La secreción de las hormonas se regula mediante un sistema de elementos muy sensibles que puede detectar al mismo tiempo la necesidad de aumentar o disminuir la secreción. La red de detección particular, los elementos de retroalimentación y la red de respuestas de control son únicas para cada hormona.
Las rutas hormonales mantienen la homeostasis, y los ajustes en la secreción por lo general conducen a cambios que ayudarán a mantener el statu quo. Además, la secreción y la actividad de una hormona específica puede ajustarse hacia arriba o hacia abajo en respuesta a desafíos tales como el estrés crónico, la enfermedad o el cambio en el estado nutricional.
El concepto de retroalimentación negativa y su relación con el control de las rutas hormonales es importante para comprender la regulación de la ruta y la evaluación de las pruebas de la función endocrina. Por ejemplo, la insulina se libera en respuesta a un incremento de la concentración de glucosa que baña las células beta en los islotes de Langerhans del páncreas. Una de las acciones de la insulina es reducir las concentraciones de glucosa en el fluido extracelular para mejorar su consumo en los tejidos diana. Esta disminución de la glucosa provoca la disminución de la secreción de insulina.
En pacientes sospechosos de tener un tumor secretor de insulina (insulinoma), se pierde la relación de retroalimentación entre la insulina y la glucosa. La detección de una baja concentración de glucosa en la sangre (hipoglucemia), junto con un incremento de la concentración de insulina, demuestra una inapropiada retroalimentación, que es característica de este tipo de tumor.
Comprender la retroalimentación negativa es fundamental para entender un trastorno común en los perros: el hiperadrenocorticismo (síndrome de Cushing; consúltese Enfermedades endocrinas en animales para un análisis adicional). En los perros sanos, las células corticotropas de la hipófisis liberan ACTH a la circulación, que a su vez estimula la liberación de cortisol de las glándulas adrenales.
Además de sus innumerables efectos biológicos en la mayoría de los tejidos del organismo, el cortisol retroalimenta a las corticotropas para disminuir la secreción de ACTH. Esta disminución, a su vez, reduce temporalmente la secreción de cortisol.
En el hiperadrenocorticismo dependiente de la hipófisis (enfermedad de Cushing), la forma más común de hiperadrenocorticismo en perros, las células corticotropas forman un adenoma pequeño (a menudo de tamaño microscópico) en la hipófisis que secreta un exceso de ACTH. Con el tiempo, este incremento de la ACTH produce un aumento de tamaño bilateral de las glándulas adrenales y un aumento de la secreción de cortisol, que media el desarrollo de los signos clínicos característicos de la enfermedad.
Por un mecanismo desconocido, el adenoma corticotropo desarrolla una resistencia relativa (o en algunos casos total) al efecto de retroalimentación negativa del cortisol (esta característica de la enfermedad es fundamental para la capacidad de diagnóstico de las pruebas de supresión con dexametasona). Por tanto, el organismo se ve afectado por una elevación sostenida de las concentraciones de cortisol.
El tumor adrenocortical funcional es una causa mucho más rara de hiperadrenocorticismo. En estos casos, los perros desarrollan un tumor benigno o maligno en una corteza adrenal. Estos tumores secretan de forma autónoma un exceso de cortisol, dando lugar a signos clínicos de hiperadrenocorticismo y, además, a una elevada cantidad de retroalimentación negativa a los corticotropos normales.
La retroalimentación negativa suprime la secreción de ACTH, lo que a menudo produce concentraciones muy bajas de la hormona en la circulación. La ACTH baja, a su vez, provoca la atrofia de la corteza adrenal no afectada (la glándula contralateral). Sin embargo, algunos informes indican que la adrenal contralateral no siempre está notablemente atrofiada cuando se evalúa por ecografía.
Las pautas que determinan la secreción de las hormonas varían enormemente. En comparación con los patrones de secreción de hormonas esteroideas, los de secreción de hormona tiroidea tienden a variar menos, mostrando solo una variación diaria o semanal moderada. Por el contrario, las concentraciones sanguíneas del cortisol esteroide adrenal muestran muchísima más fluctuación, con ráfagas de secreción ocasionales seguidas por periodos de baja actividad (concentraciones bajas en sangre) que se producen a lo largo del día.