La muerte fetal puede ir seguida de la expulsión (aborto de un feto fresco o autolisado) o la retención en el útero (momificación fetal). En los casos de aborto, se produce luteólisis y se pierde el soporte hormonal de la gestación. El animal suele mostrar signos de que la gestación ha terminado. Puede encontrarse un feto abortado, o la hembra puede mostrar una descarga vaginal anormal, o puede sufrir un retorno al celo.
Cortesía del Dr. John Mee.
En los casos de momificación fetal (independientemente de la causa), la muerte fetal (por lo general entre los 3 y 8 meses) a menudo no es evidente de forma inmediata. En estos casos, el cuerpo lúteo persiste en el ovario porque no hay un feto viable para iniciar el parto ni respuesta inflamatoria en el endometrio liberando prostaglandinas, y tampoco hay secreción vaginal ni signos de celo. En estos animales la gestación anormal continúa de forma indefinida. El examen clínico revela que el feto está muerto, aunque la madre está preñada. El examen transrectal revela un útero contraído, de forma irregular, con una masa fetal pero sin líquidos fetales en su interior. No hay frémito en las arterias uterinas. La exploración ecográfica de las partes accesibles del útero por vía rectal confirma el diagnóstico.
La gestación anormal puede finalizarse con una sola dosis intramuscular de prostaglandina F2alfa. El feto se expulsa del útero y puede extraerse manualmente de la vagina 48 h más tarde.
En ovejas, la momificación fetal puede diagnosticarse a través de la palpación abdominal complementada con una ecografía transabdominal. Los animales afectados se suelen sacrificar debido a consideraciones económicas. El tratamiento se puede intentar como en el ganado vacuno.