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Borreliosis de Lyme en animales

(Enfermedad de Lyme)

PorNadine A. Vogt, BSc (Hons), DVM, MSc
Revisado/Modificado mar 2021

La borreliosis de Lyme es una enfermedad zoonótica transmitida por garrapatas vector infectadas por bacterias espiroquetas pertenecientes al género Borrelia. Los perros afectados suelen presentar cojera intermitente, fiebre, inapetencia, letargia y linfadenopatía focal. Aunque se han descrito con poca frecuencia, las manifestaciones clínicas en caballos incluyen anomalías neurológicas, uveítis y linfoma cutáneo. El diagnóstico se basa en una combinación de antecedentes, signos clínicos, hallazgos de laboratorio, exclusión de otras enfermedades y respuesta al tratamiento. El tratamiento consiste en un tratamiento prolongado (p. ej., 30 días) de antibióticos, medidas de apoyo que incluyen analgesia y terapia inmunosupresora en el caso de una reacción autoinmunitaria.

La borreliosis de Lyme es una enfermedad bacteriana transmitida por garrapatas de animales (perros, caballos, probablemente gatos) y de las personas. Muchas más especies de mamíferos y aves se infectan pero no desarrollan signos clínicos evidentes. Esta enfermedad es endémica de las zonas templadas del hemisferio norte y se observa esporádicamente en Europa y Asia. Dentro de EE. UU., las áreas endémicas incluyen el nordeste (particularmente los estados de Nueva Inglaterra), el medio oeste superior y la costa del Pacífico. A nivel mundial, la incidencia de la borreliosis de Lyme está aumentando debido a la expansión del rango geográfico de las garrapatas vector.

El diagnóstico puede ser difícil, porque la mayoría de los animales no desarrollan la enfermedad clínica después de la infección. Los signos clínicos de la borreliosis de Lyme se han documentado bien en perros, en los que la presentación característica incluye una cojera intermitente y cambiante. Los caballos con borreliosis de Lyme pueden presentar síntomas neurológicos, uveítis o linfoma cutáneo. Aunque se han descrito otros signos clínicos en caballos, como la cojera, todavía no se han relacionado de forma concluyente con la infección. Junto con la prevención, el diagnóstico precoz y el tratamiento con antibióticos parecen ser importantes para el éxito del tratamiento.

Etiología y transmisión de la borreliosis de Lyme en animales

La borreliosis de Lyme está causada por una infección por el complejo de especies sensu lato de bacterias espiroquetas Borrelia burgdorferi. Dentro de este complejo, las siguientes especies de espiroquetas son causas bien establecidas de borreliosis de Lyme en personas: B burgdorferi sensu stricto (América del Norte, Europa), B mayonii (América del Norte), B afzelii (Europa, Asia), B bavariensis (Europa, Asia) y (Europa, Asia). La especie predominante responsable de la borreliosis de Lyme en animales es B burgdorferi sensu stricto (en adelante B burgdorferi). No está claro si otras especies de Borrelia dentro del complejo sensu lato pueden causar borreliosis de Lyme en animales. Las garrapatas vector de B burgdorferi sensu lato son garrapatas Ixodes de caparazón duro. En EE. UU., I scapularis (coloquialmente conocida como garrapata del venado) es el vector predominante en el nordeste y medio oeste, mientras que I pacificus es el vector predominante en la costa del Pacífico. I ricinus y I persulcatus son los vectores principales en Europa y Asia.

Las garrapatas se infectan por espiroquetas al ingerir sangre de un hospedador portador de Borrelia. Una variedad de especies silvestres actúan como hospedadores de B burgdorferi. Los roedores en particular son un reservorio importante de especies de Borrelia. Las tasas de infección de los vectores varía según la región y la estación del año, y pueden alcanzar el 50 % en las garrapatas adultas. Es más probable que se produzca la transmisión durante los meses más cálidos del año, cuando las garrapatas están más activas. Sin embargo, la transmisión también es posible durante el invierno, porque las garrapatas pueden estar activas siempre que las temperaturas sean >4 °C. Después de la fijación de la garrapata son necesarias al menos 24 horas para la transmisión de las espiroquetas desde la garrapata infectada al hospedador, y la transmisión suele producirse a las 36-48 horas de la ingesta de sangre. La eliminación rápida de las garrapatas adheridas, por tanto, reduce la probabilidad de transmisión de espiroquetas. Los microorganismos de B burgdorferi sensu lato no se transmiten por insectos, líquidos corporales (orina, saliva, semen) o heridas por mordedura. Estudios experimentales han demostrado que las madres infectadas antes de la gestación pueden transmitir espiroquetas a sus crías en el útero.

Hallazgos clínicos de la borreliosis de Lyme en animales

Numerosos síndromes clínicos se han atribuido a la borreliosis de Lyme en animales domésticos, que incluyen enfermedad de las extremidades y articulaciones, y trastornos de tipo renal, neurológico y cardiaco. Sin embargo, los síndromes clínicos observados en diferentes especies animales varían considerablemente. Ciertos síntomas clínicos de la borreliosis de Lyme están bien documentados en caballos y perros.

Aunque los gatos puede infectarse por B burgdorferi y presentar una respuesta de anticuerpos, se desconoce si desarrollan una enfermedad clínica posterior.

En los perros, los signos clínicos más comunes son cojera intermitente y cambiante, fiebre, anorexia, letargo y linfadenopatía con o sin articulaciones inflamadas y dolorosas.

Además, se ha atribuido un síndrome renal a la infección por B burgdorferi en perros, aunque todavía no se ha establecido una relación causal. Este síndrome renal se caracteriza por uremia, hiperfosfatemia y nefropatía grave con pérdida de proteínas, a menudo acompañada de edema periférico. Se cree que está mediada por el sistema inmunitario, y los perros suelen presentar insuficiencia renal aguda o crónica, con o sin signos cardiacos o neurológicos adicionales (p. ej., ceguera, hipertensión, soplos cardiacos, episodios tromboembólicos).

En los caballos, los signos clínicos bien documentados de la borreliosis de Lyme incluyen neuroborreliosis, uveítis y linfoma cutáneo. Los caballos con neuroborreliosis pueden mostrar cualquiera de los siguientes signos clínicos: atrofia de los músculos espinales, disfagia, disfunción laríngea, paresia facial, ataxia y paresia de la médula espinal, cambios de comportamiento e hiperestesia. Los caballos con neuroborreliosis también pueden presentar signos clínicos comunes a otros trastornos neurológicos (p. ej., meningitis, disfunción de pares craneales). Otros signos clínicos en caballos, como la cojera intermitente y cambiante, no se han relacionado de forma concluyente con la borreliosis de Lyme.

La mayoría de los perros y caballos seropositivos son asintomáticos. Esto contrasta con las personas, en quienes la infección por B burgdorferi causa enfermedad en aproximadamente el 90 % de ellas. Poco después de la infección a través de una picadura de garrapata, la mayoría de los individuos desarrollan una erupción característica en forma de ojo de buey (eritema migrans) en el punto de la infección y algunos experimentan síntomas similares a los de la gripe. Los signos y síntomas comunes de la borreliosis de Lyme en las personas incluyen artritis con dolor articular intenso e hinchazón, parálisis facial, mareos, palpitaciones cardiacas, dolor neuropático y dolores de cabeza intensos.

Diagnóstico de la borreliosis de Lyme en animales

  • Basado en una combinación de antecedentes, signos clínicos, datos de laboratorio, respuesta al tratamiento y exclusión de otras enfermedades.

  • La serología es importante, pero los resultados positivos tienen un valor predictivo positivo bajo de enfermedad clínica.

  • El cultivo y la PCR no detectan de forma fiable las espiroquetas

  • La citología y la histopatología de los tejidos afectados pueden mostrar cambios inflamatorios característicos

El diagnóstico de borreliosis de Lyme se suele establecer por exclusión de otras enfermedades, junto con antecedentes de exposición a garrapatas, signos clínicos, datos de laboratorio de apoyo y respuesta al tratamiento. Dado que los signos clínicos son inespecíficos, otras enfermedades pueden asemejarse a los signos de la borreliosis de Lyme. Además, la mayoría de los animales infectados son asintomáticos, por lo que un resultado positivo a B burgdorferi tiene un bajo valor predictivo positivo para la enfermedad clínica. En otras palabras, una prueba positiva tampoco demuestra que los signos clínicos actuales estén causados por B burgdorferi, ni sugiere que el animal pueda desarrollar una enfermedad clínica en el futuro. Por tanto, un resultado positivo en un animal clínicamente enfermo puede ser un hallazgo incidental.

Las garrapatas pueden transmitir varios agentes infecciosos (p. ej., Ehrlichia, Anaplasma, Babesia, Rickettsia), algunos de los cuales pueden causar signos clínicos similares a los de la borreliosis de Lyme. Por tanto, debe considerarse la infección por estos agentes, o las infecciones mixtas por B burgdorferi. Anaplasma phagocytophilum, por ejemplo, también se transmite por garrapatas Ixodes y puede causar signos clínicos similares a los de la borreliosis de Lyme en perros y caballos. Además de excluir las causas infecciosas, también deben excluirse los trastornos ortopédicos (p. ej., traumatismos, enfermedades inmunomediadas).

Los paneles autoinmunes, el recuento sanguíneo completo, la bioquímica sérica, las radiografías y otros datos de laboratorio son generalmente normales, excepto para los resultados que se refieren directamente al sistema afectado (p. ej., tumefacción de los tejidos blandos en las extremidades, acumulación de neutrófilos en los líquidos sinoviales de las articulaciones afectadas). La prueba serológica para detectar anticuerpos específicos frente a B burgdorferi sensu lato complementa el diagnóstico clínico. Los anticuerpos pueden detectarse con ELISA (que prueba el péptido C6) y con pruebas de fluorescencia múltiple. Debido a las posibles reacciones cruzadas con otras infecciones por espiroquetas, los siguientes métodos de prueba serológica ya no se recomiendan: ELISA de células completas, ensayos de anticuerpos inmunofluorescentes y Western blot.

El procedimiento estándar para la detección de anticuerpos es un abordaje de dos niveles en el que las muestras se examinan con un ensayo rápido sensible (ELISA o florescencia múltiple), y solo las muestras que reaccionan positivamente se vuelven a comprobar con pruebas confirmatorias específicas. Aunque se dispone de ensayos cuantitativos de anticuerpos para evaluar el C6, la magnitud del título es un mal factor de predicción de la enfermedad actual o futura.

Algunas vacunas pueden interferir con las pruebas serológicas, en particular las que estimulan la producción de anticuerpos frente a OspC (proteína C de la superficie externa). Los anticuerpos frente al péptido C6, VlsE (secuencia variable similar a una proteína mayor, expresada) y OspF (proteína F de la superficie externa) indican una exposición natural, porque estos antígenos no están contenidos en ninguna vacuna. Pueden darse resultados serológicos falsos negativos en el caso de una infección aguda (<1 mes), infección de un sitio inmunológicamente privilegiado (p. ej., ojo) o una respuesta anormal del hospedador (es decir, inmunodeficiencia). En particular, los caballos con neuroborreliosis suelen ser seronegativos.

El aislamiento de B burgdorferisensu lato por cultivo o detección de ADN específico por PCR a partir de articulaciones, las muestras de tejido cutáneo u otros tejidos afectados también pueden ayudar en el diagnóstico. La detección directa del microorganismo, sin embargo, es difícil y requiere mucho tiempo (hasta 6 semanas para el cultivo) y arroja resultados negativos en la mayoría de los casos. Las muestras de sangre suelen ser negativas, porque el microorganismo reside en los tejidos y no en la circulación sanguínea. Los cambios inflamatorios característicos observados en muestras histológicas o citológicas de los tejidos afectados también pueden servir de apoyo para el diagnóstico.

Tratamiento de la borreliosis de Lyme en animales

  • Un ciclo prolongado de antibióticos (4 semanas) está indicado para tratar la infección en animales clínicamente enfermos.

  • El tratamiento sintomático debe dirigirse hacia el sistema orgánico afectado y hacia el tratamiento del dolor.

  • La terapia inmunosupresora está indicada en el caso de reacciones autoinmunes relacionadas con la infección.

  • Algunos animales pueden permanecer seropositivos después de un tratamiento exitoso

La antibioterapia está indicada en todos los animales con signos clínicos compatibles con borreliosis de Lyme. El tratamiento de los animales seropositivos sanos es problemático debido a la incapacidad para controlar la respuesta al tratamiento y al potencial de efectos adversos del fármaco. Se ha demostrado que los antimicrobianos de las familias de las tetraciclinas y los betalactámicos son eficaces en el tratamiento de la borreliosis de Lyme en perros y caballos. Está indicado un ciclo prolongado de antibióticos (4 semanas). La infección crónica en perros y caballos no está bien documentada, por lo que se desconoce la utilidad o eficacia del tratamiento después de 4 semanas. El tratamiento sintomático dirigido al órgano o sistema afectado y a las anomalías clinicopatológicas es también importante.

En perros, la doxiciclina (10 mg/kg, PO, cada 12 horas) y la amoxicilina (20 mg/kg, PO, cada 8 horas) son eficaces, y en la mayoría de los casos se observa una respuesta rápida (1-3 días) al tratamiento, aunque en un número significativo de animales afectados se produce una resolución incompleta o transitoria de los signos. La doxiciclina es preferible a las penicilinas, porque a menudo se encuentran infecciones mixtas con otros patógenos vectoriales en animales con signos clínicos. Puede estar indicado el tratamiento sintomático del dolor neuropático, en cuyo caso la gabapentina es la terapia recomendada; los AINE son menos preferibles porque se requiere un periodo de lavado si el animal desarrolla posteriormente una enfermedad inmunomediada y necesita tratamiento inmunosupresor. En los perros con insuficiencia renal en los que se sospecha que está relacionada con una infección por Borrelia, está indicada la terapia de apoyo y pueden ser necesarios agentes inmunosupresores como el micofenolato para los casos graves de rápida progresión.

En los caballos, varios antibióticos a base de tetraciclina (administrados oral y parenteralmente) y betalactámicos (administrados parenteralmente) han tenido éxito en el tratamiento de la borreliosis de Lyme. El tratamiento es más difícil en los caballos debido a la escasa biodisponibilidad de los antibióticos y porque a menudo los caballos se diagnostican mucho después de haberse infectado. Los cursos de 4 semanas de doxiciclina (10 mg/kg, PO, cada 12 horas) o minociclina (4 mg/kg, PO, cada 12 horas) han tenido éxito en el tratamiento de la borreliosis de Lyme en caballos. Aunque los betalactámicos pueden ser menos prácticos debido a la administración parenteral y conllevan un riesgo de toxicidad, son preferibles para el tratamiento de la neuroborreliosis. En estos casos, pueden ser útiles dosis altas de penicilina parenteral (44 000 U/kg, IV, cada 4-6 horas) o cefotaxima (25-50 mg/kg, IV, cada 6-8 horas). Ciertos antimicrobianos (p. ej., ceftriaxona) han dado lugar a una alta incidencia de efectos adversos en los caballos y no deben usarse.

Los ensayos cuantitativos de anticuerpos C6 a veces se realizan antes y después del tratamiento para controlar la respuesta a este, aunque los títulos no siempre disminuyen después del tratamiento y algunos animales permanecen seropositivos. Por tanto, el tratamiento eficaz se centra en la resolución de los signos clínicos más que en los datos serológicos. Un título elevado después del tratamiento puede representar una recidiva o una reinfección.

Control y prevención de la borreliosis de Lyme en animales

Conseguir evitar las garrapatas resulta muy importante en el control de la borreliosis de Lyme. Hay varios repelentes y acaricidas eficaces en collares, aerosoles y spot on disponibles para su uso en perros. La comprobación de garrapatas y la rápida eliminación de garrapatas puede reducir la probabilidad de transmisión, porque se necesitan al menos 24 horas para la transmisión de espiroquetas de la garrapata al hospedador. Las garrapatas deben ser eliminadas cuidadosamente. Si las partes de la boca de la garrapata están dañadas y se dejan en el animal todavía puede producirse la transmisión de espiroquetas, incluso después de que la garrapata se haya extraído.

Varias vacunas de bacterinas y recombinantes también están autorizadas para su uso en perros. Las eficacias notificadas son variables (50-100 %), y la evaluación de la eficacia supone un reto debido a la falta de un modelo de enfermedad. La duración de la inmunidad es de 1 año. Los perros que han estado expuestos a garrapatas deberían someterse a una prueba serológica para conocer la infección establecida antes de la vacunación. La vacunación posinfección tiene poco o ningún efecto terapéutico sobre las infecciones establecidas.

Riesgo zoonótico de borreliosis de Lyme en animales

La borreliosis de Lyme es una enfermedad zoonótica transmitida por vectores. Las garrapatas transmiten espiroquetas desde reservorios de vida silvestre a las personas. Los animales de compañía y de producción no son un reservorio, aunque pueden albergar garrapatas infectadas no adheridas que posteriormente pueden adherirse a una persona y transmitir espiroquetas.

Puntos clave

  • La borreliosis de Lyme es una enfermedad bacteriana transmitida por garrapatas de animales (perros, caballos, posiblemente gatos) y de las personas.

  • La transmisión de Borrelia burgdorferi se produce durante la ingestión de sangre de garrapatas Ixodes spp, que pueden estar activas siempre que las temperaturas sean >4 °C.

  • Los perros suelen presentar cojera intermitente y cambiante, mientras que los caballos pueden presentar signos neurológicos o uveítis.

  • El diagnóstico se basa en una combinación de antecedentes de exposición a garrapatas, signos clínicos, datos de laboratorio, respuesta al tratamiento y exclusión de otras enfermedades.

  • Los animales clínicamente enfermos deben tratarse con un ciclo prolongado (4 semanas) de antibióticos (p. ej., doxiciclina), y se aplica tratamiento sintomático para controlar el dolor y otras afecciones. La terapia inmunosupresora puede ser necesaria si se produce una reacción autoinmune.

  • Las siguientes medidas preventivas están disponibles para reducir el riesgo de borreliosis de Lyme: evitar las garrapatas, eliminarlas rápidamente y utilizar acaricidas y vacunas.

  • En términos de riesgo zoonótico, los animales de compañía y de producción no son una fuente directa de infección, pero pueden albergar garrapatas infectadas no fijadas que pueden adherirse a las personas.

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