La enfermedad de Lyme, causada por la bacteria Borrelia burgdorferi y transmitida por la picadura de una garrapata, afecta a los animales domésticos y a los humanos. Al menos cuatro especies conocidas de garrapatas pueden transmitir la enfermedad de Lyme. Sin embargo, la gran mayoría de las transmisiones de la enfermedad de Lyme se deben a la picadura de una garrapata muy pequeña, comúnmente llamada garrapata del venado o garrapata de patas negras. El nombre científico de la especie de garrapata implicada en la costa oeste de EE. UU. es Ixodes pacificus; Ixodes scapularis es la especie involucrada en otras partes de los EE. UU. (principalmente el nordeste y el medio oeste). Es importante tener en cuenta que las garrapatas no causan la enfermedad de Lyme, simplemente transmiten las bacterias que la causan. Sin embargo, en algunas áreas, hasta la mitad de las garrapatas adultas son portadoras de la bacteria.
Aunque la garrapata prefiere ciertas criaturas, como los ratones de campo, los ratones de patas blancas o los ciervos, de las cuales alimentarse durante las diversas etapas de su ciclo biológico, está bastante dispuesta a alimentarse de personas o mascotas. Independientemente de su fase de desarrollo (larva, ninfa o garrapata adulta), si la garrapata transporta la bacteria en su cuerpo, las personas y las mascotas pueden infectarse si son picadas. Una vez que una garrapata se adhiere, tarda 1-2 días en transmitir las bacterias que causan la enfermedad de Lyme, por lo que es importante eliminarlas rápidamente. El riesgo de transmisión es máximo durante los periodos en que las ninfas (primavera) y los adultos (primavera y verano) están buscando hospedadores activamente.
La enfermedad de Lyme es mucho más frecuente en perros que en gatos. Cuando están infectados, los gatos pueden mostrar cojera, fiebre, pérdida de apetito, fatiga o dificultad para respirar. La enfermedad de Lyme también puede afectar a los riñones, las articulaciones, el sistema nervioso y el corazón. Muchos gatos no muestran signos perceptibles, a pesar de estar infectados.
El diagnóstico de la enfermedad de Lyme se basa en la anamnesis, los signos de la enfermedad, las pruebas de laboratorio y la eliminación de otros trastornos. Pueden ser necesarias pruebas adicionales según la parte del organismo afectada. Los antibióticos son necesarios para el tratamiento en todos los animales que muestran signos de la enfermedad de Lyme. En la mayoría de los casos se observa una respuesta rápida en la enfermedad de las extremidades y las articulaciones, aunque los signos no se resuelven completamente en un número significativo de animales afectados. La infección puede persistir a pesar del tratamiento antibiótico, y puede ser necesaria una segunda ronda de tratamiento. También es importante el tratamiento adicional para ayudar a los órganos afectados y aliviar los signos, especialmente cuando la enfermedad afecta a los riñones, el corazón o los nervios.
Evitar las garrapatas desempeña un papel en el control de la enfermedad. Aunque existen productos muy eficaces (como los espráis y los productos mensuales en "spot on"), deben utilizarse de forma sistemática para proporcionar un control eficaz de las garrapatas a largo plazo. Su veterinario puede recomendarle un producto que sea apropiado para su gato. Cualquier garrapata que se encuentre en su gato debe eliminarse rápidamente para ayudar a prevenir la transmisión de la enfermedad de Lyme y otras enfermedades transmitidas por garrapatas. Los gatos y otros animales no son la fuente directa de infección en las personas. Las mascotas pueden traer garrapatas infectadas sueltas a la casa, y si luego se adhieren a otro animal o persona pueden transmitir la enfermedad de Lyme.
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