La leptospirosis es una enfermedad causada por bacterias del género Leptospira; hay aproximadamente 21 especies, con más de 250 variedades (llamadas serovariedades) que pueden causar enfermedad. Debido a que el microorganismo sobrevive en aguas superficiales, como pantanos, arroyos y ríos durante largos periodos de tiempo, la enfermedad a menudo se transmite por el agua. La enfermedad afecta prácticamente a todos los mamíferos, incluidas las personas, y tiene una amplia gama de efectos, desde infecciones leves y asintomáticas hasta fallo multiorgánico y muerte.
Los perros contraen la leptospirosis por contacto directo con orina infectada o fuentes de agua contaminadas, a través de heridas por mordedura o piel lesionada, al ingerir tejido infectado o por exposición durante el nacimiento. Una vez en el organismo, las leptospiras se propagan rápidamente a través del sistema linfático al torrente sanguíneo y luego a todos los tejidos. Si el animal tiene una respuesta inmunitaria y sobrevive, las leptospiras se pueden eliminar de la mayoría de órganos y del torrente sanguíneo. No obstante, la infección persiste en lugares ocultos al sistema inmunitario; los lugares ocultos más comunes son los riñones y el aparato reproductor. La persistencia en estos órganos da lugar a un estado de portador; el animal infectado puede excretar leptospiras en la orina y las secreciones genitales durante meses o años.
Las infecciones pueden no presentar signos o causar varios signos iniciales. El patrón más común de la leptospirosis en perros es una lesión súbita del riñón. Los signos pueden incluir letargo, pérdida de apetito, vómitos, deshidratación y dolor dorsal por inflamación de los riñones. También es frecuente observar cambios en la micción, que van desde un aumento del volumen de orina hasta una disminución o ausencia de la producción de orina. La insuficiencia renal repentina también puede dar lugar a una insuficiencia renal a largo plazo. La leptospirosis también puede causar insuficiencia hepática súbita, con o sin enfermedad renal. Los perros afectados a menudo presentan ictericia (coloración amarillenta de las encías, la piel y el blanco de los ojos). En los perros con leptospirosis se puede observar dolor muscular, rigidez, debilidad, temblores o reticencia a moverse. Con menos frecuencia, los perros pueden sangrar de forma anormal, lo que se manifiesta como hemorragias nasales, hematomas anormales o heces o vómitos con sangre. Algunos perros pueden toser, tener dificultad para respirar o tener inflamación dentro del ojo. Los signos adicionales descritos en los perros con leptospirosis incluyen vómitos, diarrea, pérdida de peso, fiebre, baja temperatura corporal, secreción de los ojos o la nariz, nódulos linfáticos agrandados y acumulación anormal de líquido en el cuerpo.
Existen pruebas especializadas para identificar las bacterias en la sangre, la orina o los tejidos. Otras pruebas evalúan la respuesta inmunitaria del organismo a la infección. También pueden ser necesarios análisis adicionales de sangre y orina, radiografías y ecografías para indicar qué órganos están afectados y qué tratamientos son necesarios.
La insuficiencia renal y la enfermedad hepática se tratan con fluidoterapia y otras medidas terapéuticas de apoyo para mantener los niveles normales de líquidos y electrolitos y un adecuado equilibrio ácido-base. Su veterinario probablemente le recomendará antibióticos para tratar la causa de la enfermedad.
Las vacunas comerciales para perros están disponibles para los cuatro subtipos más comunes de leptospirosis. Los perros vacunados pueden seguir siendo susceptibles de contraer infecciones por otros subtipos. Se recomienda la vacunación a intervalos anuales. Los perros que han estado expuestos recientemente a la leptospirosis se pueden tratar con antibióticos administrados por la boca durante 14 días para prevenir la infección.
Dado que la leptospirosis puede transmitirse a las personas, cualquier cuidador debe tomar las precauciones adecuadas cuando manipule animales infectados o sospechosos. Preste especial atención a evitar la exposición de la piel o las membranas mucosas a la orina o la sangre. A los perros infectados se les debe permitir orinar solo en las áreas designadas que posteriormente pueden limpiarse y desinfectarse. Los microorganismos son eliminados por todos los desinfectantes de uso común. Si su perro fue diagnosticado recientemente con leptospirosis, debe comunicarse con su médico si tiene algún problema de salud. También debe usar guantes cuando limpie la orina y lavarse las manos después de manipular a su perro, al menos hasta que se complete el tratamiento antibiótico.
Consulte también el contenido para veterinarios sobre la leptospirosis.
