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Procedimientos de las urgencias equinas

PorAmelia S. Munsterman, DVM, PhD, DACVS, DACVECC
Revisado/Modificado jul 2019

Las urgencias equinas a menudo se pueden limitar a los principios básicos de la reanimación, estableciendo una vía aérea y manteniendo volúmenes circulatorios adecuados. Es imperativo en una situación de urgencia proporcionar un plan de reanimación con líquidos oportuno o establecer una vía aérea en un caballo con una obstrucción de la vía aérea superior. Además, las urgencias abdominales son uno de los problemas más comunes identificados por el veterinario equino. El diagnóstico a menudo se ayuda de la intubación nasogástrica, así como de muestras obtenidas de la cavidad abdominal, que pueden usarse para guiar las recomendaciones terapéuticas.

Fluidoterapia de urgencia

En situaciones de urgencia, los fluidos de reanimación a menudo están indicados para reponer el volumen sanguíneo y los déficits intersticiales. La falta de un volumen circulante adecuado puede conducir a disfunción o fallo multiorgánico y aumentar la mortalidad en caballos con shock hipovolémico.

Las afecciones que pueden requerir la reposición de líquidos de emergencia incluyen:

  • Lesiones con pérdida simultánea de sangre.

  • Agotamiento físico.

  • Rabdomiólisis aguda.

  • Hipertermia.

  • Shock circulatorio secundario a enfermedad sistémica.

Los fluidos pueden ser necesarios para fines de mantenimiento cuando la ingestión oral no es físicamente posible. Los fluidos de reposición son necesarios cuando se han producido pérdidas excesivas o se prevén pérdidas continuas de fluidos.

El diseño de un régimen de fluidoterapia precisa que se considere el volumen requerido, el tipo de fluidos necesarios y la ruta y la velocidad de administración.

Determinación del volumen de fluidos en urgencias equinas

El volumen que se administrará a lo largo de 24 horas se puede estimar utilizando la siguiente fórmula:

volumen para administrar (L) = tasa de mantenimiento (60 mL/kg/día) + déficit estimado de fluido (peso corporal [kg] × estimación de la deshidratación) + estimación de las pérdidas continuas

Las necesidades de líquidos de mantenimiento son de ~1 L/h para caballos adultos (~450 kg), pero son mucho menores si el animal no está comiendo. La deshidratación puede estimarse mediante el uso de los parámetros clínicos y de laboratorio ( ver la Tabla: Parámetros físicos y de laboratorio para la estimación de la deshidratación en los caballos). Estas cifras se deben valorar en relación con la edad y los signos clínicos del caballo y son solo una estimación del déficit. Por ejemplo, un caballo nervioso puede tener una frecuencia cardiaca transitoriamente alta en respuesta a la excitación y un aumento del hematocrito debido a la contracción esplénica.

Tabla
Tabla

Las pérdidas continuas son difíciles de estimar, porque las pérdidas del tracto GI resultan complicadas de medir. El tracto GI equino secreta y reabsorbe el equivalente al volumen de fluido extracelular de un día (~30 % de peso corporal). Si hay íleo u obstrucción del intestino delgado, la cantidad de reflujo gástrico obtenido puede cuantificarse fácilmente para medir las pérdidas. Si el intestino grueso no está reabsorbiendo agua (p. ej., diarrea), las pérdidas de líquido pueden ser significativas pero difíciles de medir. Con diarrea grave, puede perderse hasta ~50 % de los líquidos extracelulares diariamente.

La fórmula para calcular el volumen de fluido que se debe administrar proporciona solo una estimación aproximada de las necesidades; los volúmenes administrados deben ajustarse en función de la respuesta al tratamiento, incluyendo:

  • Frecuencia cardiaca.

  • Calidad del pulso.

  • Tiempo de relleno capilar.

  • Producción de orina.

  • Hematocrito.

  • Proteína total sérica.

  • Creatinina.

  • Lactato.

La revaluación es necesaria para ajustar las necesidades diarias de fluidos para cualquier caballo que reciba fluidos suplementarios, y el momento debería determinarse por el estado clínico del caballo. En los caballos en estado de shock grave, puede ser necesario monitorizar continuamente los parámetros cardiovasculares (p. ej., cada 15 minutos) hasta que se observe una mejoría. En los caballos con graves pérdidas continuas de líquido (p. ej., diarrea, enteritis anterior), los parámetros cardiovasculares deberían revaluarse cada 4 horas y medir los parámetros de laboratorio con una frecuencia de 4 veces al día hasta que el caballo se estabilice.

Selección del tipo de fluido en urgencias equinas

Después de la determinación del volumen necesario, se debe seleccionar el tipo de fluido que se va a administrar. Las opciones de fluidos incluyen cristaloides (fluidos que contienen sustancias que cruzan libremente la membrana capilar) y coloides (fluidos retenidos en el espacio vascular durante un cierto número de horas debido a su mayor tamaño molecular). Los cristaloides se utilizan más comúnmente para la fluidoterapia de reemplazo, mientras que los coloides se reservan más a menudo para fines de reanimación.

Hay dos tipos generales de cristaloides disponibles: soluciones de electrolitos equilibrados (SEE), que son soluciones de electrolitos en concentraciones similares a las del plasma, y soluciones salinas, que contienen solo cloruro de sodio. Aunque se considera un cristaloide, las soluciones de dextrosa rara vez se utilizan solas y, por lo general, se añaden como un suplemento a una SEE cuando está indicado según las necesidades de cada caballo. La decisión de elegir SEE o solución salina puede basarse en un perfil de bioquímica sérica. En la mayoría de los casos de urgencia se utiliza una SEE.

La adición de coloides a un régimen de fluidoterapia tiene dos propósitos: previene la formación de edema causado por hipoproteinemia y mantiene el volumen de líquido intravascular. También se dispone de productos plasmáticos que contienen anticuerpos para tratar o prevenir una variedad de afecciones (como endotoxemia, neumonía por Rhodococcus equi, infección por el virus del Nilo Occidental, enfermedades clostridiales y envenenamiento por serpiente). Las soluciones coloidales están disponibles en forma de compuestos naturales o sintéticos. Los coloides naturales son el plasma, los productos séricos y la albúmina. En general, se selecciona plasma congelado o fresco cuando se necesita un aumento de la presión oncótica coloidea, y se requieren factores de coagulación o anticoagulantes específicos como la antitrombina III. Las soluciones de albúmina no se administran comúnmente a los caballos, porque la vida media intravascular de la albúmina en enfermedades con permeabilidad vascular comprometida es corta. Tampoco tienen los beneficios añadidos del plasma entero. Los coloides sintéticos incluyen el dextrano y el hidroxietilalmidón. El coloide sintético más comúnmente administrado a los caballos es el hidroxietilalmidón (hetastarch). Se utiliza para incrementar la presión oncótica del plasma y su efecto se evalúa mejor por la respuesta clínica (disminución del edema) o por el aumento de la presión oncótica (medida por osmometría coloidal). No se puede utilizar el refractómetro que mide la proteína total para controlar el efecto de la administración de un coloide sintético.

Tasa de administración de fluidos en urgencias equinas

El objetivo de la fluidoterapia para el tratamiento del shock es expandir rápidamente el volumen sanguíneo circulante para mejorar la perfusión tisular y el suministro de oxígeno. Los cristaloides isotónicos deberían administrarse a una dosis de hasta 60-80 mL/kg en la primera hora (igual al volumen sanguíneo circulante) para obtener el máximo beneficio. Esta tasa de fluidos, la "dosis de choque", debe administrarse en bolos de 6-20 mL/kg (aproximadamente 10 litros a la vez en un caballo de 500 kg), y al caballo se le ha de revaluar entre cada bolo para determinar si son necesarios bolos adicionales.

Debido a los grandes volúmenes de SEE necesarios, se pueden administrar fluidos hipertónicos o coloides para apoyar inmediatamente la circulación hasta que se pueda administrar la dosis de choque de cristaloides. A una dosis de 2-4 mL/kg, una solución salina hipertónica (7,5 %) puede expandir rápidamente el volumen circulante redistribuyendo fluidos extravasculares en el espacio vascular. Debido a esta redistribución, las soluciones hipertónicas tienen una duración o efecto breve (~45 min) en caballos. Las soluciones coloidales pueden usarse para un efecto más sostenido. Se ha descrito que el hidroxietilalmidón aumenta la presión oncótica hasta 24-36 horas. Sin embargo, las dosis de coloides >10 mL/kg/día han causado coagulopatías. Para la reanimación, una combinación de solución salina hipertónica (4 mL/kg) y de hidroxietilalmidón (4 mL/kg) puede tener los efectos más beneficiosos y duraderos.

Vía de administración de fluidos en urgencias equinas

La tasa de flujo de los fluidos a través de un equipo de administración es directamente proporcional al diámetro de la línea e inversamente proporcional a la viscosidad del líquido y a la longitud del equipo de infusión. Los catéteres de politetrafluoroetileno o poliuretano de calibre 14 G se utilizan habitualmente en caballos. Se puede alcanzar una tasa de 7 L/h cuando los fluidos están >60 cm por encima de la vena yugular, y se pueden lograr tasas más rápidas a través del flujo por gravedad si las bolsas de líquido se elevan aún más. Para un flujo más rápido, pueden emplearse catéteres del calibre 10 o 12 G conectados en serie, pero los catéteres de calibre grande son más trombogénicos. Otras formas de aumentar las tasas de administración de fluidos incluyen cateterizar ambas venas yugulares o utilizar un sistema de bolsa de presión o una bomba peristáltica. Las complicaciones de las bombas peristálticas son el daño endotelial y un mayor riesgo de trombosis venosa.

Una vía alternativa de administración de fluidos es el uso de una sonda nasogástrica permanente. La selección del caso es clave, y los caballos que están en shock, están >8 % deshidratados o tienen reflujo gástrico neto positivo no son candidatos para la administración de fluidos orales. Se prefieren las soluciones de electrolitos equinos, o se puede formular una mezcla casera usando 5,27 g de cloruro de sodio, 0,37 g de cloruro de potasio y 3,78 g de bicarbonato por litro de agua. La tasa diaria de fluido se divide en bolos y se administra mediante una bomba estomacal. El caballo debe examinarse para detectar reflujo antes de la administración. Los volúmenes <8 L cada 2-4 horas suelen aceptarse bien. Si se coloca una sonda de alimentación de menor calibre, se puede utilizar un sistema de administración continua de un equipo IV no estéril y bolsas de líquido o una garrafa, y la velocidad debe determinarse de manera similar a la de una infusión IV.

Sondaje nasogástrico

El sondaje nasogástrico es un procedimiento esencial y que posiblemente salva vidas, que se realiza de forma rutinaria en los casos de cólico equino para descomprimir el estómago y proporcionar tratamiento.

Después de sujetar adecuadamente al caballo, la sonda nasogástrica se pasa por el meato nasal ventral, utilizando el pulgar para mantener la sonda dirigida correctamente. Si se encuentra una estructura dura (p. ej., el etmoides o los turbinados nasales) y la sonda es difícil de pasar, esta debe redirigirse más ventralmente. Una vez alcanzada la faringe, se siente una resistencia suave cuando la sonda entra en contacto con la laringe y/o abertura esofágica. La cabeza del caballo se flexiona en la nuca y la sonda se puede girar 180° de modo que la curvatura del tubo se dirija dorsalmente hacia el esófago. La deglución se estimula con una presión suave contra la abertura esofágica o soplando pequeñas bocanadas de aire dentro de la sonda, y la sonda se pasa entonces al esófago coordinándose con el reflejo de deglución.

Los métodos para identificar que la sonda nasogástrica está en el esófago incluyen:

  • Resistencia negativa a la succión oral.

  • Palpación de la sonda nasogástrica dorsal a la laringe.

  • Palpación de la sonda nasogástrica por encima de la vena yugular izquierda.

  • Identificación de la materia prima en el reflujo obtenido.

Si la sonda está en la tráquea, la agitación de la tráquea producirá un "traqueteo". Si el caballo tose, o si se nota aire cuando se aplica la succión por la boca, la sonda debe retirarse a la faringe y el procedimiento ha de repetirse hasta que la sonda esté colocada correctamente. Una vez que se confirma que la sonda está en el esófago, soplar intermitentemente dentro de la sonda ayudará a dilatar el esófago y facilitará su inserción en el estómago. La sonda se avanza hacia el estómago hasta el nivel de la duodécima costilla. Si se encuentra dificultad para pasar la sonda a través del cardias, se pueden inyectar hasta 60 mL de mepivacaína (en un caballo de 405 kg) en la sonda, seguida de aire o agua.

Una vez que la sonda está en su lugar, si no hay reflujo espontáneo, debería lavarse el estómago. No se debe suponer que cualquier exceso de líquido en el estómago drenará espontáneamente. Los medicamentos nunca han de administrarse por sonda nasogástrica sin verificar previamente el reflujo neto. Para ello, la sonda se llena con ~2 L de agua utilizando una bomba o embudo con flujo por gravedad para establecer un efecto de sifón, se retira la bomba y el extremo del tubo se dirige hacia abajo para verificar la presencia de contenido gástrico. Restando la cantidad bombeada de agua del líquido obtenido se determina el reflujo "neto". A los caballos se les debe lavar con al menos 8 L de agua para confirmar la falta de reflujo neto antes de administrar cualquier tratamiento.

El reflujo nasogástrico neto no es normal. Ocasionalmente, se obtiene una pequeña cantidad de reflujo (<1 L) si un caballo ha tenido una sonda nasogástrica permanente. En la mayoría de los caballos adultos con cólico, el reflujo neto >2 L es anormal. Cuando se obtiene reflujo, se debe observar la cantidad, las características y el tiempo en relación con la aparición del cólico, así como cualquier respuesta clínica a la descompresión gástrica.

Las causas comunes de reflujo gástrico neto incluyen:

  • Íleo del intestino delgado (funcional, mecánico).

  • Obstrucción del intestino delgado o del píloro.

  • Compresión del íleon por un colon ascendente distendido o ciego.

Las lesiones de la porción proximal del intestino delgado o píloro producen grandes cantidades de reflujo nasogástrico de forma temprana con respecto al inicio del cólico. En las lesiones del yeyuno distal y del íleon, inicialmente no hay reflujo neto, pero el reflujo nasogástrico suele volverse productivo varias horas después del inicio del cólico. El reflujo sanguinolento, maloliente, fermentado o abundante se asocia con enteritis anterior y debe tratarse como un riesgo biológico debido a la asociación de esta enfermedad con organismos clostridiales y Salmonella spp. En obstrucciones mecánicas, incluidas las lesiones estranguladas y las impactaciones ileales, el reflujo se suele componer de material alimenticio y secreciones intestinales. Sin embargo, el reflujo nasogástrico puede volverse hemorrágico con la pérdida de la viabilidad intestinal. El reflujo originado por el intestino delgado es alcalino, mientras que el reflujo compuesto de secreciones gástricas es ácido. Dado que la obstrucción gástrica es rara en caballos, el pH no se suele medir.

Debe observarse la respuesta a la descompresión gástrica. Los caballos con íleo funcional muestran signos de alivio, y la frecuencia cardiaca puede disminuir en respuesta a la descompresión. Los caballos con una obstrucción mecánica suelen seguir con dolor, aunque algunos responden. El resto del examen físico de los caballos con reflujo nasogástrico debe centrarse en determinar si el íleo es funcional o mecánico. La cantidad de reflujo neto obtenido debe tenerse en cuenta después de cada descompresión y el volumen de fluidos administrado por vía IV, ajustado en consecuencia. Los caballos con íleo funcional suelen necesitar descompresión gástrica cada 2-4 horas. La sonda nasogástrica debe mantenerse solo el tiempo necesario, porque puede causar irritación faríngea y laríngea. La rotura de esófago se ha descrito en casos graves.

Abdominocentesis

La abdominocentesis es importante en la evaluación de enfermedad abdominal (p. ej., pérdida de peso, cólicos, efusiones peritoneales o complicaciones posoperatorias). Se usa con mayor frecuencia para identificar la causa de la distensión del intestino delgado y del reflujo nasogástrico neto, porque las enfermedades del intestino grueso a menudo no causan cambios en el líquido peritoneal en la fase hiperaguda. La ecografía se puede utilizar para determinar la mejor ubicación para obtener una muestra de líquido, que se puede recoger con una aguja de calibre 18 G, un catéter de perro o una cánula de tetina a través de una incisión punzante. Lo más habitual es que la muestra se obtenga justo a la derecha de la línea media, caudal al músculo pectoral descendente en el abdomen dependiente. Esto evitará que el lugar de la abdominocentesis interfiera con una incisión quirúrgica si se necesita una laparotomía exploratoria, y también ayudará a evitar la punción del bazo. La pared corporal es mucho más gruesa fuera de la línea media, por lo que se debe considerar la longitud del instrumento utilizado para muestrear el líquido. Debe evitarse la punción con aguja en caso de distensión grave del intestino delgado para reducir el riesgo de punción intestinal y peritonitis iatrogénica. El líquido se recoge utilizando una técnica estéril en un tubo con anticoagulante para su análisis y en un tubo estéril para el cultivo si se sospecha peritonitis. Es útil sacudir el EDTA del tubo antes de tomar la muestra, porque un exceso de EDTA aumentará falsamente la medición de proteína total.

Los valores normales de la abdominocentesis son: proteína total <2,5 g/dL y leucocitos <5000 células/mcL. La abdominocentesis repetida no alterará significativamente estos valores. En la citología, los neutrófilos comprenden la mayoría de las células; el resto son linfocitos, macrófagos y células peritoneales. Cuando existe estrangulación intestinal, las proteínas se incrementan en las primeras 1-2 h. Después de 3-4 horas de la estrangulación, hay presencia de eritrocitos, y después de >6 h, los leucocitos se incrementan gradualmente, mientras progresa la necrosis intestinal. En la citología se observan neutrófilos degenerados y el aspecto macroscópico es serosanguinolento. El lactato peritoneal también se incrementa con la isquemia intestinal (>4 mmol/L) y se observa que aumenta con el tiempo, si se realizan abdominocentesis seriadas.

A veces se produce enterocentesis, especialmente en casos de cólicos por arena, y debe diferenciarse de la rotura intestinal. Con la enterocentesis, la citología revela material vegetal, bacterias y desechos, pero pocas células. El estado clínico del caballo no es el de una rotura, aunque también es posible que no se observen signos de endotoxemia (p. ej., depresión, taquicardia, membranas mucosas congestionadas, signos de shock) en la rotura temprana (~2-4 horas). La citología del líquido abdominal compatible con la rotura intestinal muestra un gran número de neutrófilos tóxicos y degenerados, además de organismos bacterianos, material vegetal y bacterias fagocitadas por neutrófilos. Tanto la enterocentesis como la rotura intestinal pueden mostrar evidencia macroscópica de material vegetal característico de la ingesta en el examen visual.

La contaminación de sangre que se produce durante el procedimiento debe diferenciarse de la hemorragia interna o del intestino gravemente desvitalizado. La sangre de los vasos de la piel o de un vaso abdominal se suele arremolinar en la muestra y se sedimenta cuando se centrifuga, dejando la muestra clara por encima del sedimento. La contaminación por sangre fresca muestra plaquetas en el examen citológico, que no están presentes en acumulaciones de sangre de >12 h. Si accidentalmente se pincha el bazo, la centrifugación de la muestra revela un valor de hematocrito igual o más alto que el periférico. En los casos de hemorragia interna, la sangre de la muestra está hemolizada, no hay plaquetas y se puede observar eritrofagocitosis. Cuando se centrifuga, el sobrenadante permanecerá rojizo. La ecografía abdominal revelará líquido arremolinado en el abdomen. Si se ha producido una afectación vascular del intestino, la hemólisis de los eritrocitos que se escapan de los capilares dañados dará lugar a un líquido serosanguinolento, con un sobrenadante rojo después de la centrifugación.

La cirugía abdominal aumenta la proteína total y los leucocitos en la abdominocentesis. Con una peritonitis estéril, el recuento leucocitario permanecerá elevado hasta 2 semanas, y se han descrito recuentos celulares de 40 000 células/dL 6 días después de la cirugía. Los neutrófilos aparecerán no degenerados en la citología y no se observarán bacterias. La proteína total alcanza un punto máximo de 6 g/dL 6 días después de la cirugía y puede permanecer elevada durante 1 mes. Después de una enterotomía, o una resección y anastomosis, los neutrófilos degenerados y las bacterias ocasionales se pueden ver en las primeras 12-24 horas, pero deberían resolverse con el tiempo. Si se trata de una peritonitis séptica, los signos clínicos pueden coincidir con los de una infección bacteriana (p. ej., fiebre, depresión, anorexia, íleo, cólico, endotoxemia). Los leucocitos y las proteínas totales en la abdominocentesis se incrementarán notablemente. En la citología, >90 % de las células son neutrófilos y aparecerán degenerados. Se observan bacterias libres y fagocitadas. Una diferencia de glucosa sérica-peritoneal >50 mg/dL o un pH del líquido peritoneal <7,2 con una glucosa peritoneal <30 mg/dL apoyan el diagnóstico de peritonitis.

Trocarización

La trocarización es útil para descomprimir el abdomen cuando se sospecha síndrome compartimental abdominal (aumento de la presión intraabdominal que da lugar a distensión abdominal grave, disnea y anomalías por perfusión). La trocarización se realiza solo para la distensión del ciego y el intestino grueso y nunca para descomprimir el intestino delgado o el estómago. Por esta razón es necesario identificar el segmento del intestino implicado antes de proceder. En caballos adultos, esto se realiza mediante palpación transrectal combinada con ecografía transabdominal. En la auscultación abdominal se puede notar un "ping" después de la percusión, indicativo de un órgano lleno de gas. En potros o caballos pequeños, pueden utilizarse radiografías y/o ecografías. El segmento distendido del colon debe estar cercano a la pared del cuerpo, de modo que pueda alcanzarse con seguridad mediante trocarización percutánea. La localización más común para la trocarización es la parte superior del flanco derecho, justo craneal al trocánter mayor, en la base del ciego. La ecografía se usa para confirmar una estructura llena de gas, inmediatamente debajo de la pared corporal en el lugar elegido, para evitar la punción de otros órganos o grandes vasos sanguíneos.

En los caballos adultos, se usa por lo general un catéter de calibre 14 y 12,5 cm, mientras que en neonatos puede ser adecuada una aguja de 5 cm de calibre 18. El área se rasura, se prepara estérilmente y se infiltra con un anestésico local. El catéter se inserta asépticamente y se fija a una extensión larga que se coloca en un vaso con agua no estéril para controlar el progreso. El gas liberado producirá burbujas y el catéter puede reposicionarse a medida que el intestino se descomprime. Una trocarización satisfactoria puede tardar >30 min en descomprimir el intestino de forma pasiva; el procedimiento puede acortarse mediante el uso de succión activa. Un antibiótico (por lo general ~5 mL de gentamicina) se infunde subcutáneamente a medida que se retira el catéter.

Las complicaciones después de la trocarización pueden incluir:

  • Peritonitis.

  • Hemorragia.

  • Un absceso subcutáneo local.

Al caballo se le debe observar durante 48 horas para detectar signos de peritonitis, como dolor abdominal o fiebre. La peritonitis se confirma con la abdominocentesis, y se trata con antibióticos de amplio espectro hasta que se resuelva. La hemorragia es por lo general autolimitante y los abscesos locales pueden drenarse por vía percutánea.

Traqueotomía

La traqueotomía se utiliza como procedimiento de urgencia para las afecciones que provocan una obstrucción aguda de las vías respiratorias superiores (p. ej., condritis aritenoidea, mordedura de serpiente, cuerpo extraño). El sitio de la incisión se selecciona en la unión del tercio proximal y medio del cuello, por encima de la "V" formada por los músculos esternomandibulares. Si es posible, la piel debe rasurarse, prepararse asépticamente e infiltrarse con un anestésico local. En caso de dificultad respiratoria aguda, esto puede no realizarse de manera segura y el procedimiento se lleva a cabo sin preparación estéril.

La incisión inicial (6-10 cm) se realiza en la línea media, a través de la piel y el músculo cutáneo del cuello, y luego se extiende entre el par de músculos esternotirohioideos. Como alternativa, los músculos esternotirohioideos se pueden dividir en la línea media mediante un corte romo con tijeras de Metzenbaum. Se expone la tráquea, y se hace una incisión transversal a través de la mucosa entre dos anillos traqueales, teniendo cuidado de evitar los cartílagos traqueales. La incisión se extenderá hasta ~30 % de la circunferencia de la tráquea. Si la cabeza del caballo está elevada o extendida, la incisión traqueal debe hacerse caudal en relación con la incisión de la piel, para evitar cubrir el sitio de traqueotomía cuando se baje la cabeza. Se puede usar un tubo de traqueotomía de silicona tipo J y asegurarlo en su lugar a la crin con una gasa. El manguito no se debe inflar, a menos que se vaya a ventilar al caballo, para prevenir la necrosis traqueal. Alternativamente, es preferible un tubo de traqueotomía de autorretención debido a la tendencia de los tubos en J a caerse.

El tubo de traqueotomía debe retirarse, limpiarse y reemplazarse dos veces al día o más a menudo si las secreciones ocluyen la luz. La inflamación local y las infecciones asociadas a la superficie son frecuentes debido a la naturaleza contaminada del procedimiento (la incisión penetra en la tráquea). La atención a los cuidados posoperatorios (limpieza de la herida) reducirá la cantidad de contaminación. La vaselina aplicada a la piel circundante también ayudará a reducir las irritaciones cutáneas.

Las complicaciones son raras (p. ej., deformidad del cartílago, tejido de granulación intraluminal, estenosis mucosa), pero se pueden reducir retirando el tubo tan pronto como sea posible. Un método para determinar cuándo se puede extraer el tubo es ocluir temporalmente la luz con la mano y observar si el caballo puede respirar sin él. Después de la extracción del tubo, la zona se limpia con solución salina dos veces al día y se permite curar por segunda intención. La tráquea se suele cerrar en 10-14 días y se cura completamente en 3 semanas.

Puntos clave

  • Para estabilizar a un paciente hipovolémico se puede utilizar un bolo de solución electrolítica equilibrada (6-20 mL/kg). Los parámetros vitales, la actividad mental, el hematocrito, la proteína total y la producción de orina deben controlarse estrechamente, y los bolos pueden repetirse hasta que los signos clínicos mejoren o se estabilicen.

  • Se debe realizar intubación nasogástrica a cada caballo que presente dolor GI, y volúmenes de reflujo neto >2 L justifican una mayor investigación.

  • La abdominocentesis es más útil para identificar la patologías del intestino delgado y diferenciar las causas del íleo del intestino delgado.

  • La trocarización es útil para la descompresión del intestino grueso y el ciego y puede prolongar el tiempo disponible para el tratamiento seguro del cólico, lo que permite un tratamiento médico eficaz de la enfermedad abdominal.

  • La traqueotomía es un procedimiento contaminado; en los caballos con una obstrucción de las vías aéreas superiores, la cirugía no debe retrasarse preparando estérilmente el lugar de la incisión.

Para más información

Consulte también la información para propietarios sobre atención de urgencia para caballos.