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Descripción general de los parásitos gastrointestinales de los rumiantes

PorMark T. Fox, BVetMed, PhD, DEVPC, FHEA, MRCVS
Última revisión/modificación sept 2014

Hallazgos clínicos y diagnóstico:

Los signos clínicos asociados con parasitosis GI están compartidos por muchas enfermedades y trastornos: sin embargo, a menudo se justifica un diagnóstico presuntivo basado en los signos, los antecedentes de pastoreo y la estación del año. La infestación normalmente puede confirmarse detectando huevos de nematodos o segmentos de cestodos en los exámenes coprológicos. Sin embargo, en la evaluación clínica de los exámenes coprológicos se deben recordar dos puntos: 1) el recuento de huevos en heces (número de huevos de parásito por gramo, HPG) no siempre es una indicación exacta del número de parásitos adultos presentes y 2) que la identificación específica de ciertos huevos de nematodo (p. ej., estróngilos) no es posible salvo en laboratorios especializados. Los recuentos de HPG pueden ser negativos o erróneamente bajo en presencia de gran número de nematodos inmaduros; aún cuando se encuentren presentes muchos parásitos adultos, el recuento puede ser reducido si se ha suprimido la producción de huevos por una reacción inmunitaria del hospedador o por tratamiento antihelmíntico reciente. Las variaciones en la capacidad productora de huevos de los diferentes vermes (significativamente menor para Trichostrongylus, Ostertagia y Nematodirus que para Haemonchus) también pueden distorsionar la realidad. Los huevos de Nematodirus, Bunostomum, Strongyloides y Trichuris son característicos, pero es difícil hacer una diferenciación fiable de los huevos de las especies más comunes de estróngilos que afectan a los rumiantes. Cuando sea importante hacer la diferenciación ante mortem, los cultivos fecales de los huevos de estróngilos pueden proporcionar larvas de tercera fase distintivas.

La aparición de antihelmínticos de amplio espectro, seguros y eficaces, ha reducido en gran medida la necesidad de diferenciar los géneros y especies de estos parásitos. En áreas donde predomina Ostertagia spp, el análisis serológico para detectar elevaciones en las concentraciones plasmáticas de pepsinógeno es una útil ayuda diagnóstica. En general, el incremento de los niveles de la actividad del pepsinógeno (niveles de tirosina >3 UI) se asocian con parasitosis abomasal clínica. Pueden surgir problemas de interpretación en animales inmunes expuestos, en los cuales no hay signos clínicos, pero cuyas concentraciones de pepsinógeno pueden ser elevadas debido a una reacción de hipersensibilidad en la mucosa del abomaso. Donde predomina Haemonchus spp, la estimación tradicional del hematocrito como indicador de anemia ha sido reemplazada en gran medida por el uso de la prueba FAMACHA (véase más adelante). En algunos países también se emplea el diagnóstico serológico (ELISA) para las infestaciones por especies importantes, como Ostertagia en vacuno, y se basa en títulos de anticuerpos en las muestras de los tanques de leche. Esta información se usa como un indicador de la carga parasitaria de los pastos a nivel del rebaño, como un indicador indirecto de la productividad y está relacionada con la eficacia de las estrategias de control parasitario.

En muchas situaciones de manejo se pueden esperar niveles elevados de infestación, especialmente después de condiciones favorables de temperatura y lluvias. Se puede recomendar una "inmersión diagnóstica" cuando los huevos son escasos o están ausentes pero la historia y los signos sugieren infestaciones, aunque se debe tener cuidado de no tratar a los animales indiscriminadamente para minimizar el riesgo de desarrollo de resistencia a los antihelmínticos.

Los exámenes post mortem sistemáticos pueden proporcionar datos parasitológicos valiosos acerca del estado del resto del rebaño. En la necropsia pueden observarse fácilmente los adultos (o fases avanzadas de vermes inmaduros) de Haemonchus, Bunostomum, Oesophagostomum, Trichuris y Chabertia. Ostertagia, Trichostrongylus, Cooperia y Nematodirus son difíciles de ver excepto por su movimiento en contenido digestivo líquido, y las infestaciones importantes clínicamente pasan desapercibidas con facilidad. En estos casos, se deben combinar el contenido total y el líquido de todos los lavados hasta un volumen conocido y establecer un recuento de vermes para poder evaluar la gravedad de la infestación. El número de gusanos encontrados en alícuotas del contenido intestinal y raspados de la mucosa permitirá calcular el recuento total de vermes. Sin embargo, los nematodos más pequeños pueden ser difíciles de ver dentro del contenido digestivo, por lo que pueden teñirse (5 min) con una solución fuerte de yodo. Una vez que la digesta y cualquier tejido se ha decolorado con tiosulfato de sodio al 5 %, los vermes teñidos pueden verse fácilmente. El significado del número de vermes presentes varía de acuerdo con los vermes y con las especies hospedadoras. Por ejemplo, para Haemonchus, tan solo 100 parásitos tienen significación clínica en corderos, mientras que para Ostertagia probablemente sean necesarios 5 000-10 000 para ser clínicamente significativos. Si los animales han presentado diarrea durante unos pocos días, y los vermes pueden haber sido expulsados, el tipo de localización y la gravedad de las lesiones macroscópicas pueden también tener un valor diagnóstico considerable.

Las infestaciones parasitarias mixtas deben considerarse cuando se evalúan los hallazgos clínicos, de laboratorio y de necropsia, porque los animales en pastoreo rara vez tienen infestaciones monoespecíficas en el campo.

El diagnóstico de ostertagiosis en el ganado vacuno durante el periodo de inhibición larvaria (también conocido como desarrollo detenido, hipobiosis, diapausa) presenta problemas técnicos, particularmente para la industria de los cebaderos en EE. UU. Los recuentos fecales de huevos y el análisis de pepsinógeno plasmático no proporcionan información útil porque la inhibición se produce a los pocos días de la ingestión de las larvas, antes de que se alcance la fase adulta de puesta de huevos o de que aumenten los niveles plasmáticos de pepsinógeno. Los factores predisponentes de la inhibición de las larvas incluyen la edad y el origen geográfico del ganado, la época del año o la estación en que llegó, los antecedentes de pastoreo y manejo, las condiciones climáticas durante el último periodo de pastoreo y la prevalencia de Ostertagia ostertagi en la región de origen.

No se suele disponer de este tipo de información para el ganado vacuno de cebo. En lugares como EE. UU., si el ganado ha llegado después del pastoreo de primavera en el sur o de otoño en el norte, puede presentar cargas masivas de larvas inhibidas. Los terneros más ligeros procedentes de áreas de incidencia parasitaria elevada también pueden presentar este problema. La parasitosis, y posiblemente la ostertagiosis, se está aceptando cada vez más como una causa significativa de enfermedad clínica o de trastornos en los índices de conversión de alimentos en el ganado vacuno de cebo. Cuando llega ganado procedente de un área sospechosa y en un periodo sospechoso del año, puede ser aconsejable tratar a los nuevos animales precozmente con un antihelmíntico eficaz frente a larvas inhibidas.

Tratamiento:

El control eficaz de los vermes no siempre puede lograrse únicamente con fármacos; sin embargo, los antihelmínticos juegan un papel importante ( ver Antihelmínticos). Pueden ser utilizados para reducir la contaminación de los pastos, particularmente a veces cuando sembrar el pasto con huevos de parásito es un requisito previo para el desarrollo de un ataque infectivo necesario para causar parasitosis clínica. La coordinación con otros métodos de control, como el pastoreo alterno o mixto de diferentes especies de hospedadores, el pastoreo rotacional integrado de grupos de distintas edades dentro de la misma especie (que incluye acotar los pastos para que algunas partes solo sean accesibles a los animales más jóvenes, el creep grazing), incorporar en el pasto forrajes ricos en taninos y el alternar pastoreo y siega, son otras técnicas de gestión que pueden ayudar a proporcionar pastos seguros y ventajas económicas cuando se combinan con el tratamiento antihelmíntico.

El antihelmíntico "ideal" debe ser un agente seguro y muy eficaz frente a las fases adultas e inmaduras (incluso de las larvas inhibidas) de los vermes importantes, estar disponible en presentaciones convenientes y ser económico y compatible con otros compuestos usados frecuentemente.

Los antihelmínticos de amplio espectro actualmente disponibles pertenecen a cinco grupos químicos diferentes: 1) benzimidazoles (antihelmínticos blancos), 2) imidazotiazoles (antihelmínticos amarillos), 3) lactonas macrocíclicas (antihelmínticos claros), 4) derivados de aminoacetonitrilo y 5) espiroindoles. Los benzimidazoles incluyendo el tiabendazol fue el precursor de los antihelmínticos modernos de amplio espectro, que constituyó un modelo a seguir en cuanto a eficacia y seguridad y que se sigue usando hoy en día.

La ineficacia del tiabendazol frente a la inhibición de las larvas de Ostertagia en ganado vacuno y una o dos especies específicas de nematodos dio paso al desarrollo de otros benzimidazoles (como el fenbendazol, el oxfendazol y el albendazol) y los probenzimidazoles (tiofanato, febantel y netobimina). Estos componentes han demostrado ser eficaces frente a la mayoría de los parásitos gastrointestinales más importantes de los rumiantes y presentan niveles variables de actividad frente a las larvas inhibidas. Los imidazotiazoles incluyen el levamisol, el morantel y el pirantel, son antihelmínticos de amplio espectro, muy eficaces y seguros, pero presentan poca actividad frente a las larvas inhibidas en el ganado vacuno. Las lactonas macrocíclicas, en las cuales están incluidas las avermectinas y las milbemicinas, a menudo administradas como pour on o mediante inyección, son muy eficaces frente a las fases adultas y larvarias, incluso frente a las larvas inhibidas de todos los nematodos gastrointestinales comunes de los rumiantes y frente a algunos de los ectoparásitos importantes. Este último grupo puede persistir en algunas especies de rumiantes durante varias semanas después de una única administración subcutánea o tópica y proporcionar protección frente a la reinfestación durante este periodo. La moxidectina también es persistente después de la administración oral. A diferencia de muchos otros antihelmínticos, la eprinomectina también se puede utilizar en vacas lactantes sin necesidad de un periodo de retirada. Los derivados del aminoacetonitrilo (monepantel) y los espiroindoles (derquantel) se administran como soluciones orales en ovejas, este último en combinación con abamectina en Nueva Zelanda. Ambos fármacos se han utilizado en el control de poblaciones de nematodos gastrointestinales multirresistentes, aunque requieren una administración cuidadosa si se quiere preservar su vida útil.

Algunos antihelmínticos de espectro limitado, como las salicilanilidas, el closantel y la rafoxanida, se unen fuertemente a las proteínas plasmáticas y presentan una actividad excelente frente a Haemonchus contortus en ovejas y permanecen en el hospedador durante largo tiempo, confiriendo actividad profiláctica después de su administración.

Al margen de la administración oral forzada o la inyección, se emplean otras vías de administración (p. ej., adición a la ración, al agua de bebida y a bloques minerales o energéticos) para reducir los costes de mano de obra, por lo que pueden ser útiles en condiciones de estabulación a cubierto o cuando se les dan raciones suplementarias a los animales en pastoreo. Otra ventaja de estas vías "en el alimento" es que se puede conseguir la administración continuada de concentraciones bajas de un fármaco y lograrse una reducción en la contaminación de los pastos durante los periodos óptimos para el desarrollo de la fase de vida libre del parásito. Las desventajas son el consumo errático del agente antihelmíntico, residuos en los tejidos (que requieren respetar los periodos de retirada recomendados) y la posibilidad de fomentar la creación de resistencias a los fármacos, debido a la exposición continuada. Otra ruta que ahorra mano de obra durante la administración es el tratamiento tópico en forma de ducha o pour on, desarrollado para algunos de los organofosforados (p. ej., triclorfón), el levamisol y las avermectinas. Algunos preparados en forma de bolo (p. ej., morantel, levamisol, ivermectina y benzimidazoles) liberan el producto de forma sostenida o por pulsos, a intervalos aproximadamente igual al periodo prepatente de los parásitos gastrointestinales más importantes. Los bolos que se usan en el ganado vacuno están diseñados para proporcionar protección durante toda la temporada de pastos en las regiones templadas, si se administran a los animales a su paso por una manga antes de soltarlos al prado. También se dispone de bolos que proporcionan el tratamiento y la subsiguiente profilaxis en animales ya expuestos a pastos contaminados y que albergan parásitos. Se pueden utilizar bolos en ovejas para reducir la elevación de la excreción fecal de huevos en periparto y de este modo, la contaminación de los pastos que será responsable de la enfermedad en las crías más adelante en la temporada de pastos. A pesar de su eficacia, algunos bolos utilizados en ganado vacuno y ovino se han retirado del mercado porque no son comercialmente viables.

La niclosamida, el morantel y el praziquantel y los nuevos benzimidazoles (albendazol, fenbendazol y oxfendazol) son eficaces frente a los cestodos (Moniezia spp) de vacas y ovejas. Se ha descrito como tratamiento exitoso del cestodo Thysanosoma actinioides, el uso de fenbendazol o praziquantel.

Cuando se trata clínicamente a los animales afectados, se debe considerar lo siguiente: 1) proporcionar una nutrición adecuada; 2) tratar a todos los animales del grupo, como medida preventiva y para reducir una mayor contaminación de los pastos; y 3) trasladar al ganado a pastos "limpios" para minimizar la reinfección. La definición de pastos seguros varía según los diferentes climas y depende del conocimiento a nivel local de la mortalidad estacional de las larvas infestantes. Algunas autoridades han sugerido tratar solo en los animales más gravemente afectados de una manada o rebaño, es decir, tratamiento selectivo dirigido. Donde Haemonchus es un problema en ovejas o cabras, los animales con mayor probabilidad de beneficiarse de este tratamiento se pueden identificar utilizando la tarjeta de puntuación FAMACHA. Esto relaciona el color de las membranas mucosas oculares medido usando una tabla de colores, con el grado de anemia asociado con el parásito hematófago. Los animales con las membranas mucosas más pálidas son los que probablemente tengan más carga parasitaria y sean elegidos para el tratamiento. La gravedad de la diarrea y/o el recuento cuantitativo de huevos fecales para la gastroenteritis parasitaria en ovejas o ganado vacuno también pueden utilizarse también para determinar la necesidad de un tratamiento individual. La razón para esta estrategia es que una alta proporción de producción de huevos del parásito (y la contaminación de pasto) está producida por una proporción relativamente pequeña de la población animal hospedadora. El tratamiento solo de estos animales reduce significativamente la contaminación de los pastos y reduce la presión de la selección global ejercida por el uso de un antihelmíntico, para los genes de parásitos resistentes. Los animales no tratados continuarán pasando un número reducido de huevos parasitarios a los pastos y, por lo tanto, mantendrán una reserva genética del parásito "sensible" "en los "refugios" (es decir, no expuestos al tratamiento antihelmíntico). Por el contrario, la práctica establecida de tratamiento general y el traslado del ganado a pastos limpios puede fomentar la aparición de resistencia a antihelmínticos. Cualquier parásito portador de genes de resistencia que sobreviva al tratamiento "sembrará" el pasto previamente limpio con parásitos en gran parte resistentes.

Por último, se ha demostrado el desarrollo de resistencias a múltiples fármacos de Haemonchus contortus, Trichostrongylus spp y Ostertagia spp en ovejas y cabras a benzimidazoles, levamisol y avermectinas/milbemicinas. Aunque esta resistencia actualmente es un problema solo en ciertas áreas, debe tenerse en cuenta cuando otros factores se han excluido, como dosificación inadecuada, la rápida reinfestación, la nutrición insuficiente o alguna enfermedad aparte de la parasitosis. Se ha demostrado la resistencia a los fármacos en los parásitos del ganado vacuno, aunque con mucha menos frecuencia que en los pequeños rumiantes; debe evitarse el uso excesivo y el tratamiento indiscriminado.

Si se sospecha resistencia a los antihelmínticos en una granja, se puede realizar una prueba de reducción del recuento fecal en el lugar que indicará la probabilidad de resistencia. Se deben seleccionar aleatoriamente de quince a veinte animales y asignarlos a los grupos de control o de tratamiento, uno por cada grupo antihelmíntico seleccionado. Las muestras fecales se recogen antes del tratamiento de todos los grupos y luego de nuevo 7 días (después del tratamiento con levamisol) o 14 días (después del tratamiento con benzimidazol o lactona macrocíclica) más tarde. Los recuentos de huevos fecales de parásitos antes y después del tratamiento se comparan y se sospecha resistencia antihelmíntica si la reducción en la producción después de la dosificación es <95 %.

El alto costo de desarrollar nuevos fármacos antihelmínticos ha animado a los investigadores a buscar enfoques alternativos para el control de los parásitos gastrointestinales, como el desarrollo de una vacuna de "antígeno oculto" contra Haemonchus; el uso de forrajes ricos en taninos (como el trébol y la alfalfa), que tienen alguna acción antihelmíntica; y hongos nematófagos.

Medidas generales de control

El control suele implicar la supresión de cargas parasitarias en el hospedador, por debajo del nivel al cual pueden empezar a producirse pérdidas económicas. Para hacer esto eficazmente se necesita un conocimiento íntimo de los factores epidemiológicos y ecológicos que gobiernan las poblaciones larvarias de los pastos y del papel que desempeña la inmunidad del hospedador para combatir la infestación.

Los objetivos del control son: 1) prevenir la exposición masiva de los hospedadores sensibles (la recuperación tras una infestación masiva siempre es lenta); 2) reducir el nivel global de contaminación del pasto; 3) minimizar los efectos de cargas de parásito; y 4) fomentar el desarrollo de inmunidad en los animales (esto último es menos importante en animales de cebo que en aquellos que se han de mantener con fines de reproducción).

El uso estratégico de agentes antihelmínticos está diseñado para reducir la acumulación de vermes y, como resultado, la contaminación de los pastos. El momento de tratamiento antihelmíntico se basa en el conocimiento de los cambios estacionales en la infestación y de la epidemiología regional de las diversas helmintosis. El reconocimiento rápido de las circunstancias que probablemente favorezcan la aparición de la enfermedad parasitaria, como por ejemplo el clima, el comportamiento del animal en el pastoreo y la pérdida de peso y de la condición física, es esencial.

Por ejemplo, en Reino Unido, donde el patrón de la enfermedad causada por la infestación por Nematodirus battus en ovejas está claramente definido, se recomiendan tratamientos estratégicos con dos o tres dosis de antihelmíntico, a intervalos de 2-3 semanas, comenzando poco antes del tiempo en que característicamente aparece la enfermedad. El momento de estos tratamientos está diseñado para coincidir con el número máximo de larvas de Nematodirus en los pastos en la primavera; el momento de esta última se puede predecir con precisión usando una fórmula simple que incorpora las temperaturas del suelo a 30 cm por debajo de la superficie durante el mes de marzo. De forma similar, en el norte de EE. UU., en Canadá y Europa occidental, las concentraciones de larvas de Ostertagia y otros parásitos en los pastos aumentan sustancialmente después de mediados de julio, es decir, el patrón general de la infestación es mínimo en la primavera, pero aumenta rápidamente hasta llegar a un máximo a finales del verano y principios del otoño. Las prácticas actuales en estas áreas indican la eficacia de dos o más tratamientos antihelmínticos cuidadosamente programados administrados durante la primera temporada de pastoreo despues de la salida en primavera. El cálculo del intervalo entre tratamientos requiere el conocimiento del periodo prepatente del parásito (3 semanas en el caso de Ostertagia en el ganado vacuno) y la duración de la actividad residual (o prolongada) del antihelmíntico utilizado, es decir, el periodo de protección proporcionado después de un único tratamiento; el intervalo de tratamiento se calcula como la suma de los dos. Por ejemplo, el tratamiento con una lactona macrocíclica con un periodo de actividad residual de 5 semanas en el momento de la salida y de nuevo 8 semanas más tarde debe tener como resultado un control muy eficaz de la producción de huevos de parásitos y un número mínimo de larvas que aparecen en los pastos durante el otoño. No es probable que se requiera más tratamiento, porque cualquier larva que sobreviva en los pastos del año anterior habría muerto cuando el efecto profiláctico del segundo tratamiento hubiera desaparecido.

En otros países con clima templado, frío o cálido, se pueden usar medidas de control similares si se conoce el patrón estacional de la enfermedad, pero en la mayoría de las regiones se aplica el uso táctico de antihelmínticos, como por ejemplo, en tiempo cálido y húmedo.

Ganado vacuno: consideraciones especiales

Los problemas ocasionados por nematodos se observan con mayor frecuencia en ganado joven de carne, desde el destete hasta varios meses después y en grupos separados de terneros lecheros, durante la primera temporada de pastos. La inmunidad a los nematodos gastrointestinales se adquiere lentamente; pueden ser necesarias dos temporadas de pastos antes de que se consiga un nivel significativo. En áreas endémicas las vacas pueden continuar albergando cargas reducidas, que pueden contribuir a una producción subóptima en algunas granjas. La parasitosis GI en animales jóvenes puede controlarse mediante el uso de antihelmínticos de amplio espectro junto con el manejo de los pastos para evitar la reinfestación: esto último incluye el traslado a campos "limpios" (p. ej., áreas de conservación de pastos o destinadas a la producción de ensilado o de heno de segunda cosecha, aunque deben tenerse en cuenta las preocupaciones sobre la resistencia antihelmíntica [anterior]), alternar el pasto con otras especies de hospedadores o el pastoreo rotacional integrado, donde los terneros sensibles son seguidos por adultos inmunes en el uso de los pastos. Alternar los pastos con otras especies de hospedadores puede ser ineficaz en áreas donde las especies parásitas sean infestantes para ambos hospedadores (p. ej., Nematodirus); la rotación de pastos simple no es eficaz, porque la masa fecal bovina puede proteger a las larvas frente a los factores adversos del medio ambiente durante varios meses, infestando a los terneros que rotan en fecha posterior.

En los rebaños de vacuno de carne, el tratamiento antihelmíntico durante el destete es útil, especialmente si los animales jóvenes se han de conservar, por ejemplo, para ser usados como novillas de reposición o como novillos para cebo. El ganado que se finaliza con pastos debe recibir tratamiento al destete y a intervalos a fondo los siguientes 12 meses y, si es posible, debe trasladarse a pastos limpios para maximizar la ganancia de peso vivo.

Cuando el ganado vacuno no puede trasladarse fácilmente a otros pastos, se pueden administrar tratamientos estratégicos (descritos anteriormente) para limitar la contaminación de los campos y la reinfestación rápida. Como alternativa, se pueden emplear bolos intraruminales, en los países donde esté autorizado su uso. En las regiones de clima templado cálido del mundo, como Australia, Nueva Zelanda, el sur de EE. UU. y las extensas regiones ganaderas del sur de Brasil, Uruguay y Argentina, el ganado joven puede recibir dos o más tratamientos, desde finales del verano hasta el otoño, para la prevención de aumentos importantes en la contaminación de los pastos y de la infestación durante el invierno y la primavera. En estas regiones, dos o tres tratamientos estratégicos, administrados a intervalos cortos, desde el tiempo del destete, pueden ser tan eficaces como la administración durante la primavera en las regiones templadas frías. Sin embargo, en las regiones de clima templado cálido, la supervivencia de larvas infestantes en los pastos, desde el tiempo del destete otoñal, a menudo se mantiene y tal vez sería mejor utilizar intervalos mayores entre los tratamientos (p. ej., al destete durante el invierno y al final de la primavera). En muchas áreas, los antihelmínticos se administran simplemente a intervalos regulares después del destete. Los intervalos entre tratamientos necesariamente varían de acuerdo con la epidemiología parasitaria local y la duración de la actividad prolongada exhibida por el antihelmíntico. En los lugares donde la ostertagiosis de tipo II es un problema, se recomienda el tratamiento con un agente antihelmíntico eficaz frente a larvas inhibidas, antes de que llegue la época en que se espera tenga lugar el brote.

Ovejas: consideraciones especiales

En la mayoría de las regiones se necesita un tratamiento estratégico especial para contrarrestar la disminución posparto de la inmunidad (resultando en elevación periparto de expulsión de huevos parásitos) que se observa en ovejas reproductoras. El momento preciso en que se debe administrar este tratamiento variará de una región a otra y según las diferentes especies de parásitos y, en las regiones templadas, dependerá de si las ovejas y corderos se sueltan en los pastos limpios o contaminados. En el pasto limpio, solo las ovejas (con una carga parasitaria existente) actúan como fuente de huevos de parásitos y, por lo tanto, requieren tratamiento para prevenir la contaminación de los pastos y la posterior infestación de sus corderos. Las ovejas tratadas durante el mes anterior al parto no solo deben mostrar una disminución en la producción de huevos de parásito, sino que también pueden mostrar una productividad mejorada. En los pastos contaminados, tanto las ovejas como los corderos eliminan los huevos en sus heces (las ovejas de su carga de parásitos existente y los corderos de las larvas que hibernan en el pasto). El objetivo del tratamiento de las ovejas debe ser prevenir la producción de huevos fecales; esto puede lograrse mediante el tratamiento con un bolo antihelmíntico de albendazol o ivermectina (disponible en algunos países), moxidectina inyectable de acción prolongada o bloques de alimentos medicados. En las zonas templadas, los corderos deben recibir una dosis al destete antes de pasar a un pasto limpio.

Un tratamiento 2 semanas antes de la cubrición, como parte de un programa de "lavado", es otra aplicación estratégica de los antihelmínticos. El manejo de soporte después del tratamiento consiste en el traslado de las ovejas desde los campos contaminados a pastos de ganado vacuno, áreas de conservación de pastos, de cultivo de tubérculos o pastos no utilizados por ovejas durante varios meses. Este último periodo variará de acuerdo con la pauta estacional de la mortalidad larvaria en los diferentes países y puede llegar a ser de un año en algunos países templados.

Las ovejas son consistentemente más sensibles a los efectos adversos de los vermes que cualquier otro tipo de ganado, por lo que es más frecuente la enfermedad clínica. La inmunidad a los parásitos se adquiere de forma lenta y suele ser incompleta. Pueden ser necesarios tratamientos frecuentes, especialmente durante el primer año de vida, aunque un buen conocimiento de la epidemiología local de los parásitos asegurará que dichos tratamientos se realicen en el momento adecuado.