Los signos de problemas con el esófago incluyen dificultad para tragar y regurgitación (retorno de la comida o del líquido antes de que llegue al estómago). La regurgitación se produce sin esfuerzo y tiene pocos signos de alarma, en contraste con el vómito, que es un proceso activo precedido por signos de náuseas.
Las anomalías congénitas del esófago (aquellas presentes al nacimiento) se han tratado anteriormente en este capítulo.
Trastornos de la deglución (acalasia cricofaríngea)
El músculo cricofaríngeo se abre y se cierra para permitir la entrada de alimentos y líquidos desde la boca al esófago. La acalasia cricofaríngea es una afección en la que este músculo no se relaja adecuadamente. Esto puede producir una incapacidad para tragar alimentos o líquidos. Aunque suele ser un defecto hereditario, los perros adultos también pueden desarrollar la afección. Un perro intentará tragar y terminará con náuseas y vómitos. Una complicación común de este trastorno es la neumonía por aspiración: los líquidos que un perro intenta tragar pueden terminar bajando por la tráquea hasta los pulmones. La causa suele ser desconocida, pero puede asociarse con trastornos neuromusculares en perros adultos.
El tratamiento de esta afección suele implicar cirugía para cortar el músculo anormal. La deglución normal suele ser posible inmediatamente después de la cirugía. Casi el 65 % de las cirugías tienen éxito. Los perros con trastornos neuromusculares adquiridos responden peor a la cirugía, pero pueden responder al tratamiento con el manejo exitoso del trastorno neuromuscular. Si el perro desarrolla neumonía por aspiración, debe tratarse de forma inmediata y agresiva.
Expansión del esófago (megaesófago)
La dilatación o el estiramiento anormales del esófago (también llamado megaesófago) pueden estar causada por un defecto congénito, o puede darse en un perro adulto, ya sea solo o junto con otras enfermedades. El megaesófago congénito (por lo general diagnosticado en perros poco después del destete) es un defecto hereditario que se produce en el Fox Terrier de pelo duro y en el Schnauzer miniatura. Se ha descrito una tendencia a producirse en familias de perros de raza Pastor Alemán, Terranova, Gran Danés, Setter Irlandés, Shar Pei, Labrador Retriever y en gatos. Los vasos sanguíneos anormales (llamados anomalías del anillo vascular) también pueden atrapar el esófago y causar megaesófago. Algunas causas de megaesófago incluyen miastenia gravis, lupus eritematoso sistémico, polimiositis, hipoadrenocorticismo, intoxicaciones, disautonomía, enfermedad por almacenamiento del glucógeno, trastornos del SNC incluyendo el cáncer y posiblemente hipotiroidismo. El megaesófago también puede producirse como resultado de una lesión del esófago, cáncer, la presencia de un cuerpo extraño en el esófago o la compresión del esófago.
El signo principal del megaesófago es la regurgitación. Los perros con megaesófago comenzarán a regurgitar repentinamente alimentos no digeridos poco después de comer y perderán peso. Pueden aparecer signos respiratorios como tos y dificultad para respirar. Las radiografías torácicas revelan aire, líquido o alimento en un esófago dilatado. También se pueden realizar otras pruebas para observar el esófago y determinar la causa y la extensión de la dilatación.
Si una enfermedad asociada causa megaesófago, debe tratarse. A menudo es necesaria la cirugía para corregir las anomalías de los vasos sanguíneos. No existe un tratamiento médico específico para el megaesófago sin causa conocida, pero puede tratarse alimentando al perro con la parte superior del cuerpo en una posición elevada de al menos 45 grados. Se ha encontrado que es útil permitir que el perro coma en esta posición, colocándolo de pie en una rampa o con sus extremidades anteriores en una plataforma con el plato de comida más alto. Mantener al perro en esta posición durante al menos 15 min después de comer permite que la gravedad ayude a que la comida descienda por el esófago.
Suele ser necesario cambiar la textura de la dieta del perro. El tipo de alimento que mejor evita las regurgitaciones varía de un perro a otro. La papilla blanda pueden funcionar para algunos perros, y otros pueden manejarse mejor con alimentos secos o enlatados en forma de albóndigas. Alimentar al perro con pequeñas comidas frecuentes suele ser útil. La comida debe ser alta en calorías para ayudar al perro a mantener su peso.
El pronóstico general para los perros con esta afección es reservado. Algunos animales que nacen con megaesófago superan la afección, por lo general a los 6 meses de edad, pero la mayoría de los perros con megaesófago tienden a desarrollar neumonía por aspiración o fibrosis de los pulmones debido a una neumonía recurrente, lo que puede acortar su esperanza de vida.
Dismotilidad esofágica en los perros
Los perros jóvenes, especialmente los Terriers, pueden tener un movimiento esofágico anormal sin megaesófago. Los signos, si están presentes, son similares a los observados en perros con megaesófago. Para muchos perros, la afección mejora o se resuelve con la edad.
Estenosis esofágicas
La estenosis esofágica es un estrechamiento del esófago. Puede desarrollarse después de un traumatismo (p. ej., la ingestión de un cuerpo extraño o una sustancia cáustica), la anestesia, el uso de ciertos fármacos, la inflamación del esófago, el reflujo gastroesofágico (el ácido gástrico fluye de regreso al esófago) o la invasión tumoral. Los signos incluyen regurgitación, babeo excesivo, dificultad para tragar y dolor. El examen del esófago mediante fluoroscopia es el método de diagnóstico preferido; también se puede utilizar la endoscopia. Estas pruebas permiten a su veterinario ver realmente el número, la ubicación y los tipos de estenosis.
El tratamiento de la estenosis mediante estiramiento con un catéter de balón ha tenido éxito. El catéter es un tubo que se coloca en el esófago y luego avanza hasta donde se produce la estenosis. La punta del catéter se infla entonces como un globo, lo que estira el esófago y alivia la estenosis. Otros métodos, incluida la cirugía, han tenido menos éxito.
Inflamación del esófago (esofagitis)
La inflamación del esófago suele estar causada por cuerpos extraños o por el reflujo de ácido del estómago al esófago. Ocasionalmente ciertos fármacos, cáncer, sustancias cáusticas o una infestación por un gusano esofágico (Spirocerca lupi) causarán esta afección. En muchos casos, un veterinario utilizará un endoscopio (un tubo flexible con una pequeña cámara en un extremo) para explorar el esófago, buscar cuerpos extraños y evaluar la extensión del daño tisular.
La inflamación leve puede no producir signos visibles y a menudo no requiere tratamiento. Cuando se observan, los signos incluyen regurgitación, babeo, deglución repetida, dolor, depresión, falta de apetito, problemas para comer o extensión de la cabeza o el cuello. Si existen signos, se pueden prescribir fármacos. Por ejemplo, si el problema está causado por reflujo ácido (una causa de acidez en las personas), los fármacos que reducen el ácido del estómago pueden proporcionar alivio a su mascota. Otros medicamentos recetados aumentan el tono muscular en la parte inferior del esófago, reduciendo la cantidad de ácido que se escapa hacia arriba. Los medicamentos para el dolor también pueden ser adecuados. Su veterinario puede recomendar alimentar a su mascota con una dieta blanda, baja en grasa y fibra, en comidas pequeñas y frecuentes. Si la inflamación es grave, puede ser necesario insertar una sonda de alimentación colocada a través de la pared del cuerpo hasta el estómago, sin pasar por el esófago, para permitir que el esófago descanse. A veces se recetan antibióticos para prevenir o tratar la infección bacteriana.
Cuerpos extraños en el esófago
Debido a sus hábitos alimenticios, los cuerpos extraños en el esófago son más frecuentes en los perros que en los gatos. Los huesos son los más frecuentes, pero también pueden alojarse en el esófago agujas, anzuelos, madera, trozos de cuero crudo y otros objetos. El babeo repentino y excesivo, las arcadas, la regurgitación y los intentos repetidos de tragar son signos de un cuerpo extraño en el esófago. Una obstrucción parcial puede permitir que los líquidos pasen, pero no los alimentos. Si una obstrucción no se trata, puede producirse pérdida de apetito, pérdida de peso y letargo. Además, el cuerpo extraño puede perforar el esófago, lo que puede necesitar cirugía. Una estenosis esofágica, que es un estrechamiento de la anchura del esófago, es la complicación más común de un cuerpo extraño esofágico. También puede observarse neumonía por aspiración si el material regurgitado se inhala a los pulmones.
Muchos cuerpos extraños pueden verse en las radiografías. En algunos casos es necesario realizar un esofagrama de contraste (una prueba especializada en la que se ingiere un colorante que aparece en las radiografías) o una esofagoscopia (examen del esófago con un endoscopio). Si se detecta un cuerpo extraño en el esófago, se debe extraer inmediatamente. La eliminación dependerá del objeto y de su ubicación actual. En muchos casos, su veterinario podrá extraer el cuerpo extraño a través de la boca del perro utilizando un endoscopio flexible y unos fórceps (pinzas grandes) u otro instrumento. Si el cuerpo extraño no puede extraerse por la boca, a veces se puede impulsar hacia el estómago, donde puede digerirse, pasar a las heces o extraerse mediante cirugía. La cirugía es necesaria si el esófago ha sido perforado o el cuerpo extraño no se puede extraer usando endoscopia; en estos casos, se ha descrito que la tasa de recuperación global es superior al 90 %.
Divertículos esofágicos
Los divertículos son expansiones en forma de bolsa (dilataciones) de la pared del esófago. Se pueden heredar o adquirir. Son poco frecuentes en los perros. Los divertículos pequeños pueden no causar signos. Los divertículos grandes pueden atrapar la comida en la bolsa, causando que el perro tenga dificultad para respirar después de comer, vomite o deje de comer. Pueden utilizarse radiografías con contraste para diagnosticar el trastorno. La endoscopia (usando una pequeña cámara de vídeo en un tubo flexible de fibra óptica) puede permitir al veterinario ver la bolsa real y cualquier ulceración o cicatrización que pueda estar presente.
Los divertículos pequeños por lo general se pueden tratar con una dieta blanda. El animal también debe comer en posición erguida (con las extremidades anteriores más altas que las posteriores, como en una rampa o plataforma, y manteniendo esta posición durante un corto periodo de tiempo después de comer). Los divertículos de gran tamaño requieren una cirugía que implica la extirpación de la bolsa y la reconstrucción de la pared esofágica. El pronóstico de recuperación tras la cirugía es de regular a bueno.
Fístula broncoesofágica en los perros
Una conexión anormal entre el esófago y las vías respiratorias de los pulmones se denomina fístula broncoesofágica. Puede desarrollarse raramente en perros después de que un material extraño penetre en la pared del esófago. También se puede ver al nacimiento, especialmente en el Cairn Terrier. El signo más frecuente es la tos después de comer o beber. Otros signos incluyen regurgitación, disminución del apetito, fiebre y letargo. Los perros afectados tienen un mayor riesgo de neumonía causada por la inhalación de líquidos o alimentos en los pulmones. La afección se diagnostica con radiografías y radiografías de contraste, en las que se usa un colorante que se ingiere y que aparece en las radiografías. Es necesaria la cirugía para extirpar el lóbulo pulmonar afectado y reparar el esófago. El pronóstico después de la cirugía es bueno.
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Consulte también el contenido para veterinarios sobre trastornos esofágicos.