Cortesía del Dr. Jonathan Statham.
Cortesía del Dr. Jonathan Statham.
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Una meta deseable para los productores de carne sería la obtención de 95 terneros por cada 100 vacas dentro de un periodo de 45-65 días, con el peso de destete óptimo logrado con la máxima rentabilidad. La selección y manejo del toro y la evaluación de sus resultados son aspectos integrales en la mejora de la producción de carne. El toro puede modificar el porcentaje de nacimientos así como la calidad de los terneros. Se recomienda usar toros (de carne o de leche) ya probados tanto para la monta natural como para la inseminación artificial.
Un programa de control de enfermedades para toros debe incluir los siguientes procedimientos:
Antes de su uso, se debe comprobar si los toros padecen brucelosis, tuberculosis, tricomoniasis, diarrea vírica bovina y paratuberculosis. Los toros utilizados en otros rebaños, especialmente de los que se desconoce su situación sanitaria, pueden diseminar enfermedades, especialmente la campilobacteriosis y la tricomoniasis. El lavado profiláctico del prepucio con antibióticos puede reducir el riesgo de transmisión de Campylobacter.
Dependiendo del estado de salud prevalente y de los requerimientos del mercado, los toros deben vacunarse contra la rinotraqueítis infecciosa bovina, la diarrea vírica bovina, las enfermedades por clostridios, las enfermedades por Haemophilus, la campilobacteriosis y la leptospirosis, si es posible Las vacunas deben administrarse alrededor de la pubertad a los 6 meses de edad, de nuevo al año de edad y luego anualmente, por lo general 1 mes antes de la época de reproducción.
Anualmente deben realizarse exámenes de aptitud reproductiva en el momento económicamente más ventajoso para el productor (por lo general 1 mes antes de la época de cría) para dar tiempo a la acción correctiva, incluyendo la adquisición de toros adicionales si es necesario.
Todos los toros deben estar presentes en las instalaciones 2 meses antes de la época de cubriciones, de modo que tengan oportunidad de adaptarse al medio. Las nuevas incorporaciones a la explotación (tanto toros como vacas) deben aislarse para una adecuada adaptación y preparación. Un examen de salud reproductiva consiste en un examen físico completo, incluidos los genitales internos y externos, la medición de la circunferencia escrotal y el examen microscópico del semen para determinar la motilidad y morfología del esperma, debe realizarse ~1 mes antes de las cubriciones.
Actualmente se dispone de métodos más objetivos de evaluación del semen que la microscopía estándar, como el análisis de semen asistido por ordenador (ASAO) para evaluar la motilidad y la citometría de flujo para determinar los defectos morfológicos. Estas técnicas se suelen aplicar en un laboratorio más que en clínicas individuales.
Durante la época de cubriciones se debe vigilar estrechamente al toro para observar su comportamiento durante la cópula. La recomendación estándar para la proporción de vacas y toros es un mínimo de 25 vacas por toro. Existen variaciones significativas en esta proporción, según la aptitud reproductora y de la libido de cada toro, las diferencias del terreno y la duración de la época de cubriciones.
Los toros inmaduros o los toros con enfermedad transitoria pueden necesitar tiempo adicional para desarrollarse, y los resultados cuestionables del examen de aptitud reproductora deben ir seguidos de un nuevo examen al menos 60 días después para reflejar el ciclo de producción de esperma. Las lesiones permanentes, como las de la orquitis o la epididimitis, se asocian con infertilidad permanente, por lo que los toros con estas lesiones se deben sacrificar.
El peso perdido durante la época de reproducción debe recuperarse durante el periodo de descanso. Sin embargo, debe evitarse el sobrecondicionamiento, ya que el depósito de grasa en el cuello escrotal se asocia con una función testicular alterada como resultado de los mecanismos de termorregulación alterados.
