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Alergia alimentaria cutánea en animales

(Reacciones adversas a los alimentos)

PorCherie M. Pucheu-Haston, DVM, PhD, DACVD
Revisado/Modificado oct 2020

Las enfermedades inducidas por alimentos pueden categorizarse en:

  • verdaderas hipersensibilidades (mediadas por IgE o de otro tipo)

  • síndromes metabólicos (p. ej., intolerancia a la lactosa en personas y animales pequeños)

  • Reacciones farmacológicas (p. ej., trastornos gastrointestinales y neurológicos tras la ingestión de metilxantinas en el chocolate o hipoglucemia tras la ingestión de xilitol).

  • reacciones tóxicas (p. ej., micotoxinas, insuficiencia renal por exposición a la melamina en los alimentos para mascotas)

En conjunto, estas afecciones se caracterizan ampliamente como "reacciones adversas a los alimentos". Este análisis se centra en las reacciones cutáneas de hipersensibilidad inducidas por los alimentos ("alergias alimentarias").

Las alergias alimentarias se han caracterizado mejor en animales pequeños. Aunque es probable que los grandes herbívoros también sufran reacciones de hipersensibilidad inducidas por los alimentos, la identificación de la alergia alimentaria en grandes animales se complica por las dificultades asociadas con el control completo de la ingestión de alimentos en animales que no se alojan en confinamiento. Solo hay disponibles informes anecdóticos sobre caballos con alergias alimentarias en capítulos de libros, pero no en publicaciones revisadas por pares.

Etiología, patogenia y epidemiología de la alergia alimentaria cutánea en animales

Se desconoce la prevalencia real de alergias alimentarias en perros y gatos. Una revisión reciente de la literatura de 28 artículos de alta calidad encontró que la prevalencia notificada de alergia alimentaria variaba según la población específica evaluada. Por ejemplo, el 1-2 % de los perros y <1 % de los gatos que acuden por cualquier motivo de consulta veterinaria presentan algún tipo de alergia alimentaria. Este porcentaje aumenta considerablemente en animales de compañía que acuden con cualquier forma de dermatitis (0-24 % en perros, 3-6 % en gatos) o prurito (9-40 % en perros y 12-21 % en gatos).

Los alérgenos alimentarios más comunes a menudo se corresponden con las fuentes alimentarias más habituales. Una revisión reciente describió los alérgenos alimentarios más comunes en perros y gatos ( ver la Tabla: Tipos de alergenos alimentarios en perros y gatos). Los animales pueden mostrar hipersensibilidad a más de una fuente de alimento.

Tabla
Tabla

En contraste con los alérgenos ambientales asociados con la dermatitis atópica (en la que la mayoría de los pacientes muestran inicialmente signos a los 1-3 años de edad), la edad de aparición de la alergia alimentaria es muy variable. Aunque tanto los gatos como los perros con alergia alimentaria también suelen desarrollar signos clínicos en la edad adulta temprana (1-4 años de edad), se ha descrito que la edad de aparición en perros varía de <6 meses a 13 años, y en gatos de 4 meses a 15 años. Por tanto, la alergia alimentaria puede ser un diagnóstico diferencial particularmente probable en pacientes que inicialmente presentan una enfermedad cutánea a una edad muy precoz o muy avanzada.

No parece haber una predisposición sexual clara ni en gatos ni en perros. Las predisposiciones de raza varían algo según la prevalencia local de la raza. Sin embargo, en la mayoría de los países occidentales, el Pastor Alemán, el Labrador Retriever, el Bulldog Francés y el West Highland White Terrier parecen estar sobrerrepresentados. No existe una predisposición racial clara en los gatos.

Hallazgos clínicos de la alergia alimentaria cutánea en animales

Los síntomas clínicos asociados con la alergia alimentaria son muy variables. El síntoma clínico cutáneo más frecuentemente descrito en perros es el prurito. La distribución del prurito puede ser generalizada o focal/multifocal. Las áreas que suelen verse afectadas incluyen el pabellón auricular, los pies, el vientre y (con menor frecuencia) la piel perianal/perigenital. El prurito asociado con la alergia alimentaria puede ser tan grave como el causado por la sarna en perros.

Otros signos comunes de alergias alimentarias en perros incluyen la otitis externa (con o sin infección secundaria) y las infecciones recurrentes por Staphylococcus spp o Malassezia. Las infecciones secundarias pueden darse incluso en pacientes con alergia alimentaria que están libres de prurito cuando las infecciones están controladas. Las manifestaciones cutáneas menos frecuentes incluyen urticaria, angioedema o dermatitis piotraumática.

Como en los perros, el signo clínico más común asociado a la alergia alimentaria en los gatos es el prurito, especialmente el prurito intenso de la cara y la cabeza. También puede observarse prurito de las orejas, el vientre, las patas o alopecia más generalizada autoinfligida. Otros signos incluyen lesiones del complejo granulomatoso eosinofílico y dermatitis miliar.

Tanto los perros como los gatos pueden mostrar simultáneamente signos tanto cutáneos como no cutáneos de alergia alimentaria. La enfermedad gastrointestinal es la comorbilidad más frecuentemente descrita. Aunque los signos gastrointestinales pueden incluir anomalías obvias como vómitos y diarrea, las manifestaciones más sutiles pueden consistir en una mayor frecuencia de defecación (>3 veces al día), heces blandas, tenesmo, flatulencia y borborigmos. Los pacientes pueden mostrar grados variables de pérdida de peso.

Las comorbilidades menos frecuentes incluyen anafilaxia, asma o dificultad respiratoria, conjuntivitis, hipersalivación, hiperactividad y secreción nasal.

Independientemente de la apariencia, los signos clínicos suelen ser no estacionales. Sin embargo, la enfermedad progresiva y menguante puede observarse en pacientes que no reciben constantemente la misma dieta. Pueden observarse signos no estacionales con exacerbaciones estacionales en pacientes que presentan alergia alimentaria y dermatitis atópica inducida por alérgenos ambientales.

Diagnóstico de la alergia alimentaria cutánea en animales

  • Ensayo de eliminación dietética

Hasta la fecha, el único método fiable para el diagnóstico de alergias alimentarias es una prueba de eliminación dietética. Se han investigado muchos otros métodos de diagnóstico (y en algunos casos se han comercializado), como la serología basada en el ELISA para detectar IgE antialimentos, las pruebas intradérmicas y el análisis de pelo o saliva. Sin embargo, ninguno de estos métodos ha dado resultados consistentemente exactos (es decir, correlación con la reactividad clínica).

Las pruebas diagnósticas más recientes incluyen el análisis serológico basado en Western blot y la prueba del parche. Un estudio reciente que evaluó la eficacia de una prueba serológica de inmunotransferencia de tipo Western blot disponible comercialmente para IgE canina frente a ciertos alimentos encontró que la prueba puede ayudar a identificar algunos alimentos a los que el paciente es intolerante (y por tanto deben evitarse en las pruebas de eliminación dietética), pero que los resultados negativos no se correlacionaron necesariamente con la tolerancia clínica.

También se ha demostrado que las pruebas de parche con extractos de alimentos crudos y cocidos ayudan en la selección de alimentos para una dieta de eliminación potencial. En este caso, los resultados negativos del alimento suelen corresponder a los alimentos a los que el paciente es tolerante (y por tanto pueden seleccionarse para su uso en pruebas de dietas de eliminación), pero los resultados positivos no se asociaron necesariamente con la intolerancia clínica.

Los autores de las pruebas de Western blot y de parche concluyeron que las técnicas pueden ayudar en la selección de una dieta de eliminación, pero que ninguna de las dos técnicas es suficiente para diagnosticar la alergia alimentaria por sí sola.

Ensayos de eliminación dietética

Las pruebas con dietas de eliminación de alergias alimentarias se suelen realizar usando dietas de proteínas noveles (ya sean las comercializadas o las cocinadas en casa), dietas hidrolizadas o dietas que contienen proteínas tanto noveles como hidrolizadas. Las dietas con proteínas noveles deben seleccionarse cuidadosamente para evitar los ingredientes previamente utilizados. La selección de una proteína novel apropiada puede complicarse por el potencial de reactividad cruzada alergénica. Por tanto, puede ser prudente evitar la selección de dietas que contengan especies similares a las que se han proporcionado previamente (p. ej., cordero en pacientes alimentados antes con carne o leche). Además, existe alguna evidencia experimental que sugiere reactividad cruzada entre el pollo, el pescado blanco y el salmón, aunque la relevancia clínica de estos hallazgos no está clara hasta el momento.

Las dietas hidrolizadas son aquellas en las que las proteínas constituyentes se han dividido en fragmentos más pequeños, que son más difíciles de detectar y frente a los que el sistema inmunitario puede reaccionar. Estas dietas pueden clasificarse como parcialmente hidrolizadas (por lo general por debajo de 5 kilodaltons) o extensamente hidrolizadas (por lo general por debajo de 3 kilodaltons, aunque algunas dietas extensamente hidrolizadas se rompen en fragmentos de 1 kilodalton o menos). Las dietas parcialmente hidrolizadas pueden descomponerse lo suficiente como para ser tolerables para un animal sensibilizado a su fuente de proteína, pero algunos animales sensibilizados pueden reaccionar a estas dietas. Las dietas extensamente hidrolizadas son menos propensas a causar respuestas clínicas, incluso en animales sensibilizados a su fuente de proteína. Estas dietas pueden ser más adecuadas que las dietas parcialmente hidrolizadas para el diagnóstico de alergia alimentaria. Sin embargo, una vez que se ha establecido el diagnóstico, los pacientes pueden ser evaluados para determinar si tolerarán una dieta parcialmente hidrolizada.

Independientemente del formato de dieta elegido, la mascota debe alimentarse con esa dieta exclusivamente durante el periodo de la dieta de eliminación. La duración recomendada de las dietas de eliminación varía entre los clínicos, pero una revisión reciente de la literatura encontró que puede ser necesaria una duración mínima de 10 semanas para identificar al 95 % de los pacientes alérgicos a los alimentos.

Posibles peligros de una dieta de eliminación

Aunque la selección de una dieta de eliminación apropiada es crucial para el diagnóstico de la alergia alimentaria, la eliminación de otras fuentes de proteínas alimentarias es igualmente importante. Los propietarios deben ser conscientes de que no se puede dar de comer ningún producto a base de alimentos, incluidos los masticables de cuero crudo, las golosinas, los alimentos de mesa, los suplementos vitamínicos y minerales aromatizados, algunos suplementos orales para la artritis y los juguetes aromatizados. Los pacientes deben alimentarse por separado de otros animales de la casa o todos los animales han de recibir la misma dieta. También existe la posibilidad de contaminación cruzada si las mascotas comparten un recipiente con agua. Se debe evitar que los pacientes con tendencia a ingerir las heces de otros animales lo hagan. Los medicamentos para prevenir la dirofilariosis masticables o aromatizados o los medicamentos contra las pulgas suelen contener proteína de vacuno, cerdo o soja, independientemente de que este ingrediente esté o no en la etiqueta; en su lugar, deben usarse productos no aromatizados, inyectables o tópicos. Las cápsulas de medicamentos pueden estar hechas de gelatina de ternera o de cerdo. Si hay que administrar un medicamento en forma de cápsula, puede ser mejor que el propietario abra la cápsula y vacíe el contenido sobre la comida del paciente.

Consideraciones varias

Las infecciones secundarias (por Staphylococcus spp o Malassezia) son frecuentes en los pacientes alérgicos a los alimentos, y el malestar asociado con estas afecciones puede complicar una evaluación precisa del nivel "basal" de prurito del paciente, es decir, el asociado con la alergia solamente. Por otra parte, a un propietario puede resultarle abrumador administrar múltiples medicamentos y productos tópicos simultáneamente con el establecimiento de una dieta muy restringida. En estos casos puede ser apropiado tratar las infecciones secundarias del paciente antes de comenzar la dieta de eliminación.

El prurito y el malestar asociados con las alergias alimentarias pueden ser graves y provocar un autotraumatismo significativo. Este traumatismo por sí mismo puede contribuir a una respuesta inflamatoria y a perpetuar el prurito. Por esta razón, los pacientes pueden recibir cualquier medicación antipruriginosa necesaria para controlar sus signos durante la dieta de prueba. Sin embargo, la medicación debe suspenderse al menos 1 o 2 semanas (más tiempo, en el caso de las inyecciones de esteroides de efecto prolongado) antes del final de la prueba para poder realizar una evaluación precisa de cualquier prurito residual.

Los propietarios pueden encontrar útil llevar un diario de las respuestas de su mascota durante la dieta de eliminación. Este diario puede ser tan simple como la fecha y el grado del prurito (u otros signos clínicos). También deben incluirse los acontecimientos inusuales (visitas, viajes a parques para perros, etc.), ya que pueden ayudar a identificar posibles interrupciones en la dieta. Estos diarios son particularmente útiles para proporcionar pruebas relativamente objetivas de mejoría en animales que solo responden parcialmente a la dieta.

Reexposición dietética

Al final de la dieta de eliminación, el paciente debe someterse a una nueva exposición dietética controlada. El propósito de la reexposición es doble: identificar los alimentos problemáticos y confirmar que cualquier mejora está realmente relacionada con la dieta y no es una coincidencia (cambios estacionales de alérgenos, mejor control de las pulgas). Esto puede ser especialmente importante si la respuesta a la dieta es solo parcial. En este caso, una reexposición positiva demuestra la presencia de alergia alimentaria, pero la falta de remisión completa sugiere que también está presente un segundo problema (dermatitis atópica asociada a alérgenos ambientales, alergia a las pulgas, etc.).

Lo idóneo es que la reexposición se lleve a cabo utilizando ingredientes específicos (pollo, ternera, etc.), pero esto no siempre es práctico. En ese caso, en su lugar se puede realizar una prueba con fuentes de alimento con las que se ha alimentado previamente (croquetas, preventivo frente a la dirofilariosis, etc.). Un aumento del prurito u otros signos clínicos suele ser evidente a los pocos días (a veces horas) de la provocación, pero las respuestas positivas a la provocación pueden tardar hasta 10-14 días en aparecer. Por esta razón, los alimentos individuales no deben introducirse con más frecuencia que cada 2 semanas para que no haya confusión con respecto al elemento lesivo.

Si los pacientes muestran una respuesta positiva a la prueba, deben volver a la dieta de eliminación. Una vez que el paciente se siente cómodo de nuevo, el proceso de provocación puede reanudarse con otras proteínas individuales para poder identificar cualquier otra fuente de alérgenos alimentarios. Cuando se haya establecido el diagnóstico de alergia alimentaria, el propietario puede optar por continuar con la dieta de prueba (si la dieta es equilibrada para una alimentación a largo plazo) o puede experimentar con cautela con otras dietas para encontrar alimentos que la mascota pueda tolerar.

Cardiomiopatía dilatada inducida por la dieta en animales

Un trabajo reciente ha sugerido una relación poco clara entre la alimentación a largo plazo de algunas dietas con un riesgo elevado de desarrollo de cardiomiopatía dilatada inducida por la dieta en perros. Entre las dietas sospechosas se encuentran las "dietas boutique" hechas por pequeños fabricantes, las dietas que contienen ingredientes exóticos y las dietas sin grano. Otras dietas potencialmente problemáticas son aquellas con altos niveles de legumbres (lentejas, guisantes, garbanzos), patatas o boniatos. El Golden Retriever parece tener una particular predisposición, pero cualquier raza puede verse afectada. Es importante comprender que la naturaleza de esta relación aún no está clara: no todas las dietas que cumplen estas descripciones parecen estar asociadas a problemas, y los perros ciertamente pueden desarrollar cardiomiopatía mientras ingieren dietas que no se ajustan a esta descripción.

Si un paciente debe mantener una de estas dietas a largo plazo, ha de ser controlado cuidadosamente para detectar signos que sugieran una posible enfermedad cardiaca (tos, debilidad, intolerancia al ejercicio, desmayos, etc.). Puede ser aconsejable realizar una medición periódica de los niveles séricos de taurina. La evaluación ecocardiográfica de razas de alto riesgo (como el Golden Retriever) puede estar justificada.

Puntos clave

  • El signo clínico cutáneo más común de alergia alimentaria tanto en perros como en gatos es el prurito.

  • Los alérgenos alimentarios más habituales en los perros son la carne de vacuno, los productos lácteos, el pollo, el trigo y el cordero, mientras que los alérgenos alimentarios más comunes en los gatos son la carne de vacuno, el pescado y el pollo.

  • Una prueba de eliminación dietética estricta sigue siendo el único método fiable para el diagnóstico de las alergias alimentarias.

  • La alimentación a largo plazo con algunas dietas se ha asociado vagamente con el desarrollo de cardiomiopatía dilatada inducida por la dieta.

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