La disautonomíafelina (también conocida como síndrome de Key-Gaskell) es un trastorno del sistema nervioso autónomo, que controla muchos reflejos y otras funciones neurológicas involuntarias. Todas las razas y grupos de edad son sensibles, aunque la enfermedad puede ser más común en gatos más jóvenes. La disautonomía felina se describió por primera vez en 1982 e inicialmente se generalizó en el Reino Unido; la incidencia decayó considerablemente pero recientemente parece que está aumentando de nuevo. Se han descrito casos por toda Europa, se han documentado algunos en América del Norte y se han observado casos esporádicos en Dubái, Nueva Zelanda y Venezuela. Se desconoce la causa.
Los signos varían ampliamente en gravedad y pueden desarrollarse rápidamente o ser lentamente progresivos. Los signos iniciales incluyen aturdimiento mental, pérdida de apetito, signos de las vías respiratorias altas o diarrea. Los signos adicionales incluyen pupilas dilatadas y que no responden, párpados caídos o protuberantes, dificultad para tragar, esófago dilatado, vómitos, estreñimiento, disminución de la producción de lágrimas y deshidratación. La frecuencia cardiaca puede disminuir y el gato puede desarrollar incontinencia urinaria o fecal.
Las radiografías de contraste (una prueba especializada que usa una tinción que aparece en las radiografías) y la fluoroscopia (radiografías en movimiento a tiempo real) pueden identificar un esófago dilatado, y las pruebas de lágrimas pueden mostrar una disminución de la producción de lágrimas. Sin embargo, el diagnóstico definitivo exige una muestra de tejido. La infección por el virus de la leucemia felina también puede causar algunos de los signos, pero los gatos con disautonomía suelen dar negativo en la prueba para el virus de la leucemia felina.
El principal objetivo del tratamiento es primero rehidratar al gato y mantener luego un nivel adecuado de equilibro de líquidos. Las necesidades dietéticas deben abordarse con nutrición intravenosa o sondas de alimentación. El cuidado de apoyo incluye mantener al gato caliente, vaciar la vejiga, apoyar la función respiratoria, administrar gotas para los ojos y ayudar con el aseo. Puede ser necesario un laxante para el estreñimiento. Pueden ser necesarios otros medicamentos para mejorar la digestión y el control del sistema nervioso autónomo. Un pequeño número de gatos se ha recuperado, y otros pueden sobrevivir con signos persistentes. Sin embargo, estas mejorías suelen tardar hasta un año. En general, el pronóstico es malo en los gatos gravemente afectados.
Consulte también el contenido para veterinarios sobre la disautonomía felina.