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Reconocimiento y valoración del dolor en animales

PorSandra Allweiler, DVM, DACVAA
Revisado/Modificado mar 2023

    El dolor es una experiencia compleja y multidimensional con elementos sensoriales y de comportamiento asociados con el daño tisular real o potencial. Reconocer el dolor en los animales no es intuitivo, sobre todo para quienes no están familiarizados con los comportamientos normales específicos de una especie o individuo. En los últimos años, se ha prestado mayor atención a la determinación y la medida de estos comportamientos específicos de dolor. Estos esfuerzos deberían mejorar el reconocimiento y el tratamiento del dolor en los animales a medida que se desarrollen herramientas de evaluación del dolor validadas.

    Existen numerosos factores que complican la evaluación del dolor en animales. Las escalas veterinarias de dolor deben considerar las siguientes características:

    • Especie.

    • Raza.

    • Condiciones ambientales de cría.

    • Edad.

    • género

    • Origen del dolor (p. ej., traumatismo, cirugía, patología).

    • Región corporal afectada (p. ej., dolor abdominal, dolor musculoesquelético).

    • Tipo de dolor (p. ej., agudo, crónico).

    • intensidad del dolor

    Cualquier escala de dolor o metodología utilizada para la evaluación del dolor debería ser capaz de distinguir sensibilidades individuales. Incluso cuando los animales puntúan bajo en las escalas de dolor, si el dolor se considera probable se debe administrar analgesia. La forma más precisa de determinar si un paciente tiene dolor es administrar una dosis de analgésico y controlar la respuesta del paciente.

    No existe una "prueba de referencia" para evaluar el dolor en los animales. Se han publicado muchos métodos de calificación que incluyen variables fisiológicas y de comportamiento, pero pocos se han validado. La mayoría de las escalas de dolor veterinarias se basan en la identificación y/o interpretación de algunos comportamientos y están sujetas a algún grado de variabilidad entre observadores. Las escalas de dolor basadas en la presencia o ausencia de comportamientos específicos de especie y que minimizan la interpretación de dichos comportamientos, probablemente sean más precisas que las escalas genéricas que confían ampliamente en la valoración e interpretación subjetiva.

    Todos los métodos actuales usados para medir el dolor en animales son propensos a errores de subestimación o sobreestimación. Incluso si el grado del dolor se estima correctamente, determinar cómo afronta el dolor el animal puede ser difícil. Esto es especialmente cierto si el animal se saca de su entorno normal. Los sistemas de evaluación también deben considerar los diferentes tipos y fuentes de dolor, como dolor agudo frente a crónico, dolor visceral frente a dolor somático y dolor neuropático.

    Los parámetros fisiológicos (p. ej., los cambios en la frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria, presión arterial o dilatación pupilar) pueden usarse para evaluar las respuestas a un estímulo nocivo agudo (doloroso), especialmente durante la anestesia, y valorar el dolor en ciertas situaciones clínicas (p. ej., los caballos con dolor de cólico agudo). No obstante, los parámetros fisiológicos no suelen diferenciar entre animales que han sufrido una operación y sienten dolor y los que no se sometieron a una cirugía. Igualmente, los animales que experimentan dolor crónico pueden mostrar parámetros fisiológicos normales. La falta de cambio en las respuestas fisiológicas no debe interpretarse como una ausencia de dolor, si otros signos clínicos sugieren lo contrario. Los parámetros fisiológicos no son lo bastante específicos para diferenciar el dolor de otras causas de estrés como la ansiedad, el miedo o algunas respuestas fisiológicas resultantes de afecciones metabólicas (p. ej., anemia).

    Los cambios de comportamiento indicativos de dolor pueden ser demasiado sutiles para detectarlos en situaciones clínicas rutinarias, tanto en grandes como en pequeños animales. Con la excepción de circunstancias graves, los signos clínicos de dolor pueden estar enmascarados por un comportamiento estereotipado de la especie que se observa. Por ejemplo, los perros pueden mover la cola y saludar al observador a pesar de sentir dolor. Los animales gregarios, como las ovejas, pueden asustarse cuando un observador se aproxima e intentar ocultar cualquier signo de dolor permaneciendo junto al resto del rebaño.

    Los cambios de conducta que indican dolor pueden no ser los que esperamos. Un gato sentado tranquilamente en la parte trasera de la jaula después de la cirugía podría tener dolor; sin embargo, es posible que no se reconozca el dolor si el cuidador espera observar signos clínicos de dolor más activos, como deambulación, agitación o vocalización. Debido a estas dificultades, la investigación reciente se ha centrado más en los cambios repentinos en las expresiones faciales.

    Pueden utilizarse las escalas de expresión facial para evaluar las expresiones faciales específicas del dolor en humanos y los animales basándose en las distancias relativas cambiantes entre los rasgos faciales y los cambios en la forma facial. Se han desarrollado para ratones, ratas, conejos, caballos, ovejas, corderos, lechones, hurones y gatos. Junto con la evaluación de los cambios de comportamiento, las expresiones faciales pueden reflejar las experiencias emocionales de los animales y comunicar su percepción del dolor.

    En general, las respuestas al dolor agudo quirúrgico y traumático son más fácilmente reconocibles que los signos clínicos asociados con el dolor crónico. Frecuentemente, los criterios clínicos usados para evaluar el dolor crónico (p. ej., falta de actividad, falta de acicalamiento, apetito disminuido, pérdida de peso); no son signos clínicos específicos de dolor y apuntan únicamente a un problema subyacente que requiere un diagnóstico adicional. Las observaciones de los propietarios son esenciales para detectar signos clínicos más sutiles de dolor crónico en animales, como cambios en la actitud o en la interacción con los miembros de la familia o miembros de la manada o el rebaño.

    El Índice de Dolor Crónico de Helsinki(1,2,3) y el Canine Brief Pain Inventory (Inventario Breve de Dolor en Caninos) (4,5) son cuestionarios completados por el propietario diseñados para cuantificar la gravedad y el impacto del dolor crónico en perros de compañía. Se han validado para la osteoartritis canina.

    El Inventario Breve del Dolor en Caninos, que se basa en el Inventario Breve del Dolor en humanos, también se ha validado para el cáncer de hueso canino. Una historia clínica y una exploración física completas son parte integral de la evaluación. La evaluación del grado de cojera y la sensibilidad a la manipulación son de importancia crítica cuando se evalúa el dolor ortopédico crónico y el dolor de origen espinal. Se debe incluir una exploración neurológica completa para una evaluación completa y un diagnóstico preciso de cualquier síndrome de dolor crónico. Por último, la respuesta al tratamiento, como un aumento de la actividad tras la administración de un AINE, puede proporcionar información diagnóstica importante sobre el papel del dolor en los cambios de conducta.

    El dolor oncológico puede tener componentes de dolor agudo (p. ej., la expansión de un tumor o respuestas secundarias a la cirugía o el tratamiento con radiación o con quimioterapia), dolor crónico, dolor neuropático (p. ej., atrapamiento nervioso). Por eso, la valoración del dolor oncológico requiere métodos capaces de detectar los cambios de conducta asociados tanto a dolores agudos como crónicos.

    References

    1. Helm-Bjorkman A, Kuusela E, Liman A, et al. Evaluation of methods for assessment of pain associated with chronic osteoarthritis in dogs. J Am Vet Med Assoc. 2003;222:1552–1558.

    2. Helm-Bjorkman A, Rita H, Tulamo R-M. Psychometric testing of the Helsinki chronic pain index by completion of a questionnaire in Finnish by owners of dogs with chronic signs of pain caused by osteoarthritis. Am J Vet Res. 2009;70:727–734.

    3. Helm-Bjorkman A, Kapatkin AS, Rita HJ. Reliability and validity for use of a visual analogue scale by owners to measure chronic pain attributable to osteoarthritis in their dogs. Am J Vet Res. 2011;72:601–607.

    4. Brown DC, Boston R, Coyne J, Farrar JT. The canine Brief Pain inventory (CBPI): Development and psychometric testing of an instrument designed to measure chronic pain in companion dogs with osteoarthritis. Am J Vet Res. 2007;68(6):631-637.

    5. Brown DC, Boston R, Coyne J, Farrar JT. A novel approach to the use of animals in studies of pain: validation of the canine brief pain inventory. Canine Bone Canc Pain Med. 2009;10(1):133-142.