La artritis es un término inespecífico que significa inflamación de una articulación. Todas las enfermedades articulares de los grandes animales muestran un componente inflamatorio en mayor o menor grado. Las artritis de importancia comprenden la artritis traumática, la osteocondritis disecante, los quistes óseos subcondrales, las lesiones quísticas, la artritis séptica (o infecciosa) y la osteoartritis (también denominada enfermedad articular degenerativa).
Artritis traumática
La artritis traumática incluye la sinovitis y la capsulitis traumáticas, las fracturas intraarticulares mayores, las fracturas osteocondrales pequeñas (astillas), el traumatismo del cartílago, los desgarros de ligamentos (esguinces) que afectan a los ligamentos periarticulares e intraarticulares, y los desgarros de meniscos. La artritis traumática se produce principalmente en caballos deportivos, pero puede darser en todas las razas de caballos y en todas las especies de grandes animales. La artritis traumática no resuelta a menudo da lugar al desarrollo de osteoartritis.
Hallazgos clínicos y diagnóstico de la artritis traumática en grandes animales
Cortesía del Dr. Stephen Adams.
Signos clínicos como cojera, dolor articular y derrame articular.
Evaluación radiográfica y ecográfica
La sinovitis y la capsulitis traumáticas son una inflamación de la membrana sinovial y de la cápsula fibrosa articular relacionadas con un traumatismo. Los casos típicos en los atletas equinos se asocian con derrame sinovial en el estadio agudo y con engrosamiento general y fibrosis en el estadio más crónico. La cojera varía desde un ligero cambio en la marcha hasta una cojera grave. La sinovitis traumática y la capsulitis se distinguen de otras entidades traumáticas mediante radiografía para excluir fracturas y ecografía para excluir enfermedad de los ligamentos. El desgarro de algunos ligamentos o meniscos (en las articulaciones femorotibiales) a menudo solo puede determinarse mediante artroscopia. Las fracturas mayores y las fracturas osteocondrales se diagnostican mediante evaluación radiográfica.
Los signos clínicos de las fracturas osteocondrales son similares a los de la sinovitis y la capsulitis, así como a los de la osteoartritis; el diagnóstico se basa en la radiografía, la ecografía y, en algunos casos, la artroscopia.
Tratamiento de la artritis traumática en grandes animales
Reposo, antiinflamatorios sistémicos e intraarticulares y rehabilitación física.
Reparación de fracturas articulares mayores; eliminación de fracturas osteocondrales más pequeñas.
Tratamiento medico. El tratamiento de la sinovitis y capsulitis traumáticas graves consiste en reposo y regímenes de rehabilitación física como la aplicación de agua fría y hielo, flexión pasiva y natación. Los AINE administrados por vía oral o IV (p. ej., fenilbutazona) se usan de forma rutinaria y pueden reducir la inflamación sinovial. La FDA de EE. UU. prohíbe todos los usos de la fenilbutazona en vacas lecheras hembras >20 meses de edad; el Food Animal Residue and Avoidance Databank (FARAD) ha recomendado un intervalo de retirada de 55-60 días tras la administración oral crónica (>10 días) y un intervalo de retirada mínimo de 55 días tras la administración IM en el ganado vacuno de carne.
Se han utilizado varios fármacos para la administración intraarticular. Los corticoesteroides son los agentes antiinflamatorios más potentes y son eficaces en la artritis traumática grave. En los caballos, la betametasona y el acetónido de triamcinolona son eficaces y no se conocen efectos perjudiciales asociados, mientras que el acetato de metilprednisolona es más potente y de acción más prolongada, pero puede causar cambios degenerativos en el cartílago articular. El hialuronato de sodio se ha usado de forma eficaz para sinovitis de leves a moderadas en caballos y presenta un efecto condroprotector, pero es menos eficaz en sinovitis graves o cuando hay fracturas intraarticulares.
Una formulación IV de ácido hialurónico parece ser eficaz en casos clínicos, así como en un modelo controlado de artritis en caballos. Los glucosaminoglucanos polisulfatados (PSGAG) también se usan con frecuencia para la artritis traumática en caballos; los PSGAG son eficaces para la sinovitis y pueden ayudar a prevenir la degeneración continua del cartílago articular. Aunque se ha establecido la eficacia de los PSGAG cuando se administran por vía intraarticular (250 mg/articulación, por vía intraarticular, cada 7 días durante 5 semanas), su eficacia cuando se administran IM (500 mg/caballo, IM, cada 4 días durante 28 días) es menos segura. El polisulfato de pentosano (3 mg/kg, IM, cada 7 días durante 4 tratamientos consecutivos) ha demostrado ser eficaz como fármaco modificador de la osteoartritis (DMOAD) en modelos experimentales de osteoartritis equina y se ha utilizado ampliamente en casos clínicos fuera de EE. UU.
Los tratamientos biológicos como el suero autólogo condicionado, el plasma rico en plaquetas y las soluciones de proteínas autólogas también se utilizan con mayor frecuencia para controlar la inflamación y ayudar a la cicatrización.
Tratamiento quirúrgico. Las fracturas intraarticulares importantes (p. ej., fracturas de la placa ósea del tercer carpo, fracturas articulares sagitales de la falange proximal y fracturas condilares metacarpianas y metatarsianas distales) que alteran la congruencia articular deben repararse para evitar el desarrollo de osteoartritis. Los caballos con fragmentación osteocondral conminuta (que se produce más comúnmente en el carpo y las articulaciones metacarpofalángicas) se tratan con cirugía artroscópica para eliminar los fragmentos y minimizar el desarrollo de la osteoartritis. Se eliminan los fragmentos y se desbrida el hueso defectuoso y el cartílago. Siguen periodos de reposo de 2-4 meses, y se llevan a cabo regímenes de rehabilitación física en el periodo de convalecencia. El índice de éxito en caballos que vuelven al nivel de funcionalidad previo es elevado cuando los cambios osteoartríticos secundarios son mínimos en el momento de la cirugía. Los fragmentos osteocondrales en esquirla que son susceptibles de cirugía artroscópica incluyen los asociados con el radio distal o los huesos del carpo, la primera falange dorsoproximal o la primera falange plantar o palmar proximal, los fragmentos apical, abaxial y basilar de los huesos sesamoideos proximales, la fragmentación de la rótula distal en la articulación femororrotuliana, los fragmentos en esquirla de la articulación tibiotarsal y los fragmentos del proceso extensor de la falange distal (articulación interfalángica distal).
Osteocondrosis
La osteocondrosis (discondroplasia) es un defecto focal en la osificación endocondral. La enfermedad puede manifestarse como osteocondritis disecante, que da lugar a la formación de colgajos de cartílago o cartílago y hueso en la articulación, o como quistes óseos subcondrales. Se ha descrito la osteocondrosis en cerdos, caballos y ganado vacuno, entre otras especies. Para un desarrollo sobre la osteocondrosis equina, consulte Osteocondrosis en caballos.
Osteocondritis disecante
Etiología
En la osteocondritis disecante (OCD) se retiene una zona focal del cartílago articular inmaduro, y la matriz de la zona basal de esta región se vuelve condromalácica y acelular. El cartílago articular inmaduro se separa del hueso trabecular subyacente. La fractura condral se extiende horizontal y verticalmente hasta formar un colgajo. El líquido sinovial logra entrar en el espacio medular subyacente y se puede formar un quiste subcondral (en general, solamente en los animales más grandes). El colgajo de cartílago articular inmaduro puede permanecer separado y suelto, desprenderse por completo (los fragmentos de cartílago que flotan libremente se conocen como ratones articulares) o volver a unirse por osificación endocondral al hueso subyacente, especialmente en cerdos, y dar lugar a una superficie articular arrugada. Esto último se produce solamente si la articulación está descansada o protegida, lo que permite restablecer la circulación necesaria para que se produzca la osificación endocondral. Si el colgajo se desprende por el movimiento articular, puede ser triturado en trozos pequeños durante la marcha y desaparecer, mientras las placas más grandes se pueden unir a la membrana sinovial, vascularizarse y osificarse. El defecto articular resultante se llena de fibrocartílago con el tiempo.
La causa exacta de la osteocondritis disecante se desconoce, pero se asume que es multifactorial. Los factores de riesgo incluyen predisposición genética, crecimiento rápido, ingestión alta de calorías, concentraciones bajas de cobre y zinc, factores endocrinos y traumatismos en la articulación.
Hallazgos clínicos
Las ubicaciones más frecuentes de la osteocondritis disecante, que se suele observar en animales jóvenes (<1 año de edad), son la articulación femororrotuliana, la articulación tibiotarsal (tarsocrural) y las articulaciones del menudillo (metacarpofalángica y metatarsofalángica), y la escapulohumoral (del hombro).
Los animales con OCD del hombro suelen desarrollar una cojera grave de la extremidad anterior y posiblemente alguna atrofia muscular. Los animales con OCD en las otras articulaciones suelen presentar derrame sinovial y diversos grados de cojera.
Diagnóstico
Cortesía del Dr. Stephen Adams.
Cortesía del Dr. Stephen Adams.
El diagnóstico se confirma mediante evaluación radiográfica. La anamnesis del animal, la edad, la raza, el sexo y los signos clínicos ofrecen información útil; no obstante, es necesario realizar radiografías para fundamentar un diagnóstico de OCD.
Tratamiento
Stephen Adams
Cirugía artroscópica para extirpar fragmentos de hueso y cartílago.
El tratamiento de la OCD depende de la localización y del grado de afectación. Las lesiones de la articulación femororrotuliana se asocian con el margen laterotroclear del fémur, el borde troclear medial del fémur o la rótula distal. Son tratables con cirugía artroscópica, que se recomienda en todos los casos excepto en lesiones precoces que se caracterizan por aplanamiento (sin fragmentación) <2 cm de largo en el margen troclear lateral. En la articulación tarsocrural las lesiones de la OCD se dan con menor frecuencia en el margen intermedio (sagital) de la tibia, el borde troclear lateral del astrágalo, el maléolo medial de la tibia y el borde troclear medial del astrágalo. Todas las lesiones son tratables con cirugía artroscópica y el pronóstico suele ser bueno. La cirugía se recomienda cuando hay derrame sinovial. Las lesiones sin fragmentación en las articulaciones metacarpofalángica o metatarsofalángica se pueden tratar de modo conservador y la mayoría de los animales afectados se recuperan bien. Si hay un fragmento presente se recomienda la cirugía artroscópica. En el hombro se suele recomendar la cirugía, aunque los casos moderados se han tratado de forma conservadora con éxito. El pronóstico con la cirugía artroscópica suele ser menos favorable en el hombro que en otras articulaciones.
Quistes óseos subcondrales
Cortesía del Dr. Stephen Adams.
La mayoría de los quistes óseos subcondrales son una manifestación de osteocondrosis; sin embargo, los quistes pueden ser secundarios a traumatismos intraarticulares del cartílago o hueso subcondral o secundarios a osteoartritis. Los quistes óseos subcondrales en caballos en crecimiento que se deben a osteocondrosis se producen con mayor frecuencia en el cóndilo femoral medial de la articulación femorotibial; sin embargo, también pueden aparecer en el menudillo (metacarpofalángica y metatarsofalángica), la cuartilla, el codo, el hombro y las articulaciones interfalángicas proximales y distales en los caballos. El diagnóstico se suele basar en la localización de la cojera después de un examen de la cojera, la analgesia intraarticular y la confirmación por evaluación radiográfica. Puede haber derrame sinovial o no en la articulación afectada.
Tratamiento
En caballos jóvenes, los quistes óseos subcondrales secundarios a la osteocondrosis pueden tratarse con reposo en los pastos, inyecciones de corticoesteroides intralesionales guiadas por ecografía o por artroscopia, o colocando un tornillo a través del quiste. Algunos quistes se resolverán con el reposo, mientras que la cojera puede desaparecer en algunos caballos en los que permanece el quiste. Para los quistes del cóndilo femoral medial, la inyección intralesional de corticoesteroides guiada por artroscopia es a menudo la elección para el tratamiento inicial. En un 65-70 % de los caballos se consigue una recuperación atlética con quistes del cóndilo femoral medial. Sin embargo, la colocación de tornillos transcondilares ha demostrado ser eficaz y ahora es el tratamiento de elección de algunos cirujanos. Las lesiones más pequeñas, en forma de cúpula o aplanadas, se tratan de modo conservador durante el periodo inicial. Cuando se detectan lesiones quísticas durante la cirugía artroscópica con bordes colapsados, o cuando los quistes no responden a otros tratamientos, se ha utilizado el desbridamiento artroscópico aumentado con fibrina, factores de crecimiento y células madre mesenquimatosas. La cirugía se suele recomendar para las lesiones quísticas subcondrales del metacarpo distal en la articulación del menudillo; sin embargo, la exposición del quiste puede ser difícil y la cirugía no se realiza tan sistemáticamente como en la articulación femorotibial. Las lesiones únicas asociadas con la cuartilla y la articulación del codo pueden tratarse de forma conservadora, con corticoesteroides intralesionales o con tornillos a través del quiste, y tienen un pronóstico favorable. Si es posible, la cirugía se recomienda para lesiones quísticas de la falange distal (los resultados con un tratamiento conservador son muy malos). Los quistes en la cara distal de la falange proximal en las extremidades posteriores de los caballos a menudo causan osteoartritis de la articulación de la cuartilla, y el tratamiento mediante artrodesis quirúrgica de la articulación puede mejorar la salud.
Artritis séptica
Etiología de la artritis séptica en grandes animales
La artritis séptica o infecciosa resulta del secuestro de una infección bacteriana en una articulación. La infección de una articulación se desarrolla de tres formas principales: infección hematógena, que es frecuente en potros, terneros y corderos (comúnmente conocida como onfalitis); lesión traumática con introducción local de infección o infección iatrogénica asociada con inyección o cirugía articular (por lo general en caballos). La onfalitis es solo un ejemplo de una vía de infección hematógena, que también puede proceder de fuentes gastrointestinales o pulmonares.
La artritis por Mycoplasma es frecuente en terneros en crecimiento de 3-6 meses de edad. Los tarsos y carpos son las articulaciones afectadas con mayor frecuencia. La artritis por Mycoplasma es menos frecuente en el ganado vacuno lechero que en el ganado vacuno de carne, aunque los casos de politendinitis o poliartritis por Mycoplasma bovis que afectan a una sola extremidad en terneros destetados hasta el ganado de más edad han sido reconocidos en el ganado lechero. Se ha encontrado artritis por Mycoplasma en muchas explotaciones con casos de mastitis por Mycoplasma o en los de Mycoplasma spp. Son ubicuos en el tracto respiratorio; los terneros afectados frecuentemente presentan neumonía.
En corderos jóvenes, Actinobacillus seminis causa poliartritis, al igual que Chlamydophila (Chlamydia) psittaci y Erysipelothrix rhusiopathiae (insidiosa). La artritis por erisipela puede aparecer después de la amputación, castración o infección del ombligo. En los animales productores de carne, los virus y micoplasmas también pueden ser agentes etiológicos.
En las cabras maduras, el virus de la artritis y encefalitis caprina es una causa importante de artritis séptica. En cabras jóvenes, Chlamydophila (Chlamydia) pecorum (reclasificada de Chlamydophila [Chlamydia] psittaci) y Mycoplasma mycoides son causas frecuentes.
Las artritis bacterianas (incluyendo Mycoplasma) se desarrollan en cerdos jóvenes. En lechones, la artritis suele deberse a una infección intrauterina o umbilical por Escherichia coli, Corynebacterium spp, Streptococcus spp o Staphylococcus spp. Para su control es mejor tratar de reducir la posibilidad de infección por el entorno. Los cerdos más mayores en ocasiones desarrollan artritis como secuela de una infección por Haemophilus spp, Erysipelothrix spp o Mycoplasma spp. Aunque no es difícil el diagnóstico en los primeros estadios de la enfermedad, los estadios más crónicos pueden confundirse con lesiones articulares causadas por hipervitaminosis A dietética.
La lesión traumática de las articulaciones con contaminación bacteriana y progresión a infección es común en los caballos, y están implicadas varias especies de bacterias. En caballos se produce la infección asociada con la inyección intraarticular o la cirugía y suele estar asociada con Staphylococcus aureus o S epidermidis.
Hallazgos clínicos y diagnóstico de la artritis séptica en grandes animales
Cortesía del Dr. Sameeh M. Abutarbush.
Cortesía del Dr. Stephen Adams.
Análisis de líquido sinovial.
Evaluación radiográfica y ecográfica para determinar la extensión del daño a las articulaciones sépticas.
La artritis séptica se suele caracterizar por una cojera grave y distensión de las articulaciones afectadas. El líquido sinovial suele estar turbio y contiene >30 000 leucocitos/mL y una concentración de proteína total >4 g/dL. Además, en la evaluación citológica, ≥80 % de las células nucleadas son neutrófilos. Los neutrófilos degenerativos son evidentes en la mayoría de los casos de artritis bacteriana, pero los neutrófilos pueden estar relativamente bien conservados en casos agudos de infecciones por Mycoplasma. En potros jóvenes, terneros y otros neonatos sin antecedentes de traumatismo o inyecciones articulares, los recuentos celulares >10 000 leucocitos/mL y la concentración de proteína total >2,5 g/dL son muy indicativos de sepsis. La falta de crecimiento de microorganismos en el cultivo del líquido sinovial no descarta la sepsis articular. El fallo en el aislamiento de microorganismos es frecuente en caballos adultos que han sido tratados con fármacos antimicrobianos antes de la recogida de líquido sinovial para cultivo. La determinación de las concentraciones de amiloide A sérico (AAS) en el líquido sinovial puede ser útil para diferenciar la inflamación articular no séptica de la artritis séptica. Las concentraciones de AAS están elevadas en las articulaciones sépticas.
Las radiografías de las articulaciones sépticas revelan tumefacción y derrame de los tejidos blandos en las primeras etapas de la enfermedad. A medida que la septicemia progresa o no se trata, puede producirse lisis ósea subcondral, colapso del espacio articular y formación de hueso nuevo periarticular. La evaluación ecográfica de las articulaciones afectadas puede ayudar a determinar la extensión de la tumefacción capsular, la presencia de fibrina y restos dentro de la articulación y la irregularidad subcondral. La tomografía computarizada puede ser útil para evaluar las articulaciones sépticas que pueden tener cambios subcondrales no revelados por la radiografía estándar.
En los potros, además de la infección de una herida punzante y de los tejidos blandos contiguos, la artritis séptica suele acompañarse de osteomielitis hematógena. La artritis séptica en potros se ha clasificado en varios tipos: sinovitis séptica de cualquier articulación sin afectación ósea (tipo S), osteomielitis de la placa de crecimiento adyacente (tipo P), osteomielitis del hueso epifisario y subcondral (tipo E) y osteomielitis de los huesos cuboides del carpo o tarso (tipo T). Pueden estar implicados varios microorganismos.
Tratamiento de la artritis séptica en grandes animales
Administración de antimicrobianos sistémicos y locales.
Lavado de las articulaciones sépticas para eliminar bacterias, fibrina y mediadores inflamatorios.
Cortesía del Dr. Stephen Adams.
La artritis séptica requiere tratamiento rápido para evitar que se produzca un daño irreparable al cartílago y al hueso subcondral. Todos los caballos afectados deben recibir tratamiento antimicrobiano sistémico de amplio espectro. La elección inicial se basa en el patógeno más probable; sin embargo, está sujeto a cambios según los resultados del cultivo bacteriológico y las pruebas de sensibilidad a antimicrobianos. Muchos caballos reciben inicialmente una combinación de penicilinas (p. ej., ticarcilina o ampicilina) y aminoglucósidos (p. ej., amikacina en potros o gentamicina en adultos); el ceftiofur se usa en terneros. La terapia antimicrobiana sistémica debe combinarse con un método de administración local de antimicrobianos, como la inyección intraarticular directa, la anestesia intravenosa regional de las extremidades (ARIE) en las articulaciones desde el tarso y el carpo distalmente y la administración continua en las articulaciones afectadas utilizando una bomba. Todos los métodos de administración local de antimicrobianos logran concentraciones más altas de antimicrobianos en la articulación y los tejidos circundantes que la administración sistémica de antimicrobianos solos. Para todas las articulaciones sépticas está indicada la eliminación de los residuos y las bacterias de la articulación con un lavado completo con aguja o un lavado artroscópico más agresivo. También se recomienda el tratamiento coadyuvante con AINE (p. ej., fenilbutazona en los caballos o flunixino meglumina en el ganado vacuno) para controlar el dolor y la inflamación. La eficacia del tratamiento se controla cuidadosamente mediante la evaluación de los signos clínicos y análisis repetidos del líquido sinovial.
Osteoartritis
Etiología de la osteoartritis en grandes animales
La osteoartritis se caracteriza por una degradación progresiva del cartílago articular con inflamación de los tejidos blandos asociada y cambios óseos subcondrales. La osteoartritis puede ser el resultado del desgaste natural de las articulaciones o de la falta de tratamiento o del tratamiento fallido de las articulaciones con sepsis, osteocondrosis o artritis traumática. Por esta razón, para prevenir la osteoartritis es necesario un diagnóstico precoz y un tratamiento correcto de la sinovitis y la capsulitis traumáticas, las fracturas intraarticulares o las lesiones traumáticas del cartílago, la osteocondritis disecante, las lesiones quísticas subcondrales y la artritis séptica. La osteoartritis no se puede curar, pero a menudo se puede tratar con éxito.
Hallazgos clínicos y diagnóstico de la osteoartritis en grandes animales
Cortesía del Dr. Stephen Adams.
Los animales con osteoartritis clínicamente pronunciada están cojos. La cojera puede localizarse en una articulación mediante el uso de analgesia intraarticular administrada a la articulación afectada. Hay varios grados de derrrame sinovial, fibrosis de la cápsula articular y movilidad restringida (flexión reducida). Los signos radiográficos de la osteoartritis incluyen disminución del espacio articular, desigualdad del espacio articular, formación de osteofitos, entesitis, esclerosis subcondral, lisis subcondral e inflamación de los tejidos blandos. Las imágenes avanzadas, como la RM, pueden ser útiles para evaluar enfermedades articulares en caballos y determinar el estado del hueso, el hueso subcondral y los tejidos blandos. En los casos menos graves, la degradación articular, especialmente cuando el componente principal es la pérdida y el deterioro del cartílago, puede evaluarse mejor mediante artroscopia.
Tratamiento de la osteoartritis en grandes animales
El tratamiento de la osteoartritis suele ser paliativo e incluye el uso de AINE; glucosaminoglucanos administrados por vía intraarticular; corticoesteroides administrados por vía intraarticular; ácido hialurónico IV o administrado por vía intraarticular; tratamientos biológicos como suero autólogo condicionado, plasma rico en plaquetas y soluciones de proteínas autólogas; e hidrogel de poliacrilamida. El herraje correctivo puede ayudar a algunos caballos, especialmente si la osteoartritis afecta a las articulaciones distales de las extremidades. Los suplementos articulares administrados por vía oral se suelen emplear para casos leves de osteoartritis y pueden ayudar a algunos caballos. Los regímenes de rehabilitación física también pueden resultar útiles. En casos avanzados, la fusión quirúrgica (artrodesis) se puede realizar en articulaciones seleccionadas. La fusión quirúrgica de la articulación interfalángica proximal (cuartilla), así como de la articulación tarsal distal, pueden mejorar el rendimiento atlético. La artrodesis de la articulación del menudillo (metacarpofalángica o metatarsofalángica), y con menor frecuencia la artrodesis pancarpiana, también se realizan en animales valiosos y pueden hacer que se sientan cómodos y capaces de reproducirse. El tratamiento en toros y vacas suele ser insatisfactorio en los casos crónicos; sin embargo, el ejercicio restringido, junto con una dieta y un cuidado clínico adecuados, prolongan la vida y pueden permitir la monta en animales de cría valiosos. En los caballos de competición, la artroscopia puede realizarse para diagnosticar la extensión de la pérdida de cartílago articular, así como para tratar afecciones primarias como la separación del cartílago articular, desgarros de menisco y lesión de ligamentos.