El género Actinomyces es un género de bacterias grampositivas anaerobias que causan enfermedad principalmente en el ganado vacuno y porcino, pero también ocasionalmente en otros animales. La mandíbula abultada es un absceso granulomatoso, crónico, progresivo y localizado que afecta con mayor frecuencia a la mandíbula, los maxilares u otros tejidos óseos de la cabeza. El diagnóstico presuntivo a menudo se basa en signos clínicos. El diagnóstico puede confirmarse mediante el cultivo del microorganismo a partir de la lesión; sin embargo, esto requiere condiciones anaerobias y frecuentemente es negativo. El objetivo del tratamiento de la actinomicosis es destruir las bacterias y detener la propagación de la lesión.
Cortesía del Dr. Geoffrey Smith.
Los miembros del género Actinomyces son bacilos grampositivos anaerobios no acidorresistentes, muchos de los cuales son filamentosos o ramificados. Las ramificaciones tienen <1 mcm de diámetro (en contraste con los filamentos, que miden >1 mcm de diámetro). Aunque son microbiota normal de las membranas oral y nasofaríngea, varias especies están asociadas con enfermedades en los animales.
A bovis es el agente etiológico de la mandíbula abultada en el ganado vacuno. También se ha aislado de abscesos nodulares en los pulmones del ganado vacuno y, raramente, de infecciones en ovejas, cerdos, perros y otros mamíferos, incluida la cruz fistulosa crónica o "mal de la cruz" y la bursitis nucal o "mal de la nuca" en caballos. La mandíbula abultada es un absceso granulomatoso, crónico, progresivo y localizado, que afecta con mayor frecuencia a la mandíbula, el maxilar u otros tejidos óseos de la cabeza.
A actinoides se encuentra ocasionalmente como invasor secundario en la neumonía enzoótica de los terneros y en la vasculitis seminal en los toros. A israelii se asocia principalmente con infecciones granulomatosas crónicas en humanos, pero también se ha aislado en raras ocasiones de lesiones piogranulomatosas en cerdos y ganado vacuno. El tratamiento consiste en el desbridamiento quirúrgico y la administración de penicilina. A naeslundii se ha aislado de infecciones supurativas en varias especies animales, y las más frecuentes son los fetos porcinos abortados.
Hallazgos clínicos de la actinomicosis en ganado vacuno, cerdos y otros animales
A bovis forma parte de la microbiota normal de la cavidad bucal de los rumiantes. La enfermedad se observa cuando A bovis se introduce en el tejido blando subyacente a través de heridas penetrantes de la mucosa oral producidas por alambres, heno grueso o palos. La afectación del hueso adyacente es causa frecuente de deformidad facial, dientes sueltos (lo que dificulta la masticación) y disnea por hinchazón de la cavidad nasal. Cualquier parte del bovino puede verse afectada, pero los alvéolos alrededor de las raíces de las muelas están frecuentemente afectados. La lesión primaria aparece como una masa firme de crecimiento lento que se adhiere a la mandíbula o forma parte de ella. En algunos casos se pueden formar ulceraciones con o sin trayectos fistulosos, y puede producirse un drenaje de exudado purulento.
Cortesía del Dr. John Prescott.
A suis ha causado clásicamente mastitis piogranulomatosa porcina, caracterizada por pequeños abscesos que contienen un pus amarillo y espeso rodeado por una amplia zona de tejido conectivo denso. Pueden observarse "gránulos de azufre" amarillos dispersos en el pus, tal y como ocurre también con A bovis en el ganado vacuno. Los abscesos crónicos localizados profundamente pueden llegar a fistulizar. Las cerdas también pueden desarrollar lesiones granulomatosas subcutáneas ventrales y, ocasionalmente, infecciones piogranulomatosas en los pulmones, el bazo, los riñones y otros órganos. Más recientemente se ha descubierto que los aislados de A suis probablemente se clasifican más correctamente como A denticolens, que también se ha descrito como causa de linfadenopatía mandibular en caballos con fiebre, secreción nasal y depresión. Por tanto, A denticolens es un patógeno presente en una amplia gama de animales.
A hordeovulneris está raramente presente en la actinomicosis canina que puede producir abscesos localizados e infecciones sistémicas, como pleuritis piogranulomatosa, peritonitis, abscesos viscerales y artritis séptica. Un factor predisponente frecuente es la presencia de partículas de pasto de cola de zorro (Hordeum spp) que migran a los tejidos, y la ruta principal de infección parece ser la inhalación de la bacteria.
A viscosus causa actinomicosis cutánea en perros, que aparece como abscesos subcutáneos localizados. Estos suelen ser secundarios a lesiones perforantes causadas por mordeduras o cuerpos extraños. Los sitios más comunes de abscesos son la cabeza, el cuello, el tórax y el abdomen. Tambien se han descrito neumonía y piotórax con A viscosus, junto con casos raros de meningoencefalitis piogranulomatosa.
Diagnóstico de la actinomicosis en ganado vacuno, cerdos y otros animales
El diagnóstico puede confirmarse mediante cultivo, pero los falsos negativos son frecuentes.
Cortesía del Dr. John Prescott.
Cortesía del Dr. Geoffrey Smith.
El diagnóstico presuntivo de la actinomicosis a menudo se basa en los signos clínicos. El diagnóstico puede confirmarse mediante el cultivo del microorganismo de la lesión, pero esto requiere condiciones anaerobias y suele ser negativo. La citología es útil porque una tinción de Gram de material purulento revelará bacilos y filamentos grampositivos en forma de maza (gránulos de azufre). La radiología de la cabeza también es útil; la lesión radiográfica primaria consiste en múltiples áreas radiotransparentes centrales de osteomielitis rodeadas por hueso nuevo perióstico y tejido fibroso. Como último recurso, se puede tomar una muestra de biopsia con un trépano y enviarla para histopatología. En la actinomicosis canina, la historia y los signos clínicos pueden contribuir al diagnóstico, pero es necesaria la demostración del agente causal mediante tinción de Gram y cultivo bacteriológico para confirmar la etiología. En la actinomicosis cutánea, con frecuencia se observan gránulos blandos de color blanco grisáceo en el pus o el exudado. La citología (del pus o del líquido pleural) es bastante útil y revelará microorganismos filamentosos grampositivos.
Tratamiento de la actinomicosis en el ganado vacuno, porcino y en otros animales
El yoduro de sodio es el tratamiento de elección en los rumiantes.
El objetivo del tratamiento de la actinomicosis es destruir las bacterias y detener la propagación de la lesión. Sin embargo, el tamaño de la masa dura no suele sufrir una regresión significativa. El yoduro de sodio es el tratamiento de elección en la actinomicosis en los rumiantes. El yoduro de sodio por vía IV (70 mg/kg de una solución al 10-20 %) se administra una vez y luego se repite varias veces a intervalos de 7-10 días. Si se desarrollan signos clínicos de intoxicación por yodo (como caspa, diarrea, anorexia, tos y lagrimeo excesivo), se debe suspender la administración de yodo o administrar los tratamientos a intervalos más prolongados. Se ha demostrado que el yoduro de sodio es seguro para su uso en vacas gestantes y presenta poco riesgo de aborto. Se recomienda la administración simultánea de antimicrobianos, como la penicilina, el florfenicol o la oxitetraciclina.
El tratamiento de infecciones por A suis (A denticolens) en cerdos rara vez tiene éxito, principalmente debido a la incapacidad del agente antibacteriano para penetrar en el tejido infectado. El tejido infectado se puede extirpar quirúrgicamente para evitar que se tenga que enviar a las cerdas al matadero.
En perros con A hordeovulneris, el tratamiento consiste en el desbridamiento quirúrgico y/o tratamiento a largo plazo con penicilina, cefalosporina o sulfamidas. El piotórax se observa con frecuencia en la actinomicosis canina y requiere el drenaje repetido del tórax, además de la terapia antimicrobiana. El tratamiento del piotórax debido A viscosus con penicilina, sulfamidas o cefalosporinas puede tener éxito si se inicia al principio de la evolución clínica. Es más probable que se obtengan resultados satisfactorios en las infecciones cutáneas, que deben tratarse también con los mismos antimicrobianos.
Prevención de la actinomicosis en bovinos, cerdos y otros animales
Debido a que A bovis es parte de la microbiota oral normal en los rumiantes, el control se centra en evitar los alimentos gruesos, con tallos o con aristas vegetales que puedan dañar el epitelio de la mucosa. Cuando se producen múltiples casos en un rebaño, no se debe a la naturaleza contagiosa del patógeno, sino a la exposición generalizada a un factor de riesgo (es decir, alimento grueso).
Puntos clave
Actinomyces bovis es el agente etiológico de la mandíbula abultada en el ganado vacuno.
El yoduro de sodio por vía IV es el tratamiento recomendado en rumiantes, aunque el pronóstico es reservado.
A suis (ahora A denticolens) causa mastitis y lesiones granulomatosas subcutáneas en las cerdas, y el tratamiento rara vez tiene éxito.
A hordeovulneris y A viscosus provocan enfermedad en perros caracterizada por lesiones cutáneas, pleuritis, peritonitis y/o abscesos internos.
Para más información
Consulte también la información para propietarios sobre actinomicosis en caballos.