dividirse en dos grandes categorías:

  • Los parásitos tricostrongílidos (orden Strongylida, también conocidos como estróngilos) incluyen numerosos géneros, como Ostertagia, Teladorsagia, Haemonchus, Trichostrongylus, Cooperia, Nematodirus, Mecistocirrus, Bunostomum, Oesophagostomum y Chabertia. En la fase diagnóstica típica, estos parásitos tricostrongílidos (huevos en la flotación fecal) son indiferenciables. Sus ciclos biológicos suelen ser los mismos, difiriendo solo en pequeños matices, como la duración de cada fase, su localización en el tracto gastrointestinal de los adultos o sus rangos de temperatura ambiental preferidos. Los ciclos biológicos de todos los tricostrongílidos son directos y dependen de que los animales pasten en pastos contaminados para iniciar la infestación. Por estas razones, su diagnóstico, tratamiento, control y prevención son muy similares.

  • Los parásitos no tricostrongílidos incluyen Strongyloides, Trichuris, Aonchotheca y Toxocara vitulorum. Cada uno de estos parásitos no tricostrongílidos tiene un ciclo biológico único, presenta huevos característicos en la flotación fecal y puede tener unos métodos de tratamiento, control y prevención diferentes a los de los parásitos tricostrongílidos.

El ciclo biológico genérico de un tricostrongílido comienza cuando una hembra adulta en el tracto gastrointestinal del hospedador se aparea con un macho adulto y produce huevos fertilizados. Las hembras de cada especie de tricostrongílido tienen una capacidad reproductiva diferente (p. ej., se ha demostrado que las hembras de Haemonchus contortus producen hasta 10 000 huevos por día, y las hembras de Nematodirus spp producen <100 huevos por día). La amplia variación en la fecundidad de diferentes especies de tricostrongílidos afecta a la utilidad y fiabilidad de las pruebas diagnósticas.

Los huevos se eliminan en las heces del hospedador al medio ambiente y continúan su desarrollo en los bolos fecales en el exterior. En condiciones óptimas, entre 10 °C y 36 °C, los huevos eclosionan a la primera fase larvaria (L1) en 1-2 días. La creencia convencional ha sido que los climas con temperaturas fuera de este rango no permiten una acumulación sustancial de parásitos en los pastos, aunque evidencias recientes sugieren lo contrario. Una notable excepción es Nematodirus, que pasa el invierno en el suelo y necesita un periodo de frío para desarrollarse. A diferencia de otros tricostrongílidos de rumiantes, las larvas de Nematodirus se desarrollan dentro del huevo y los animales se infestan cuando ingieren las larvas eclosionadas.

Además de temperaturas óptimas, la humedad es fundamental para el desarrollo larvario. Los climas húmedos y templados favorecen el rápido desarrollo de los tricostrongílidos; sin embargo, los climas áridos también pueden favorecer el desarrollo de parásitos si se practica el riego. Después de la eclosión de los huevos, L1 continúa desarrollándose en las heces y muda a larvas de segunda y tercera fase (L2, L3) durante 4-6 días. En ~7 días, las larvas infestantes L3 migran de las heces y comienzan a trepar por la vegetación, donde las ingiere el hospedador. Una vez dentro del hospedador, las L3 completan dos mudas más para alcanzar la edad adulta dentro del abomaso o del intestino delgado.

El periodo prepatente para la mayoría de los tricostrongílidos oscila entre 18 y 21 días, lo que significa que pueden detectarse huevos en las heces del hospedador procedentes de una nueva infección 18-21 días después de la ingestión de la L3. Las adaptaciones únicas del ciclo biológico de los parásitos abomasales (Ostertagia y, en menor medida, Haemonchus) ayudan a estas especies a superar las malas condiciones ambientales. Si el clima es frío, las L4 invaden las fosas gástricas del abomaso y se detiene el desarrollo. Una vez que el clima vuelve a ser favorable, las L4 experimentan una emergencia masiva y coordinada que provoca una enfermedad grave del hospedador. El síndrome resultante se denomina ostertagiosis de tipo II, como se describe en Hallazgos clínicos.

Los propietarios o los veterinarios pueden manipular varios matices del ciclo biológico para predecir los periodos de alto riesgo para sus animales o cambiar los factores de manejo para disminuir el riesgo de una infestación grave. Cuando están en el entorno, las larvas L3 tienen una membrana externa dura llamada cutícula, que las protege pero también les impide alimentarse. Si una L3 no se alimenta antes de que se agoten sus finitas fuentes de energía, morirá. Las tasas metabólicas de las L3 cambian según las condiciones ambientales: el clima fresco y seco disminuye la tasa metabólica y prolonga la esperanza de vida de las L3; el tiempo caluroso aumenta la tasa metabólica y disminuye la esperanza de vida.

Las recomendaciones para los tiempos de descanso en los pastos pueden basarse en estos factores; los pastos pueden descansar durante periodos más cortos cuando hace calor, pero necesitan descansar durante periodos más prolongados en tiempo fresco y seco. De manera similar, las temperaturas suaves y húmedas y los episodios de lluvia en los climas templados-áridos aumentan el éxito de los tricostrongílidos y aceleran la tasa de su desarrollo en los pastos. Es necesario un mayor control durante estos periodos de alto riesgo. Además, los tricostrongílidos necesitan vegetación para completar su ciclo biológico, por lo que los animales en un lote seco tendrán un riesgo sustancialmente menor de infestación perjudicial.

Los patrones y la prevalencia de parásitos gastrointestinales específicos son regional y climáticamente específicos. Sin embargo, han surgido patrones diferentes debido al transporte de animales a largas distancias, los efectos del cambio climático global en los ciclos biológicos de los parásitos y la sensibilidad de los parásitos a ciertos antihelmínticos.

Hallazgos clínicos de los parásitos gastrointestinales en rumiantes

La mayoría de las infestaciones por parásitos gastrointestinales en rumiantes son mixtas y varios géneros infectan a un solo animal. Las excepciones notables son la hemoncosis y la ostertagiosis de tipo II. En general, los signos clínicos están presentes solo en una pequeña proporción de un grupo de animales, aunque todos los animales tienen parásitos gastrointestinales. Los signos clínicos asociados con la parasitosis gastrointestinal suelen ser inespecíficos y se manifiestan como una enfermedad crónica de progresión lenta, a menos que se encuentre una dosis infecciosa muy alta o que estén presentes otros factores de riesgo concomitantes.

Los animales muy infestados experimentan una pérdida gradual de peso o una disminución de la ganancia de peso (en el caso de los animales jóvenes), mal comportamiento, disminución gradual de la producción de leche y mal estado del pelo. Los animales más gravemente afectados muestran letargo y debilidad, y pueden pasar más tiempo lejos del grupo o postrados. La emaciación puede producirse en los casos de larga duración debido a la inapetencia que progresa a la anorexia, así como a una mala absorción de nutrientes. La parasitosis gastrointestinal crónica también puede predisponer a los animales a infecciones secundarias (bacterianas, víricas, fúngicas) que por lo general serían capaces de resistir.

Puede haber diarrea, según el segmento del tracto gastrointestinal que esté más parasitado. Los rumiantes con infestación predominante del abomaso por Haemonchus pueden haber formado heces hasta el final de la enfermedad; los rumiantes con infestación predominante del colon por Trichuris tendrán diarrea al principio de la enfermedad. En ocasiones, algunos rumiantes muestran signos de cólico (malestar abdominal, patadas en el abdomen, rodar, episodios repetidos de levantarse y tumbarse).

Tanto si el animal tiene diarrea como si no, la parasitosis gastrointestinal intensa causa una enteropatía perdedora de proteínas como resultado del aumento de las pérdidas debidas a la diarrea o de la disminución de la absorción por el daño directo a la mucosa por parte de los parásitos. Los signos clínicos de hipoproteinemia pueden incluir edema submandibular o edema ventral. Además de una absorción inadecuada de proteínas, los rumiantes muy parasitados tienden a mostrar una mala absorción de las vitaminas y minerales esenciales de su dieta.

Las especies hematófagas de tricostrongílidos (p. ej., Haemonchus spp) causan anemia grave; sin embargo, también se puede encontrar algo de anemia en la mayoría de las infestaciones graves por tricostrongílidos. Dado que los tricostrongílidos utilizan aparatos bucales para cortar o seccionar para adherirse al abomaso o a la mucosa intestinal, la sangre puede brotar de estos puntos. La anemia clínica suele ser crónica, y muchos animales pueden compensarla hasta que su hematocrito es <10 %. La anemia grave se presenta como colapso cardiovascular: aumento de la frecuencia cardiaca, aumento de la frecuencia respiratoria y de esfuerzo (respiración con la boca abierta, hinchazón de las mejillas), mala perfusión, extremidades frías y muerte súbita. La descompensación aguda puede seguir un curso clínico más rápido después de una exposición intensa (p. ej., después de grandes episodios de lluvia que aceleran el desarrollo larvario) o después de que un animal con parasitosis crónica alcance niveles críticos de anemia, hipoproteinemia o emaciación.

Diagnóstico de los parásitos gastrointestinales en rumiantes

La infestación por parásitos gastrointestinales por lo general puede confirmarse detectando huevos de nematodos o segmentos de cestodos en los exámenes coprológicos. El examen fecal puede dividirse en evaluaciones cualitativas y cuantitativas (véase más adelante). Las heces han de ser frescas y las muestras se recogen preferiblemente antes de que entren en contacto con el suelo, para evitar la contaminación ambiental con los nematodos de vida libre. Si se sospecha que un animal está enfermo, las heces deben recogerse directamente del recto.

Evaluación fecal cualitativa

Una flotación fecal por centrifugación realizada en heces de animales individuales o en muestras compuestas de múltiples animales dentro de un rebaño permite una evaluación cualitativa de los tipos de nematodos gastrointestinales que expulsan huevos en las heces y una evaluación subjetiva de la magnitud de la infestación. El muestreo fecal compuesto es un método sólido para evaluar la carga parasitaria dentro de una explotación que es una opción eficiente en recursos para los propietarios y productores.

Para evitar el desarrollo de los huevos del parásito, las muestras fecales deben conservarse en un recipiente hermético en un refrigerador y analizarse durante los 5 días siguientes. Hay varias soluciones de flotación validadas para su uso con heces de rumiantes. Si los huevos de parásitos tienen un peso específico menor que el peso específico de la solución de flotación, suben a la superficie. Estos parásitos recuperados se transfieren a un portaobjetos de vidrio y se examinan al microscopio. Pueden producirse falsos negativos si un huevo es más denso que la solución elegida y, por tanto, no flota.

Hay varias soluciones de flotación de azúcar y sal disponibles comercialmente validadas para su uso en rumiantes. Cada solución de flotación tiene una densidad específica diferente (y por tanto una recuperación de parásitos específicos) y una caducidad diferente.

Las soluciones de azúcar no deforman la morfología del huevo y pueden examinarse después de varias horas o días, si se refrigeran; sin embargo, estas soluciones tienen una caducidad más corta que las soluciones salinas y pueden ser propensas al crecimiento fúngico o bacteriano a menos que se agregue un conservante. Las soluciones salinas tienen una caducidad más larga, pero deben examinarse poco después de su preparación, ya que los portaobjetos cristalizarán, rompiendo o destruyendo las membranas de los huevos del parásito.

La mayoría de los huevos de nematodos gastrointestinales se recuperarán si una solución de flotación tiene una densidad específica de al menos 1,24 (la solución de flotación de azúcar de Sheather tiene una densidad específica de 1,26-1,27). La flotación pasiva ya no es un estándar aceptable de diagnóstico.

Evaluación fecal cuantitativa

Varias técnicas de recuento de huevos fecales se han validado para su uso en rumiantes y tienen diferentes niveles de sensibilidad. Algunos ejemplos de técnicas incluyen la de Stoll modificada, la de McMaster modificada, Wisconsin, FEKPAK (Australia) y mini-FLOTAC. Los recuentos de huevos fecales son una medida más objetiva del número de huevos de parásitos que la flotación fecal, y pueden indicar la eficacia de los antiparasitarios (desarrollados en Tratamiento). Los recuentos de huevos fecales pueden proporcionar información sólida sobre la salud del rebaño y, con un buen mantenimiento de registros, pueden crear un cuadro clínico sólido de los patrones de infestación dentro de las explotaciones a lo largo del tiempo. Los veterinarios y los propietarios pueden utilizar estos patrones para establecer umbrales de tratamiento.

Los factores que afectan al número de huevos en una muestra incluyen la fecundidad relativa de los vermes hembra, que varía con el género de nematodos; la existencia de fases inmaduras de nematodos que todavía no producen huevos pero que aún causan daño a las membranas mucosas dentro del tracto gastrointestinal; diarrea (dilución de huevos); y el uso reciente de antiparasitarios. Además, algunas técnicas de recuento de huevos requieren equipo especializado y no logran identificar el género o la especie de huevos de tipo tricostrongílido. Por estas razones, el recuento de huevos fecales no debe ser el único determinante del tratamiento y manejo de la parasitosis gastrointestinal clínica.

Determinaciones a nivel de género y especie

Las técnicas especializadas pueden determinar definitivamente el género y la especie del nematodo gastrointestinal que infesta a animales individuales o a una explotación. Esta información puede ser útil para evaluar inicialmente la parasitosis a nivel de explotación, o cuando se encuentran nuevos problemas, pero estas técnicas rara vez son prácticas.

El cultivo larvario de las heces (coprocultivo) permite que los huevos se desarrollen a larvas infestantes de tercera fase (L3), que pueden identificarse mediante microscopía. Los portaobjetos de flotación fecal se pueden marcar con una aglutinina de cacahuete con fluoresceína y observar su fluorescencia (solo huevos fluorescentes de Haemonchus). Las muestras fecales también pueden evaluarse mediante prueba de PCR para determinar el género y la especie de nematodos específicos. Todas estas técnicas suele realizarlas un laboratorio especializado.

Examen post mortem

Todos los animales sospechosos de haber muerto como resultado de parasitosis gastrointestinal deben someterse a un examen post mortem. Debe examinarse cada sección del tracto gastrointestinal para detectar defectos de la mucosa, hemorragias, erosiones o úlceras y la presencia de nematodos o cestodos adheridos a la mucosa. Estos parásitos pueden ser muy pequeños y filiformes, y cada especie tiene preferencia por una sección particular del tracto gastrointestinal.

El contenido gastrointestinal puede recogerse y analizarse mediante pantallas para identificar larvas o adultos del parásito. Las larvas y los adultos pueden identificarse a nivel de género con microscopía en laboratorios especializados; las técnicas moleculares hacen posible la identificación de las especies. La histopatología debe realizarse en cortes anormales del tracto gastrointestinal para identificar parásitos incrustados en la pared de la mucosa.

Datos complementarios

Las principales anomalías en los análisis de sangre en rumiantes clínicamente afectados por parásitos gastrointestinales incluyen anemia e hipoproteinemia caracterizadas por hipoalbuminemia. Puede haber eosinofilia en el hemograma completo; sin embargo, un resultado normal no puede descartar la parasitosis clínica. Los animales con infestación aguda grave con diarrea pueden tener anomalías electrolíticas asociadas, como hiponatremia, hipocloremia, hipopotasemia y acidosis metabólica caracterizada por pérdida de bicarbonato.

En los animales con parasitosis del abomaso, el pH del abomaso puede aumentar a medida que disminuye la producción de ácido como consecuencia del daño de las células parietales. Las muestras pueden obtenerse mediante abomasocentesis. El pepsinógeno, la forma inactiva de la pepsina, no se activa si el abomaso no es ácido. En los casos de ostertagiosis grave de tipo II se pueden encontrar concentraciones elevadas de pepsinógeno sérico; sin embargo, pocos laboratorios de diagnóstico en EE. UU. ofrecen esta prueba.

Tratamiento integrado de parásitos

Un "tratamiento integrado de parásitos" implica un abordaje estratégico y a menudo multifacético, y los planes varían según el rebaño y la explotación. Se debe tener en cuenta un conocimiento exhaustivo de los parásitos que infestan al rebaño, la biología del parásito y los factores de riesgo presentes en el medio ambiente y en los propios animales. Los planes de tratamiento integrado de parásitos incluyen los siguientes componentes:

  • Prevención

  • Monitoreo

  • Tratamiento

  • Refugios.

  • Bioseguridad y cuarentena.

  • Opciones complementarias alternativas (no farmacológicas).

Prevención de los parásitos gastrointestinales en rumiantes

La infestación por parásitos gastrointestinales no equivale a enfermedad; de hecho, los animales que no están expuestos a una baja carga de parásitos gastrointestinales nunca formarán una inmunidad protectora y corren más riesgo de padecer una enfermedad grave cuando se exponen. Por esta razón, las medidas preventivas deben centrarse en prevenir la enfermedad más que en eliminar todos los parásitos.

Todos los factores de la tríada epidemiológica (hospedador, medio ambiente, patógeno) pueden tratarse en un programa de prevención. Los factores del hospedador que ayudan a evitar la parasitosis gastrointestinal clínica incluyen una nutrición adecuada (especialmente proteína); una suplementación adecuada de vitaminas y minerales, si es necesario para reforzar el sistema inmunitario; la prevención de enfermedades comunes que causan inmunosupresión; y la prevención del estrés. Abordar los factores del hospedador puede implicar prestar especial atención al espacio de las camas, el hacinamiento, la mezcla de grupos sociales y los factores de estrés comunes, como el destete, la vacunación, el esquilado, etc.

La resistencia a la parasitosis gastrointestinal y la respuesta inmunitaria a los ataques de parásitos gastrointestinales son rasgos hereditarios que se han estudiado extensamente en ovejas. Los métodos recomendados incluyen la cría de animales que parecen resistentes a la carga parasitaria gastrointestinal y la eliminación de los animales que responden mal en un programa de cría.

Las fases de vida libre de los parásitos gastrointestinales en los pastos y el efecto del manejo ambiental en la epidemiología del parásito hacen del manejo de los pastos una herramienta fundamental para la prevención eficaz de la enfermedad. Los animales sensibles (animales jóvenes sin inmunidad adquirida, animales gestantes, animales enfermos, etc.) no deben exponerse a pastos potencialmente muy contaminados con parásitos. La explotación del ciclo biológico y las características típicas de los nematodos gastrointestinales puede ayudar a un manejo eficaz de los pastos. A continuación se muestran algunos ejemplos:

  • Los tricostrongílidos aceleran su ciclo biológico y aumentan su población en condiciones ambientales óptimas.

    1. Intervención: retirar los animales de pastoreo de los pastos después de lluvias o durante condiciones húmedas y templadas.

  • Las L3 infestantes pueden migrar verticalmente solo a distancias cortas y se encuentran cerca del suelo.

    1. Intervención: pastorear solo en pastos con forraje de más de 4 pulgadas.

  • Los animales de producción no comparten nematodos gastrointestinales patógenos con otras especies no rumiantes, por lo que pueden ayudarse mutuamente a limpiar los pastos de parásitos.

    1. Intervención: copastoreo o alternativamente pastorear en pastos de alto riesgo con diferentes especies (p. ej., caballos).

  • Los parásitos resistentes a los fármacos sobreviven al tratamiento con ciertos fármacos y pueden ser la única población que queda después de la desparasitación, contaminando un pasto "limpio".

    1. Intervención: evitar la desparasitación de todo el rebaño de una sola vez y no trasladar a los animales a pastos limpios inmediatamente después de la desparasitación.

  • Los tricostrongílidos necesitan pastos y no pueden completar su ciclo biológico cuando se exponen a altas temperaturas, desecación o luz solar directa prolongada.

    1. Intervención: alojar a los animales en suelos de hormigón o secos durante los periodos de alto riesgo o en casos de multirresistencia grave.

  • Las L3 de triscostrongílidos tienen una esperanza de vida finita que depende de las condiciones ambientales.

    1. Intervención: permitir que los pastos descansen durante 3-6 meses (según el clima) entre los pastoreos.

Monitorización de los parásitos gastrointestinales en rumiantes

Todos los rumiantes mantienen una carga de parásitos gastrointestinales durante su vida, pero la infestación no es equivalente a la enfermedad. Para evitar la enfermedad, se deben detectar los animales con cargas crecientes. La intensidad de monitorización recomendada depende de la explotación, porque las métricas de producción y el manejo son específicas para cada una; sin embargo, lo ideal es que el control se realice varias veces al año y particularmente después de factores estresantes como el esquilado, la vacunación, el destete y los episodios climáticos que pueden favorecer el desarrollo de larvas infestantes en los pastos.

Las puntuaciones de la condición corporal y las métricas de producción, como la ganancia media diaria de peso, los volúmenes de leche y los niveles de actividad, pueden monitorizarse a bajo coste, y son información valiosa si se pueden mantener buenos registros. El recuento fecal de huevos (individual o compuesto) y las pruebas de reducción del recuento fecal (desarrollado en Tratamiento) pueden ser una parte importante de un programa de monitorización; sin embargo, requieren más recursos y representan un coste adicional. Debido a que el ELISA puede usarse para detectar anticuerpos frente a Ostertagia en muestras de leche de tanque en explotaciones lecheras, también puede ser un método por el cual los rebaños pueden monitorizarse para determinar la prevalencia de la infestación y para informar sobre las decisiones estratégicas de desparasitación.

La evaluación y seguimiento de las puntuaciones FAMACHA (puntuaciones de los signos de palidez en las membranas mucosas oculares que indican anemia) pueden ser una herramienta muy eficaz para determinar cuándo desparasitar a los individuos de un rebaño afectado por parásitos que causan anemia, especialmente Haemonchus. La puntuación FAMACHA correlaciona el color de las membranas mucosas oculares con una escala numérica. Los examinadores comparan la conjuntiva del párpado cubriendo el ojo con los párpados, retropulsando suavemente el globo ocular y luego tirando de la conjuntiva del párpado inferior y sosteniéndolo junto a una tarjeta de puntuación. Las puntuaciones más altas reflejan membranas mucosas más pálidas, lo que indica anemia. Se puede formar a los propietarios y a los veterinarios para aplicar la puntuación FAMACHA y obtener una tarjeta de puntuación fácilmente con la capacitación en línea administrada a través de la University of Rhode Island y el American Consortium for Small Ruminant Parasite Control (ACSRPC).

Aunque la parasitosis gastrointestinal no es la única causa de anemia, el sistema de puntuación FAMACHA está altamente correlacionado con la predicción de anemia del tricostrongílido hematófago Haemonchus contortus en pequeños rumiantes y camélidos. Las decisiones de tratamiento informadas e improvisadas pueden basarse en una combinación de la puntuación FAMACHA, el riesgo relativo y el examen clínico sin depender del diagnóstico fecal. Además, las puntuaciones FAMACHA y otras métricas, como la puntuación de la condición corporal, pueden registrarse para cada animal y monitorizarse a lo largo del tiempo para detectar tendencias estacionales en un rebaño específico.

Se ha encontrado que el uso de la puntuación FAMACHA disminuye notablemente el uso de antiparasitarios, aumenta los factores de producción y retarda el desarrollo de resistencia a antihelmínticos (1).

Tratamiento de los parásitos gastrointestinales en rumiantes

Históricamente, los propietarios y productores administraban antihelmínticos (desparasitantes) como un medio principal de controlar los parásitos gastrointestinales en sus rebaños; sin embargo, la resistencia a múltiples fármacos grave y generalizada en EE. UU. y otros países ha provocado fallos en el tratamiento y un aumento de la mortalidad. Dado que la evolución de la resistencia a los fármacos superará el desarrollo de nuevos fármacos, la eficacia de los fármacos existentes debe protegerse cuidadosamente.

Aunque los fármacos han sido el principal componente histórico del control de los parásitos gastrointestinales, el uso excesivo y la consiguiente resistencia han forzado un cambio de paradigma en el tratamiento de los parásitos. Las estrategias de tratamiento deben modificarse y los antihelmínticos han de administrarse de forma más juiciosa dentro de un programa integrado de control parasitario que sea individualizado para cada explotación. Los antihelmínticos han de administrarse solo para tratar a los animales clínicamente afectados y disminuir la contaminación de los pastos, especialmente en los puntos clave del ciclo biológico de los parásitos. Las herramientas de monitorización (descritas anteriormente) pueden usarse para identificar tanto a los animales clínicamente afectados como a los parásitos implicados, de modo que se tenga en cuenta la biología de los parásitos específicos. Hay que hacer todo lo posible por mantener grandes refugios.

Tratamiento de los cestodos gastrointestinales

El tratamiento de Moniezia y Thysanosoma rara vez está justificado, dado que los cestodos no suelen ser patógenos y los rumiantes desarrollan una fuerte inmunidad adquirida después de los 5-6 meses de edad. En EE. UU., el fenbendazol, el oxfendazol y el albendazol están registrados para el tratamiento de infestaciones por cestodos en el ganado vacuno, con algunas restricciones de edad.

Tratamiento de los nematodos gastrointestinales

Cuando es necesario el tratamiento de la infestación parasitaria en rumiantes, existen varias opciones. En EE. UU., el ganado vacuno puede tratarse con una amplia gama de clases de fármacos y formulaciones; las cabras y las ovejas, sin embargo, se consideran especies de menor uso y la lista de opciones es más reducida. Todas las decisiones de tratamiento deben estar respaldadas por el Food Animal Residue Avoidance Databank (FARAD) y la Animal Medicinal Drug Use Clarification Act (AMDUCA) de 1994.

La administración de antihelmínticos puede precipitar la muerte en animales muy enfermos, y se debe advertir a los propietarios de esta complicación potencial. La dosificación cuidadosa de antihelmínticos ha de basarse en pesos exactos para cada animal individual, ya que la infradosificación puede dar lugar rápidamente a una resistencia antihelmíntica y la sobredosis puede tener consecuencias para la salud del animal o costes económicos para el propietario.

En EE. UU. se ha documentado la resistencia de los nematodos gastrointestinales a todas las clases de fármacos, especialmente en el sudeste. Por esta razón, la eficacia de los antihelmínticos debe controlarse cuidadosamente con el diagnóstico postratamiento y la confirmación de que los signos clínicos se han resuelto. La desparasitación rotacional ya no se recomienda, porque se ha documentado que perpetúa la evolución de la resistencia a múltiples fármacos.(2, 3) En las explotaciones con resistencias documentadas se puede utilizar una combinación de desparasitaciones (administrando simultáneamente dos o tres fármacos de diferentes clases). Cuando la evidencia indica que existe resistencia a un fármaco en particular en una explotación, se deben evitar otros fármacos de la misma clase porque comparten el mismo mecanismo de acción.

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La clase de fármacos benzimidazoles incluye el albendazol, el fenbendazol, el oxfendazol y el tiabendazol. Estos fármacos tienen actividad variable frente a larvas inhibidas, como Ostertagia.

El fenbendazol tiene un amplio margen de seguridad, y sus dosis y frecuencia de administración pueden aumentarse por encima de la cantidad indicada en el prospecto (los veterinarios deben seguir la normativa, los requisitos y las restricciones para el uso de fármacos fuera de registro). Los estudios sobre el fenbendazol han demostrado una mayor capacidad de destrucción con dosis de varios días, ya que la eficacia de este antiparasitario aumenta con una mayor duración de la exposición al fármaco.

Por el contrario, el albendazol tiene un margen de seguridad estrecho, y ni la dosis ni la frecuencia pueden aumentarse con seguridad. La sobredosis de albendazol produce teratogénesis, supresión de la médula ósea con pancitopenia y muerte. El ayuno de los animales antes de administrarles benzimidazoles retrasa el tiempo de tránsito gastrointestinal y aumenta la exposición del parásito al antihelmíntico, lo que puede incrementar su eficacia. La resistencia a los benzimidazoles no es infrecuente, y una vez que se ha desarrollado la resistencia, la sensibilidad no se recupera, incluso cuando el fármaco no se administra durante varios años en una explotación.

El levamisol es un fármaco imidazotiazol y tiene un estrecho índice terapéutico porque se dirige a los receptores de la acetilcolina y puede afectar tanto a los del hospedador como a los del parásito; sin embargo, es soluble en agua y fácil de administrar. El levamisol tiene muy poca actividad frente a larvas inhibidas. El morantel y el pirantel son tetrahidropirimidinas y tienen un margen de seguridad más amplio que el levamisol. El morantel es un aditivo alimentario y, como cualquier otro antihelmíntico suministrado en los alimentos, puede no administrarse en una dosis eficaz si el animal no consume la cantidad completa. Puede producirse una infradosificación y, finalmente, una resistencia a los antihelmínticos.

Los signos clínicos de la intoxicación por imidazotiazoles o tetrahidropirimidinas suelen incluir salivación, lagrimeo, micción y defecación, además de hiperexcitabilidad, temblores, ataxia, colapso y muerte por insuficiencia respiratoria.

La clase de fármacos de las lactonas macrocíclicas incluye los fármacos ivermectina, doramectina, moxidectina y eprinomectina. Estos fármacos son muy eficaces frente a las fases adulta, larvaria y larvaria inhibida.

Cuando se introdujeron por primera vez en el mercado comercial, las lactonas macrocíclicas eran capaces de controlar los parásitos internos y externos, eran baratas y muy eficaces. Debido a que se usaron mucho en los programas de desparasitación supresiva después de su introducción, la resistencia a las lactonas macrocíclicas está ahora muy extendida en los nematodos gastrointestinales de todo el mundo. Las formulaciones de unción dorsal pueden tener una actividad prolongada, reduciendo así los costes laborales asociados con la aplicación; pero debido a que las concentraciones disminuyen durante un periodo más largo, los parásitos pueden estar expuestos a dosis subletales, lo que potencia el desarrollo de resistencia a los antihelmínticos.

Todos los fármacos están disponibles en una variedad de formas (oral, inyectable y de unción dorsal) para adaptarse a todo tipo de sistemas de tratamiento. Fuera de EE. UU. hay varios fármacos adicionales disponibles en cada clase de fármaco, incluidos los productos antiparasitarios combinados. Algunos antihelmínticos de espectro limitado, como las salicilanilidas y el closantel, presentan una actividad excelente frente a Haemonchus contortus en ovejas y permanecen en el hospedador durante largo tiempo. El haloxón, un organofosforado, está registrado para su uso frente a nematodos gastrointestinales en terneros.

Ganado vacuno: consideraciones especiales

La parasitosis gastrointestinal es más frecuente en el ganado vacuno de carne joven desde el destete hasta varios meses después y en grupos separados de terneros de leche durante la primera temporada de pastoreo. La inmunidad a los nematodos gastrointestinales se adquiere lentamente; pueden ser necesarias dos temporadas de pastos antes de que se consiga un nivel de inmunidad protectora. En áreas endémicas las vacas pueden continuar albergando cargas reducidas, que pueden contribuir a una producción subóptima en algunas granjas. La parasitosis gastrointestinal en animales jóvenes puede controlarse mediante el uso de antihelmínticos de amplio espectro junto con el manejo de los pastos para evitar la reinfestación, como el pastoreo alternado con otras especies o el pastoreo rotacional integrado, donde los terneros sensibles son seguidos por adultos inmunes en el uso de los pastos.

En los rebaños de vacuno de carne, el tratamiento antihelmíntico durante el destete es útil, especialmente si los animales jóvenes se han de conservar, por ejemplo, para usarlos como novillas de reposición o como novillos de cebo. El ganado que hace el acabado en pastos debe recibir tratamiento al destete y a intervalos a fondo los siguientes 12 meses y, si es posible, debe trasladarse a pastos limpios para maximizar la ganancia de peso vivo.

Cuando el ganado vacuno no puede trasladarse fácilmente a otros pastos, los tratamientos estratégicos pueden limitar la contaminación de los campos y la reinfestación rápida. Como alternativa, se pueden emplear bolos intraruminales, en los países donde esté autorizado su uso.

En las regiones de clima templado cálido del mundo, como Australia, Nueva Zelanda, el sur de EE. UU. y las extensas regiones ganaderas del sur de Brasil, Uruguay y Argentina, el ganado joven puede recibir dos o más tratamientos, desde finales del verano hasta el otoño, para evitar aumentos importantes en la contaminación de los pastos y la infestación durante el invierno y la primavera. En estas regiones, dos o tres tratamientos estratégicos, administrados a intervalos cortos, desde el tiempo del destete, pueden ser tan eficaces como la administración durante la primavera en las regiones templadas frías. Sin embargo, dado que las larvas infestantes tienden a sobrevivir en los pastos más allá del momento del destete otoñal en las regiones templadas cálidas, pueden ser más eficaces intervalos más largos entre tratamientos (p. ej., en el momento del destete, durante el invierno y a finales de la primavera).

Cuando la ostertagiosis de tipo II es un problema, se recomienda el tratamiento con un agente antihelmíntico eficaz frente a larvas inhibidas, antes de que llegue la época en la que se espera que tenga lugar el brote. Para obtener más información sobre los ciclos biológicos de parásitos específicos, consúltese Parásitos gastrointestinales frecuentes del ganado vacuno.

La justificación económica para la administración de desparasitantes en animales lecheros es controvertida. El beneficio justifica su uso en novillas de primer parto y ganado de reposición; sin embargo, el uso de desparasitantes en vacas lecheras que están completamente confinadas o en vacas con parásitos gastrointestinales subclínicos suele obtener poco o ningún beneficio en la producción de leche. Las decisiones de tratamiento más informadas pueden ser factibles con el uso de un ELISA para controlar anticuerpos frente a Ostertagia en la leche de tanque.

Pequeños rumiantes: consideraciones especiales

En la mayoría de las regiones se necesita un tratamiento estratégico especial para contrarrestar la disminución periparto de la inmunidad (que da lugar al aumento periparto de la expulsión de huevos parásitos) que se produce en ovejas reproductoras. El momento preciso en el que se debe administrar este tratamiento variará por regiones y según las diferentes especies de parásitos; en las regiones templadas, el tratamiento depende de si las madres y sus crías se sueltan en los pastos limpios o contaminados.

En el pasto limpio, solo las madres (con una carga parasitaria existente) actúan como fuente de huevos de parásitos y, por tanto, requieren tratamiento para prevenir la contaminación de los pastos y la posterior infestación de sus crías. Las madres tratadas durante el mes anterior al parto no solo deberían mostrar una disminución en la producción de huevos de parásito, sino que también podrían mostrar una productividad mejorada. En los pastos contaminados, tanto las madres como las crías eliminan los huevos en sus heces (las madres de su carga de parásitos existente y las crías de las larvas que hibernan en el pasto).

Las ovejas y las cabras son más sensibles a los efectos adversos de los vermes que el ganado vacuno, por lo que es más frecuente la enfermedad en ovejas y cabras. La inmunidad a los parásitos se adquiere de forma lenta y suele ser incompleta. Pueden ser necesarios tratamientos frecuentes, especialmente durante el primer año de vida, aunque un buen conocimiento de la epidemiología local de los parásitos asegurará que dichos tratamientos se realicen en el momento adecuado. No se ha demostrado que las cabras y ovejas subclínicas se beneficien (en términos de ganancia media diaria, eficiencia alimentaria) de la desparasitación, por lo que esta práctica debe desaconsejarse. Para obtener más información sobre los ciclos biológicos relevantes de parásitos específicos, consúltese Parásitos gastrointestinales frecuentes de los pequeños rumiantes.

Tratamiento de combinación de antihelmínticos

La administración simultánea de dosis completas de dos o tres clases de antiparasitarios puede mejorar la eficacia mediante un efecto aditivo que se asemeja al concepto de cobertura antibiótica de amplio espectro. Además de los cambios de manejo, este enfoque de desparasitación puede ser útil en explotaciones con resistencia a múltiples fármacos documentada y opciones limitadas de desparasitación. Dado que sobreviven menos nematodos gastrointestinales resistentes y un refugio más grande proporciona una mayor dilución de la reserva genética resistente, la combinación de desparasitaciones puede incluso retrasar el desarrollo de resistencia a múltiples fármacos. Los tiempos de retirada en carne o en leche deben basarse en el fármaco que tenga el periodo de retirada más largo.

Técnicas de diagnóstico relacionadas con los antihelmínticos

El aumento de la resistencia a múltiples fármacos grave y generalizada ha obligado a controlar la eficacia de los fármacos. Debe sospecharse resistencia a los fármacos cuando se excluyen otros factores, como una dosis inadecuada, una mala nutrición, una reinfestación rápida o una enfermedad distinta de los parásitos gastrointestinales. La prueba de reducción del recuento de huevos fecales (RRHF) es el medio principal para evaluar la eficacia de un fármaco dentro de un lote.

La RRHF debe realizarse en lotes individuales cada 2-3 años durante la época del año en la que se espera que los recuentos de huevos sean los más altos, como sugiere la epidemiología local de los parásitos en la región. Lo ideal sería elegir para esta prueba entre 10 y 15 animales más jóvenes con recuentos de huevos previstos o puntuaciones FAMACHA más altas, y se puede utilizar un grupo de control no tratado para tener en cuenta las fluctuaciones del recuento de huevos no relacionadas con un tratamiento farmacológico. Para explotaciones o lotes muy pequeños, los resultados de una RRHF deben interpretarse con precaución porque los individuos pueden sesgar el recuento de huevos con mayor fuerza en grupos pequeños.

El recuento de huevos fecales (RHF) se realiza el mismo día en que se administra un antihelmíntico; después se efectúa un segundo recuento de huevos fecales en el mismo individuo entre 10 y 14 días después de la aplicación del tratamiento. El periodo de tiempo entre las muestras de pretratamiento y postratamiento es fundamental para evitar confusiones con la reinfestación por una población de parásitos distinta. La reducción del recuento de huevos fecales (RRHF) se puede calcular de la siguiente manera: % RRHF = ([RHF pretratamiento − RHF postratamiento]/RHF pretratamiento) × 100.

Consúltense las recomendaciones actuales sobre el uso de la RRHF de la World Association for the Advancement of Veterinary Parasitology. Las tendencias de la RRHF a lo largo del tiempo permiten una toma de decisiones más informada sobre los tratamientos farmacológicos.

Refugios de parásitos gastrointestinales en rumiantes

Las prácticas que dan lugar a un refugio protector más grande incluyen el tratamiento selectivo dirigido, el no tratamiento selectivo o el tratamiento dirigido a toda la explotación durante los periodos de alto riesgo. Los parásitos no se distribuyen uniformemente en un rebaño. La mayoría de los parásitos (75-80 %) se encuentran a menudo en una pequeña porción (20-25 %) de los animales, y estos animales son los que más huevos de parásitos aportan a la contaminación de los pastos. Si estos animales pueden identificarse con la puntuación FAMACHA, la puntuación de la condición corporal, las métricas de producción o las pruebas fecales, el tratamiento dirigido puede eliminar esta gran fuente de contaminación de los pastos sin necesidad de tratar a todo el rebaño.

  • En el tratamiento selectivo dirigido solo se tratan los animales que se beneficiarían de la administración de un antihelmíntico, incluidos los animales que presentan enfermedad o disminución de la producción.

  • En el no tratamiento selectivo, una parte del rebaño que parece no necesitar un antihelmíntico se deja deliberadamente sin tratar.

  • El tratamiento dirigido a toda la explotación puede optimizarse para periodos particulares de alto riesgo sobre la base del control y el diagnóstico (factores epidemiológicos, historial de pastoreo, especies de nematodos presentes en la explotación). Por ejemplo, los datos que abarcan un par de años pueden llevar a una explotación de vacas nodrizas y terneros a optimizar su protocolo de desparasitación a dos tratamientos por año.

Las diferencias en los sistemas de manejo pueden hacer que una de estas opciones sea más factible que otra; sin embargo, cualquiera de estas tres opciones proporcionará un refugio más amplio y mitigará el desarrollo de resistencia a los fármacos.

Las prácticas que desarrollan un refugio más pequeño y dan lugar a la aceleración de la resistencia a los fármacos incluyen la desparasitación supresiva, la desparasitación rotacional y la desparasitación seguida de la transferencia inmediata a un pasto limpio (en barbecho). Estas prácticas ya no son aceptables.

Bioseguridad y cuarentena de rumiantes con parásitos gastrointestinales

Los animales con anemia, diarrea, debilidad y depresión deben separarse del resto del rebaño para facilitar el tratamiento y la alimentación, evitar el acoso por parte de sus compañeros y minimizar la contaminación ambiental dentro del rebaño. Las medidas estándar de bioseguridad, como alimentar a los animales enfermos al final y evitar compartir el equipo, evitarán la contaminación cruzada.

Las nuevas incorporaciones al rebaño o los animales que han viajado deben mantenerse en cuarentena durante 3-4 semanas en un establo o lote seco sin exposición al rebaño originario. Dado que la mayoría de los tricostrongílidos comenzarán a producir huevos en este periodo de tiempo, las infestaciones pueden detectarse con pruebas fecales y tratarse antes de introducirse en el rebaño originario. Los parásitos resistentes pueden ser "adquiridos" involuntariamente de esta manera, por lo que la eficacia de los desparasitantes debe confirmarse con RRHF. Si se detecta resistencia, puede ser necesaria una combinación de desparasitación con dos o tres clases de fármacos.

Opciones complementarias alternativas (no farmacológicas) para el tratamiento de parásitos gastrointestinales en rumiantes

Existe una amplia variedad de medidas de control no farmacológicas para los rumiantes que pueden utilizarse de forma complementaria como parte de un plan integrado de control parasitario. Los abordajes para el manejo de los pastos incluyen el barbecho de los pastos para permitir el desgaste natural de las larvas infestantes L3, el manejo de la altura del forraje y permitir el pastoreo de especies mixtas.

Las altas cantidades de proteína en la dieta mejoran la capacidad de los rumiantes para resistir la parasitosis clínica y favorecen la respuesta inmunitaria al ataque parasitario. Se ha demostrado que la administración de partículas de cable de óxido de cobre en forma de bolo reduce la carga de vermes de Haemonchus contortus en ovejas y cabras; sin embargo, se debe tener cuidado para evitar la intoxicación por cobre en estas especies sensibles. La adición de forrajes de taninos condensados y hongos predadores que atrapan nematodos (Duddingtonia flagrans) en los alimentos también se ha demostrado que disminuye la carga de nematodos y el recuento de huevos fecales en los animales tratados; sin embargo, estas sustancias deben administrarse continuamente.

La vacunación de pequeños rumiantes y camélidos con nuevas proteínas parasitarias para estimular una respuesta inmunitaria protectora se ha estudiado en Australia y Brasil4, 5 y puede ser una opción viable en EE. UU. si se aprueba su uso.

References

  1. Greer AW, Van Wyk JA, Hamie JC, Byaruhanga C, Kenyon F. Refugia-Based Strategies for Parasite Control in Livestock. Vet Clin North Am Food Anim Pract. 2020;36(1):31-43. doi: 10.1016/j.cvfa.2019.11.003. PMID: 32029187.

  2. Zajac AM, Garza J. Biology, Epidemiology, and Control of Gastrointestinal Nematodes of Small Ruminants. Vet Clin North Am Food Anim Pract. 2020;36(1):73-87. doi: 10.1016/j.cvfa.2019.12.005. PMID: 32029190.

  3. Kaplan RM. Biology, Epidemiology, Diagnosis, and Management of Anthelmintic Resistance in Gastrointestinal Nematodes of Livestock. Vet Clin North Am Food Anim Pract. 2020;36(1):17-30. doi: 10.1016/j.cvfa.2019.12.001. PMID: 32029182.

  4. VanHoy G, Carman M, Habing G, et al. Safety and serologic response to a Haemonchus contortus vaccine in alpacas. Vet Parasitol. 2018;252:180-186. doi: 110.1016/j.vetpar.2018.02.014. Epub 2018 Feb 9. PMID: 29559145.

  5. Adduci I, Sajovitz F, Hinney B, et al. Haemonchosis in Sheep and Goats, Control Strategies and Development of Vaccines against Haemonchus contortus. Animals (Basel). 2022;12(18):2339. doi: 10.3390/ani12182339. PMID: 36139199; PMCID: PMC9495197.

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