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Peritonitis en animales

PorThomas Wittek, Dr Med Vet, DECBHM
Última revisión/modificación ago 2020

La peritonitis es la inflamación de las membranas serosas de la cavidad peritoneal. Puede ser primaria o estar causada por agentes infecciosos o no infecciosos. Los síntomas incluyen dolor localizado, depresión, fiebre y anorexia. El diagnóstico clínico puede estar respaldado por ecografía y análisis de laboratorio de sangre o líquido abdominal. El tratamiento puede incluir lavado peritoneal, cirugía, antibióticos y medicamentos antiinflamatorios.

La peritonitis se define como una inflamación de las membranas serosas de la cavidad peritoneal. Puede ser una enfermedad primaria o secundaria a otras afecciones patológicas. Diferentes agentes infecciosos y no infecciosos pueden causar peritonitis, que puede dar lugar a una variedad de manifestaciones clínicas, progresión de la enfermedad y resultados. La peritonitis puede ser aguda o crónica, séptica o no séptica, local o difusa, o adhesiva o exudativa. El término "peritonitis terciaria", utilizado en medicina humana para casos particulares de peritonitis crónica con un pequeño número de bacterias u hongos, no se utiliza en medicina veterinaria.

Etiología de la peritonitis en animales

La peritonitis primaria es menos frecuente que la peritonitis secundaria y puede ser infecciosa o idiopática. En la peritonitis primaria infecciosa, los agentes infecciosos se diseminan a través del torrente sanguíneo a la cavidad peritoneal de los animales que a menudo están inmunocomprometidos. Estos agentes infecciosos incluyen el coronavirus felino (FCoV), que causa peritonitis infecciosa felina (PIF); Nocardia spp; Mycobacterium spp; Glaesserella parasuis; y otros agentes infecciosos. El curso de la peritonitis primaria tiende a ser crónico.

La peritonitis es secundaria a otra enfermedad como resultado de la exposición de la cavidad peritoneal a agentes infecciosos o no infecciosos inespecíficos. La presentación a menudo es aguda y frecuentemente da lugar a una enfermedad sistémica y progresiva. La peritonitis séptica secundaria se asocia comúnmente con la perforación y la filtración o derrame a partir de los órganos gastrointestinales (p. ej., reticuloperitonitis traumática en el ganado vacuno), con procesos subsiguientes que permiten la migración transmural de bacterias (p. ej., neoplasia, isquemia intestinal) o con perforación/rotura o filtración de otras vísceras infectadas (p. ej., abscesos en el hígado, el bazo, el omento, cistitis, endometritis, piometra). Además, la migración de parásitos a través de la cavidad abdominal también puede dar lugar a una fuga de quimo con la consiguiente peritonitis séptica. Las heridas perforantes de la pared abdominal (p. ej., mordeduras de perro) o la dehiscencia del cierre de una herida abdominal pueden provocar la laceración de las vísceras y la inoculación de material extraño y microorganismos en la cavidad peritoneal.

Los microorganismos asociados con la peritonitis séptica suelen reflejar el origen de la contaminación. En el caso de perforación GI se observa una población bacteriana mixta, mientras que la perforación de vísceras no GI (p. ej., la vejiga de la orina, la vesícula biliar, el útero o la próstata) o la infección hematógena de la cavidad peritoneal pueden estar más típicamente asociadas con microorganismos aerobios que incluyen Escherichia coli, Streptococcus equi zooepidemicus, Staphylococcus, Proteus, Rhodococcus, Klebsiella, Salmonella, Enterobacter, Pseudomonas y Corynebacterium.

La peritonitis no séptica secundaria se produce después de la contaminación de la cavidad abdominal con irritantes químicos (p. ej., bilis, orina, fármacos) o tras isquemia intestinal. Las afecciones frecuentes son urolitiasis y rotura de la vejiga urinaria o vesícula biliar; sin embargo, estas afecciones no siempre son asépticas. Las inflamaciones peritoneales originalmente asépticas pueden volverse sépticas más tarde. Además, la administración intraperitoneal de fármacos o líquidos puede dar lugar a reacciones inflamatorias temporales del peritoneo. Dado que los camélidos del Nuevo Mundo muestran reacciones inflamatorias graves a las infecciones con Dicrocoelium dentriticum, la peritonitis puede desarrollarse después de la hepatitis grave. En animales de producción, la peritonitis se observa más frecuentemente en el ganado vacuno, menos en caballos, y raramente en cerdos, ovejas y cabras. Es una afección grave y a menudo mortal en los gatos (PIF). Para revisar causas frecuentes de peritonitis en varias especies, ver la Tabla: Causas frecuentes de peritonitis.

Tabla
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Patogenia de la peritonitis en animales

La inflamación del peritoneo es el resultado de una variedad de posibles mecanismos patogénicos que dependen de la especie (p. ej., la respuesta inflamatoria peritoneal en el ganado vacuno se caracteriza por una extensa formación de fibrina, los caballos tienden a desarrollar peritonitis exudativa) y están principalmente influenciados por la etiología (p. ej., primaria o secundaria, séptica o no séptica). Debido a la liberación de mediadores inflamatorios tras el contacto con agentes mecánicos, químicos o infecciosos, aumenta la permeabilidad de los capilares de la serosa, lo que da lugar a la salida de proteínas plasmáticas, solutos y agua hacia la cavidad peritoneal. El exudado de líquido rico en proteínas puede tener como resultado hipoproteinemia y facilita la proliferación bacteriana. El efecto combinado de las grandes pérdidas de líquido en la cavidad peritoneal y los efectos vasodiladores de las toxinas absorbidas pueden producir hipotensión profunda e hipovolemia. La inflamación puede disminuir la capacidad antioxidante del animal y provocar estrés oxidativo.

La rotura o perforación del preestómago, el estómago o el intestino con derrame de grandes volúmenes de contenido gástrico o intestinal y la rotura o perforación del útero contaminado conducen a una peritonitis séptica aguda. Las toxinas producidas por las bacterias y la degradación del tejido se absorben fácilmente en el peritoneo y tienen efectos sistémicos que conducen a hipotensión, shock, síndrome de respuesta inflamatoria sistémica y CID. Las endotoxinas y las alteraciones en el equilibrio ácido-base y electrolítico afectan directamente a la función cardiaca, lo que conduce a un gasto cardiaco disminuido y a un fallo circulatorio. El íleo paralítico es un resultado frecuente de la peritonitis aguda, que causa una obstrucción funcional y un incremento de la tasa de mortalidad.

Durante la peritonitis se pueden secretar grandes volúmenes de exudados inflamatorios hacia el interior de la cavidad peritoneal, y esto puede llevar a una respiración debilitada al afectar al diafragma. El derrame de pequeñas cantidades de contenido gástrico o intestinal (p. ej., después de una rumenocentesis transcutánea, técnicas de sutura para cirugía de distopia de abomaso) normalmente da lugar a una peritonitis local.

La peritonitis crónica se caracteriza a menudo por una secreción muy marcada de fibrinógeno y la subsecuente formación de adherencias fibrinosas. Estas adherencias ayudan a localizar el proceso inflamatorio (p. ej., reticuloperitonitis traumática o úlceras del abomaso tipo 3 en el ganado vacuno), pero pueden causar una obstrucción mecánica o funcional del tracto GI. La peritonitis crónica en caballos a menudo da lugar a episodios de cólico recidivantes.

Hallazgos clínicos de la peritonitis en animales

Los signos clínicos varían según el tipo y la etiología de la peritonitis. Los animales afectados pueden desarrollar:

  • aumento de la tensión de la pared abdominal

  • cifosis

  • disminución del comportamiento general y de la ingesta de alimentos

  • dolor abdominal/reacción dolorosa cuando se palpa

  • acumulación de líquido abdominal

  • íleo paralítico

  • Fiebre.

  • toxemia y septicemia

  • Hemorragia.

  • Shock, SRIS.

  • En casos prolongados, adherencias de grado variable.

El shock, la hipotensión, los trastornos acidobásicos y el colapso circulatorio después de una peritonitis séptica aguda asociada con la rotura del intestino o del útero, a menudo conducen a la muerte súbita. Estos animales por lo general muestran solo signos clínicos limitados de peritonitis. En los casos menos graves, el dolor abdominal y la fiebre son frecuentes. La hipotermia también puede producirse como resultado de la deshidratación, la hipovolemia y la sepsis. El dolor abdominal puede ser permanente e intenso, y se caracteriza por posturas de protección del abdomen, marcha envarada o postración. En todas las especies, las respuestas de dolor son más evidentes en las etapas iniciales. La distensión abdominal, que puede no ser evidente, suele deberse a acumulación de exudados peritoneales, íleo paralítico o adherencias peritoneales. La excreción fecal suele estar disminuida, aunque la frecuencia de la defecación puede aumentar en las primeras etapas de la peritonitis. Los animales con peritonitis secundaria también pueden presentar signos clínicos asociados con la enfermedad primaria. Sin embargo, hay informes de animales clínicamente sanos con peritonitis bacteriana crónica.

La palpación rectal es una técnica diagnóstica útil para evaluar el peritoneo y los órganos abdominales accesibles en grandes animales; sin embargo, los procesos peritoníticos locales en el abdomen craneal (p. ej., la reticuloperitonitis traumática en el ganado vacuno) no dan lugar a signos clínicos que puedan diagnosticarse mediante examen rectal.

La radiografía abdominal puede usarse en pequeños animales. En los caballos y el ganado vacuno, la radiografía también se puede utilizar como herramienta de diagnóstico, pero se requieren aparatos de rayos X de alta potencia; por lo tanto, esta técnica se limita a unidades estacionarias en clínicas veterinarias.

Por lo general, la ecografía es la herramienta diagnóstica más valiosa para examinar la cavidad abdominal y valorar la extensión, la localización y el carácter de la peritonitis. Adicionalmente, la ecografía permite hacer una abdominocentesis guiada, que puede usarse (tanto en grandes animales como en pequeños animales) para obtener líquido para su examen citológico y bioquímico y para cultivo bacteriológico. Se pueden utilizar lavados peritoneales diagnósticos si el líquido peritoneal no puede obtenerse por abdominocentesis.

Se puede considerar la laparoscopia diagnóstica o la laparotomía para verificar el diagnóstico. La laparotomía diagnóstica se usa con frecuencia en el ganado vacuno porque es barata, se puede realizar en posición de pie y se asocia con pocas o menores complicaciones; también hace innecesarios los procedimientos diagnósticos adicionales y, a menudo, puede combinarse con medidas terapéuticas.

Ganado vacuno

Los signos clínicos de la peritonitis en el ganado vacuno son a menudo inespecíficos y se caracterizan por una reducción de la ingesta de alimentos, un descenso en la producción de leche y una disminución de la actividad de rumia. En casos crónicos, las contracciones ruminales pueden estar presentes pero reducidas en intensidad. La percusión abdominal puede revelar timpanismo ruminal o pneumoperitoneo. La fiebre moderada es típica durante las primeras 24-36 h en el ganado vacuno con peritonitis aguda y local. La fiebre alta sugiere una peritonitis aguda y difusa. El ganado vacuno con peritonitis a menudo tiene una marcha cautelosa, con el lomo rígido y arqueado y gruñe al caminar o al orinar o defecar. La palpación profunda de la pared abdominal y las pruebas de provocación de dolor dan lugar a una respuesta de dolor. Los terneros con peritonitis causada por una úlcera abomasal perforada muestran un rápido deterioro del estado general y signos clínicos que indican sepsis y SRIS.

La peritonitis crónica está asociada con desarrollo de adherencias fibrosas. Según la localización, la palpación rectal puede revelar adherencias entre las asas intestinales y el peritoneo. El ganado vacuno puede sufrir indigestión crónica (síndrome de Hoflund, impactación de abomaso) o toxemia, con periodos de enfermedad aguda y grave causados por obstrucción parcial intestinal. La mayoría del ganado vacuno desarrolla una peritonitis localizada caracterizada por la formación extensa de fibrina; sin embargo, en unos pocos casos, la cavidad abdominal contiene grandes volúmenes de líquido peritoneal turbio e infectado.

Pequeños rumiantes, camélidos del Nuevo Mundo y cerdos

Por lo general, los signos clínicos en los pequeños rumiantes, los camélidos del Nuevo Mundo y los cerdos son similares a los de otros animales. Sin embargo, la peritonitis rara vez se diagnostica clínicamente en cerdos, ovejas o cabras, aunque no es un hallazgo infrecuente en la inspección rutinaria de la carne tras el sacrificio de los cerdos. Es más común en llamas y alpacas, en las que los trematodos (trematodos hepáticos, p. ej., Fasciola, Dicrocoelium) son la causa.

Caballos

Los signos clínicos incluyen cólico, intestinos distendidos durante el examen rectal, reflujo gástrico y, a veces, diarrea. La palpación rectal puede revelar una mucosa pegajosa, seca y en algunos casos adherencias fibrinosas o fibrosas entre las asas intestinales y otros órganos abdominales. Los ruidos peristálticos intestinales están reducidos. Es común observar taquicardia, pulso débil, mala perfusión periférica y fiebre. La pérdida de peso y el dolor abdominal intermitente (cólico) pueden observarse en caballos con peritonitis crónica.

Perros y gatos

En los animales pequeños, la anorexia y la depresión son signos no específicos de peritonitis, a menudo asociados con vómitos y ausencia de defecación. El abdomen puede estar distendido. La palpación abdominal puede ser dolorosa y pueden detectarse masas abdominales. En pequeños animales con peritonitis biliar generalizada puede haber ictericia. Las radiografías abdominales pueden confirmar la obstrucción GI, la dilatación intestinal, el aire libre en el abdomen, la ascitis y los materiales extraños radiopacos. La pérdida de la nitidez de las serosas en las radiografías indica la presencia de líquido abdominal.

Diagnóstico de la peritonitis en animales

  • Exploración física.

  • Ecografía abdominal

  • Análisis de laboratorio

Principalmente, el diagnóstico de peritonitis se basa en la exploración física, que muestra los signos clínicos mencionados anteriormente. Sin embargo, los procedimientos diagnósticos avanzados, especialmente la ecografía abdominal, ayudan a verificar el diagnóstico, visualizan la extensión y el carácter de la peritonitis y pueden proporcionar información sobre la etiología. Además, se recomiendan análisis de laboratorio para verificar el diagnóstico, pero especialmente para ayudar a las decisiones de tratamiento.

Los análisis de laboratorio son útiles para confirmar el diagnóstico clínico y determinar la gravedad de la peritonitis, y deben incluir un hemograma completo y varios parámetros bioquímicos en sangre y líquido peritoneal.

La peritonitis aguda difusa con toxemia se suele acompañar de leucopenia, neutropenia y de un notable aumento de los neutrófilos inmaduros (desviación degenerativa a la izquierda). En peritonitis agudas menos graves, la leucocitosis puede producirse como resultado de la mayor producción de neutrófilos. La peritonitis aguda localizada puede revelar un recuento normal de células de la serie blanca con una desviación regenerativa a la izquierda. El recuento total de células de la serie blanca en la peritonitis crónica puede ser normal, con un incremento ocasional en los linfocitos y monocitos. La anemia puede producirse debido a una hemorragia en la cavidad peritoneal, pero también se asocia frecuentemente con procesos inflamatorios crónicos. Varias alteraciones de los parámetros bioquímicos séricos (p. ej., proteína total, albúmina, fibrinógeno, bilirrubina, LDH, fosfatasa alcalina, CK) pueden acompañar a la peritonitis. Es frecuente la presencia de hipoalbuminemia, hiperglobulinemia e hiperbilirrubinemia. Por lo general, los cambios en los parámetros hematológicos y bioquímicos indican procesos inflamatorios y daño tisular, pero no son patognomónicos de peritonitis.

El líquido peritoneal es un líquido de diálisis con propiedades físicas y químicas específicas que dependen de la permeabilidad de la membrana, de las concentraciones y cargas eléctricas de los iones y de la presión osmótica. El líquido contiene células derivadas del mesotelio y de los vasos sanguíneos o linfáticos. En condiciones fisiológicas, el líquido peritoneal es un trasudado, mientras que la peritonitis produce un líquido que suele caracterizarse como un exudado. El análisis del líquido peritoneal es un método diagnóstico útil en gastroenterología, porque el líquido suele reflejar afecciones abdominales. El volumen de líquido peritoneal está frecuentemente aumentado en la peritonitis. En los casos de peritonitis séptica, las muestras de líquido peritoneal deben examinarse microbiológicamente para caracterizar los patógenos infecciosos.

Los parámetros del sistema clásico de categorización trasudado-exudado se muestran en la Características de los trasudados y exudados en ganado vacuno, caballos, perros y gatos. Un líquido peritoneal que muestra las propiedades tanto de un trasudado como de un exudado se denomina habitualmente trasudado modificado. El uso de un sistema de puntuación permite una clasificación adicional como peritonitis leve, moderada o grave. En la práctica, sin embargo, el análisis del líquido peritoneal puede ser inconsistente, lo que da lugar a resultados no concluyentes. Por lo tanto, el valor diagnóstico de este concepto tradicional es limitado. Para mejorar la sensibilidad de la distinción entre un exudado y un trasudado de derrames pleurales y peritoneales en la medicina humana, los criterios de Light (relación líquido peritoneal/proteína sérica >0,5; relación líquido peritoneal/LDH sérica >0,6; o actividad de LDH en el líquido peritoneal >200 U/L) se han establecido como puntos de corte para las relaciones entre el líquido peritoneal y el plasma o suero de varios parámetros (p. ej., lactato, glucosa, enzimas) y el gradiente de albúmina sérica-ascitis (GASA). Estos conceptos se han aplicado a algunas especies animales (p. ej., caballos, ganado vacuno, pequeños animales).

Tabla
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En condiciones fisiológicas, la proporción entre linfocitos y neutrófilos es cercana a 1:1. La peritonitis aguda suele producir un aumento del número de leucocitos y el porcentaje de neutrófilos puede ser del 60-90 %. Sin embargo, en los casos de inflamación séptica hiperaguda, el número de leucocitos puede disminuir debido a la necrosis y al daño celular. Histológicamente, se puede encontrar una alta tasa de leucocitos degenerativos (citólisis, cariorrexis o cariólisis). En la inflamación peritoneal crónica, la proporción de neutrófilos disminuye y la de monocitos aumenta. La presencia de bacterias intra- o extracelulares confirma la peritonitis séptica. La tinción de Gram permite diferenciar entre bacterias grampositivas y gramnegativas y facilita el tratamiento antibiótico precoz.

La concentración fisiológica de proteína total en el líquido peritoneal es de 20-25 g/L. La proporción normal de proteínas entre el líquido peritoneal y el suero es inferior a 1:2. El GASA se calcula restando la concentración de albúmina en el líquido peritoneal de la concentración sérica. El punto de corte de 11 g/L para las personas parece adecuado para los animales monogástricos. Sin embargo, los valores de referencia para la proporción de proteínas y GASA no son aplicables al ganado lechero, principalmente debido a sus concentraciones séricas de proteína y albúmina más altas que las de los animales monogástricos y las personas. Además, en el ganado vacuno, la proporción de proteínas y GASA no muestran valores diagnósticos más altos que la concentración de proteína total en el líquido peritoneal por sí sola.

En animales sanos, la concentración de glucosa es la misma tanto en suero como en líquido peritoneal. La infección bacteriana de la cavidad peritoneal produce una disminución importante de la concentración de glucosa peritoneal. Una relación líquido peritoneal/suero de la concentración de glucosa <0,5 es altamente sensible y específica de peritonitis séptica. Dado que en los animales con peritonitis séptica la concentración de glucosa en el líquido peritoneal con frecuencia cae por debajo del límite de detección, a menudo ni siquiera es necesario medir la concentración de glucosa en suero.

La isquemia intestinal da lugar a un aumento de la concentración de l-lactato en plasma y líquido peritoneal. Aunque existe una asociación entre la concentración de l-lactato en líquido peritoneal y plasma, el l-lactato peritoneal se considera que está más estrechamente relacionado con la gravedad de la isquemia intestinal. Fisiológicamente, la concentración de l-lactato en el líquido peritoneal es menor que en el plasma (en caballos sanos, la proporción es ~1:2). Esta proporción se invierte en los caballos con cólico e isquemia intestinal, en las vacas con vólvulo del abomaso y en los perros con vólvulo de dilatación gástrica. Al igual que en los caballos, se ha evidenciado un aumento de la concentración de l-lactato en ganado vacuno con vólvulo abomasal y en perros con vólvulo de dilatación gástrica. Además, el lactato también es un metabolito bacteriano (predominantemente d-lactato); por lo tanto, el aumento de la concentración de lactato en el líquido peritoneal también puede indicar peritonitis séptica. La precisión de la concentración de lactato peritoneal para diferenciar la peritonitis séptica y no séptica varía entre especies (p. ej., 90-95 % en perros, pero 65-70 % en gatos).

La inflamación puede controlarse usando como marcadores proteínas de fase aguda como la proteína C reactiva o la haptoglobina (en el ganado vacuno). Las concentraciones de proteína de fase aguda están elevadas en sangre periférica y en líquido peritoneal en animales con peritonitis; sin embargo, estos parámetros son indicadores generales de inflamación y no específicos de peritonitis.

La concentración de fibrinógeno en el líquido peritoneal puede estar aumentada en animales con peritonitis. Sin embargo, la concentración de fibrinógeno tiene un valor diagnóstico limitado, porque solo existe una asociación débil entre la concentración de fibrinógeno peritoneal y la sangre. Una mayor concentración del producto de degradación de la fibrina d-dímero indica isquemia intestinal e inflamación con alta sensibilidad y especificidad. Los valores normales en plasma de personas son <0,3mg/L. Los valores de referencia para animales pequeños y caballos parecen ser similares a los de las personas. La concentración de d-dímeros en el líquido peritoneal en vacas sanas es de <0,6 mg/L; los valores elevados indican peritonitis con alta sensibilidad y especificidad.

La inflamación, la isquemia intestinal y la reperfusión afectan a las actividades de varias enzimas (fosfatasa alcalina [ALP], AST, CK, LDH) en el líquido peritoneal y la sangre periférica. La actividad de la CK está aumentada principalmente en el suero y el líquido peritoneal en los casos de isquemia intestinal. Se cree que el origen de la CK es la capa muscular de las asas del intestino isquémico estrangulado. Sin embargo, otros tejidos (p. ej., el músculo estriado después de los episodios de cólico en los caballos) pueden ser fuentes de mayor actividad de la CK; por lo tanto, la sensibilidad y la especificidad de la CK son bajas.

La actividad de la LDH es una medida de la respuesta inflamatoria y se ha utilizado para diferenciar el exudado del trasudado (relación de LDH en líquido peritoneal/suero >0,6; actividad LDH del líquido peritoneal >200 U/L). Los valores de referencia para los animales monogástricos, pero no los del ganado vacuno, son similares a los de las personas. Para el ganado vacuno se ha identificado un punto de corte de 960 U/L.

Se ha observado un aumento de la ALP durante la isquemia intestinal y la reperfusión en el líquido peritoneal de los caballos con cólico y en las vacas con desplazamiento del abomaso. Sin embargo, el origen de la ALP no es exclusivamente el estómago o el intestino lesionados. Otras fuentes del aumento de la actividad de la ALP en estos casos son los hepatocitos y los granulocitos. Normalmente, la actividad de la ALP sérica no muestra cambios importantes durante la isquemia intestinal.

En gatos con PIF se observan a menudo concentraciones elevadas de proteína y globulina en suero y líquido peritoneal. Sin embargo, ninguno de los parámetros es lo suficientemente preciso para el diagnóstico, especialmente si se mide en suero. El cálculo de la relación albúmina/globulina puede mejorar el valor diagnóstico. La prueba de Rivalta tradicional simplemente diferencia los trasudados de los exudados. Aunque produce falsos positivos en gatos con peritonitis bacteriana séptica, todavía parece útil para el diagnóstico de PIF. La alfa-1-glucoproteína ácida es un parámetro ampliamente utilizado que indica inflamación, pero no es específico de la PIF.

Los títulos de anticuerpos séricos frente al FCoV deben interpretarse con cautela, ya que muchos gatos sanos son positivos a anticuerpos anti-FCoV. El valor diagnóstico de los títulos de anticuerpos anti-FCoV en el líquido peritoneal todavía está en discusión. Se han introducido varios métodos avanzados de diagnóstico (p. ej., tinción de inmunofluorescencia frente al antígeno de FCoV en macrófagos peritoneales, ELISA para detectar complejos antígeno-anticuerpo en suero, RT-PCR) como medidas diagnósticas para mejorar la precisión del diagnóstico de PIF. Por lo general, las pruebas de laboratorio realizadas en el líquido peritoneal tienen un valor diagnóstico superior a las que usan suero. La inmunohistoquímica adicional para el antígeno del FCoV intracelular en macrófagos derivados de lesiones oculares o dérmicas de gatos con PIF puede ayudar al diagnóstico. (También ver Peritonitis infecciosa felina.)

Pronóstico de la peritonitis en animales

Aunque el mesotelio del peritoneo es capaz de regenerarse rápidamente, la peritonitis debe considerarse una enfermedad grave, potencialmente mortal, con un pronóstico reservado. El pronóstico depende en gran medida del carácter y la gravedad de la enfermedad y, por lo tanto, debe determinarse individualmente. Se han descrito tasas generales de supervivencia del 50-70 %, con tasas mucho más bajas de retorno de la productividad en los animales de granja. En los caballos, el pronóstico para un uso posterior en el deporte ecuestre es reservado. Además, los caballos que sobreviven a la peritonitis suelen sufrir episodios de cólico recidivantes. A pesar de los nuevos avances en el tratamiento, el pronóstico para los gatos con PIF sigue siendo malo. Todavía es una enfermedad letal sin un tratamiento eficaz a largo plazo.

Tratamiento de la peritonitis en animales

  • Puede incluir lavado peritoneal, cirugía, antibióticos y medicamentos antiinflamatorios

El tratamiento adecuado para la peritonitis depende del diagnóstico y de los resultados de la exploración física y los análisis de laboratorio. En los casos graves de peritonitis séptica, el tratamiento inicial debe dirigirse a salvar la vida del animal y a estabilizar las funciones cardiovasculares y de otros órganos. En los casos graves, se debe considerar la eutanasia. El tratamiento debe incluir el tratamiento del shock hipovolémico/toxémico, un tratamiento antiinflamatorio agresivo y el tratamiento de los trastornos metabólicos y reológicos (p. ej., trastornos electrolíticos y acidobásicos, coagulación intravascular diseminada). Puede ser necesario administrar fluidoterapia, electrolitos, plasma o sangre completa para mantener el gasto cardiaco y mejorar la circulación. Es de gran importancia prevenir la insuficiencia circulatoria por complicaciones de la coagulación intravascular diseminada. El tratamiento antioxidante con vitaminas C y E o glucocorticoides de acción corta puede ser útil. Pueden ser necesarios fármacos procinéticos adicionales para aumentar y coordinar la motilidad del tracto GI.

Se debe iniciar terapia antimicrobiana adecuada una vez que se sospecha una peritonitis séptica o esta se confirma. Se han de obtener muestras de líquido peritoneal para cultivo microbiológico y antibiograma. Inicialmente tiene que aplicarse un tratamiento antimicrobiano de amplio espectro por vía parenteral. Los aminoglucósidos o las fluoroquinolonas son eficaces contra microorganismos gramnegativos, y las penicilinas o las cefalosporinas son eficaces contra bacterias grampositivas. El fármaco antimicrobiano puede cambiarse posteriormente según los resultados de la citología y el cultivo y el antibiograma. El tratamiento antimicrobiano y antiinflamatorio debe continuar durante el periodo de curación.

Si es posible, se debe iniciar un tratamiento para eliminar la causa de la peritonitis. En los animales con sospecha de pérdida de órganos abdominales, la cirugía ha de realizarse inmediatamente para explorar el abdomen y reparar los defectos, seguida de un lavado peritoneal con una solución isotérmica, isotónica y equilibrada de electrolitos antes de cerrar la cavidad abdominal. Aunque se realiza con frecuencia, no hay ningún beneficio clínico probado tras la adición de antimicrobianos a la solución de lavado. Las soluciones que contienen antisépticos (p. ej., povidona yodada) tampoco han demostrado un beneficio clínico y pueden incluso actuar como irritantes químicos y exacerbar la inflamación. El tratamiento con heparina puede considerarse en los casos de CID y puede prevenir la formación extensa de fibrina dentro de la cavidad peritoneal.

La aplicación de drenajes abdominales y el posterior lavado es posible en pequeños y grandes animales para tratar la peritonitis grave, eliminando el material séptico y proinflamatorio de la cavidad abdominal. Mientras que la eliminación del líquido peritoneal séptico se suele aceptar como beneficiosa, la eficacia del lavado peritoneal repetido está en discusión. Mientras que algunos informes describen efectos positivos, otros afirman que el lavado intensivo puede alterar la cicatrización del epitelio y provocar una mayor difusión de la inflamación. La composición de la solución de lavado también está en discusión; la adición de antibióticos o antisépticos tiene muy pocas ventajas.

La decisión de tratar el drenaje peritoneal se basa en la gravedad del caso, el nivel de experiencia, la posibilidad de cuidados intensivos y el equipo. El mantenimiento de la permeabilidad del drenaje puede ser difícil, especialmente en el ganado vacuno, debido a la extensa formación de fibrina en la cavidad abdominal. En animales tratados mediante drenaje o lavado peritoneales, han de medirse periódicamente las proteínas séricas y los niveles de electrolitos, ya que ambos se eliminan en gran parte por el drenaje quirúrgico.

El apoyo nutricional debe preverse, ya que muchos animales con peritonitis no comerán. La nutrición enteral ayuda a mantener la salud de la mucosa intestinal; sin embargo, los vómitos (perros y gatos) o la anorexia pueden obligar a considerar alternativas. En rumiantes y camélidos del Nuevo Mundo, la transfaunación utilizando líquido ruminal obtenido de otros animales o productos disponibles comercialmente ha demostrado ser beneficiosa. En ciertos animales, la nutrición parenteral total o parcial puede ser necesaria para proporcionar una parte de los requerimientos nutricionales mientras la nutrición enteral se está iniciando. Debe considerarse la administración de antioxidantes y vitaminas. El vómito es a veces una secuela de la peritonitis en pequeños animales; el tratamiento antiemético está indicado en tales casos.

La infección por FCoV puede causar una PIF primaria. La terapia es paliativa (p. ej., terapia con interferón, glucocorticoides, terapia de apoyo) y está dirigida a disminuir la inflamación. Sin embargo, no existe tratamiento eficaz a largo plazo. Las vacunas comerciales para la profilaxis están disponibles en algunos países; sin embargo, existen informes contradictorios sobre su eficacia y seguridad. La vacuna no es eficaz cuando se administra a animales ya expuestos al FCoV; sin embargo, puede ofrecer cierta protección cuando se administra a animales seronegativos.

En la peritonitis adhesiva crónica, se puede considerar la laparoscopia o la laparotomía para cortar las adherencias que impiden la motilidad intestinal o para eliminar/drenar los abscesos intestinales. Sin embargo, el éxito de estas intervenciones puede ser limitado.

Puntos clave

  • La peritonitis aguda es con frecuencia una afección grave y potencialmente mortal.

  • Los procedimientos diagnósticos están dirigidos a determinar la etiología y el carácter de la peritonitis.

  • A menudo se requiere un tratamiento agresivo.

  • Los animales con peritonitis crónica pueden mostrar alteración de la motilidad gastrointestinal con síntomas recurrentes de cólico.

Para más información

  • Consulte también la información para propietarios sobre la peritonitis en gatos, perros y caballos.