Botulismo en animales
El botulismo es una intoxicación por una neurotoxina producida por Clostridium botulinum. Afecta a caballos, ganado vacuno, ovejas y aves de todo el mundo. Es poco frecuente en perros y cerdos. (Para una discusión completa, ver Botulismo en animales y para aves de producción, ver Botulismo.)
Intoxicación por ionóforos en animales
La toxicidad de los compuestos ionóforos se ha observado en ganado vacuno, ovejas, cerdos, perros, gatos y aves de producción; los caballos son particularmente sensibles. Se ha descrito que los alimentos contaminados con lasalocid causan tetraparesia flácida con hiporreflexia en perros. En 1995, la comida de gato contaminada con sialinomicina causó un brote de polineuropatía en ~850 gatos en Países Bajos y Suiza. Los gatos afectados tuvieron un inicio agudo de tetraparesia, hiporreflexia, disfagia, debilidad respiratoria y, finalmente, atrofia muscular. En histopatología se vio degeneración de axones distales sensitivos y motores. Los animales afectados normalmente se recuperan con tratamiento de soporte y retirando el alimento responsable.
Intoxicación por organofosforados en animales
La intoxicación con organofosforados puede causar tres síndromes. La forma aguda se debe a la inhibición irreversible de la acetilcolinesterasa, lo que provoca un aumento en la activación de receptores nicotínicos y muscarínicos de la acetilcolina en el sistema nervioso parasimpático, receptores nicotínicos en la unión neuromuscular, receptores nicotínicos del sistema nervioso simpático y vías colinérgicas del SNC. Los signos clínicos de una intoxicación aguda incluyen signos muscarínicos (p. ej., vómitos, diarrea, salivación, broncoconstricción, aumento de las secreciones bronquiales), signos nicotínicos (p. ej., el temblor y la contracción muscular) y signos del SNC (p. ej., cambios de comportamiento y convulsiones).
La forma intermedia se manifiesta principalmente como una debilidad muscular generalizada debida a una acumulación de acetilcolina en la unión neuromuscular nicotínica que causa un bloqueo despolarizante. Los gatos son especialmente propensos a esta forma de toxicidad, sobre todo por el clorpirifos. Normalmente, los gatos afectados no tienen signos obvios de toxicidad aguda, en su lugar desarrollan tetraparesia y ventroflexión cervical varios días tras la exposición. La midriasis es frecuente. El diagnóstico se basa en la historia de exposición y la presencia de signos clínicos característicos. La disminución de la actividad de la colinesterasa en sangre apoya el diagnóstico.
El tratamiento de la toxicidad aguda o subaguda debe incluir la administración de atropina (0,2 mg/kg, IM) si existe disnea debida a secreciones bronquiales y broncoconstricción. La atropina no aliviará los signos nicotínicos de temblores y debilidad, los cuales deben tratarse con clorhidrato de pralidoxima (20 mg/kg, IM o SC, 2 veces/día). La difenhidramina (4 mg/kg, IM o PO, dos veces al día) puede que alivie la debilidad muscular. Puede ser necesario un tratamiento de varias semanas.
La forma retardada de toxicidad se asocia a la degeneración de axones distales en el sistema nervioso periférico y central. Es independiente de la inhibición de la acetilcolinesterasa y se observa solo con ciertos organofosforados. Los signos se manifiestan varias semanas después de la exposición y se caracterizan por debilidad y ataxia en las extremidades pélvicas. También se ha descrito parálisis laríngea en caballos. No existe tratamiento específico.
Parálisis por garrapatas en animales
Varias especies de garrapatas causan parálisis por garrapatas, una parálisis rápidamente progresiva. Algunas hembras de garrapata producen una toxina salival que interfiere con la liberación de acetilcolina en la unión neuromuscular. En América del Norte, Dermacentor variabilis y D andersoni pueden afectar a perros, ovejas y ganado vacuno. En Australia, Ixodes holocyclus causa una forma especialmente grave de parálisis por garrapata en perros, gatos, ganado vacuno, ovejas, cerdos, llamas, caballos y, ocasionalmente, en personas. En África, la garrapata más importante asociada a parálisis es I rubicundus, que afecta al ganado bovino, ovino y caprino y, rara vez, a los perros. Una amplia variedad de garrapatas afecta a animales en Europa y Asia.
Los signos clínicos consisten en una paraparesia que progresa en 24-72 h a una tetraplejia flácida, con reflejos espinales débiles o ausentes. La percepción sensitiva y la consciencia permanecen normales. En los casos graves, puede desarrollarse disfagia, parálisis facial, debilidad de los músculos masticatorios y parálisis respiratoria. El tratamiento consiste en la extracción de la garrapata y la aplicación de un acaricida tópico para eliminar cualquier garrapata oculta. En general, en todos los casos, excepto para la parálisis por I holocyclus, el pronóstico es favorable y la recuperación se produce en 1-2 días. Está disponible un suero antigarrapatas para el tratamiento de la parálisis por I holocyclus, pero el pronóstico es reservado, ya que puede producirse la muerte por parálisis respiratoria pese al tratamiento.